XIII: Omar

XIII: Omar

El fin de semana no resultó lo que esperaba, pero tampoco podía negar que fue una linda, aunque medio extraña reunión y por momentos algo tensa, dado el desconcierto de Oliver al conocer a Kevin, pese a presentarlo como mi asistente personal. Tal vez mi hijo tenía razones para preocuparse como lo hizo: trabajábamos juntos, hablábamos mucho, incluso pasamos las vacaciones de invierno en familia y nunca le mencioné que tenía a mi servicio un joven asistente personal.

Cuando Kevin y Konrad partieron, por un momento, pensé que él también se iría, después de todo, no estaba solo y la pequeña Mile hacía un buen rato que quería dormir. En cambio, Oli anhelaba ese instante a solas conmigo para hablarme sobre mi asistente:

—Papá, antes de que lo digas, sé que eres un adulto capaz de tomar sus propias decisiones, pero hay algo en él que no me da buena espina.

—Hijo, ¿qué cosas dices?

—¿De verdad, no notas algo extraño en él?

Negué con la cabeza en silencio a su pregunta, Oli no paraba de increpar y emitir opiniones, aunque sí, había notado nervioso a Kevin por más que intentó disimular.

Fue amable con mi yerno, pero es imposible no serlo con él, es un buen tipo; inclusive, podría decir que congeniaron bastante. Resultó hermoso verlo jugar y reír con mi pequeña nieta; pese a la negativa de mi hijo, Kev se atrevió a llevarla al agua luego de obtener el permiso de Armando:

—¡Oh, mírenla nadar, será una campeona como el abuelo!

Aunque sentí el rostro arder ante las palabras de Kevin, las risas se extendieron por todo el patio, excepto Oliver, era el único que solo observaba la escena con recelo porque hasta Konrad reía y bromeaba cual desquiciado:

—¡Vaya, hijo, cómo la cuidas! Quién diría que un chico como tú tendría ese instinto protector, casi paternal —le dijo mi amigo a Kevin y pude notarle forzar una sonrisa al observarlo, quizás no le agradó mucho la idea.

—No lo agobies, tío, que está con mi cría y la suelta —intervino Armando en medio de risas a las cuales Kevin se sumó con mucha naturalidad, de hecho lo noté más relajado que ante el comentario de Konrad.

Mile sonreía y chapoteaba en el agua, lucía tan contenta que me dirigí presuroso hacia el despacho en busca de mi cámara, necesitaba inmortalizar el momento.

Cuando regresé tomé varios ángulos, la verdad fue una magnífica excusa para obtener un lindo retrato de Kev también. La mirada que me obsequió a través del cristal de la cámara expresaba demasiado y sentí una revolución dentro de mí.

A pesar de encontrarnos, prácticamente acorralados, en algún momento, Kevin se las arregló para besarme. Estábamos en la cocina, yo, había ido a guardar mi cámara cuando al poco rato él ingresó con la excusa de buscar más bebidas, decidí mostrarle las fotografías y mientras hablaba como idiota sobre iluminación, velocidad, apertura y otros parámetros técnicos; él, se aferró a mis mejillas e interrumpió mi parloteo. La suavidad de sus labios se posó sobre los míos con una ternura bárbara, por un segundo me paralicé; sin embargo, acabé por corresponder y mis manos se ciñeron a su cintura; pese a que tal gesto robado me puso los pelos de punta, mentiría al decir que no había anhelado tal contacto a lo largo del día.

—Ke-kev... —un susurro nervioso se me escapó y él enseguida se encargó de callarlo, posando su índice sobre mi boca.

—Shh, todos están afuera —respondió en el mismo tono contra mis labios y luego se dirigió a mi oído—, te extrañaba.

Después de tal declaración que, sin duda, aceleró todo dentro de mí, agarró la cámara de la encimera y comenzó a pasar imágenes con una enorme sonrisa, real, nada prefabricada mientras yo intentaba recuperar la calma. Adoré ver ese gesto en su rostro que probablemente ni siquiera notó.

—Están geniales —me dijo al entregármela, vi en el brillo perlado de su mirada una paz y calma encantadoras, lucía complacido, a pesar de todo. Después caminó a la salida—. No era esto lo que tenía en mente, pero tampoco ha estado tan mal.

Un fugaz guiño me devolvió antes de salir para regresar al patio con las cervezas y allí permanecí como tonto, contemplando en silencio su partida con el corazón convertido en un potente tambor.

Si bien, Kevin, había tenido algunos comportamientos extraños o nerviosos por momentos, en ese instante me dije: «¿cómo no estarlo?», Oliver había aparecido de repente, si llegaba un poco después, nos habría encontrado en pleno sexo y eso sí hubiese sido un problema mayor. Sentí el rostro arder con solo pensar esa posibilidad y por inercia mis manos iniciaron un veloz masaje desde el puente de la nariz hacia ambos lados del cuello, como una forma de liberar tensión.

No solo Kev estuvo nervioso, yo mismo me sentí extraño y un poco aturdido, el tiempo que duró la reunión.

No obstante, abandoné cada una de mis cavilaciones mentales para centrarme en mi hijo, una vez más, en cuanto realizó la siguiente pregunta que me devolvió a ese momento en el estudio mientras discutía con él:

—Papá, ¿y sí lo investigaste antes de sumarlo a tu nómina?

Lo observé perplejo, inclusive parpadeé varias veces sin comprender, ¿cómo podía decir semejante cosa?

—Oliver, ¿cuándo he realizado algo semejante? Te estás pasando, hijo.

—Pa, tú eres muy bueno y quizás por eso no lo notas, pero se ve que algo esconde.

Sabía a la perfección que Kevin ocultaba muchas cosas, pero eso no tenía por qué ser algo horrible ni mucho menos era motivo para que Oliver se comportase de tal manera. «¿Cómo piensa que mandaré a investigarlo? No hay duda de que mi hijo a veces exagera», el pensamiento apareció en mi mente, veloz. Comprendía que solo se preocupaba por mí, pero ya estaba rayando en la paranoia.

—Oliver, basta, que las personas tengan secretos no las hace malas. Él es un buen chico, estudiante y trabaja para labrarse la vida, ¿por qué tanto lío?

—¿Y un joven universitario, trabajador promedio puede costear una Harley como la tuya? —Lo observé atónito— Pa, cuando llegué, creí que habías comprado otra, luego lo vi a él partir a bordo.

—Hijo, ¿qué insinúas?

—No lo sé, pero no me da buena espina, no confío en él. ¿Y si te ha estado robando?

—¡Por Dios, Oliver!

—Papá, comprende, creo que deberías...

—Hijo, no sigas...

—¿Y qué me dices sobre la forma en que te mira? —Arrugué el rostro, extrañado ante su pregunta, pero él continuó—: Papá, más de una vez lo sorprendí con los ojos fijos en ti y solo me devolvía una extraña sonrisa al saberse descubierto antes de desviar la mirada e ir a hacer otra cosa.

—¡Por Dios, Oli!

—Pa...

—Mira que eres pesado. —Oliver y yo volteamos a la par ante la intromisión de Armando, observaba a mi hijo con mala cara desde la puerta del despacho mientras mantenía los puños en la cintura—. ¡¿Quieres dejarlo en paz de una puta vez?! ¡No ves que lo estás agobiando!

—Armi —le contestó mi hijo a su esposo en bajo, un poco apenado—, pero no entiendes...

—¡Vete a tomar por culo de aquí! —Armando no varió su molesta expresión mientras señalaba a la puerta para que mi hijo saliera y me tocó tragarme una risa—. ¡Sal o te reviento, pedazo de cabrón! Tocacollons de merda.

Oli no me sostuvo la mirada luego de eso, estaba abochornado, sus mejillas sonrojadas. Cuando se acercó a abrazarme antes de despedirse, procedió a disculparse con un fuerte abrazo, aunque volvió a susurrarme que debería investigarlo. Lo vi abandonar la oficina, dedicándole un gesto de rendición a su esposo con ambas manos arriba mientras Armando se hacía a un lado para darle paso; después, mi yerno ingresó sonriente, empujaba el cochecito rosa donde dormitaba una tierna Milena, le besé la frente a la vez que él me pedía restarle importancia a las exageraciones de su marido.

Compartimos una carcajada y un fuerte abrazo como despedida. Armando era bastante amigable y hablador, además sabía cómo contener a mi hijo, pero a veces me daba impresión de que podía ver alrededor de mí ese gigantesco armario que mantenía a mi verdadero yo oculto y por eso tenía tal complicidad conmigo. Esa posibilidad me aterraba.

Una vez a solas, tomé asiento en el borde del escritorio, sonriente, con la vista puesta en la enorme puerta de cedro tallada que acababa de cerrarse. A pesar de todo el numerito de mi hijo, fue un bonito día familiar; Kevin se sumó de magistral forma a la dinámica y la manera en que jugó con mi nieta y hasta la hizo reír, algo que muchas veces le cuesta al mismo Oliver, resultó hermoso, aunque quizás por eso, mi hijo fue afectado por celos.

—Pero ¿y si tiene razón? —me dije en bajo.

¿Y si aquello que Kevin ocultaba, yo lo había hecho menos, deslumbrado por su belleza, galantería y las sensaciones que me provocaba su cercanía? Después de todo, era la primera vez que me atrevía a tener un paso adelante con un hombre y ese chico, aunque lucía arrepentido cuando lo hizo, me dijo claramente lo que había querido de mí en el principio.

—¿Y si solo finge algo más?

Cerré los ojos y un lánguido suspiro dejé escapar, caminé hacia la silla y encendí el laptop, la imagen sonriente de mi difunta Milena me contemplaba.

—Mile, ¿qué debería hacer? —le pregunté en tono bajo y volví a suspirar, era consciente de que no obtendría una respuesta de su parte.

Me encontraba en medio de quién había sido y quién era en realidad, a eso debía sumarle si confiar en Kevin y sus verdades a medias o no, en ese instante habría deseado el coraje para decir en voz alta: "soy homosexual y estoy saliendo con él", poder contárselo a Armando, siquiera, y buscar en él un consejo, quizás, algo que me ayudase a calmar el revuelo que se había convertido mi interior después de la discusión con Oliver porque si anteriormente dudé de que mi hijo pudiese comprenderme, en ese momento su interrogatorio lo confirmó.

Me recosté en la silla y fijé la mirada en el techo, preguntándole a Dios si acaso cometí un terrible error al darle cabida a ese chico en mi vida, pero en lugar de respuesta, resonó en mi mente la voz de Kevin:

«No quiero aprovecharme de ti». Con fe ciega quise aferrarme a sus palabras porque la realidad era que en mi interior, una corazonada me pedía confiar en él. «Tú eres especial», fue el nuevo pensamiento y decidí que lo haría, a pesar de sus secretos porque aquellos no tenían nada que ver con sus intenciones conmigo.

Trasferí las fotografías del día al computador, un retrato de Kevin con mi nieta ocupaba media pantalla junto a la fotografía de mi hermosa Milena, sentí un fuerte latido en el pecho al recordar cuánto la amé y lo mucho que significó en mi vida; sin embargo, mis ojos se desviaron hacia ese joven rubio, cuya mirada avellana brillaba como par de perlas, las cuales mantenía fijas en mí y mi corazón se tornó un redoble igual que cuando capturé esa imagen.

Sin duda, me sentía vivo junto a él. Probablemente ya empezaba a ser tiempo de atreverme a dar un paso fuera del inmenso armario, aunque eso supusiera un nuevo pleito con Oli.


♡⁀➷♡⁀➷♡⁀➷♡⁀➷♡
Hola mis dulces corazones multicolor 💛💚💙💜💖 espero hayan disfrutado esta nueva entrega, ¿qué les va pareciendo esta madre?😅

Hoy celebramos las primeras 5K de visualizaciones que acumula esta cosita💕 así que, gracias a ustedes por el apoyo, los loviu so mucho.

También quiero agradecer a mi querido y admirado señor don Monjev por la clase express de españolización para Armando😂 muchas gracias, amigo, y pronto vamos a por más 😆

Nos leemos prontito 😘

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top