VI: Kevin (II)

—¡Kevin! ¡Parece que tuvo fin de semana largo, el señorito!

El grito de Ximena, la jefa de enfermería, me devolvió a la realidad, aquel día estuve bastante perdido, la noche anterior iniciaron las pesadillas. Fijé los ojos en ella que me recordaba a la cosa de Monster Inc., esa que siempre regañaba al enano verde, incluso tenía la enorme verruga en su barbilla y ese nasal tono de voz.

Pese a todo, le regresé una sonrisa galante, repleta con todo mi encanto a esa vieja que siempre tenía un motivo para pelearme. Quizás cuánto tiempo llevaba sin un buen revolcón y por eso vivía así, amargada.

—Hola, guapa —le dije coqueto, mientras me acercaba a su puesto, aunque ni borracho sería yo quien le diera cinco minutos en el paraíso—. Pasé una larga noche soñando contigo y ya no quería levantarme.

Firmé la entrada con la boca apretada para no reventar en una fuerte risa mientras escuchaba su airada respiración, la imaginé como una bestia salvaje, a punto de atacarme. Aunque no la miraba, estaba seguro de que sus fosas nasales se movían; de hecho, si ponía algo de atención, vería el ardiente vapor emanar con rabia desde su garganta.

—¡Déjate de palabrerías y vete a hacer tu trabajo! ¡Otra falta injustificada y ya no vuelvas, Kevin!

Le regresé un coqueto guiño y antes de dirigirme a los casilleros para guardar mis cosas, volví a girarme y llamarla, su furioso gesto casi me mata de risa, pero solo le soplé un beso que me hizo merecedor de una serie de gritos e improperios.

—Acabarás por matarla, Kevin.

Reconocí la voz del guapo doctor pelirrojo tras de mí y le devolví una sonrisa galante. Harry fue el primer "amigo" que hice, el año anterior, en cuanto comencé a trabajar y pues estaba más caliente que el sol, también cogimos un buen de veces antes, aunque últimamente llevábamos una relación más amical; le bajó dos rayitas a la intensidad desde el día en que quien fue su pareja, por años, nos encontró en un revolcón.

En retrospectiva, suena horrible y podría decir que sentí una mínima cuota de culpa por esa relación rota, pero como le dije a Pepe cuando regresé, la mañana del día anterior: "yo no obligo a nadie".

Eso me hizo pensar en Omar: «Kevin, hazlo tú», su súplica nerviosa que desató fuego y volvía a mí en el peor momento porque noté la mirada de Harry fija en mis ojos con curiosidad.

—Buen fin de semana, ¿cierto? —habló con ironía.

Una sonrisa pícara fue la respuesta y me apresuré a guardar mis cosas.

—Apropósito, Kevin, temprano vino a buscarte alguien.

«En ese momento, Cell, sintió el verdadero terror».

No, ya, en serio, sí, me aterré; nadie iba a buscarme allí, solo Ricky y eso, si era de vida o muerte. Observé a Harry con ojos muy abiertos y tragué saliva a la espera de algo más, sentí el tiempo ralentizarse.

—¿Acaso es mi amigo?

Harry negó con la cabeza y arrugó el rostro.

—Claro que no, nunca antes lo vi, usaba traje oscuro, se veía bastante serio, como de tu estatura, moreno y con un rostro imperturbable.

La taquicardia apareció y un escalofrío me recorrió al pensar en él, «R me encontró, volvió a buscarme, pero...».

—Es imposible —expresé en un tono nervioso que de inmediato preocupó a Harry. Me maldije, tampoco quise dejarle ver cuánto me afectaba tal situación.

—Kevin, siéntate, ven, ¿qué ocurre? ¿Es alguien peligroso? Podemos llamar a la policía...

—¡Ni se te ocurra! —sentencié en alto, estaba nervioso, sí, pero de igual modo hablé con firmeza. Harry ladeó la cabeza, un poco confundido por mi actitud— Lo siento, estaré bien, ¿sí?, solo necesito pensar.

—Dejó algo para ti, pero ahora no sé si sea buena idea entregártelo.

El miedo caló hondo hasta el interior de mis huesos y aunque quise disimular, Harry lo notó.

—Kevin, ¿quieres explicar qué ocurre?

Negué con la cabeza repetidas veces, no podía decirle, era imposible, sería comprometer más todo y quizás ponerlo en peligro también a él. ¡Maldita sea!, «debí obedecer las reglas...», me dije y una milésima de segundo más tarde, mis ojos se abrieron de la impresión.

—Omar... —El pensamiento se me escapó y Harry volvió a mirarme, extrañado, pero no le di importancia, estaba más preocupado por él que nada tenía que ver con tal desastre.

Harry sacó algo de su bolsillo y aunque lo dudó un buen rato, acabó por dármelo, era una tarjeta dorada, recubierta por otro plástico negro traslúcido y sellado que impedía ver con claridad el contenido.

—¿Viste algo así? —preguntó confundido y negué en silencio, pese a lo que representaba. Respiré más tranquilo porque sí, reconocí de qué iba; no podía contarle, pero definitivamente aquello gritaba: "¡estás en problemas!".

—¿Puedes dejarme solo un rato?

—¿Seguro? —Afirmé en silencio. Ya que me notó menos nervioso, accedió a mi petición—. Está bien, cualquier cosa, búscame.

En cuanto escuché el sonido que realizó la puerta al cerrarse, comprobé que me hallaba a solas y luego de asegurarla, caminé hacia el fondo para evadir a cualquier curioso; destapé el plástico y extraje la tarjeta. Pasé un rato entre respiraciones profundas, antes de atreverme a marcar el número en mi celular. Sin embargo, lo hice y la llamada fue conectada enseguida, entonces escuché esa elegante, fina, pero molesta voz de Cory que me "saludaba":

—¡¡¡Mocoso estúpido!!!, ¿me explicas qué hacías en San Sebastián?

Y así fue como me hizo ver que estaba enterado, me quedó admitirlo, gané una lluvia de gritos en el proceso.

—¡Lo siento!, acompañé a mi jefe, no tenía idea de que íbamos allá hasta abordar el vuelo.

—¿Tu jefe? —preguntó con ironía y hasta una risa burlona le escuché— Supongo te refieres al dueño del hospital porque hasta donde sé, eres enfermero y a la gala solo asisten los pudientes. —Su tono cambió por otro más serio—. ¿Crees que nací ayer, que soy estúpido o qué? ¿Con quién fuiste a ese lugar? ¡Pusiste un blanco en tu cabeza!

—Cory...

—¿Con quién fuiste? ¡Dame nombre completo!

—Cory, ya te dije...

—No entiendes lo que pasa aquí, ¿cierto? ¿Tendré que implantar vigilancia también para ti por el simple hecho de no mantener bajo perfil?

—Pero Cory...

—¡Esos mequetrefes arruinaron mi fastuosa boda!

—¡No me importan tus banalidades! —grité, fastidiado por sus reproches.

—¡¿Mis banalidades?! —Sonó furioso, quizás me habría golpeado la cabeza de encontrarse conmigo— Ignoraré eso por ahora. Ellos esperaban que no diera la cara después de su saludito, ¿sabes qué hice, en cambio? ¡Les declaré la guerra, realicé la gala en su ciudad!, pero tú, tú... ¡Tú tenías que mandar todo a la merde, apareciendo en ese lugar!

—¡Genial! A ver si así avanzas con esta mierda y puedo dejar de esconderme.

—¿Crees que esto es un jueguito de feria donde apuntas un rifle y te llevas el premio? ¡Hola!, tu vida, no, ¡¡¡nuestras vidas están en riesgo!!!

Suspiré, estaba harto de jugar a las escondidas, lo único que deseaba era al fin tener una vida normal, sin preocuparme por toda la mierda que dejé atrás. Pensé que ya la tenía, de verdad lo creí... ¡Qué idiota fui!

Ni modo, me ovillé en el suelo, cabizbajo, mientras escuchaba sus planes y me hacía a la idea de que esa vida normal, se hallaba demasiado lejos como para acariciarla siquiera con la punta de mis dedos. No obstante, abrí los ojos, espantado, y sentí algo en el pecho porque la solución más viable que propuso fue enviarme a otro lugar de seguridad.

—¡¿Enloqueciste?! —le dije enojado—. Cory, olvídalo, ¡no dejaré Santa Mónica, ahora!

—¡Genial! Prefieres que te encuentren.

Aunque hablaba en tono irónico, sentí escalofríos, si eso llegaba a pasar, era hombre muerto. Logré evadirlos por años, quizás me creyeron muerto.

—Kevin, la persona que te llevó allí, probablemente sea parte de todo esto.

—¡No es así! —respondí con convicción, pues estaba lejos de la realidad.

—¡Dame nombre, Kevin!

—¡No es relevante!

—Eso no lo decides tú. ¡Escúpelo!

A pesar de sus exigencias, guardé silencio, no estaba dispuesto a inmiscuir a Omar en todo eso, no era justo. Entonces, Cory continuó:

—¿No hablarás? Perfecto, atente a las consecuencias.

La llamada finalizó y desde aquel día, no recibí una nueva comunicación de su parte. Quizás, sí, debí contarle sobre el encuentro con este tipo, algo dentro de mí decía que cometí un error descomunal al callarlo, pues estábamos en el mismo bando y teníamos que trabajar en conjunto, mi deber era pasarle cualquier descubrimiento, por mínimo que fuese.

Suspiré sonoramente ante el mar de recuerdos y de camino al hospital, volví a debatirme entre abrir la boca o esperar a que todo me explotase en la cara. Si no lo hacía pronto, sería alcanzado por ese pasado que debió quedarse en el olvido.

«¡Maldición!, eso te pasa por caliente», fue el nuevo pensamiento. El día que abandoné San Sebastián, hacía un buen de años, creí que todo aquello dejaría de perseguirme. Luego conocí a Lio, el padrastro de Ricky, quien consiguió ganarse mi confianza y mostrarme que no siempre la persona que hace algo por ti, espera retribución; lo entendí al intentar devolverle el favor de la manera que mejor sé y él se escandalizó, no deseaba tal cosa, solo ayudarme porque le recordé a su difunto hijo.

Después entró Malena a su vida, llegó acompañada de un chico, extrovertido y parlanchín de casi diecisiete que, pese a lo exasperante, me agradó y aunque era mayor, lucía como niño. Por primera vez supe lo que era una familia.

Entonces, Cory, entró en escena, su investigación sobre R lo llevó hasta mí, ya me había visto con Lio varias veces y de algún vídeo incautado me reconoció. Decidió ofrecerme un trato a cambio de vivir con relativa normalidad, cumplir mi sueño, en fin, tener una nueva vida. Acepté ser parte de sus planes, hablar cuánto y cuándo fuese necesario; también apegarme a sus reglas. Suspiré al pensar porque, más de una vez, las rompí, pero nunca como ese fin de semana.

Tal desobediencia pasaría factura y el costo impagable, lo supe más adelante, mientras intentaba apegarme a una fingida normalidad.







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Y aquí estamos con la segunda actu del día, espero lo hayan disfrutado. Nos leemos prontito😘

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