Si Quieren Guerra, Guerra Tendrán
Juliana: ¡Sprigatito!
Bajo la luz anaranjada del amanecer, nuestra protagonista se levantó de golpe con una respiración muy irregular. Se preguntaba si lo que recordaba había sido tan solo un sueño, o más bien una pesadilla. Miró a su lado y su esperanza le fue arrebatada con la falta de compañía que encontró.
Juliana: ¡No, no, no, no, no...!
Damián: ¡¿Ya estás despierta, July?!
El joven hubiera deseado acercarse a ver como estaba su compañera, pero no estaba en condiciones de moverse.
Juliana: ¿Q-Qué ha pasado? - su voz quebrada no le facilitó a Damián la ya difícil tarea de explicarle lo que sucedió la noche anterior.
Damián: C-Creo que tú sabes más al respecto que yo. Siento mucho no haber podido ayudarte.
Juliana volvió a tumbarse, esta vez de lado, dándole la espalda a Damián.
Juliana: ¿C-Cómo se puede ser tan cruel?
Más que la tristeza, era frustración lo que la quemaba por dentro. En momentos así, siempre tenía sus ronroneos para calmarlas, y fue recordar esto lo que hizo que apretase más sus puños, llena de rabia.
Juliana: ¿N-No hay nada?
Damián: ¿Eh?
Juliana: ¿No hay n-nada que pueda ayudarnos a encontrarle?
Esperaba recibir un simple "no" acompañado de más disculpas, pero lo único que obtuvo fue un extenso silencio, un silencio que significaba muchas cosas. Juliana se secó las lágrimas, dio un bote para levantarse y miró de frente a Damián.
Juliana: ¡Si sabes algo, mas te vale decírmelo!
Damián: - jamás esperó ver a aquella chica atacarle con una mirada así de desafiante - Solo no cometas ninguna estupidez.
Damián sacó una tarjeta negra, además de algo grande, de su bolsillo y se la extendió. Juliana fue prácticamente corriendo a tomarla, arrancándosela de la mano a su compañero. Al tacto, pudo notar que no era simple cartón, sino que se trataba de una tarjeta de buena calidad. Sobre el fondo negro, había una breve oración escrita con letra dorada: "El Team Star será la noche que dejará que todos brillen con luz propia, como las estrellas." Juliana esperaba una declaración de guerra, pero lo que encontró fue, a sus ojos, un espantoso intento de poesía. Rápidamente giró la tarjeta para ver el lado contrario, donde encontró lo realmente importante; la tarjeta tenía el símbolo en grande del Team Star junto a las firmas de los cinco jefes: Anán, Melo, Henzo, Gus y Erin.
Juliana: Supongo que tocará hacerle otra visita a Anán.
Damián: - el tono tranquilo que utilizó la chica le preocupó todavía más - Vamos, July, cálmate. Sé que esta es una situación terrible, pero tenemos que mantener la mente fría si no que...
Una mirada de reojo bastó para que Damián se callase. Sus ojos ya no eran llorosos; ahora reflejaban frustración y determinación mezcladas en una mirada seria que causó un gran impacto en su compañero. Juliana sacó su SmartRotom y no tardó mucho en encontrar el contacto deseado.
Noa: Hola, Juliana, ¿cómo es...?
Juliana: Ponme en contacto con Casiopea.
Noa: ¿Y eso?
Juliana: Tú hazlo.
Noa: Hoy estás un poco borde. ¿No habrá pasado algo?
Juliana: El Team Star ha secuestrado a Sprigatito - lo dijo con una frialdad que haría que nadie se creyese que era la misma que hace unos minutos estaba tumbada en el suelo mientras lloraba.
Noa: ...¡¿Qué qué?!
Juliana: Ponme con Casiopea de una maldita vez.
Noa: V-Voy.
Juliana no se despidió; solo colgó. Después de eso, Juliana se preparó rápidamente para partir. Ni siquiera se hizo su característica trenza, sino que simplemente se recogió el pelo en una coleta. Una vez acabó, recibió una llamada de un número desconocido, aunque ya sabía de quien se trataba.
Casiopea: Sabía que acabarías aceptando - al igual que la última vez, parecía tener su discurso medido al milímetro.
Juliana: Han pasado cosas.
Casiopea: Muy bien. Llámame cuando estés frente a la puerta del Escuadrón Segin.
La llamada finalizó y Juliana salió para subirse de inmediato a lomos de su montura. Lo que le llamó la atención fue como miraba al río que descendía por la montaña.
Juliana: ¿Has aprendido a nadar? - Koraidon asintió bastante seguro - Pues bajemos por el río; nos ahorraremos tiempo.
Damián: July, no estoy para viajes moviditos.
Juliana: ¿Prefieres bajar caminando?
Damián solo suspiró resignado antes de que empezasen su descenso por el río. Poco les costó descender por la montaña y Koraidon salió del río para dirigirse hacia la base. Aunque el camino era algo largo, no hicieron paradas; Juliana no quiso hacerlas. Para cuando llegaron a su destino, ni siquiera había llegado el mediodía. Inmediatamente llamó a Casiopea, como ella misma le pidió, y se molestó al ver que estaba tardando en contestar.
Casiopea: Me imagino que ya estarás en la puerta del Escuadrón Segin, como te pedí.
Juliana: ¿Por qué has tardado tanto en contestar?
Casiopea: Yo también tengo mi vida, ¿sabes? Y solo han sido unos segundos.
Juliana: Como sea, ¿qué debería hacer según la Operación Stardust?
Casiopea: Pues mira, hay un extenso código que tanto líderes como reclutas se comprometen a seguir y...
Juliana: Ve al grano de una vez.
Casiopea: Te veo bastante alterada, July.
Juliana: No me llames así.
Casiopea: Pero si es un apodo precioso.
Juliana: ¡¿Vas a decirme que tengo que hacer para terminar con todo esto o qué?!
Casiopea: Pff. Que aburrida eres. Si derrotas al jefe te dará su medalla y tú serás la nueva jefa. Si los quitas a todos de sus puestos, el equipo caerá al no tener quien los dirija.
Juliana: ¿Y puedo obligarles a hacer cosas?
Casiopea: Solo están obligados a seguir tus ordenes en caso de que sea algo beneficioso para el equipo y me imagino que no es lo que tienes en mente.
Juliana: ¿Entro, derroto al jefe y ya?
Casiopea: Antes de vértelas con el jefe tendrás que hacer frente a una pequeña prueba llamada Lluvia de Estrellas.
Juliana: ¿Y qué tengo que hacer?
Casiopea: Eso ya lo verás. Por ahora, tú solo entra y hazle frente a todo lo que se interponga en tu camino. Sé que podrás - esas palabras eran tan genuinas que desconcertaron a Juliana, pero tenía otros problemas como para pensar en eso.
Damián: Juliana, tienes compañía.
Cuando se giró, vio al mismo recluta que les dio refugio en aquella base cuando fueron a resolver las cosas dialogando.
Juliana: - pensando - Que pena que todo haya acabado así... ¿Qué se le va a hacer? Ellos se lo han buscado.
Juliana: Quiero hablar con el jefe.
Miguel: - la frialdad de la chica le intimidó un poco, pero eso no lo hizo retroceder - ¡Soy Miguel, guardia de la base del Escuadrón Segin! - lo dijo más en un intentó de autoconvencimiento que como una amenaza - Os reconozco, sois los del otro día. Sé que no sois mala gente, pero, como buen guardia, no puedo dejaros pasar después de lo que he escuchado y, os lo aseguro, cumpliré mi función; se lo debo...
Juliana: ¿A Anán?
Miguel: ¡No! ¡Se lo debo a todo el escuadrón que me ha tratado tan bien y ha hecho de todo por mí!
Team Star ♀️: ¿Pasa algo, Miguel?
Miguel miró fijamente a Juliana, una Juliana con una mirada determinada, muy distinta a la que él conoció a penas dos días atrás.
Miguel: Has cambiado demasiado en solo dos días. ¿Qué pasó?
Juliana: No he cambiado nada, solo que ahora no tengo ganas de intentar llegar a una solución hablando, no después de lo que habéis hecho.
Miguel: ¿De qué estás hablando?
Juliana: ¡Sabes perfectamente de lo que estoy hablando!
El Cyclizar sobre el que él estaba montado retrocedió un poco, a la vez que los otros tres guardias se acercaban. Juliana reconoció a dos de ellos, pero el otro era desconocido para ella; sería de esos que solo se presentan los fines de semana. Miguel volvió a observar a la chica frente a él y no tuvo la menor duda de que iba muy en serio.
Miguel: ¡Van a atacar la base! ¡Avisad a todos para que estén listos para la Lluvia de Estrellas; yo la entretendré!
Team Star ♀️: Pero Miguel...
Miguel: ¡No os preocupéis por mí; estaré bien!
Team Star ♀️: ¡Cómo te pase algo nos vamos a enfadar mucho contigo!
El resto de guardias se retiraron y él sacó una pokeball para combatir contra Juliana.
Miguel: No sé que te habrán hecho, pero conozco lo suficiente a todos mis compañeros como para saber que no ha sido ninguno de ellos.
Juliana: Guárdate esas palabras para alguien al que le importen.
Miguel sacó a Murkrow y Juliana a Nieve. Un sorpresa potenciado por experto le dio un buen golpe a Murkrow sin que este pudiera contraatacar. Después de recibir un día de pago, Murkrow usó ataque ala, pero otro golpe justo después lo derrotó. El guardia se bajó de su montura y mandó a Cyclizar a combatir. Cyclizar usó vasto impacto para darle un buen golpe a Nieve y además disminuir su ataque, reduciendo el daño del día de pago que le llegó poco después. Nieve usó ataque rápido para después ser derrotado por otro vasto impacto. Juliana ahora sacó a Spring y, aún después de que su ataque se viese mermado por vasto impacto, logró derrotar a Cyclizar con patada baja.
Miguel estaba listo para sacar a su tercer pokémon, pero una de sus compañeras llegó para avisarle de que ya estaban todos en sus puestos.
Miguel: Aunque quieras atacar la base, tendrás que hacerlo bajo nuestras normas. ¡Te enfrentarás a la Lluvia de Estrellas!
Juliana: - pensando - Si no quiero enfrentarme a todos los reclutas uno por uno, tendré que seguirles el juego.
Juliana: ¿Qué tengo que hacer?
Miguel: Tendrás que enfrentarte a hordas de pokémon con solo tres miembros de tu equipo - en otras circunstancias, ella estaría nerviosa intentando encontrar una solución viable antes tal locura, pero ahora mismo no podía echarse para atrás -. No te preocupes; tendrás algunas facilidades para que no sea posible. Los pokémon que saldrán a combatir serán los más débiles de los miembros del equipo y sin direcciones de sus entrenadores, lo más probable es que regresen a ellos solo con sufrir algún daño, incluso si es leve y, sí, que se retiren cuenta como derrota para esta prueba. Además, hay máquinas expendedoras por la base que te pueden dar agua fresca o limonadas para recuperar a tus pokémon por un módico precio, pero no podrás usar ningún objeto curativo de fuera. La Lluvia de Estrellas terminará cuando hayas derrotado a 30 pokémon. Aunque parezca que un 3 VS 30 está muy descompensado, la verdad es que la mayoría que lo ha intentado, lo ha logrado. ¿Estás preparada? - Juliana ni asintió, solo le dirigió una mirada llena de decisión - Acompáñanos, entonces.
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