15
Gulf sabía que algo raro estaba sucediendo. No sabía qué, pero entendía que las cosas estaban más serias de lo que Mew dejaba ver y no podía decir que eran por sus heridas porque estas ya prácticamente estaban curadas.
Una semana después de que tuviera sexo con Mew había recibido un regalo de él que constaba de unas fotografías que se habían subastado hace mucho tiempo. Había estado muy feliz por las fotografías porque eran difíciles de conseguir y solo existían los originales y una copia.
Estaba de más decir que él recibió la copia cuando le había agradecido a Mew. Este se había puesto pálido y había recogido las fotografías diciendo que había habido un error y que esas no eran las que le había planeado regalar.
Tres días después obtuvo las fotos originales, en ese instante no le tomó importancia porque comprendía que quizás me quería dar una sorpresa que se arruinó porque las fotografías encargadas fueron equivocadas.
Podía decirse que no había manera de confundirse, pero el mismo que había en ocasiones lidiado con situaciones similares era más común de lo que parecía.
Después de ello, había estado semanas en su nube de felicidad. Mew era un hombre del cual podría enamorarse muy fácilmente. Desde esa ocasión no habían tenido relaciones, pero sí habían avanzado mucho en su relación.
Si tenían besos y arrumacos, incluso unos que otros orgasmos, pero de ahí nada más. Mew quería tomarse su tiempo según para conocerse más. Y quien era Gulf para negarse, además, le gustó mucho que tomara el tiempo de conocerlo y no solo quererlo por su cuerpo.
Claro que estaba consciente de que en situaciones Mew lo desnudaba y le hacía de todo solo con una mirada. Era un doncel deseado, era claro.
— ¿Estás bien? — Gulf salió de sus pensamientos y observó que frente a él estaba Mew, como si le estuviera pidiendo matrimonio.
—Lo estoy —fue la respuesta del doncel y Mew solo lo escaneo.
— ¿Seguro? Sé que estás pasando por algo porque estabas perdido en tus pensamientos —Gulf negó con una sonrisa y se inclinó para darle un suave beso.
—Podría acostumbrarme a esto —le dijo con una sonrisa, levantándose del piso y colocando sus manos en los apoyabrazos del sofá en donde se encontraba sentado Gulf.
Le dio un suave beso y luego otro y otro. Fue un lindo momento hasta que Mew hizo que Gulf se levantara del sofá y luego este tomó asiento para hacer que el doncel se sentara en sus piernas.
—Esto es nuevo —le dijo el doncel cuando Mew inició a dejar suaves besos por su cuello—. Me gusta —Mew sonrió dándole una suave mordida que causó que Gulf le diera un pequeño golpe en el pecho.
—He estado pensando algo que puede gustarte mucho —Mew le susurró al oído y Gulf en esta ocasión se acomodó para poder ver el rostro de Mew sentándose un poco de lado en su regazo.
— ¿En serio? Me pregunto: ¿qué podría ser? — Mew le dio un breve mordisco a su lóbulo, enviando corrientes a todo su cuerpo.
—Vacaciones —Gulf frunció el ceño ante ello. —Unas largas vacaciones que podríamos tomar como una luna de miel —ante esta mención, Gulf de repente recordó que al final no había tenido una respuesta acerca de su boda o al menos una que fuera creíble.
— ¿Una luna de miel? —Gulf le dijo dándole suaves besos en la mandíbula recibiendo un sonido afirmativo de su esposo —Aunque no recuerdo que me hayas propuesto matrimonio —Mew estaba distraído y había notado que podía sacar breve información cuando estaba en ese estado.
—Claro que no lo recuerdas porque... —se cortó a media oración y Gulf claramente sintió cómo el cuerpo de su esposo se tensó —Chico listo —cuando Gulf le iba a reclamar por evitar nuevamente la verdad, fue evitado por los labios ajenos sobre los propios.
Fue uno de esos besos que Mew solía darle, esa clase de besos sin ningún aviso y eran demoledoramente deliciosos.
Sus preguntas pasaron a un segundo plano cuando la mano de Mew se coló debajo de su camisa e inició a tocar sus pezones que se ponían erectos con la muy satisfactoria manipulación.
No estaban escondidos, pero tampoco a plena vista, aunque si cualquier empleado pasara por ahí podrían verlos en un momento tan íntimo y eso excitó a Gulf, quien en su interior pensó que tal vez se había vuelto un tanto fetichista luego de tanta investigación.
—Si accedieras a la luna de miel tendrías mucho más —Gulf no le respondió, solo se arqueó con un gemido silencioso cuando sintió más presión en uno de sus pezones.
Sin pensarlo, Gulf se giró completamente quedando frente a Mew, quien con fuerza se levantó del sofá cargándolo, teniendo sus manos en su trasero para sostenerlo.
Siempre que sus cuerpos estaban tan juntos, el doncel podía sentir esa comodidad, así como lujuria. Era raro que el hombre que lo sostenía en brazos le causara tantos sentimientos, pero que importaba ahora cuando estaba excitado y tenía a alguien dispuesto a complacerlo.
Continuó besando a Mew de una manera obscena e inició a sentir cómo se movían y la verdad no le importaba cómo se estaban moviendo porque solo quería que le dieran lo que necesitaba.
Fue una suerte que Mew supiera cómo llevarlos sanos y salvos hasta su habitación, y por su cordura Gulf ignoraría que escuchaba risitas suaves, así como jadeos de impresión, cuando ambos besándose caminaban hacia su habitación. Bueno, Mew caminaba llevándolos a ambos.
Sin duda tendría un muy agradable momento.
Las once de la noche y Mew estaba en un sueño profundo, algo en lo cual Gulf le daba la razón porque se habían ejercitado mucho durante ese día. Podía decir que casi pasaron todo el día en la cama teniendo sexo.
Debía decir que su maratón de sexo fue muy bueno claramente y era una de sus mejores experiencias y su cuerpo lo confirmaba.
Salió hacia el balcón de la habitación con un paquete de cigarrillos y su encendedor. Cuando estuvo fuera, ató bien su bata, cubriéndose del frío de la noche y cerró para que nada del frio aire se filtrara en el interior de la habitación.
Sacó uno de los cigarrillos dejando el resto en la mesita que estaba en una esquina, lo encendió y tiró el encendedor en el lugar en donde había dejado los cigarrillos.
Sintió el tabaco en su boca y exhaló el humo observado la noche estrellada que tenía frente a él.
No era un gran fumador, pero sí lo hacía cuando las cosas se le complicaban y actualmente sentía que tenía una gran complicación frente a él que no podía ver. Sabía que estaba ahí, pero no sabía qué era o cómo se conformaba.
La situación a simple vista parecía normal como si fueran una pareja adinerada que tenía mucha seguridad solo por formar parte de la alta sociedad, aunque eso no era de esa manera.
Había notado cómo en la entrada todos los paquetes pasaban por uno de esos aparatos que escaneaban el interior de los paquetes. Era algo que había notado días después de que las cosas se instalaran.
Eso había activado esa vocecita que le decía que las cosas estaban algo alteradas, aunque conociendo a Mew este solía alterarse por cualquier cosa. Si un viento soplaba una brisa, Mew diría que se acercara un torbellino.
Eso fue lo de menos, pero luego las cosas se pusieron aún más raras. Había notado cómo los guardias se habían doblado y el jefe de seguridad de Mew había estado teniendo reuniones con él y debe decir que su marido lucía siempre tenso luego de esas reuniones.
Y había notado que había ocasiones en las cuales los guardias se movían más de lo habitual. Mew salía rápidamente de casi prácticamente de las paredes y se estaba con él hasta que el jefe de seguridad le daba un informe.
Sabía que no era normal y tampoco podía preguntarle a Mew por qué este estaba tan evasivo que de insistirle capaz y compraba un billete para la luna con tal de evadir las preguntas.
Dejó salir el humo, notando cómo el cigarro entre sus dedos se había terminado. Levantó el pequeño y ahora mínimo cigarro y lo observó consumirse lentamente, brillando levemente cuando el viento soplaba más fuerte.
No tenía en donde apagarlo, así que solo lo dejó caer desde donde estaba sabiendo que no habría un incendio porque había demasiados guardias para que si se iniciara un fuego este se propagara.
Colocó sus manos en el balcón, soltando un suspiro e inclinándose para ver lo que se supone debía de ser el paisaje, pero lo único que miraba era la negrura del cielo.
El cielo estaba sin ninguna estrella, intuyendo que quedaría claro con todas sus dudas e intrigas que se desarrollaban a su alrededor. Se dijo que solo estaría unos minutos más afuera para no resfriarse.
Como si el viento supiera sus pensamientos, una ráfaga de aire frío lo golpeo, logrando que intentara darse calor él mismo con sus manos, logrando un siseo de dolor cuando se tocó cierta parte de su cuerpo que le dolía.
Una de las desventajas de tener un maratón de sexo era que el cuerpo quedaba resentido y, en su caso, podría decir que era bastante. Tenía una que otra mordida en partes cuestionables, así también sus pezones estaban sensibles sin mencionar que tenía ciertos morados dejados por la boca de Mew, además del dolor muscular por tanta actividad física.
Se dio la vuelta para irse, pero al hacerlo tuvo un mareo que ocasionó que se sostuviera del balcón para no caerse. Apretó los ojos ante el fuerte dolor sordo en su cabeza y cuando abrió los ojos todo se volvió diferente.
Era como si la oscuridad lo rodeara y su cuerpo estaba frío. Sentía sus músculos resentidos y tenía las manos atadas en su espalda y con lo que sea que lo tuvieran atado, estaba muy apretado porque ardía y sus manos hormigueaban.
Sus oídos captaron como una pesada puerta que se abrió y el temor inundó su cuerpo hasta que sintió manos cálidas en su cuerpo compensando el frío que sentía.
— ¿Estás bien? — Sus oídos captaron la pregunta y entonces abrió los ojos, notando que Mew estaba frente a él solo en ropa interior sin mencionar que observó a los lados, notando que estaba en el balcón.
—Si es solo que tuve un mareo fuerte —Mew observó preocupado antes de ayudarlo a ir a la habitación.
— ¿Quizás sería mejor que te viera un médico? — Gulf solo resopló ante lo dicho.
—Solo fue un mareo —Mew no dijo nada, solo lo metió a la cama.
—No quiero volver a perderte, Gulf, te amo demasiado y no aguantaría un mundo en donde no estuvieras —eso fue dulce, tendría que decir el doncel, así que solo le sonrió dándole un beso a Mew.
Mew se metió rápidamente a la cama atrayendo a su esposo para que quedara sobre su pecho y se entretuvo acariciándole el cabello.
Gulf estuvo cómodo en ese sitio con los ojos cerrados, sintiendo las caricias de Mew en su cabello hasta que sintió cómo la respiración de su marido estuvo tan pacífica que sabía que estaba dormido o al menos estaba en proceso de ello.
Cuando las caricias se detuvieron completamente, el doncel abrió los ojos y observó a Mew. No era una vista clara porque era de noche, pero sí podía verlo levemente.
Mew tenía una expresión de serenidad, pero el agarre que tenía en su cintura no cedía ni siquiera centímetros. Podía decir que podía verse tranquilo y en control, pero su hombre no lo estaba.
Con la punta de sus dedos delineó su nariz, mandíbula, labios hasta bajar a sus pectorales. Estaba casado con un hombre realmente atractivo que ahora podría decir era muy bueno en la cama.
¡Por todo lo santo estaba casado!
Era el punto de inflexión en donde se daba cuenta de que estaba casado y no le disgustaba. Si se hubiera dicho esto antes, seguramente le daría algún ataque por pensar estupideces, pero ahora era todo lo contrario.
Le gustaba el matrimonio y no podía negárselo a nadie, aunque quizás lo que le gustaba era con quien compartía el matrimonio.
Mew se tensó en sueños y Gulf frunció el ceño ante ello. El hombre parecía que incluso en sueños estaba alerta y eso no le gustó.
Tenía dudas de que temía externalizar, aunque quizás era el momento de externarlo.
Con cuidado se acomodó en el pecho de Mew y lo abrazó lo más fuerte que podía sin hacerlo despertar.
Estaba consciente de que Mew sabía que había sido secuestrado hace algún tiempo, porque desde que lo descubrió, la seguridad aumentó a su alrededor. No era tan tonto para pensar que de repente se le dio la vena de tenerle tanta seguridad aunque era una simple teoría que no quería comer.
No había habido ataques o cualquier situación que ameritara la seguridad extra, solo el hecho de que había sido secuestrado y quizás temía lo que podía suceder por no haber encontrado al responsable del acto.
Sabía que lo que había sucedido en el balcón no era un simple mareo, como le dijo a Mew, porque estaba consciente de que eran recuerdos, destellos de lo sucedido y tenía pavor de lo que sucedería si recordaba.
La desventaja de perder la memoria era que perdías recuerdos valiosos, pero la ventaja de perderla era que se perdían recuerdos dolorosos.
Él sabía que había perdido recuerdos dolorosos y traumáticos, pero hasta el momento no se había puesto a pensar en la posibilidad de que había perdido recuerdos que fueron atesorados o al menos a personas valiosas.
Tenía la sensación de que en ambos eran ciertos y temía que Mew fuera una de esas personas que atesoraba, pero perdió debido a sus traumas.
A pesar de esto, aún temía recordar por qué sería tan difícil aceptar la realidad. Sabía los resultados de los exámenes físicos, pero no eran prueba de nada porque la verdad estaba en sus recuerdos que estaba intentando tenerlos escondidos.
Sabía que había una posibilidad de que hubiera sido violado, así como también una posibilidad de que no lo hubiera sido.
Temía recordar porque si no había sido violado, se sentiría tan estúpido sobre estar conforme con no recordar por temor a algo que no era cierto y tener ese temor de haber estado tanto tiempo deliberado que pudo haber sido, pero al final no fue.
El otro dilema de recordar era que si, en efecto, había sido abusado, no quería revivir la experiencia a través de sus recuerdos porque en la forma en como tenía leves periodos de recuerdos era como volver a vivirlo.
No quería revivir algo tan traumático si eso era verdad, así como tampoco quería tener que vivir su vida estando seguro de que había sido mancillado en contra de su voluntad.
Las lágrimas se deslizaron de sus ojos cayendo en el pecho de un Mew dormido, fue un llanto silencioso lleno de dolor y tanto miedo de que sus peores temores se hicieran realidad.
Estaba en terreno muy difícil porque no tenía apoyo de sus padres o su hermano y de decirle a sus abuelos sería mucho peor porque ellos se culparían por todo lo malo que le sucedió y él no quería que nadie más sufriera.
Ahora lo único que podía hacer era tal vez confiar en Mew, aunque esto todavía se le complicaba demasiado. Su marido era un hombre complejo si quería darle una etiqueta.
Tenía tantas facetas que nunca se aburría de verlas todas, sin embargo, también era un problema porque no podía saber cómo reaccionaría.
Desde que terminó todo el proceso de andar cerca de él, como si caminara sobre cascaras de huevos, nadie había mencionado nada acerca de visitar algún psicólogo o al menos intentar hablar con alguien que no fuera Mild.
Tenía que reunirse con Mild, porque aunque su amigo fuera un de todo un poco, siempre le daba buenos consejos, bueno, al menos consejos que lo dirigían en la dirección que él consideraba correcta.
Mañana buscaría a Mild para que hablaran o al menos para que le enfriara un poco sus dudas. En sus pensamientos era dolor y vivía como protagonista de libro trágico, quizás quien se encargaba de hacer el destino, tenía cierta tendencia hacia el drama.
Creado: 20/03/2024
Publicado: 25/04/2024
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