La Leyenda que Vive
Muchos eran los rumores donde se mencionaba un pueblo escondido, tan tranquilo como el de un cuento de hadas, la única muerte que existía era la natural, no se necesitaba nada. Todos sus campos estaban llenos de cosechas, los animales siempre estaban bien alimentados y las enfermedades eran tratadas con las mágicas plantas que se proveían de un antiguo paramo cercano. Era la vida perfecta.
Ningún cazador pudo comprobar la veracidad de ese relato que había surgido hace aproximadamente dos años, los demonios al parecer no atacaban cerca de la zona donde se suponía que debía estar el pueblo así que nunca hubo necesidad; eso hasta que al pilar de la niebla se le asigno una misión cercana al dichoso lugar, daría sin duda una vuelta antes de volver.
-¡Muichiro, no puedes llevártelo! - Una fuerte perorata por parte del pilar del viento se venía y lo sabía.
-Le pedí permiso al Patrón, dijo que estaba bien -Siguió caminando hasta la salida de la sede donde era esperado por el menor de los Shinazugawa, algo apenado por esta despedida con su hermano -Volveremos rápido -Eso fue lo último que dijo antes de partir dejando hablando solo a su compañero.
La tarea era corta, matar unos pocos demonios que había por los terrenos, comprar dulces y volver, ah y claro ir a ese mágico lugar. Era consiente de que en cualquier momento se le olvidaría eso así que decidió llevar a alguien que le recordara de su misión personal, entonces solo escogió al primer chico que se le cruzó enfrente.
De hecho su batalla duro menos de lo esperado pero para ser honesto esa no era la tarea completa. Extraños rumores sobre una fuerte entidad demoniaca se dispersaban a gran velocidad, aunque con los mismos venían otros más extraños: se decía que la taza de ataques demoniaco bajo drásticamente y no existía rastro alguno sobre las Lunas Superiores o del mismo Muzan, como si se hubiesen esfumado de la noche a la mañana.
Pregunto por los pueblos pero todos negaban haber visto o vivido algo relacionado sobre un demonio, eran meses- llegando a casi un año- en que las amenazas había desaparecido, parecían que solo salían a comer y ya. Eso era alarmante ¿Y si Kibutsuji había logrado su cometido? Si así fuera el caos debería ser mayor, nada tenía sentido ya.
Algo resignados fueron a buscar alguna posada donde quedarse el resto de la noche antes de partir a su destino, fue muy agotador recibir tantas negativas y ninguna respuesta, Genya sentía pena por su pobre participación en la misión aunque en realidad no había mucho que hacer.
-Señor Tokito... -Esperó alguna señal para continuar siendo solo un silencio - Yo... - Entonces recordó su verdadera misión -¿Por qué no vamos mañana al pueblo del que tanto habló? - Y como si de un interruptor se tratará al fin logró una reacción del pilar, con los ojos denotando determinación asintió, se fueron a dormir para poder partir apenas el sol se asomara.
Con ojos bien abiertos y las mandíbulas hasta el suelo -o al menos por parte del cazador de menor rango - se vieron frente al pueblo del que tanto se había hablado, era más precioso de lo que alguna vez se imaginaron, todos parecían gozar de una rebosante felicidad que se expandía por el aire, ¿Eso podía ser real?
Se pasearon por las calles de tierra viendo de casa en casa como nadie portaba algo que no fuera una expresión de alegría y calma, frente a un puesto de comida se decidieron detener para comer algo sabroso.
-Así que son viajeros eh, pues bienvenidos a nuestra humilde aldea - El propietario, un hombre mayor, puso dos platos de ramen calientes frente a ambos -Últimamente han venido muchos turistas por estos rumbos y eso nos hace muy felices.
-Eso suena fantástico, debe ser muy lindo vivir aquí con su familia -Genya pensó en lo genial que sería una realidad en todos lados, donde este con toda su familia así de felices.
-Lo es, y todo se lo debemos a nuestro Inochinoki -Los viajeros se quedaron sorprendidos, nunca habían escuchado hablar de algo así.
-¿Quién es Inochinoki? - El Pilar se veía por primera vez algo interesado en esa rara conversación.
-Bueno, es nuestra bendición. Antes este pueblo no era más que un paramo infértil donde apenas y podíamos vivir, muchos se fueron en busca de algo mejor, otros nos decidimos quedar en lo único que conocíamos -Los dos se habían acabado la comida y miraban al hombre que parecía absorto en la historia -Cada día rezábamos por ayuda alguna ante los Dios pero parecían no escuchar nuestras plegarias. Eso fue hasta que una noche que las estrellas se alinearon sobre nosotros con piedad -narraba con gran emoción el anciano.
》Escuchamos sonidos raros y al salir notamos un bello campo verde aparecido de la nada sobre lo que antes no eran más que terrenos carentes de vida ¡Ahora también habitado por un hermoso árbol de cerezo! De todo florecía entre las colinas -Era demasiado fantasioso y poco fiable pero la determinación en la voz del viejo les hacía dudar de que fuese mentira.
-Señor, ¿se puede visitar ese lugar? - Preguntó con curiosidad el cazador.
[•]
Frente a un gran prado de tantos colores los dos se aventuraban por el lugar, recordaba algunas pinturas con aspectos similares aunque nunca se imagino que en la vida real serían mil veces mejor; Tokito logró distinguir la pequeña colina del que hablaba el hombre, extrañado por la vista pues rodeado de sauces en la colina y apenas visibles se asomaban pequeñas flores de cerezo, imperceptibles para ojos novatos. Ninguno de los grandes árboles pasaba del punto más alto del relieve.
Se acercaron más al lugar con cuidado como si de una emboscada se tratada, la primera idea que se les vino a ambos fue una fortaleza, esas que con sus altos muros resguardaban lo que sea que estuviera del otro lado.
-Voy a entrar -Sin escuchar otra palabra simplemente trepó por el exterior de los árboles buscando alguna abertura que le permita ver el interior, con cada pequeño vistazo algunas flores rosas se asomaban tímidas hasta que localizó una que sobresalía de todas las demás, debajo el otro chico estaba preocupado por la altura a que alcanzaba poco a poco el pilar, sin embargo de un momento a otro ya no lo pudo ver.
-¡Señor Muichiro, ¿Esta bien?! -Nada, rayos, debía venir con la persona que muy posiblemente se olvidaría de su presencia y regresaría sólo a la sede.
Ya en el interior de la formación "natural" era guiado por el Sakura entre cada nueva rama que se le atravesaba, seguramente se perdería entre todo el follaje sino hubiese notado ese detalle. Entre más descendía más se daba cuenta de algo posado en el centro. Apresuro el paso para llegar a ver lo que era ya siendo carcomido por la curiosidad, cuando al fin pudo tocar el suelo se dio cuenta de rodeado por flor de musgo y narcisos -ambos de tonalidades azules -se hallaba una figura casi tragada por la flora.
Se acerca con lentitud y se lleva una sorpresa que lo hace retroceder, casi a tropezar, de la impresión
-¿Tomioka?-susurró incrédulo.
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