🌌💐LXXV💐🌌
Rumbos distintos.
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[ⅤⅠ]
Continuación:.
(Ultima semana de Enero).
Egipto estaba sentado en su cómodo sofá, solo con sus hijos quienes descansaban a su lado, por su mente pasaba la ultima vivencia con alguien más aparte de Israel. Grecia estaba en aprietos, tal vez metido en algo que le provocaba pavor, no sabría decir a ciencia cierta que era lo que agobiaba al griego, era algo totalmente desconocido para su ser lo que atormentaba al mencionado.
Aquella ultima vez que salió de casa a "divertirse" un poco, escucho al griego hablar por teléfono, se le oía agobiado, frustrado y cansado además de pavoroso. Su voz se quebrantaba a medida que la llamada se hacia más larga, tomo una pequeña hoja del bolsillo de su pantalón y anoto una dirección y acto seguido colgó y se marcho sin decir palabra alguna, sin despedirse se esfumó, era como si la tierra se lo hubiese tragado.
—Que escondes Grecia...—dijo dubitativo mientras acariciaba el suave pelaje de uno de sus hijos.
Habían pasado varios días desde que Israel se había marchado sin decir nada al respecto, días en los cuales había esperado su llamada, días en los cuales las dudas crecían aun más en su ser. Días en los cuales las llamas del infierno personal empezaban a tomar forma e intentaban consumir todo lo bueno en él, como un fuego desenfrenado esperaban el momento exacto en el cual arrasar con todo lo que encontraran en el camino.
Lo que significaba un gran peligro para su relación.
El timbre llama a la puerta, levantándose con pereza se dirige a la misma, vestía de un conjunto deportivo gris y con una cola alta de la cual algunas hebras salían del agarre y permanecían colgantes en sus sienes.
—Hola Egipto...—saludo con timidez la mujer tricolor que había del otro lado de la puerta.
Era Libia, una mujer hermosa. Tenia el cabello sumamente rizado, tal cual Israel lo tenia solo con la diferencia de que ella lo tenia de color rojo, vestía un hermoso vestido en cuello v de mangas cortas y hasta las rodillas, un poco señido al cuerpo debido a que se notaba su cintura delgada, unos brazaletes de oro decoraban sus muñecas y un collar artesanal decoraban su delgado cuello, su mirada penetrante cuyos orbes dorados hacían a su ser estremecerse, era tan cautivadora que cualquier hombre pediría su mano. Para él ella era como una hermana, tal vez como una mejor amiga pero la libia lo veía con otros ojos...lo veía con amor...
—Pasa Libia, seas bienvenida!.—cedio el paso con notoria alegría.
Ella se adentro con una sonrisa en la cara, alegre y contenta, había dejado los hábitos árabes para venir a buscarlo, era una novedad...
—Egipto, no dispongo de mucho tiempo así que seré breve y concisa.—expresó con un tono alegre y ansioso mientras tomaba asiento en la sala.
—Y que viniste a decirme Libia?.—pregunto curioso mientras le ofrecía un poco de jugo de manzana.
—Todos estamos ansioso por el cumpleaños de la Liga ¿lo sabes verdad?.—preguntó recibiendo una respuesta positiva de parte del egipcio y prosiguió. —Y como sabes entre nosotros nos sorteamos quien planearía los 3 días de celebración y ¿adivina que?.
—Que, dime Libia que estoy ansioso.—
—Nosotros seremos los que prepararemos el festejo!!.—
Egipto estaba anonadado, hace tiempo que no realizaba una fiesta de gran magnitud que hasta juraría que se le había olvidado, su rostro mostraba una alegría sin igual. Libia tomo su mano con delicadeza entre las suyas mientras lo miraba rebosante de alegría. Ambos entre pequeñas risas alegres y risueñas se abrasaron, un cálido abrazo fraternal que avivaban algo que no existía en la realidad en la libia. Ella cerro sus ojos disfrutando el momento mientras que el egipcio copiaba su acción con la diferencia de que su mente se centraba en Israel, extrañando tener entre sus brazos a quien le prometió amor eterno y fidelidad.
Los planes apenas iniciaban...
✠✠✠✠✠
Estaba en una hermosa cabaña, habían estado de campamento durante varios días y ya era momento de volver a casa, salio de su habitación y obviando el desayuno salio a tomar un paseo por el sendero del bosque, aun cuando el invierno mata aquello que alguna vez estuvo vivo todo tiene un aire esperanzador, se inclino y aparto con delicadeza un cumulo de nieve en la ladera del sendero observando un poquito de vida en la tierra, un puñado de tierra verde que demostraría su esplendor al llegar la primavera y notando que el cielo empieza a tomar tonalidades aun más cálidas, la primavera ya estaba por llegar.
—La vida es un ciclo sin fin ¿no lo crees?.—mencionaba el americano quien había estado caminando por el lugar desde las primeras horas del día.
—America ¿que haces por aquí?.—dijo sorprendido, tomando una posición erguida como si nada hubiese pasado.
—Queria despejar mi mente un poco de ya sabes...the ghosts of the past...—dijo con simpleza mientras se inclinada y tomaba en sus manos un poco de nieve.
El se quedó en silencio observando la tranquilidad en el rostro de franjas intercaladas entre el rojo y el blanco, se le notaba nostálgico, pensativo, tenia la mente perdida en algún escenario de su vida.
—Como es que puedes vivir con ellos?.—preguntó de la nada el americano mientras formaba con sus manos una pequeña bola de nieve.
—Vivir con quienes?.— preguntó, claramente estaba confundido.
—Vivir con los fantasmas del pasado...¿como lidias con ellos?¿como manteniste tu serenidad al ver en imágenes las atrocidades que tu gente vivió?.—su mirada se clavaba en la ajena buscando una respuesta, aquella que esperaba recibir.
—Yo...he sabido perdonar a aquellos que alguna vez me dañaron, se que ninguno de ellos quiso hacerme daño o eso prefiero creer...somos...—se trabo buscando una palabra que definiera su punto de vista.
—fichas de ajedrez en un juego de nunca acabar...a eso te referís?.—desvio su mirada dejando caer entre sus dedos aquella bola de nieve que formo hace poco.
—...es algo difícil de asimilar pero sí, eso creo yo aunque el verdadero valor se halla en Polonia quien supo lidiar con sus miedo y supo perdonar en el fondo de su corazón a quien hizo de su existencia una verdadera pesadilla...—argumentó tomando del suelo un puñado de nieve, la misma que el contrario había dejado caer hace poco.
—Tu lo has perdonado?. —preguntó.
—Yo lo hice cuando obtuve mi independencia, aprendí que nosotros somos la marioneta del gobierno, no tenemos la culpa de lo que nos obligan a hacer pero...si la tenemos cuando nos dejamos llevar por la misma...—concluyo del mismo modo en que tomo las manos ajenas y dejo en ellas aquella pequeña bola de nieve que había creado a medida que había hablado.
El americano lo miro nuevamente, hablaba con la verdad, su mirada lo decía aún cuando sus labios permanecían sellados y sus palabras permanecían incrustadas en su mente.
—Thank you Israel...—agradecio a medida que procedía a abrazarlo.
Eran palabras reconfortantes, palabras que le daban algún sentido a su existencia, aun cuando la mayoría lo veía como un villano, había algunos que lo veían como un héroe y otros como la buena persona que era, sólo sus acciones que se contrariaban con sus palabras emancillaban su imagen. Aun habían otros semejantes a él que lo consideraban más un amigo que un enemigo de quien cuidarse.
—Te parece su hacemos un Snowman?.—preguntó mientras se separaba del abrazo que había generado hace poco.
—Que es un Snowman?. —cuestiono claramente confundido.
—Come on! Yo te enseñaré, sigueme!.—dijo alegre mientras tomaba su mano.
Ambos se desviaron del sendero y se adentraron en el bosque encontrándose con un espacio vacío rodeado por hermosos pinos y algunos robles secos, los copos de nieve caían del cielo con majestuosidad a medida que empezaban a crear un Snowman, la felicidad en ambos rostros se podia notar a medida que el tiempo avanzaba y la figura de tres círculos tomaba vida. Tenia unos ojos negros y redondos hechos de piedras al igual que su sonrisa, llevaba su bufanda y tenia unos brazos de palo extendidos y una nariz de piedra.
Ambos se acostaron en la nieve y movieron sus brazos de arriba a abajo, se divertían como niños, una diversión sana. Todo lo que su mente proyectaba se desvanecía inmortalizando el momento único que realizaba ahora, un momento que jamas olvidaría. Convivía con alguien a quien consideraba su hermano, aquel quien no le daba pena anunciar que era su mejor amigo. Aquel que no se avergüenza de él.
Los planes apenas iniciaban....
Un plan inesperado....
Fin del mes de enero.
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