XXVI: Paolo

El domingo arribó y con ello, la presentación de Santi también. Sería en El tablao de Carmen, podría decir que era un bonito sitio, pero esa descripción se queda corta, sin mencionar que, además estaba ubicado en un lugar de lo más pintoresco el cual visitaba por vez primera, el Poble Espanyol. Quedé fascinado con la arquitectura, cada fachada, las calles; todo era al estilo antiguo, aunque lucía increíblemente nuevo, fue como un viaje en el tiempo también como recorrer varias partes del país, según me contaron.

Algo que me sorprendió fue la simplicidad de la entrada al Tablao como tal, por fuera era igual a una casona blanca de dos pisos, pero tras la puerta sencilla, hallé un lugar increíble que enseguida me provocó una gran sonrisa. Si Martín me seguía explicando datos históricos, la verdad, lo ignoré por completo, sé que dijo algo sobre un corral andaluz o algo por el estilo.

Al interior se simulaba una especie de patio techado o esa fue la sensación que me transmitió. Las paredes tenían un tono amarillo trigal contrastante con el granate presente en mobiliario, mástiles, vigas y barandales; sin duda, el foco central estaba puesto en el gran escenario de madera rojiza, pegado a un muro sobre el cual reposaba un enorme lienzo que no supe definir y alrededor del mismo se distribuían las mesas en platea y dos balcones, ofreciendo así una excelente vista y proximidad con el espectáculo.

Pese a la cantidad de personas allí congregadas, se sentía íntimo el ambiente, como estar en una cita privada junto a los artistas que se darían cita en la tarima. La iluminación tenue contribuía a tal efecto y los blancos farolillos colgados por doquier le aportaban una especie de romanticismo al conjunto.

Entonces la vi, Mariana asistió de negro, un entallado, pero elegante vestido corto con algunos detalles brillantes se ceñía a su cuerpo como una segunda piel; el cabello lo llevaba atado en un moño lateral con algunas flores rojas que lo decoraban. Fue igual a una visión repentina que se alzaba entre la multitud y parecía envuelta por un aura mágica, producto de la iluminación. Una instintiva sonrisa se me escapó mientras la veía saludar y hacer señas con una mano para que nos acercáramos a su mesa.

El infeliz de Santi decidió golpear mi cabeza para avisparme porque al parecer me quedé embelesado, ¿y cómo no? Mariana lucía aun más hermosa que de costumbre, de hecho, así parecía toda una mujer y no la niñita altanera de dieciocho, fanática de los overoles.

—Chicos, les presento a unos amigos: ellos son Sofía, Ceni y Tavo...

Señaló a sus acompañantes con una radiante sonrisa. Al igual que ella, ninguno aparentaba más de veinte años. La chica a su lado era una morena, tal vez un poco más alta que Mariana, también se veía hermosa y elegante con su vestido rojo aunado al gran afro medio teñido de rubio que me recordó a Beyonce; los chicos iban formales, aunque sin rayar en lo exagerados, pero el tal Ceni tenía algún tipo de porte real o quizás era su actitud, no lo sé, solo parecía del tipo príncipe de Disney; por otro lado, Tavo, podría pasar por hermano de la ratona ya que ambos tenían el cabello y ojos claros casi exactos en tonalidad.

Mariana procedió a presentarnos a mis amigos y a mí; todos nos saludamos de mano, sonrientes, pero la morena se vio algo incómoda, quizás le molestaba nuestra presencia, a saber por cuál motivo.

Como fuese, tomé asiento al lado de la ratona y podría jurar que una sonrisa nerviosa me obsequió entonces. Ambos grupos formamos uno, entrando en calor y confianza luego de compartir el vino.

Después de varios tragos, juegos y tonterías, entre todos, tocó jalar y empujar al tonto de Santi para que se levantara y fuese con los músicos, la pasábamos tan bien que al idiota se le olvidó el motivo principal para nuestra visita a tal sitio. Sin embargo, el desgraciado solo se dirigió a su lugar, luego de aventarse tremendo gas en la mesa y huir a toda velocidad; lo que le hizo merecedor del apodo "apesta viejas" y un sinnúmero de insultos e improperios.

Ver reír a la ratona me produjo una agradable sensación en el pecho, escucharla bromear e insultar resultaba aun más divertido, porque pese a su hermosa apariencia seguía mostrando su boca de camionero; pero en definitiva, no podía hacer oídos sordos a ninguna de sus palabras, ni siquiera cuando hablaba sobre curiosidades o datos históricos del lugar en el cual nos hallábamos:

—El nombre de este sitio, se debe a Carmen Amaya —dijo la ratona y después procedió en un tono más firme—, una bailaora con los pantalones bien puestos.

Sofía decidió continuar el discurso de Mariana, después de elevar la copa en señal de brindis e ingerir un veloz trago; así que fijamos la atención en ella:

—¡Literal! Ella fue la primera mujer que se atrevió a utilizar pantalones para bailar el flamenco, ¡joder! Toda una revolucionaria que expresaba su rabia y violencia interna en la fuerza y pasión de su baile.

Ingirió otro largo, pero veloz trago antes de continuar. Su tono era rudo y reflejaba una profunda admiración del mismo modo en que lo hacía el brillo de su mirada.

—La pasión con que realizaba cada movimiento, la fuerza y técnica de sus zapateos, ¡uuuuf! Era algo impresionante, tío. —Sonreí ante sus palabras e ingerí un nuevo sorbo, el vino era una dulce delicia—. Destrozó los roles de género que la sociedad gitana tenía entonces para bailar el flamenco, donde la figura femenina era apenas un adorno y solo el macho podía lucirse.

Sin embargo, la magia se fue por el caño cuando la chica prosiguió con todo un discurso sobre el patriarcado y no sé qué otro montón de cosas que la verdad ni al caso, habíamos ido a ese lugar a pasar un buen rato y apoyar a nuestro amigo en su invento. Crucé miradas con Mariana e intenté pedirle con ese gesto que cambiara el tema o callase a su amiga, pero sus ojos parecieron responderme un "lo siento, no sé cómo" mientras afirmaba con la cabeza a las palabras de Sofía.

Por fortuna, alguien del personal se acercó a nuestro grupo y preguntó por mí ya que Santi me necesitaba, así tuve la excusa perfecta para abandonar la mesa. Mariana, muy preocupada por su alumno, no dudó en ofrecerse para acompañarme.

Fuimos conducidos hacia un patio exterior y allí, congregados alrededor de un árbol, reposaban los músicos. Santi estaba sentado en la banca jardinera que bordeaba la planta, su guitarra a un lado mientras él se sostenía el antebrazo derecho con un gesto de dolor en el rostro; así que me apresuré a su encuentro.

—Oye, ¿qué ocurrió? —le pregunté agachado frente a él mientras le pedía soltarse el brazo para poder revisarlo. Santi hizo amague de dolor e incluso emitió un quejido apenas lo medio moví. Su mano se veía un poco roja también.

—No sé, boludo, duele.

Le pedí a Mariana ayuda para poder mirar, en cuanto ella desabrochó la manga de mi amigo y la enrolló más allá del codo, suspiré asombrado por la inflamación. La ratona negó con la cabeza, lució entre molesta y preocupada al hablar:

—¡Te sobre exigiste! —le reclamó en tono bajo. Sin embargo, le impedí decir algo más y solo le pedí que, junto al resto, buscara un par de tablillas, periódicos viejos o algo similar para inmovilizar la muñeca de mi amigo, también le di mis llaves del auto, necesitaba el botiquín de primeros auxilios.

—Puede ser una tendinitis, ¿desde cuándo estás así? —indagué a la espera de los insumos y apenado me contestó con la mirada gacha:

—Anoche me dolió, che, pero creí que no era nada.

—Y optaste por mota. —Viré los ojos al verle esbozar una tonta sonrisa que al instante se volvió una mueca de dolor—. Pudiste avisarme, tonto.

—Pensé que se pasaría, pelotudo, pero cuando quise tocar sentí una punzada del orto.

Mariana y el resto retornaron con las cosas que les pedí, luego de agradecerles le dije a la ratona que apilara varias hojas de periódico, las enrollase para darles rigidez y así poder emplearlas como tablilla improvisadas para la inmovilización de mi amigo. Después de repetir el proceso una segunda vez, apliqué un gel analgésico de diclofenaco, fijé cada listón por debajo y encima del antebrazo, luego procedí a realizar el vendaje.

—Hoy, en definitiva, no actuarás.

Santi abrió los ojos de la impresión después de oírme y contempló alrededor, probablemente apenado con el resto de los artistas, un segundo después, lo vi fijar la mirada en Mariana.

—Pibita, vos lo tenés que hacer.

—¡¿Qué?! —contestó Mariana algo alterada y Santi asintió reiteradas veces como una súplica desesperada— ¡Estás como una cabra, tío!

—Pibita, vos podés, les falta una guitarra y a vos te sobra talento.

—Ratona, él tiene razón —le dije en cuanto me levanté, Mariana me observó algo nerviosa y envolví sus manos con las mías, recibí su diminuta sonrisa como un cálido agradecimiento a mis palabras—. Si este tonto estaba listo para hacerlo, tú más.

—Pero tío, yo no he ensayado ni una vez con el grupo.

—No te quemés el bocho, piba —intervino Santi, poniéndose en pie—, acá no va de ensayo o coreografía, sino de pasión, se trata de entregarse a la pureza del ritmo y en eso, guapa, vos sos re joya.

—No me gusta darle la razón a este idiota —añadí con la vista fija en sus ojos que poco a poco comenzaron a mostrar mayor confianza y determinación—, pero debo hacerlo, Ratona; lo harás perfecto.

Mariana accedió en silencio y luego de tomar la guitarra de Santi para verificar afinación, mi amigo y yo volvimos al interior, dejándola a ella con el resto de artistas que aquella noche se darían cita sobre las tablas. Cuando llegamos a la mesa, resultó más importante para todos la ausencia de la ratona que el vendaje del chico junto a mí y por eso, Santi se sintió decepcionado dada la falta de interés del resto, pero fue su culpa por apestador.

Acabamos de cenar, en medio de risas y a la expectativa por el show venidero; los amigos de Mariana contaron varias anécdotas musicales sobre la chica y su participación en teatro y musicales. Ceni y Tavo la conocían desde la secundaria; el chico Disney hablaba de su relación con la ratona de tal forma que me dio la impresión de que eran pareja y aunque mantuve la sonrisa, por dentro sentí un golpe ya que al parecer me fijé en la persona equivocada; el karma por todo lo malo que cometí en la vida arremetió con fuerza.

Los aplausos no se hicieron esperar en cuanto los artistas comenzaron a llenar el escenario y fue inevitable sonreír cuando los reflectores se encendieron y vi a la ratona sentada al fondo junto al otro guitarrista, lista para el show.

—El flamenco es arte y sentimiento fundidos. —Le escuché decir en tono bajo a Martín y por un instante desvié la atención hacia él. Sofía secundó sus palabras al contestar:

—Es la forma más pura y entrañable de baile.

Ambos compartieron una sonrisa cómplice y yo los dejé en su pequeña burbuja en cuanto el sonido de la guitarra comenzó a inundar el ambiente. Sonreí complacido al notar que fue la ratona quien abrió la interpretación, rasgaba las cuerdas con esa pasión que anteriormente le vi en casa y solo abría los ojos para intercambiar miradas y quizás un par de palabras con el guitarrista a su lado.

Transcurrió alrededor de Un minuto en medio de ese mágico solo hasta que la voz del cantante o bueno, cantaor como les escuché decir a Martín y Sofía, irrumpió en escena y se mezcló con el sonido de la guitarra; uno complementaba al otro, ninguno competía por sobresalir. La segunda guitarra se sumó al conjunto y todo comenzó a volverse una hermosa combinación cuando la bailaora, que hasta ese momento había permanecido fuera de escena, se desplazó con sutileza, dramatismo y elegancia hacia el centro del escenario; en ese momento fue como si la música cobrara vida, el esbelto cuerpo envuelto por un vestido granate representaba la historia que el par de guitarras contaban.

Luego de un giro, todo se hizo silencio y menos de dos segundos más tarde, el único sonido provino del zapateo de la bailaora, fue así por un momento hasta volver a detenerse con una elegante pose qué robó más de un suspiro a los espectadores. Cuando retomó el baile, se sumaron los cajones y suspiré asombrado por la manera en que el movimiento de pies, la percusión, las guitarras, voz y palmas se combinaron en una experiencia mágica. El embrujo fue tal que para el instante en que una segunda bailaora apareció, reemplazando a la primera, fue como una suave transición de escenas que me dejó impresionado.

Sin embargo, por increíble que fuese todo lo que acontecía en la tarima o la emoción de los espectadores y el ambiente en sí mismo; mis ojos no dejaban de buscar a esa hermosa guitarrista cuyo gesto de placer reflejado en su rostro me aceleró el corazón del mismo modo que alguien más lo hizo antes, pero que en ese momento no quería recordar. Mariana tocaba con una pasión abrumante, sin duda, su talento era digno de admirar por eso mientras todo el mundo alababa el exquisito trabajo de la bailaora y su fulano duende —lo que quiera que eso fuese—; mi atención se mantuvo sobre ella hasta ese instante cuando el embrujo se rompió en medio de aplausos.

El público felicitó a todos los artistas, con mayor énfasis en bailaora y cantaor; yo no me pude aguantar y fui directo con esa chica altanera que había provocado toda una revolución en mi pecho. No tenía claro si ella sentía algo por mí o si acaso estaba en lo cierto con respecto a su posible relación con el chico ese, pero tampoco estaba dispuesto a permanecer en duda.

—¿Paolo? —expresó en bajo, algo confundida, en cuanto estuvimos frente a frente; sus ojos temblaron, pero solo dejaron de observarme al mismo tiempo que yo lo hice en el momento que mi mano se posó bajo su mentón y me atreví a probar sus labios.

Una dulce y cálida sensación me inundó, tornándose superior cuando sentí sus brazos rodear mi cuerpo. Su respuesta al beso disipó cualquier duda o todas menos una que aún me quedaba por resolver:

—Ratona, ¿crees que un polla alegre como yo podría ser algo así como tu novio? —Me atreví a preguntarle en un susurro apenas nos separamos y ella sonrió divertida antes de contestar:

—Si eres capaz de mantenerla dentro de tus pantalones, podría considerarlo, tío. 




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Hola de nuevo, mis dulces corazones multicolor 💛 💚 💙 💜 💖 es un placer saludarlos otra vez, espero estén disfrutando esta historia que cada vez se acerca a su fin, ¿cómo se imaginan el desenlace? A ver, siéntase libres de aventar sus teorías y nos leemos la semana entrante. Los loviu so mucho💖😘

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