El Leñador
—¿Escuchaste los rumores? Dicen que ya desaparecieron tres personas camino al bosque —murmuró una mujer de mediana edad en una tienda de té.
—¿Tres? Oh, debe ser por osos pero hay que tener cuidado —A Sanemi no le cuadraban las cosas que las mujeres chismeaban, eran las segundas personas que mencionaban algo de gente desaparecida camino al bosque, otros hablaban de enormes arboles cortados.
Era probable que se tratará de otro demonio en el área, no sería sorpresa para nadie que apareciera con ellos diciendo la típica frase de llevarle al idiota engreído a Muzan y acabar con ellos bla, bla, bla... ¿No sabían decir otra cosa? Parecían discos rayados al que solo le cambiaban el color y nombre. Estando ahí no podían evitar no entrometerse para liberar a ese pueblo del temor. Tras explorar un poco más las tiendas y con algunos ohagis se dirigió al punto de encuentro acordado viendo a su compañero de batalla con la persona que odiaba en una conversación unilateral.
—Me imagino que ya saben lo que esta pasando — Se acercó al par con un tono serio.
—Escuche los rumores, en definitiva tiene que ser un demonio —habló Rengoku llamando la atención del que estaba a su lado, si se trataba de uno de ellos temía que fuera a arruinarlo.
—Ya estamos muy cerca, no nos vamos a desviar por algo así —dijo con firmeza el menor de todos.
—Apenas vea a ese maldito lo mataré — habló el pilar apretando su puño por debajo, detrás seguía el dúo de adolescentes atentos al plan.
—Ara Ara, veo que ya estamos todos, podemos irnos entonces —La chica junto al pilar del sonido fueron los últimos en arribar, con todos reunidos podían continuar con el camino.
[•]
En lo profundo del bosque la presencia no se escondía, se dirigía a ellos a gran velocidad cargando consigo un asqueroso olor a sangre y carne; ya con las armas en mano se prepararon para recibir a la monstruosidad aunque sin darse cuenta unos arboles caían en dirección suya, de no haber sido por el gran oído de Uzi no se hubiesen movido a tienpo.
—No me esperaba menos de los cazadores de demonio pero... —Un gran hacha se aproximo peligrosamente a ellos— Hoy será su fin —Saliendo de entre la frondosa vegetación un demonio de aspecto fornido, una canasta en la espalda y una hacha algo oxidada de la punta —Estaré encantado de cortar sus cuerpo y...
—Devorarnos bla bla bla, llevarte al imbécil bla bla bla mejor ven a pelear — Sanemi fue el primero en lanzarse al ataque contra el enemigo quien se protegió con la hoja de su arma. Esquivó un brazo que buscaba tomarlo, el demonio no era rápido pero si fuerte.
Le ordenaron al pilar de cabello platinado llevarse lejos a Tomioka, viendo esa intención a propósito lanzó su arma que terminó por clavarse en uno de los troncos lejanos haciendo posible con una cadena adelantarse hasta tenerlo a un lado. Uzui lo esquivo sin problemas pero esa hoja se clavaba en cada árbol cercano, cosa que terminaba por colmar la paciencia de todos por los constantes cambios de dirección que tomaba.
—Hay que hacer que se quede en un lugar —Sanemi y Rengoku juntos usaron su fuerza conjunta desviaron el arma contraria dándoles una chance de alejarse del lugar.
—Cayeron —Los arboles marcados cedieron contra el suelo, aun teniendo un diminuto rasguño, lo interesante era el estado en el que se hallaban. Desgastados. El derrumbe terminó por provocar heridas no muy graves en el equipo de cazadores —sangren, sangren para mí humanos asquerosos.
Un mar de maldiciones salió del hombre de las cicatrices, el problema que causaba ese demonio era la cercanía con el pueblo, fácilmente podría huir en esa dirección para tomar rehenes y obstaculizar su trabajo.
—Amo jugar con ustedes pero me parece que faltan un par de muñecos — De la canastilla una decena de brazos de madera se extendieron hasta forzar a los otros dos a regresar, con una de ellas sostenía al azabache a quien a la fuerza había separado de Tengen; luchaba por salir del agarre que en vez de disminuir se fortalecía de manera dolorosa —.Este es el muñeco que quiere mi señor eh, he de decir que no esta nada mal. Si fuera por mi te tendría atado a mi merced — Eso le provocó un asco tremendo, su almuerzo parecía querer subir por su garganta hasta el exterior.
La segunda forma de la respiración del viento se aproximo cortando la mayor parte de brazos pero rápidamente salieron más de la misma canastilla de la espalda con la diferencia de ser mucho más gruesos que los anteriores sacándole el aire al azabache.
—Jajaja, es tan fácil romper a los de su clase —En modo de broma junto más sus dedos creando más dolor en el rehén. Los ataques los esquivaba usando la técnica anterior columpiándose por todo el bosque — ¿A ustedes les temen? Que estafa —La situación era frustrante, sin poder mantenerlo quieto los Pilares iban de aquí a allá como perros y gatos —Podría jugar un poco más contigo antes de llevarte con el señor —Eso lo hizo temblar, si creía que su cara no podía mostrar más asco se equivocó.
—Piensa Tomioka, ¿Qué puedes hacer? —se dijo así mismo entonces notó un pequeño detalle en la palma de su mano, un clavel amarillo —Eso es —se susurró, odiaría hacer eso pero no encontraba otro modo —Dijiste que querías jugar conmigo ¿no? ¿Puedo ir en tu canastilla?—pregunto con un tono tímido con un toque seductor llamando la atención de su secuestrador.
—La Princesa ya aprendió su lugar, si haces algo te mataré —"Si claro" pensó con sarcasmo, cuando fue puesto detrás respiro profundo y concentrando toda su energía visualizo en su mente cientos de flores Wisteria que al instante salían de sus extremidades. El olor distrajo al demonio que enojado se voltea a mirarlo —¿Qué mierda crees que haces?—Sin previó aviso se abalanzo a su rostro amarrando las glicinias alrededor de la cabeza—¡Kyojuro! —le gritó, llamando su atención.
Sorprendido por el acto apresuro su paso cortando los brazos, el demonio se retorcía como babosa echada en sal, los movimientos eran bruscos casi tumbándolo al suelo en el proceso siendo salvado por su fuerte agarre a las flores.
—¡Eres una perra asquerosa! ¡Juró que te mataré! —Con su brazo apenas regenerado tomo cada extensión violeta y la jalo con intensidad desarraigándolas del humano quien grito del dolor, la sangre corría por los brazos a montón; antes de que pudiera pestañar una bola de fuego destrozó la garganta del leñador. Saltó del cuerpo inerte antes de ser aplastado por el mismo.
—Tomioka, ¿Cómo te encuentras? Enséñame tus brazos— Habló la pilar del insecto —Ay eres un imprudente, por eso no le agradas a nadie —Las plantas seguían saliendo de los brazos —Necesito que pares para curarte.
— Se levanto— En guardia vieron que su tamaño volvía a aumentar se veía enojado.
—Son una maldita molestia, no me contendré nada. ¡Técnica de Sangre: Oxido! —Cada cosa con una herida del arma comenzaba a desintegrarse, si eso los tocaban sin duda perderían alguna parte del cuerpo.
— Córtalas, pónganlas en sus espadas, lo encerraré en un circulo —Sin permitir otra palabra emprendió un recorrido amarrando cada liana violeta alrededor del área de batalla con su espalda cuidada por sus compañeros.
—Te lo diré perra, apenas te entregue me volveré una de las doce Lunas, aun si tenga que matar más demonios —El hacha se replicó buscando darles a los Hashiras para así corroer sus cuerpos. Cortando y extendiendo las plantas al final logró darles la ventaja a sus compañeros, subió a la espalda del Pilar del Sonido una vez más siendo seguidos por Shinobu como una caballería; la pérdida de sangre ya surtía efecto dando cabezazos en los hombros de sus compañeros, el mareo poco a poco se tornaba más intenso. Le ardían los brazos, solo quería cerrar los ojos un momento para distraerse del dolor, en su costado le saldrían moretones seguramente. Oyó a la chica hablarle, sin embargo no era capaz de entender lo que decía.
Ya en una casa de glicinias la chica se encaraba de las heridas en los brazos, algo de piel se había levantado pero no corría riesgo alguno, le exasperaba lo poco cuidadoso que era su compañero, se aseguraría de darle un buen golpe apenas despertará.
—Hey Kocho, ¿Cómo se encuentra Tomioka? —Asomado por la puerta corrediza se hallaba el pilar de la flama con una rara expresión.
—Ah, Rengoku-san, él esta bien pero ocupará descanso —Soltó un suspiro cansado —Es muy descuidado este tonto.
—...¡Tú descansa Shinobu, yo me haré cargo de Tomioka! —Por un momento quedo en blanco, ¿Escuchó bien? ¿Era su idea o esos dos se habían hecho muy cercanos en los últimos días? Sea como sea ella no podía dejar el cuidado de su compañero en manos de cualquiera. Conocía a Rengoku pero aun así se mantendría cerca para revisar el estado del otro.
—Apreció su preocupación Rengoku-san pero no hay necesidad de hacer eso, si quiere puede quedarse con él en la noche —Sabía que no convencería tan fácilmente a su compañero pero le podía ofrecer otra cosa.
—¡Esta bien, me mantendré aquí! —Y así fue, no se movió en todo lo que ella estuvo en la habitación y dudaba que lo hiciera cuando se fue.
Desde la rama de un árbol un par de ojos ámbar observaba el cuerpo dormido, desearía poder arrancar todas esas flores que le impedían acercarse el chico sobre el futón; en su memoria tenía fresco el momento en que ambas miradas conectaron, fue ese instante en el que se enamoró dos veces de ese joven. Haría lo que sea para tenerlo en sus brazos una vez más.
—Es muy lindo Akaza, entiendo porque lo escogió —A su lado posada sobre la rama continua estaba Daki, la sexta Luna mirando hacía el azabache — Peroooo, no le haré nada— Pareció reconocer el gruñido que estuvo a punto de salir de su boca —Luces como un alfa con su omega...
—¿Qué?— Sabía que la chica disfrutaba disfrutaba de leer cosas raras en sus ratos libres, muchas de las que no entendía completamente.
—Olvídalo, no lo entenderías — Devolvieron sus miradas al interior de la casa— ¿Cuándo iras por él?
—Apenas pueda pero esos cazadores lo ponen difícil—
—Te trae loco ¿no? —Una tonalidad rosada se posó en sus mejillas. No lo aceptaría frente a otros pero si que deseaba a Tomioka
—¡Si viniste!— La sonrisa que le lanzó antes de que se aventurarse a sus brazos fue una de las cosas más bellas que sus ojos pudo presenciar. Era como si... Volviese a un pasado. Lo tomó entre sus manos como si al soltarlo volviera a desaparecer, cosa que no iba a permitir.
Dentro de si se prometió que cuidaría de esa sonrisa y mirada azul.
—Akaza ...Akaza... ¡Akaza!— Le grito Daki— ¡Al fin! Te quedaste como bobo, te dije que ya me iba por el amanecer.
—Te acompañó— Se levanto de su lugar observando a donde su amor residía, era arriesgado lo que haría pero no podía pasar un minuto más sin hablarle— ¡Giyuu, juro que iré por ti! ¡Te lo juro por cada marca en mi piel!—
Ese gritó alerto a todos dentro de la casa viendo como las puertas y ventanas en su dirección se abrían frenéticamente, antes de marcharse observo a su joven amor levantarse y al mirarse un girasol surgió sobre el dorso de su mano. Esa señal basto para satisfacer al demonio emprendiendo su marcha.
—Ese maldito ya no tiene respeto — Kyojuro noto como su compañero se quedaba perdidamente mirando a donde se hallaba el enemigo, por alguna razón no le gustaba eso.
—Akaza —susurró con timidez, su galán no le había abandonado aun, eso llenó su corazón de dicha enorme. El saber que a pesar de todo lo sucedido ese hombre seguía buscándolo para estar juntos lo alegraba tanto, una sutil sonrisa se dibujo en su rostro.
—Hay que irnos ahora, ya no debemos distraernos por nada del mundo. Mientras más rápido lleguemos mejor será para Tomioka-san —avisó Kocho, todos asintieron y se pusieron en marcha.
Si fuera por él, correría tras ese chaleco rosa.
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