CAPÍTULO 18
DANIEL
La cara de Vanessa al vernos a Jolvián y a mí, es de alguien que aceptó sus errores, pero ni siquiera tiene el valor de vernos más de cinco segundos, prefiere ver el suelo. Un oficial la lleva esposada mientras escuchamos a papá explicarnos que no es la primera vez que estafa gente con esto de venderles la misma casa, el mismo departamento y hasta el mismo terreno, asegurando que es la primera vez que se logra atraparla.
Me siento medianamente orgulloso de papá por ayudarnos a hacer justicia en nuestro caso, porque ya tenemos en nuestras manos el título original de la casa. Pero siento también las ganas de ir a abrazar a Vanessa y agradecerle su pendejada. Porque ahora tengo a la novia más hermosa del mundo que lleva en su vientre a mi primer hijo.
—Pobrecita. —Cuando estamos por salir de la comisaría, Jolvián me susurra y la mira de lejos un momento.
—Nada de pobrecita, hija —dice papá, siguiéndonos hasta el auto—. Cometió no uno, sino varios delitos, y quien obra mal, mal le va, y ella debe entender eso. Por lo pronto, me alegra felicitarlos por tener la casa a su nombre y todo... bueno, los veo luego, tengo que irme, tengo unos asuntos con otro caso.
Se va tan rápido que no alcanzo a despedirme. Jolvián sigue viendo hacia la puerta antes de moverse.
—Bueno, igual me da lástima. —Se ríe, caminando delante de mí hasta llegar a la puerta del auto—. Ya no me puedo quejar de lo que hizo. Casi la abrazo y le digo que nos ha hecho un favor.
Entonces piensa como yo.
—Yo ya quería darle las gracias. —digo. Ambos ya estamos arriba—. Aunque creo que se hubiera visto muy mamón ir a decirle "eh, wey, gracias por estafaros porque al final terminamos durmiendo en la misma cama, acurrucados después de besarnos".
—Y que limamos muchas asperezas. —Arranco, dándole la razón—. Y que nos queremos mucho.
Su voz suena muy baja. Creo que se está durmiendo. Lo compruebo cuando ya no me responde lo siguiente.
—Yo te amo.
Me cercioro y lo compruebo, está dormida. De haber estado despierta, me hubiera dicho "Qué ligero eres". Y es que puede que todo se vea así.
Yo no sé cómo expresarlo, sé que tiendo a ser ligero con algunas cosas, pero porque sé el calibre de la situaciones. He de admitir que a veces no sé qué decir, pero, cuando estoy decidido, también estoy completamente seguro de lo que digo. Desde el momento en que la vi esa mañana en mi cama, fue como un choque eléctrico cuando sus ojos conectaron con los míos. No voy a decir que me enamoré en ese instante, pero sí sentí un cambio en mi sistema. Con el paso de los días, me quise grabar cada milímetro de su cara, me quise aprender el tono de su voz y diferenciar su humor basándome en eso. Quería tocar su mano y medirla con la mía para ver si era más pequeña, quería ver si mis brazos podrían abrazarla completamente. Quería ver si sus labios encajaban perfectamente con los míos. Y lo comprobé todo esta semana, ella me complementa tan bien que no me queda ninguna duda de mis sentimientos.
Estaciono en la cochera, me pongo a abrir todas las puertas de la casa desde ahí hasta la de la habitación para llevarla en brazos y recortarla. Cuando la tomo, noto que pesa un poco más, pero aun logro llevarla sin problemas hasta la cama. La acomodo para poder taparla.
—¿Me quedé dormida? —Se despierta tan pronto como le pongo la sábana encima, incluso se la quita cuando asiento—. ¿Te vas a ir?
Toma mi mano y me hala un poco.
—Tengo una entrega en un par de horas. Sigue durmiendo. —Le alcanzo a besar la frente para irme, pero ella no me suelta.
—Aún hay tiempo. —Logra que me acueste a su lado y se recarga en mi pecho—. Fue un día agitado, hay que quedarnos así un rato, hablar, dormir... o tener sexo.
Se me atora una risa escandalosa y termino tosiendo e inclinándome para calmarme.
—No me juzgues, amor —dice ella, aun acostada—. Solo quiero... de nuevo... ay, Dios, ¿por qué me da tanta vergüenza ahora? Qué absurdo.
Se ríe de sí misma. Supongo que está ansiosa, las hormonas andan haciendo de las suyas como ha ocurrido en los últimos días.
Y qué bendición son esas hormonas, caray.
—Deberías hacerme algo de comer. —Trata de que la vergüenza se borre, pero al mismo tiempo vuelve a acostarme—. El bebé quiere sopa.
Me levanto yo de vuelta y me voy directo a quitarle los zapatos.
—Te haré de comer después de hacerte el amor, dame unos minutos. —Le quito las medias y la ropa interior. Ella es quien se quita sola la blusa—. Me encantas tanto.
—Oh, basta. —Se ríe cubriéndose los pechos mientras yo me acerco a ella, tocándola a mi paso hasta llegar cerca de su boca—. Dime algo que no sepa, Daniel Mendoza.
Le doy un corto beso.
—Que te amo.
Se separa de mí de golpe y me ve a los ojos, sorprendida y asustada.
—Pero... —Le doy un beso—. Es demasiado pronto... no puedes...
Le doy otro. Y otros que la hacen entrar en calor y olvidarse de lo que iba decir. La verdad no quiero que me regañe, no ahora. Sé lo que siento, y también lo pronto que es, pero yo lo siento. Sí espero que ella se sienta igual, pero no quiero presionarla, por el momento, quiero que me quiera a su modo.
Tras una semana, en la cita médica, la doctora nos dice que todo con el chiquitín continúa en perfecto orden y ya nos dio el aproximado casi exacto de cuándo nacerá. Es entre finales de Enero y principios de Febrero.
—Deberíamos comprarle ropa —sugiero, ya estando en casa. Jolvián se dispone a hacer de comer, yo espero, paciente—. La habitación ya casi queda, hay que llenar de pañales, ropa y demás cositas los cajones, ¿no?
—Aún es pronto.
—Los meses pueden pasar volando, mi chula. —Apaga la estufa y yo me levanto a ayudarle a acomodar los platos en la mesa. Me agradece todo con beso—. Por cierto, ¿qué te dijo Camila sobre la semana que entra?
Se sienta en su lugar. Me sonríe.
—Dijo que le di una buena idea, ellos también estaban planeando vacaciones, pero dice que ya que pase Halloween y día de muertos, porque es cuando más gente hay en la tienda.
Le dije hace días que nos fuéramos al menos una semana de vacaciones. Me sorprendió que incluso se emocionara y ella misma sugiriera decirle a Camila si podía darle una semana libre, prometiendo que no va tomar sus días libres en el próximo mes.
—¿Y ya sabes a dónde me vas a llevar? —pregunta y se mete un pinchazo de espagueti a la boca.
—Es una sorpresa.
Creo que no lo sé, pero de que quiero salir con ella, solos, quiero y espero que sea perfecto.
La tarde nos la pasamos pegando las fotos que nos hemos tomado para el álbum, tenemos varias donde estamos frente al espejo y otras en donde yo o ella nos tomamos desprevenidos. Hay una graciosa donde ella está viéndose el cuerpo en el espejo en ropa interior. Y una después de esta donde se dio cuenta que se la tomé y me señala con el dedo.
Para cuando llega la noche, nos ponemos a ver una película. Hace días que pasé la televisión para nuestra habitación luego de acomodar la cajonera del bebé, justo después de haber pintado las paredes de azul. Cuando menos pienso, Jolvián ya está dormida, recargada en mi brazo. Intento acomodarla mejor pero pronto veo que acurruca en mi pecho. Beso su frente, sonriendo.
¿Se puede tener un mejor momento? No lo sé ahora, pero sí sé que lo habrá, y estará el chiquitín incluido. Que todavía faltan más momentos, más bien.
¿Es normal estar tan ilusionado?
Siempre esperé llegar a tener hijos, me emocionaba eso. Luego ese sentimiento se perdió cuando me di cuenta que Alexa no quería eso, y yo la amaba tanto que respetaba eso. Quería saber qué se sentía. Quería saber cómo sería, pero, en aquel entonces, nuestro "hijo", era el perro que tenía, que de todos modos nunca fue compartido, porque a mí ni me gustan los perros, soy más de gatos, pero aceptaba a Bob. Ahora, no puedo recordar la última vez que pensé en tener esa posibilidad, yo solo pensaba en el día de nuestra boda, en el momento en el que supiera que la tenía como esposa.
Ahora es diferente. Ahora pienso en otras cosas, como en el nombre que tendrá mi hijo, en los hermanos que tendrá si Jolvián quiere tener más hijos conmigo, en el día que el chiquitín nazca, el día que aprenda a caminar, cuando me diga papá...
Necesito que el tiempo pase rápido, aunque, como están las cosas, solo quiero disfrutar del momento, quiero disfrutar cada segundo de lo que es amar a Jolvián y esperar la llegada de nuestro hijo.
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