🌌💐LXXVII💐🌌
Rumbos distintos.
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(Día 1).
Una Recepción a la Altura.:
Había llegado ya casi el día, era una recepción planificada para tres días de festejo, tres días de algarabía en donde todos disfrutarían y empezarían convidar del mismo modo que años anteriores con la mínima diferencia que esta vez estaría presente el egipcio que por mucho se había perdido de la celebración del nacimiento por así decirlo de la famosa Liga que los unía a todos como hermanos.
Un banquete espectacular los estaría esperando siendo los que reciban a los invitados aquellos que hicieron posible la celebración, Egipto y Libia lucían radiantes, el egipcio llevaba una camisa blanca con un pantalón de tela negro y zapatos de suela dura, su peinado era una cola baja, sus rojizas hebras se movían al compas de su cuerpo al momento de saludar y ceder el paso en cambio la libia estaba más radiante que nunca, sus rizos rojizos se contrastaban sobre su piel oscura, llevaba un vestido de sin mangas, uno que utilizaba tirantes delgados para tapar su cuerpo, un brazalete de oro decoraba su muñeca derecha, no necesitaba maquillaje para verse hermosa durante la recepción, ella no creía en aquellos cosméticos que tal vez arruinarían su belleza natural.
Para la Liga, las integrantes eran como sus hijas, aquellas joyas del mundo cuya belleza llevaría a mas de uno a la perdición, eran hermosas en todo el sentido de la palabra, mujeres de carácter y fuerza dominante a excepción de Siria, ella siempre era lastimada, tenia un carácter débil y sobre todo era muy susceptible a ser manipulada por alguien más, su miedo era el causante de todos sus males además de su carácter que de vez en cuando resultaba ser intimidante, de todas Siria resaltaba por el color de sus orbes, aun cuando cierta mayoría los tenia del color de la avellana y otros en tonalidades cálidas ella tenia la mirada más cautivante de todas, sus orbes verdes harían a cualquier hombre rendirse ante ella, su personalidad tímida pero a la vez arrogante la hacían un gran partido, uno que debía de estar a la altura de otro y que mejor que con el persa.
El banquete esperaba con ansias llevarse a cabo cuando el crepúsculo llegase y cuando la lista de invitados terminase de ser tachada a cabalidad.
Todos sentados disfrutando del banquete, una algarabía sin igual, todos estaban alegres, algunos mantenían algo de decoro con sus vestiduras, la mayoría llevaba artículos de su vestimenta tradicional como lo era los turbantes en los hombres y los vestidos recatados en las damas, pero era un momento de relajación donde podían vestir aquello que diariamente no podrían, todas llevaban vestidos algo recatados y peinados extravagantes. Se sentía emocionado por los siguientes dos días, olvidando por completo sus preocupaciones, los motivos de su nostalgia y melancolía, olvidándose por una vez en su vida de Israel.
Libia meneaba su copa de vino con sutileza, manteniendo la mirada fija en él, en el egipcio quien mantenía una conversación con Argelia y Marruecos. Todos en sus mundo a excepción de ella, aun cuando algunas de sus "hermanas" trataban de iniciar una conversación con ella, simplemente asintia con la cabeza o generaba sonidos de afirmación mientras bebía lentamente de su copa, era una fiesta con propósitos múltiples, para la agasajada Liga era un acontecimientos especial para formar parejas, para dar la mano de alguna de sus hijas a uno de sus integrantes, lo más extraño de todo ello fue ver que la saudita aun no llegaba, el emirato estaba muy al pendiente de la misma. Ella era para él una mujer que valía la pena, una reina que lleva por titulo princesa.
Egipto estaba mas que alegre por lo exitoso que había resultado el banquete, todos celebraban a la Liga, todos dejaban algunos regalos sobre la mesa blanca y larga que había delante el trono donde se le había situado al agasajado, el suyo seria una sorpresa, una reliquia de sus tierras.
—Todo esta saliendo de maravilla!.—comento alegre mientras se acercaba a la libia.
—Lo se!! Estoy tan emocionada!!.—comento del mismo modo abrazándolo por sorpresa.
Algunos tomaban diversas fotografías, la Liga había logrado que el persa estuviera interesado en la siria, algo que de por si ya había tenido en mente el persa desde hace un buen tiempo, Siria resultaba ser un lugar estratégico y que mejor que una alianza para estar mas unidos que nunca, quien diría que había alguien más interesado en la bella siria.
El iraquí charlaba tranquilo con la siria, le encantaba verla alegre aunque lamentaba mucho aquellas horribles heridas que cubrían sus brazos, aquellas vendas nunca le quitaban lo hermosa que era ante sus ojos y ante los ojos de los demás, unos ojos medianos que reflejan vida en sus orbes, la naturaleza de la cual muy pocos gozan, ella era esperanza, lo era para él y aun así parecía que solo lo veía como un amigo o tal vez como un hermano. Si solo se hubiese atrevido a declararle sus sentimientos tal vez el rumbo de su vida hubiese cambiado.
Por otra parte Jordania charlaba amenamente con Palestina, aquel palestino era un enigma andante, como un viajero errante, tenia ideas diversificadas y una profunda ideología religiosa envidiable, estaba lleno de arrepentimiento que nunca saldría de sus labios, una mirada interesante de analizar, un carácter que muy pocos envidiarian y aun así, rodeado de quienes mas apreciaba se sentía solo y devastado, se lamentaba por un hecho que había prometido no replicar...no lo haría...
Todos quedan asombrados por la presencia que se presentaba en la entrada de la recepción, alguien totalmente ajeno a sus conocimientos, alguien totalmente desconocido pero que "plagiaba" a la saudí que llevaba un buen tiempo sin presentarse.
—Quien eres!?.—cuestionó severamente el emirato, estaba claramente molesto. Aquello se notaba a leguas de distancia.
El otro personaje se quedo confundido, vestía finamente, con elegancia demostrando tal vez lo rico que era, tenia una mirada electrizante de color morado, una serena y emocionante, era la principal representación del Reino de Arabia Saudita, uno de los pocos que existían en la región del Medio Oriente.
—asaf? (Disculpa?).—se notaba la confusión en el rostro ajeno de tonalidad verde.
—min 'anat? (Quien eres?).—reitero el emirato mientras se calmaba un poco.
Egipto sentía la tensión al igual que los demás solo qué el había ya deducido de quien podía tratarse, había escuchado mucho sobre él que tomaba por ella.
—Disculpeme, soy Arabia Saudita.—exclamó mientras tomaba una posición mas erguida y serena.
Todos estaban atónitos, ellos conocían como mayoría del mundo a Arabia Saudita pero como una identidad fémina y no así una masculina, todos conocían al líder de un reino prospero y moderno. Emiratos Árabes Unidos no podía sentirse mas avergonzado al haber interrogado un poco a quien tal vez podría llegar a ser su "yerno".
La fiesta se ponía interesante con la llegada y tal vez en la posteridad todo iría de maravilla...
Que errado llegaba a estar Egipto.
Libia guardaba con afecto aquella fotografía que había tomado Yemen cuando había abrazado a Egipto, quien diría que una simple fotografía podría ocasionar grandes confusiones, era de esperarse en una mujer que tomaba la amabilidad del egipcio como indirectas. No era su culpa, solo se había confundido y se aferraba a aquella confusión.
Solo el egipcio podía parar aquello pero... ¿Como si no podía deducirlo o siquiera darse cuenta?.
Continuará...
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