XXI: Kevin (I)
♡⁀➷XXI: Kevin (I)♡⁀➷
—¡Diablos!
Apenas comenzaba a incorporarme en el momento que una patada al abdomen me dejó sin aliento. Aturdido, intenté tomar profundas bocanadas de aire cuando me tocó agarrar del suelo algún pegote de porquería que la lluvia provocó y lanzarlo directo al rostro de...
—¡¿Oliver?!
El tipo ante mí lucía muy enojado, gruñó furioso mientras se restregaba la cara y limpiaba sus ojos con la lluvia. Aproveché el momento para acabar de incorporarme rápido y así pude esquivar el siguiente golpe que intentó asestarme.
—¡Oliver, basta, no quiero pelear contigo!
—¡Mejor así, voy a matarte!
Detuve un puñetazo suyo con mi antebrazo, pero rápidamente lanzó un nuevo golpe con la otra mano directo a mis costillas. ¡Mierda!, eso dolió.
—¡Te metiste con el viejo equivocado, hijo de puta!
—¡Oliver, no...!
Apenas logré empujarlo para marcar una diminuta distancia, sin embargo, Oliver me desestabilizó con una patada a la pantorrilla y una vez perdí el equilibrio, volvió mandarme al suelo de un nuevo derechazo al rostro.
—¡Eres una maldita basura!
No sé si podría llamarle suerte o qué porque logré protegerme la cabeza para evitar un daño mayor, pero una patada le siguió a otra y me tocó ovillarme en un terrible intento por resguardar mis órganos vitales. El hijo de Omar estaba decidido a terminar conmigo y ni siquiera podía defenderme.
—¡Oliver, bas...!
El tipo me pateó la cara y quedé sin habla, todo empezó a dar vueltas alrededor. La lluvia inclemente nublaba mi visión, sentí el inconfundible sabor metálico de la sangre comenzar a inundarme la boca. Sin embargo, de alguna manera, logré volver a rodar y alejarme; a pesar de toda mi confusión, lo noté acercarse para atacar de nuevo.
En otra situación, me habría puteado al desgraciado; sin embargo, lo sorpresivo de su ataque en un maldito instante de desconcierto y el no tener oportunidad de tomar un respiro e incorporarme para una debida defensa, le daba la ventaja a él. Tendido, casi inerte en el suelo, con la implacable lluvia que dificultaba mi visión, pude notar cómo Oliver se acercaba en cámara lenta a rematar, pensé en las advertencias de Pepe y cuánta razón tuvo: acabé en un buen lío, pero ni siquiera el tipo que trataba de matarme comprendía a qué nivel.
El rostro de Omar apareció desde mis memorias, su dulce sonrisa mutaba en un gesto de preocupación que me arrugó el corazón y si ya mi vista estaba comprometida, el llanto emergió para complicar más todo. Entonces, ocurrió. Un cuerpo cayó tendido ante mí, la salpicadura que provocó me causó un respingo, aunque nada comparable al terror que experimenté cuando pude divisar la cara de Oliver, inconsciente a mi lado.
—¡Oliver!
—¡Ja, ja, ja! —La estruendosa risa de Konrad resonó, tan fuerte que la escuché por encima de aquella estrepitosa lluvia y todo dentro de mí se revolvió—. Muy valiente adentro, Angelito, y aquí casi te mata el pequeño Oli.
El desgraciado portaba un paraguas que por momentos mitigó los embates del agua en cuanto se arrodilló entre ambos, lo vi con claridad: su gesto burlón, mirada amenazante y esa cínica sonrisa. También noté el instante en que le acarició el rostro a Oliver.
—No esperaba la aparición del buen Oli aquí, pero ya que decidió acompañarnos, he resuelto darte una pequeña lección por tu rebeldía de hace rato.
Mi respiración se aceleró y negué con desespero al ver su macabro gesto sonriente. La risa burlona de Konrad no tardó en aparecer, una vez más.
—Llévenselo.
—¡Maldito, este no fue el trato! —grité aterrado e intenté incorporarme para evitar que ese par de tipos que aparecieron se llevaran a Oliver, pero fue inútil; el infeliz de Simmons aprovechó mi debilidad, me jaló al suelo otra vez y sostuvo mi mentón entre sus dedos con fuerza.
—El trato era que tú cumples o yo me encargaría de Omar y su familia, han pasado más de dos semanas, Angelito y tú sigues jugando a la casita feliz.
—¡Ya te dije que lo haré, por favor!
—Lo sé, lo sé. Soy consciente de que cumplirás y hasta entonces, él será mi garantía. No demores, Angelito, odiaría enviarle pedacitos a mi buen amigo.
Ese maldito liberó el agarre con un fuerte empujón que me mandó de regreso al encharcado suelo y se puso en pie, la lluvia volvió a impedirme la visión. A pesar de que el trepidar de mi cuerpo, aunado al dolor agudo producto de la paliza que Oliver me dio, impedían el libre movimiento, pude levantarme; vi cómo los tipos subían a la parte trasera de una mini van negra al hijo inconsciente de Omar, mientras el miserable de Konrad, previo a abordar su vehículo, me devolvió una sonrisa burlona. No supe de dónde salieron las fuerzas, pero conseguí correr hacia él, aunque acabé de rodillas.
—Por favor, ¡libéralo!, lamento lo que hice... me tienes a tus pies, solo déjalo ir —supliqué entre sollozos, Simmons acarició mi mejilla y me forzó a elevar el rostro, su cínica sonrisa me produjo escalofríos.
—¡Ay, Angelito!, me prendes así, de rodillas y sumiso; pero ahora no es el momento, te ves patético.
Sin decir algo más, abordó su vehículo y partió; todo mi interior se fracturó en cuanto esa mini van comenzó a alejarse detrás de él. No supe cuánto tiempo pasé tirado en el suelo, con la vista fija en el camino que tomaron hasta perderse entre la lluvia y la distancia.
Me maldije incontables veces. Por causa mía, otro inocente corría peligro de muerte. Una vez más, la temerosa mirada de la bailarina ocupó mis pensamientos antes de ser reemplazada por su horripilante final, aunque de repente ya no veía a la chica en esa azotea, sino al hijo de Omar.
Golpeé con mis puños el suelo, las aguas revueltas me salpicaron el rostro mientras gritaba sin cesar por la frustración. De nuevo lo hice, me había convertido en ese agujero negro que absorbe el mínimo rastro de luz. ¿Por qué buscaba aferrarme a esa vida normal que claramente no merecía y en el camino, solo arrastraba a cualquier persona hacia el sufrimiento?
Cuando conseguí ponerme en pie, caminé cabizbajo hacia la motocicleta y luego de levantarla, pude encenderla al primer intento; una amarga sonrisa se me escapó ante la ironía. No hubo tiempo para más. Inicié la marcha a casa de Omar quien de seguro ya me odiaba, de eso no tenía duda, pero requería su apoyo para salvar a Oliver. ¿Cómo decirle que su hijo fue secuestrado y podrían matarlo por causa mía?
Todo el camino se tornó largo y aterrador, conforme me acercaba a la casa de Omar, tuve la sensación de que un árbol tras otro creció y se retorcía de manera espeluznante, como si me adentrara a las entrañas de un bosque maldito, cuyo final era un palacio antiguo y deteriorado por el tiempo. De aquel paisaje verde, alegre y frondoso que deleitaba mis ojos en cada visita, solo quedó el recuerdo.
El cuento de hadas se convirtió en un relato de Poe o un escenario digno de las raras novelas de terror que Ricky solía leer. Mal momento para pensar en él porque sentí un fuerte golpe en el pecho.
Temblé al aparcar al frente de la cochera, incluso tragué saliva con pesadez de solo imaginar lo que me esperaba. Toqué el timbre como desquiciado hasta que Martha apareció en la puerta en medio de regaños, su cara de asombro al verme fue equiparable al miedo que yo sentí, pero no le di importancia y pasé de largo, aunque trató de impedirlo:
—¡Joven Kevin, vuelva aquí! —gritó mientras subía las escaleras detrás de mí. No me importó— ¡Joven Kevin!
—¡Martha, debo hablar con él! —le contesté a punto de alcanzar la habitación.
Sin embargo, la puerta de esta se abrió y me mostró el iracundo semblante de Omar. ¡Maldición!, jamás pensé llegar a verlo así, pero con todo y miedo debía avisarle.
—¡Necesito tu ayuda!
—¿Ayuda? ¡¿Ayuda?! ¿Cómo te atreves a venir aquí con semejante desfachatez?
—Omar, sé que me odias y te juro que todo tiene una explicación, pero ahora se trata de Oliver, él...
—¿Él qué, ah? ¿Descubrió tus mentiras? ¿Te puso una paliza? ¡¿Qué, Kevin, qué?!
—¡Está secuestrado por culpa mía! —grité frustrado, no supe qué otra cosa hacer más que temblar. Omar no dijo nada e inútilmente traté de acercarme a él, quizás fue un tonto intento por tener un poco de esa paz que él solía transmitirme.
Sin embargo, Omar negó con la cabeza y me observó atento, la incredulidad plasmada en su cara cuando me encontraba a un par de pasos de él, resultaba agobiante; pero me hallaba tan cerca que casi pude percibir el calor emanar de su cuerpo o,q en mi terrible estado mental, así lo sentí.
—Qué nivel de cinismo —me dijo en tono bajo y ese diminuto calor al instante se tornó frío como el más cruel invierno, volví a temblar—. Venir a mi casa a seguir con tus falacias.
—Omar no mien...
—¿No mientes? ¿De verdad tendrás el descaro de decir eso, Ángel?
Un escalofrío recorrió mi columna por solo escuchar ese maldito nombre en su voz. A pesar de que el trepidar de mi cuerpo era notorio, Omar lo ignoró, siguió adelante movido por la rabia y decepción:
—Porque ese es tu nombre real, ¿cierto? Ni siquiera sé quién eres, mentiste desde el principio.
El tono de Omar estaba cargado de frustración, sí, pero también mucho sufrimiento y era eso lo que peor me hacía sentir: saber que yo provoqué todo ese dolor y resentimiento en él.
—Te juro que no mentí, Omar, nunca te he mentido, pero eso no importa ahora... importa Oliver que...
—Que está secuestrado, claro. —La ironía e incredulidad gobernaban su tono, lo vi regresar a la recámara y por inercia le seguí, repitiendo el motivo de mi presencia hasta que mi voz se esfumó por completo.
Quedé anonadado al ver todo el caos; solo podía hacerme una mínima idea de lo acontecido en esa recámara. Llamó mi atención algunas fotografías regadas, mi mano me cubrió la boca por inercia al reconocer a varios dinos en ellas...
—Te-te ju-juro que pu-puedo, puedo explicarte.
Omar ignoró mis palabras, siguió de espaldas a mí mientras removía una pintura abstracta de la pared hasta dejar a la vista una caja de seguridad cuya existencia era desconocida para mí, la desbloqueó enseguida y me miró de una manera que me hizo sentir repugnante.
—Omar...
—¿Qué necesitas? —me interrumpió enseguida—, ¿el rescate? ¿Qué más quieres de mí?, ¿este dinero? Ven, tómalo...
Omar comenzó a lanzarme las fajas de efectivo que sacaba de la caja y no me pude contener, lloré; me sentí humillado, pero era consciente de que yo provoqué todo aquello y aunque dolía su actitud, no tenía cómo impedirlo. Acabó con el dinero, fue entonces turno de las joyas y relojes, uno a uno lanzado hasta mis pies.
Bajé la cabeza, no me atreví a sostenerle la mirada y así otra imagen en el suelo captó mi atención, fue esa noche el club, yo aparecía de rodillas cerrando el trato con ese desgraciado cuyo rostro no alcanzaba a divisarse. Ese maldito había orquestado todo desde el principio y me sentí aún más sucio.
—Te juro que puedo explicarte todo, si solo me escuchas...
Omar siguió en silencio y regresó conmigo, me atreví a levantar la cabeza con la esperanza de que hubiese decidido escucharme. No fue así, aquella dulzura e inocencia de su mirada que me provocaban un sentimiento de ternura y deseos de alcanzar sus labios, se esfumó por completo; en su lugar, quedó un frío gesto sin alma.
Me jaló por la cintura para pegarme a él y a diferencia de las veces anteriores, cuando su solo abrazo me transmitía seguridad; de inmediato me tensé. Ese ante mí no era más que un cascarón vacío, un muerto sin corazón disfrazado de Omar que trató de forzarme a besarlo. Me resistí, entonces empezamos a forcejear, pero mi estado era deplorable y logró aprisionarme contra la pared.
—O-omar, ya... —supliqué en voz baja mientras me presionaba. Me costaba creer que justo él pudiera tratarme de semejante manera.
—¿Qué? ¿Dónde quedó el chico complaciente, eh? ¿Acaso es insuficiente para pagarle a un prostituto de tu nivel?
Me removí con vehemencia, pero siguió adelante, incluso sentí su mano alcanzarme la cremallera del pantalón. Fue inevitable temblar con su actitud, cientos de imágenes se mezclaron en mi cabeza y por inercia mordí su boca mientras me besaba.
—Dé-déjame ya, po-por favor... —Mi voz salió trémula y la vista se me nubló.
Enseguida me soltó y se hizo a un lado, yo respiraba con dificultad, el miedo se había apoderado de cada milímetro de piel. Casi por instinto, lo empujé, me alejé en medio de tropezones hacia la puerta. Él mantuvo la cabeza gacha al hablar en un tono que desgarró todo mi interior:
—No quiero escucharte, no quiero verte, no quiero volver a saber de ti. Anda, ¡tómalo todo y lárgate!
—O-omar...
—¡Sal de mi vida de una maldita vez! —Su potente grito cargado de ira me produjo un sobresalto, aún así no me moví, debía hacer algo por Oliver.
—¡Omar, escúchame! ¡Konrad hizo todo esto y ahora tiene a Oliver por...!
Omar se movió furioso, agarró su celular y marcó un número, menos de un segundo más tarde, la voz de Konrad emergió por el altavoz, sentí escalofríos.
—Konrad, ¿sabes algo de Oliver? —preguntó Omar con un tono muy ensombrecido en la voz.
—Sí, quédate tranquilo, amigo mío. Le impedí cometer una locura, pero no creo que pueda hablarte, ha bebido mucho...
Negué con la cabeza desesperado en cuanto volteó el teléfono para mostrarme la pantalla: Oliver lucía aturdido, apenas se medio aferraba a la barra de lo que parecía algún bar. Yo, estaba seguro de que ese tipo lo drogó, de hecho, me devolvió su cínica sonrisa desde el celular. Él sabía que buscaría a Omar y con mayor razón, yo necesitaba convencerlo de ayudarme, pero fue inútil ni siquiera quiso escuchar.
Finalizó la llamada con su amigo, luego de pedirle escoltar a su hijo a casa; después lo vi llevarse una mano al pecho mientras respiraba con cierta dificultad, temí otro infarto y quise acercarme para ayudarlo.
—Kevin, Ángel, Bartolomé o cómo sea que te llames... ¡Desaparece de mi vida!
—Omar, por favor...
—¡Dije que te vayas!
De verdad estaba solo. Omar no creyó nada de lo que dije y tampoco podía culparlo, valía más la palabra de ese desgraciado con reputación intachable y oscuro negocio que la de un simple prostituto mentiroso. Ya que seguía sin moverme, su mirada ardió con mayor furia; en un nuevo arranque, me sacó a empujones de la habitación y azotó la puerta.
Sentí que la fuerza de mis piernas me abandonaría, por fortuna seguí en pie, aferrado al marco de la puerta con mi frente reposada contra la madera mientras le pedía perdón; solo respondió el silencio. Aunque costó horrores, caminé a la escalera y luego hacia la salida e ignoré cualquier regaño de Martha. Volví a sumergirme en ese gélido e inclemente clima que era apenas un atisbo del caos reinante en mi pecho y mente.
Me encontraba a punto de abordar la motocicleta para partir, en lugar de eso, decidí dejarla allí, no la merecía. Me desplacé como zombi por las calles inundadas sin importarme nada más, todo alrededor de mí era gris y monótono, ni siquiera me inmuté cuando dos vehículos pasaron a toda velocidad y me dieron un buen baño de agua puerca. ¿Qué importaba otra remojada? ¿Y qué si estaba sucia? Yo también.
En mi mente se había formado una sola idea: cumplir el trato y liberar a Oliver. Una vez a salvo, le daría un tiro en la sien al maldito Simmons, aunque me costara la vida.
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Hola, mis dulces corazones multicolor 💛💚💙💜💖 un placer saludarlos de nuevo. Las cosas se van poniendo color de hormiga, tal parece🙈 ni modo, nos leemos prontito😊
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