VIII: Kevin
VIII: Kevin
—¡Aaaaaah! —gritó Ricky como lunático en cuanto ingresó al dormitorio, lo observé extrañado desde la cama donde había estado hablando tontería y media con Omar por el celular. Desde su partida, solíamos chatear o hacer video llamadas seguido.
De hecho, unos días antes, durante la mañana navideña, intentaba reponerme de la resaca del veinticuatro. Ya que Rico me abandonó para pasarla con su novio, asistí a la súper fiesta en Murano, la constructora de Lio. No esperé ver a Cory allí.
Sin embargo, ese desgraciado me ignoró de manera abismal, se paseaba por todas partes con una sonrisa, saludaba a todo el mundo, accedía a fotografías, hablaba con quién sea, siempre y cuando, esa persona no se tratase de mí. Incluso noté en el rostro inexpresivo de Cacius, su prometido, algo similar a un "lo siento". Acabé rendido, dejé de insistir y me di al trago.
Aunque Cory decidió aplicarme la ley del hielo, fue una gran fiesta. Lo malo de la juerga llegó cuando acabó. No precisamente por voluntad propia, me fui con Lio y su familia. Durante la mañana, Luna y Artemis no me dejaban en paz, todo era: "¡Hermano, Kevin, esto!, "¡Hermano, Kevin, aquello!". Los hermanitos de Ricky eran realmente exasperantes.
—¡Déjenme dormir! —les grité fastidiado, pero ellos solo volvían a reír y molestar. Entonces, mi celular sonó, el incesante repique me martilló el cerebro y a nada estuve de tirarlo por la ventana.
Contesté la llamada en automático, pero mi somnolencia desapareció en el acto cuando vi a Omar vestido de San Nicolás, aunque era una versión fitness, más bien hot, con pectorales de roca que estaban a punto de reventar los botones dorados del chaleco rojo. Con su brillante sonrisa y emitiendo un "jo, jo, jo" me deseaba feliz navidad, lo bueno de estar acostado boca abajo fue que ese saltito dentro de mi pantalón pasó desapercibido para los mocosos, de lo contrario me habrían bombardeado a preguntas.
—¡Es santaaaaa! —gritaron los enanos a cada lado de mi cabeza, de inmediato sentí sus vociferaciones como par de clavos, torturándome el cerebro, quise botarlos y hacer algo más adulto con Omar, ese hombre se veía tan caliente que resultaba imposible disimular:
—¡Uuf!, a este santa provoca darle.
El rostro de Omar se tornó de un rojo casi tan vibrante como el de su traje y eso me provocó una buena carcajada, sin embargo, los pequeños de seis, no entendieron mi frase como él y me tocó explicarles:
—Chicos, me refiero a un regalo. ¿No quisieran darle un regalo a santa que siempre es tan bondadoso?
Los niños volvieron a gritar que sí junto a mis oídos y a nada estuve de decirles cosas feas, en cambio, miré la pantalla y escogí molestar a Omar:
—Por eso, pequeños, ¡yo, sí, le doy!
El recuerdo me provocó una tonta risa que al parecer, Ricky, interpretó como burla. Me lanzó una mala mirada desde la puerta, él permanecía apoyado de espaldas en un tonto intento de respiración de mariposa que no le sirvió; en el arranque, lanzó el par de bolsas que traía en sus muñecas y tuve que esquivarlas al estilo de Matrix.
—¡¿Qué te pasa, idiota?! —le grité molesto hasta notar los logos en las bolsas. Una correspondía a una zapatería fina y dentro se hallaban mocasines de diseñador.
«¡Pero este imbécil, ¿cómo puede lanzar esto?!», me pregunté en silencio antes de ver la estampa en la otra bolsa más grande, era de una boutique de alta costura y mis ojos estuvieron a punto de salirse cuando noté la caja de Ferro & JoJo, me atreví a abrirla y encontré uno de los ternos de su última colección.
—¡No inventes! —grité emocionado.
Los diseñadores Robert Ferro y JoJo eran locales, pero se habían vuelto todo un Bum y comenzaban a adquirir reconocimiento internacional, de hecho, yo era un súper admirador de él, su trabajo como modelo y asesor de estilo era genial, sin mencionar que sus videos en tiktok me sacaban más de una carcajada. Por otro lado, JoJo, tenía boutiques de moda en varias partes del país, saltó a la fama bajo su alianza con el fotógrafo Mr. Fisher y era la modista personal de Cory que es tan quisquilloso y extravagante.
—¡No me jodas, Ricky! ¿Cómo puedes tratar así esto, idiota? Esto es oro.
—¡Exacto, lo es! —replicó muy molesto y hasta gruñó, yo seguí sin entender— Kevin, esto es costosísimo, pero no, ¡mi novio no entiende eso!
—¡¿Te lo regaló tu novio?! —contesté impresionado— ¿Y de eso te quejas? ¡No me jodas, Rico!
—¡Lo dices porque eres un chulo aprovechado!
—Tal vez, pero ¿qué esperabas? ¿Qué tu novio ricachón te obsequiara un tonto gorro de felpa?
—¡Lo habría preferido, Kevin! —contestó alterado y seguí sin comprender. ¡Era un simple regalo! Carísimo, sí, pero regalo a fin de cuentas. Lo vi sentarse en la cama junto a mí y reposó la cabeza contra mi bíceps con un aire de decepción, molestia o a saber qué mierda; lo contemplé extrañado— Kevincito, tú no entiendes porque eres un materialista, pero yo no, me gusta ganarme mis cosas, trabajar para costearlas. Esto está muy bonito, pero es demasiado.
—No deja de ser un obsequio.
Fijó su mirada de reproche en mí, pero guardó silencio, entonces yo me encogí de hombros al continuar:
—Si alguien te hace un regalo, lo aceptas y agradeces, no te pones a ver el precio.
—Pero Kev, no esto, es mucho...
—La verdad es que sí —admití y leí en su rostro un "te lo dije"—. Lo decía porque ese tipo debe adorarte para comprarte semejante regalo sin tú, siquiera, haber aflojado el culo.
—¡Ay, cállate!
Una carcajada burlona me invadió, Ricky puso en una sola mirada todo su odio antes de proceder a golpearme el brazo donde previamente estaba recostado. Ni así dejé de reír; así que se levantó enojado y yo suspiré con fuerza.
—Supongo que volverás a abandonarme por ese novio tuyo —le dije en un fingido reproche—. Cuando un santo nuevo llega, los viejos ya no hacen milagros.
—¡Ay, tonto! ¡Eres tú quien siempre me cambia por algún tipo adinerado!
—Bueno, pero ahora estoy solo —repliqué con un puchero—, solito y sin nadie que me quiera.
Ricky se soltó a reír, era justo la reacción que buscaba. Tomé su mano y lo halé de regreso a la cama, luego abrí la caja del traje y la coloqué en sus piernas, vi en su mirada cuánto le gustaba el atuendo, conociéndolo, sabía que se imaginaba usándolo, pero era demasiado orgulloso. Asumí que lo mismo notó su novio.
—Por eso fue el obsequio, Rico, se nota que morías por el traje. Deja de rebanarte la cabeza y solo disfrútalo.
Ricky cerró la caja y rodó los ojos antes de levantarse e ir a tomar asiento frente al computador.
—Ya, ni modo. Él me pone en un punto difícil con este obsequio caro, ¿ahora qué puedo regalarle a alguien que lo tiene todo?
—Rico, eso es demasiado sencillo —respondí en un tono de obviedad desde la cama y él se giró a verme, su mirada achinada decía que esperaba alguna guarrada de mi parte. Bueno, no lo decepcioné con mi propuesta—: ¡Culo!
Agarré las almohadas, las acomodé una sobre otra y tomé asiento a horcajadas mientras le daba una fantástica explicación:
—Entonces, respiras hondo y te vas sentando poquiiiiito a poco hasta que te lo tragas todiiiito por detrás. Te meneas así... —Comencé a batir despacio mis caderas hacia delante y atrás, Ricky no paraba de reír y aunque yo estaba al borde de una carcajada, me mantuve en personaje—. Luego aceleras y paras, aceleras y paras o haces cíííírculos...
Ricky estalló, su estruendosa risa se extendió por toda la habitación y cuando comencé a gemir y decir mamadas del tipo: "¡Qué rico!", "¡rómpeme todo!" o "¡Me guardé para ti!", casi se cayó de la silla entre carcajadas.
—¡Kevin, yaaaa! Me muero...
—¡Ah, ah, ay, novio, me vengo, me vengo!
—¡Yaaa!
—¿Lo ves? Regalo fantástico y gratis. No puedo creer que de verdad sigas virgen.
—¡Ay, ya, déjame!
—No, no, ¿sabes qué es más increíble? —Su mala mirada siguió fija en mí, pero no me importó lo más mínimo, seguí adelante—. ¿Quién me criticaba por salir con tipos mayores y platudos?
—¡No es lo mismo, Kev! Él es mi novio, no mi patrocinador.
—Da lo mismo, es mayor, tiene plata, te engríe y más pronto que tarde se darán como cajón que no cierra.
—¡Kevin, eres horrible!
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Habría sido fantástico secuestrar el terno de Ricky, pasó mirándolo con odio antes de, finalmente vestirse para partir a su celebración de fin de año con el novio ese suyo; sin embargo, no pude, le saco unos quince centímetros de estatura y otros varios kilos de músculo; así que, no, ni cómo intentarlo. Mi mejor amigo lucía genial y nos despedimos con un fuerte abrazo.
Luego de alistarme, salí a casa de Lio para sumarme a los planes familiares, aunque tuviese que aguantar a Luna y Artemis; por fortuna, el fastuoso sitio en el cual pasaríamos la última noche del año, tenía un área para los niños donde ellos disfrutarían su propia fiesta, incluso equipada con bartender para una mini barra de jugos y gaseosas al estilo del Imaginarium. Se la pasarían bomba y yo también sin aguantarlos. Lo malo era que nos encontrábamos en Renacer para la magistral celebración organizada por la fundación Evans, o sea, Cory era nuestro anfitrión.
El inmenso lugar de estilo contemporáneo con altos techos a desniveles estaba engalanado para la ocasión, súper lujoso cómo suele ser todo con el enano ese. En la decoración predominaban el color champán y dorado con ciertos detalles en miel, una gran fuente de cóctel, cristalería fina en todas las mesas e incluso una inmensa lámpara tipo araña de cristal era la pieza central en la iluminación. Suspiré cansino en cuanto sonaron unas trompetas y Cory hizo aparición, lo vi descender por unas escaleras enormes, portaba un extravagante traje color oro que solo él sería capaz de llevar y lucir. Su larga cabellera rubia que suele llevar suelta, la traía atada en una coleta alta que dejaba a la vista la perfección de sus facciones, por qué sí, debo admitirlo, es un enano hermoso.
—En Renacer nos complacemos de contar con su presencia, esta noche mágica —dijo Cory conforme descendía. Llevaba unos tacos altísimos y por un segundo fantaseé con la idea de verlo rodar escalera abajo, me tocó tragarme una risa—, para mí, Cornelio Evans, es un deleite brindarles una cálida bienvenida a la última fiesta del año.
Los aplausos no se hicieron esperar en el justo momento que comenzaron a encender tras él una serie de pirotecnia desde el suelo a su paso. A la cordial bienvenida le siguió un recorrido por el lugar, saludaba a todo el mundo, pero no me molesté en quedarme, me había demostrado en navidad que le valía tanto mi presencia como la de una hormiga; así que fui a perderme por ahí.
Hablé con Omar más temprano, poco después de que él recibió el nuevo año, se fugó de la reunión familiar para llamarme. Sonreí cuando lo vi en pantalla, sin duda el azul le iba increíble.
—En serio, provoca comerte —le dije con una pícara sonrisa y él enrojeció hasta las orejas—. ¡Vamos! ¿Seguirás avergonzándote así por cualquier halago que te haga?
—Perdón —contestó intentando cubrirse la cara con una mano—, es involuntario, tú eres mucho más liberal.
—Sí, así es, ¿y sabes qué quiero? Agarrar ese blazer azul y lanzarlo lejos, destrozar tu camisa blanca y usar esa corbata negra para atarte y...
—¡Kevin, basta! ¿Quieres que regrese con mi familia para exhibir una erección o qué?
—¿De verdad lo estás? —indagué moviendo las cejas y en su cara pude ver que no hallaba dónde meter la cabeza, pero no estaba dispuesto a dejar pasar una oportunidad como esa y por eso insistí—: A ver, muestra.
Por más que Omar negaba con la cabeza y una sonrisa penosa, yo seguí adelante, me emocioné más al ver cómo la cámara descendía. Sin embargo, oí la voz de alguien que lo llamaba y él rápidamente se despidió asustado.
«Ni modo, será luego», el veloz pensamiento cruzó en aquel momento. Fue así como después de algunos tragos en la fiesta de Cory, se me ocurrió llamarlo para terminar ese asuntito pendiente. Extraje el teléfono de mi bolsillo con una sonrisa burlona, busqué a Omar y a punto estuve de presionar videollamada, sin embargo, a último segundo descarté la idea. Pasaban de las ocho de la noche, allá eran más de las cinco de la mañana, creí que podría molestarle o interrumpir o lo que fuese, en fin, preferí guardar mi celular y regresar a la pista de baile.
Encontré a una rubia bellísima, tenía unos ojos verdes inmensos y mirada felina hermosa, un cuerpo de Barbie nada voluptuosa, muy bien proporcionada y largos rizos que saltaban por doquier mientras bailaba sola, me costaba creer que nadie acompañaba a ese monumento de mujer.
Sonaba Diva virtual y de verdad, el tema parecía hablar de ella. Mi lado galante decidió lanzarse a la caza, me ubiqué de espaldas a ella, un tropezón bastó para acercarnos, me devolvió una increíble sonrisa por salvarla de caer.
—Gracias, guapo, ¡qué buenos reflejos! —expresó entre risas y yo le contesté igual:
—No hay problema, debes tener cuidado con ese par de pies izquierdos.
—¿Disculpa? ¿Dices que no sé bailar?
—Solo que tengas cuidado, pero si te queda el saco.
Abrió la boca sorprendida, aunque su mirada felina no dejaba de ser risueña y brillante como una joya.
—¿Quieres que te muestre de lo que soy capaz? —su pregunta sonó aún reto— A propósito, soy Jennifer.
Aunque acepté la invitación, el gesto en mi rostro básicamente le decía: "ya que insistes", ella puso mala cara por eso, pero tomé su mano para reubicarnos en una parte de la pista menos abarrotada. Pasamos gran parte de la noche riendo y bailando, Jennifer era mayor que yo, una reportera gráfica bastante coqueta que, encima, me dejaba asombrado en cuanto pasaba algún mozo con bandeja de dulces, ya que consumía esas cosas casi como una niña pequeña.
—Son mi droga —me dijo luego de otro postre porque quizás la observé extrañado.
Para ese momento, nos habíamos apartado del lugar del evento hacia un jardín interior de la galería. En el fondo de ese lugar había un estanque artificial; alrededor de nosotros: árboles, arbustos y flores distintas formaban patrones junto a las caminerías. Paredes y techo eran de cristal así que a la vez, se sentía como estar en el exterior, solo que afuera todo lucía marchito por el invierno.
—Dime, ¿viniste solo, Kevin? ¿O acaso conoces al anfitrión?
—Vine con amigos, ellos me invitaron y no, solo conozco al señor Evans por televisión, de hecho, verlo en persona se me hizo gracioso.
Con un gesto en su rostro pareció pedirme explicación y gustoso se la brindé; así que ambos comenzamos a reír, hablando sobre la altura y extravagancia de Cory. Si bien, Jennifer había consumido dulces como si no hubiese un mañana, yo hice lo mismo con el licor. En realidad, era tan bonito el jardín y su compañía que solo volvíamos a la fiesta por otra droga respectiva para cada uno.
En algún momento de la noche, después del "¡Feliz año nuevo!", creí comenzar a alucinar porque percibí una fragancia a frutas exquisita, miré a Jennifer, su sonrisa me decía que ella también, un segundo más tarde la vi comenzar a ponerse en pie sin comprender.
—¿No crees que ha sido suficiente alcohol?
Aunque la pregunta vino en esa voz elegante y calmada de Cory, di un respingo, no sabía que estaba allí, debí suponerlo en el preciso momento que el aroma de su perfume apareció. Giré la cabeza para corroborar si no se trataba de algún truco de mi imaginación, pero allí estaba, justo detrás de mí, Jennifer acabó de ubicarse a su lado, sonriente.
—Ella es mi mejor amiga —dijo Cory y abrí los ojos de la impresión.
—Parece que sí es de confianza, Cone, negó conocerte en todo momento, incluso al estar bajo efectos del licor.
Cory sonrió complacido al escucharla; yo, en cambio, puse mala cara conforme saltaba la mirada entre ambos. Todo era una maldita prueba, el infeliz seguía sin confiar en mí.
—Eres increíble —le dije luego de acabar mi trago. Un largo y sonoro suspiro dejé escapar, él volvió a sonreír y tomó asiento junto a mí luego de pedirle a su amiga retornar a la fiesta.
—¡Bailas genial, fue un placer conocerte! —gritó Jennifer desde la entrada antes de marcharse y dejarnos a solas. Mi molesta mirada recayó en Cory.
—Kevin, perdón por eso, pero eres tú quien decidió ir por su cuenta, yo debo estar seguro de cada aspecto en este caso —me habló en tono bajo, mi gesto no varió—. Ahora sé que, pese a tu enojo y mi distanciamiento, no vas a traicionarme.
—¿De verdad creíste que lo haría? ¡Eres impresionante!
Quité la vista de él y la fijé en otra parte, más allá del cristal, realmente me molestó que desconfiara de mí a ese nivel.
—Kevin, encubres a un hombre que bien podría provocar tu muerte. Él te llevó allí, te expuso. ¿No entiendes que yo soy responsable de ti, que mi único interés es protegerte?
—Pero también podrías confiar en mí, ¿no crees?
—¿Para que puedas seguir rompiendo las reglas con esos sugars millonetas de la app? —su pregunta me tomó por sorpresa y lo observé desde un absoluto silencio, con ojos muy abiertos— Tengo intervenida la aplicación por tu seguridad, por eso sé que el hombre con quien sales no lo conociste allí.
Lo observé perplejo, él me devolvió una risita.
—Kevin, he investigado a cada tipo con el que has salido antes de que llegue a ti, aunque no me agrade lo que haces, solo después de mi filtro es que existe un contacto contigo. —Lo vi inhalar aire a profundidad y luego soltarlo despacio—. Hay algo que no entiendo.
Estaba realmente sorprendido por su confesión, pero ladeé la cabeza confundido y sin comprender a qué se refería hasta que decidió continuar:
—Quieres una vida normal, dices, alejado de todo aquello, pero es casi lo mismo que haces con estos hombres.
—¡No es así! —Enfaticé la negación con un fuerte movimiento de cabeza— Mi dinero es mío, las condiciones y el tiempo también. La decisión es mía, lo mismo que el consentimiento.
Cory sonrió y asintió con la cabeza en silencio, luego de un largo suspiro volvió a hablarme:
—¿De verdad crees que ese hombre es de confianza? —Afirmé en silencio y él continuó—: Está bien, te daré ese voto. Ya que estamos juntos en esto, quiero honestidad. ¿Tienes algo para mí? Estuviste allá, pudiste quizás ver.
Era en ese momento o nunca, allí lo tuve claro, no podía seguir posponiendo. Dejé de darle vueltas al "qué tal sí" y decidí contarle, aunque su párpado derecho comenzó a temblar, dejando en evidencia que estaba muy molesto por guardarme tal información.
—Se apellida Simmons y es detective, no sé si de la policía o privado, pero quería averiguar su nombre primero, lo siento. —A mi baja disculpa respondió con una silenciosa negación y luego continué contándole—: "S" seguía órdenes de "R", generalmente transportaba a los V.I.P. con los plateados. A diferencia de R que disfrutaba probar, S era un mirón y exhibicionista, aunque a veces se le antojaba "prender a los V.I.P." en el camino.
El rostro de Cory se arrugó al escucharme, yo aparentaba tranquilidad, pero él sabía que hablar de eso me afectaba más de la cuenta. Decidí voltear la cara a otro lugar para no ver ese gesto de preocupación y dolor que él demostraba y empezaba a hacerme sentir peor.
—¿Te reconoció?
Volví a mirarlo en silencio e inexpresivo, entonces insistió una vez más, afirmé con la cabeza y cerró los ojos, resignado, mientras liberaba todo el aire de sus pulmones.
—Esto es una merde, Kevin.
—Lo sé.
—¿Cómo lo descubriste? —preguntó con la vista fija en mis ojos, como si quisiera descubrir cualquier mínima mentira; tragué en seco, algo intimidado por la intensidad de su mirada— ¿Lo conociste por ese hombre, cierto?
No dije nada, solo desvié la mirada hacia el estanque.
—Kevin, esto es malo, ¿no lo ves? Me pides confiar, pero...
—Él no tiene nada que ver con esto, de eso estoy más que seguro y si no te digo su nombre es porque no quiero que lo involucres en esto. Su único error es tener un amigo que es un maldito.
—¡Está bien, está bien! Ya dije que te daré ese voto de confianza. —Otro largo suspiro emergió desde lo más profundo de él y vi en su cara un gesto de preocupación que me abrumó—. Este Simmons, ¿te lastimó?
Su pregunta me provocó una risa amarga antes de devolverle un gesto de obviedad.
—Cory, si preguntarás eso de cada integrante, desde ya te adelanto: no llegan a considerarte V.I.P. sin antes pasar un extensivo control de calidad.
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Hola mis dulces corazones multicolor 💛💚💙💜💖 les traigo paz, les traigo amor, les traje actualización como celebración de los 3K🎉🎉
Espero hayan disfrutado el capítulo y la historia hasta este punto. Los loviu so mucho y nos leemos lueguito💖
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