🌌💐LXXVI💐🌌
Rumbos distintos.
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[ⅤⅠⅠ]
(Mes de Marzo).
La primavera llegaba a la tierra de la checa, las flores mostraban colores mucho mas vistoso de lo que habitualmente vestían en días anteriores a la llegada de un crudo invierno que plasma en su memoria la convivencia más cercana a la hermandad y a la infancia de la cual no pudo disfrutar de cierta manera.
Las aves trinaban y con su canto reinaban en armonía con el ambiente, las fragancias de las flores eran el perfume natural más exuberante que emanaba del suelo con sutileza y elegancia, estaba en el marco de la ventana de su habitación de hotel, suspirando con nostalgia recordando los momentos más felices de su vida.
Recordando a perfección el instante en que dio el si para unir su vida a la de Egipto, una unión sempiterna.
El brillo en sus ojos denotaba extrañeza, ansiando en lo profundo de su alma volver a ver al amor de su vida, aquel a quien ni en lo mas recóndito de su ser pretendió querer olvidar más al contrario quiso con todas sus fuerzas recordar. Ahora estaba solo pero no en su totalidad, aun su ser estaba atado a la esencia de quien lo espera en su hogar con sus hijos, unos hijos que su cuerpo no es capaz de engendrar, no es una mujer.
Cuan erradas estaban sus ideas...
Tomo su teléfono y marco un numero y enseguida el auto marcado llamo a quien se había dispuesto a llamar, nuevamente escuchaba su voz, saludando de forma interrogante, no había cambiado nada en él...todo parecía ser igual...tal cual el tiempo se hubiese detenido y acto seguido emitió un suspiro para luego colgar.
—En que estaba pensando...—se reprocho observando atento la argolla de su dedo, la alianza con Egipto.
Una sonrisa franca se dibuja en su rostro renovado, lleno de alegría y feliz de vivir por un instante sin estar alerta en cada instante, aun cuando el pasado no lo deja escapar puede construir un futuro en el cual resguardarse, aveces el miedo obliga a otros a hacer cosas de las cuales tardíamente se arrepienten y al ser de forma tardía pierden todo aquello que más aman...
Pierden todo...lo hacen y aun así no les importa...
Marco al egipcio y mientras el tono entrante de la llamada lo mantenía inquieto y ansioso, aquel a quien llamaba estaba en una conversación con una persona que se había presentado hace muy poco, durante media hora estuvo pegado al teléfono y suspirando con cansancio colgó, se sentía confundido pero también entendía aquella falta de respuesta.
Por que tendría derecho de reclamar cuando se fue sin darle una explicación siquiera de a donde o por que motivo se marchaba. No era quien para juzgar la desatención de Egipto.
Era de entender que el egipcio tenia una vida de la cual preocuparse y no así estar pendiente de la suya...
—Estas bien?.—preguntó sorpresivamente el polaco que con anterioridad lo había estado observando desde hace poco.
Israel lo miro exaltado, con una clara mueca de sorpresa plasmada en su rostro, su pecho apenas podía recluir a su acelerado corazón que insistía en fugarse de su pecho y mientras agudiza un poco la vista distingue aquello que podría ser una simple ilusión o un juego macabro de su mente. No sabría decir a ciencia exacta que lo que veía no era imaginario, parecía estar vivo. Estaba ahí...
—Israel?.—volvió a llamar el bicolor, acercándose de forma lenta y preocupada al hebreo.
Israel estaba mudo, lo veía, se le acercaba, era él... Era Aqueménida...
—Aquemenida...—murmuró por lo bajo, sus palabras eran casi imperceptibles que se fundían con sus suspiros y la brisa primaveral que entraba por su ventana.
Polonia estaba confundido, había inclinado un poco su cabeza hacia el lado derecho en clara muestra de su confusión, deposito sus manos sobre los hombros ajenos, agitándolo un poco, era muestra clara su rostro de lo perdido que andaba, de lo ensimismado que estaba. El estaba en el mundo de su mente y no así en la realidad existente...
Aquel persa se le acercaba con lentitud, levitaba sobre el suelo y sus ropajes, aquellos que vestía cuando fue victimado ya no poseían aquellos colores vivos, vestía de un blanco cegador e inmaculado en cuyos bordados de parte del torso y su capa parecían estar hechos de oro, vestía de una forma gloriosa, como si después de su muerte había ascendido al plano celestial del cual muchos han visto y muy pocos habían descrito.
Su toque apenas podía sentirlo, su mirada apenas podía distinguirla, y entre el debate de su mente sobre si era verídico o no lo que sucedía frente a sus ojos caía anonadado, cuando quiso tomar su mano esta se esfumo formando una pequeña estela de brillo dorada que desaparecía en el aire...tanto así lo extrañaba que se sentía confundido y a la vez culpable de su muerte.....
Volvió a la realidad, observó la preocupación en los ojos color café claro del polaco quien suspiraba aliviado por verlo devuelta en la realidad.
—Polonia...¿que_que haces aquí?.—pregunto claramente confundió a medida que se sostenía las sienes.
—Vine a invitarte a hacer una caminata por la arboleda...pero veo que no estas bien...¿pasa algo?.—su mirada buscaba una respuesta en la ajena, indagando entre aquello que el contrario dejaba ver y de aquello que ocultaba.
—No, no pasa nada, solo es un leve mareo...—se excusó mostrando una pequeña sonrisa que alivio al contrario.—¿aún sigue en pie tu propuesta?.
Polonia sonrió y asintió con la cabeza, aquel joven bicolor tomo su mano y ambos salieron de aquella habitación a divertirse, era algo sorpresivo ver que la timidez al estar con él se le esfumaba o parecía no haber existido. Había mucha confianza entre ambos...
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—Y con eso lo tendríamos todo acabado ¿estoy en lo cierto Libia?.—anltaba en su pequeño cuaderno todos los preparativos.
La libia asentía con la cabeza mientras copiaba su acción, si solo se hubiese acercado a ver lo que ella estaba haciendo en aquel pequeño cuadernillo habría dejado de ser amigable con ella y le habría dejado las cosas claras. Le estaba dando alas aun cuando el no deseaba dárselas...
Libia lo miraba atenta, cada detalle de su rostro, cada gesto que realizaba, cada risa que emitía, todo en el egipcio era cautivante para ella, sus ojos, su sonrisa, sus labios, aquella forma en que la miraba encendían en su corazón una chispa de amor que se alimentaban de lo que suponía eran indirectas de los que sentía era correspondido...ella volaba sola pero pretendía creer que algún día el egipcio volaría con ella.
Egipto estaba tan metido en los planes que no se percataba de la manera en que la libia lo miraba, de la manera en que percibía su amistad. Tan metido en los planes que había rechazado las llamadas entrantes que le resultaban molestas, lo mejor, apagar aquel aparato para prestar su atención a lo que realmente era importante.
Aquella fiesta que lo aleja de Israel...
Así pasarían las horas, planeando entre pequeños debates de lo que pueden ser los pequeños detalles para la fiesta, las risas no faltaron al igual que el cruce de miradas que se lanzaban de vez en cuando. Aquel pequeño cuadernillo de la libia tendría plasmado en una de sus hojas su retrato, aquel que atesoraría por ser un tesoro prohibido...
Ella lo sabia y aun así no le importaba, pensaba que al estar solo significaba que las cosas con su pareja no marchaban del todo bien, ella haría todo lo posible para hacerlo feliz, todo menos ser la causa de una separación, aquello se daría por si solo de la mano de uno de ellos, tal vez de su pareja...solo era cuestión de perseverancia.
✠✠✠✠✠
—Tu me condenaste a engañar a mi mejor amigo y aun así me dices que no es suficiente!?. —explotó el griego, cansado de callar y de ser la marioneta del mal.
—Tu arruinaste mi vida al cruzarte en mi camino!! TU TIENES LA CULPA DE TODO LO QUE ME SUCEDE SEA UNA MALDITA CALAMIDAD!!.—también explotó el turco, enfadado por lo poco que soportaba aquel con quien había arruinado su vida.
—Esto no se va a quedar así, no voy a callar aquello que esta mal, no seré como tu Turquía, yo por lo menos no seré un cobarde!.—Espeto con enfado saliendo de la habitación y azotando la puerta detrás suyo.
El turco se quedo callado, temblando de la impotencia, formando puños con sus manos que se estrellaban en la puerta con brutalidad, queriéndose lastimar para sentir el daño que seria minimizado con el que se acercaba al matrimonio feliz de Israel, se sentía culpable y aun así no podría intervenir.
—Deja de llorar.—dijo el ente de manera calmada, depositando sus pulgares rojos sobre su piel, limpiando sus lágrimas.— no dejare que hechen a perder mis planes...
Dicho aquello tomo de su vestimenta una daga dorada y la incrusto sigilosa y rápidamente en el lado dorsal del cuerpo ajeno, el turco que estaba ensimismado en su dolor se sorprendió al ver al ente intentando acabar con su vida, intentado por que pudo haberlo matado pero se había abstenido a hacerlo.
—Yo me haré cargo de tu pequeño, no te preocupes...—
La vista se le nublaba a medida que se aferraba al pie ajeno siendo arrastrado por el piso y dejando una linea de sangre, la puerta se cerró con lentitud a medida que sus gritos de ayuda se hacían menos audibles y las fuerzas de su cuerpo desaparecían. Tendido en el suelo permanecería hasta que alguien lo viniese a buscar.
El ente daba rienda a sus planes, a partir de aquel día aprendería a cuidar a un niño. Volver al principio, volver a hacer aquello que nunca pensó volvería a hacer, lastima que sintiera repudio a aquel ser por ser el fruto de una unión aberrante.
Todo salia conforme a lo planeado por años, el infierno personal ya estaba del otro lado, solo era cuestión de tiempo para que arrasara con todo lo que se interpusiera en el camino.
Continuara...
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