🌌💐LXXIII💐🌌

Rumbos distintos.
▲───────◇◆◇───────▲
[Ⅳ]

Continuación:.


Estaba tendido en su habitación de hotel, con la mirada perdida en el abstracto techo blanco con aquella luz cálida que ilumina su cuerpo y lo lleva a la  epifanía, era algo bastante raro viajar a través de su mente entre recuerdos y experiencias que más que uno desearía no haber pasado. Aunque los escenarios en si no son los más tétricos existen aquellos que brillan por lo maravillosos que son. Un arco iris dibujándose en el cielo después de la tempestad.

En la realidad el ya estaba descansando plácidamente siendo acompañado por América, quien se había ofrecido para cuidarlo ya que él a comparación de los demás estaba en la condición de estar cuerdo y no lejos de la conciencia. Algo que ya le faltaba a Israel.

América lo observa con cuidado desde el sillón que movió a un costado de la cama, siendo precisos el lugar donde descansaba Israel, su rostro bicolor formaba una tierna sonrisa, una pequeña que se esfumaba a medida que su cuerpo se movía constantemente buscando una posición adecuada para descansar plácidamente. Era como aun en sus sueños le afectaba estar enamorado, tal vez volvía a enamorarse de Egipto en su memoria, en sus recuerdos que atesoraría por siempre.

¿En que recuerdo se había trabado Israel para sonreír como todo un enamorado?¿Que clase de sueño podría generarle aquella felicidad?.

Israel dejaba todo atrás para revivir aquella ilusión que vivió en tiempo antiguo, aquella en la cual aun era un esclavo rescatado de las garras de una horrible tirana.

✠✠✠✠


—te pesan las cadenas?.—preguntó en su idioma nativo aquel ser de piel escarlata y brillante.

Su verdadero yo estaba atento, mirando con cuidado desde otra perspectiva el escenario que su mente atesora. Aquel en que consiguió la amistad de uno de los más grandes Imperios del mundo antiguo.

Lo observo con cuidado, aquellos rasgos faciales tan cautivantes eran interesantes y verse nuevamente en harapos provoco en su ser una sentimiento de lastima y pena, encadenado desde el cuello hasta los pies había sido sacado de las tierras del que se hacia llamar persa hasta un pequeño oasis no muy lejos del limite.


Prometeme que cuando te libere de estas cadenas.—sostuvo las mismas en sus manos sin demostrar asco en su rostro.—no escaparás de mí...¿me lo prometes?.


Lo miró, al igual que su presencia se acercaba y miraba nuevamente su rostro, tan pacífico, sereno, amigables y tierno, su corazón se acelero y por mas que estuviera inconsciente en la realidad, en su mente tenia más cordura que su cuerpo mortal del otro lado lo estaría.

Entre lo que se suscitaba en su mente se presenta alguien más, aquel a quien recuerda con cariño, aquel a quien ve desde el otro lado de la perspectiva del recuerdo. Siente un peso sobre su hombro y al darse la vuelta se quedó anonadado.

¿Como era posible lo que sus ojos presenciaban?.

Israel...—dijo con tranquilidad mientras su voz emitía un corto eco espectral.

Se quedo mudo pero su rostro dibujaba aquella misma sonrisa que su rostro en el tiempo real lo hacían, con aquella ternura tan especial que solo demostraba a Egipto. Aquella que demostraba un amor incondicional y en este caso un cariño y respeto infinito.

Se abalanzo a abrazarlo con aquellas fuerzas que su verdadero cuerpo no poseían, los fuertes brazos del persa correspondían a su abrazó de una forma cálida y sencilla. Aun cuando aquel que lo abraza estuviera muerto se veía tan lleno de vida en su memoria, como si lo que hubiese presenciado no hubiese pasado nunca.

Aquemenida...no sabes cuanto te agradezco por haberme salvado de...ella...—murmuro al grado de derramar algunas lágrimas que se fundían en el ropaje ajeno.

Sintió como acariciaban su espalda con lentitud, intentando calmar aquel remordimiento de culpa que cargaba en su ser de ser el causante de su desceso que pudo haber sido evitable.

—Tu no tienes la culpa...ese era mi destino...—dijo reconfortante.

—pero...—

—El mundo me quiso en otro lado, aun cuando me aferraba a este, el mismo me negó la oportunidad de estar a tu lado...—acaricio su rostro con delicadeza, sus delgados dedos rojizos y con algunos anillos de oro se desplazaban por todo su rostro.

Como si en el fondo hubiese ansiado volver a tocarlo, a sentirlo cerca. Volver a verlo después de tanto tiempo.

El escenario se va borrando mientras el ambiente se llena de gritos que vienen del otro lado de su mundo, aquel en el cual sigue existiendo y exige su presencia a como de lugar.

—Espero nuestro próximo encuentro con ansias...—


✠✠✠✠

Israel! Reacciona Israel!!.—llamaba asustado América quien se había percatado desde hace menos de un minuto que había dejado de respirar.

En su momento de angustia y desesperación había llamado a algunos de los cuales estaban ya sobrios, todos estaban en aquella habitación observando como algunos paramédicos intentaban reanimar a un inconsciente israelí quien seguía sin mostrar signos de vida.

Israel despertó repentinamente dando una honda exhalación, respirando aceleradamente por la repentina falta de aire que su cuerpo había alertado a su mente.

—Qué sucedió?¿qué hacen todos ustedes aquí?.—preguntó desconcertado.

América se acerco y le dio un ligero golpe en el brazo y seguido lo abrazó, todos suspiraban aliviados y agradecían a los paramédicos que habían ayudado a que el hebreo volviera a la vida.

—No vuelvas a asustarnos de ese modo Israel.—reprendió el americano mientras dejaba de abrazarlo.

Para el de cincuenta estrellas era como un hermano, el hermano menor de toda su familia, uno especial.

Los demás se acercaron y le dieron un fuerte abrazo que desconcertaba a Israel de cierto modo y lo asustaban al mismo tiempo.

—Que ha pasado porque me están asustando...—comentó con notorio miedo.

—Dejaste de respirar mientras dormías, yo intentaba que volvieras a la realidad pero no lo lograba...and well...here we are...—comento nervioso y preocupado.

Seria una difícil noche para Israel asimilar aquella noticia, aferrarse a un recuerdo del pasado le habían provocado un severo escenario bastante extraño y por demás decir terrorífico. La muerte casi lo había tomado como uno más de sus trofeos.


✵✵✵✵✵●


—Debes mantener la calma...son solo las palabras de alguien que busca destruir tu felicidad.—comentó el griego después de haber escuchado todo el relato de Egipto.

—Y como...si ha sembrado la intriga en mi y la desconfianza en quien más amo...—se notaba en su rostro lo confundido que estaba, perdido en lo que sentía y lo que verdaderamente sentía.

—Tu amor debe ser más fuerte que tus inseguridades...debes ser firme en lo que sientes...no cometas algo de lo que más tarde puedas arrepentirte.—su tono de franqueza habían intimidado y se habían incrustado en la cabeza al egipcio.

Egipto se quedo dubitativo, pensando profundamente en aquellas palabras que habían salido de la boca de su mejor amigo, tal vez eran aquellas palabras una verdad verídica a la cual debería tener en cuenta sobre todo por encima de aquellos sentimientos negativos que empezaba a sentir.

—gracias por tus palabras reconfortantes Grecia, eres el mejor amigo que me queda...—se notaba su nostalgia a medida que su mirada bajaba hasta sus manos que sostenían a uno de sus doce hijos.

—lo importante es que tengas las cosas claras...se aproximan tiempos difíciles en los cuales deberás tener en cuenta mis palabras.—sus palabras emitían cierto tono de seriedad que provocaban un miedo interno a lo que el futuro podría reparar para él.

—A que te refieres con tiempos difíciles?.—preguntó claramente preocupado.

Grecia se quedo en silencio, observando sus manos y analizando su respuesta, debía quedarse callado y por más que quisiera advertirle del peligro que se acercaba no podía. Él se lo impedía.

Alzó la mirada y se notaba que estaba confundido, atrapado entre una red de mentira que se tejía por lo bajo evitando a toda costa su liberación, capturado por quien más ama, amenazado por lo que más quería, enfadado por aquello que no podría proclamar. Una verdad que jamás saldría a la luz, no ahora cuando todos cuelgan de un hilo muy delgado.

—Solo es una metáfora...eso es todo...—intentaba sonar convincente de no ser por la inseguridad que cargaba Egipto, aquella careta se habría desvanecido.

—Gracias...—lo abrazó, aquel abrazó que transmitía el sentimiento de profunda amistad, uno cálido y agradable.—Quedate, ya es muy tarde. Preparare una habitación para ti.—sugirió.

El griego asintió con la cabeza y una sonrisa forzada pequeña, se sentía como un traidor, traicionando la confianza que depositaba el egipcio en él.

⟪Tu no sabes con quien te has metido, lo echaste todo a perder ¡¿por que tenias que estar tras mio?!⟫

⟪Solo tienes que mantenerte callado, él y el engendro estaran a salvo, abres la boca y los perderas...¿por que pondrias tu felicidad por debajo de la suya? No crees que es injusto?...piensalo...⟫

Aquellos pensamientos rondaban por su cabeza mientras permanecía acostado en la cama de aquel pequeño cuarto que le ofreció el egipcio. Las palabras fueron crueles con él. Aquellas fueron cuchillas que se incrustaron en su cabeza a tal punto de dejarlo en agonía.

—perdoname por mi silencio Egipto... —murmuró por lo bajo antes de quedar profundamente dormido.









El ente lo observaba a lo lejos, satisfecho por el buen trabajo que estaba realizando hasta el momento. Traería el infierno a la tierra...lo haría...


Haría que aquel futuro sea un infierno...

Continuara...

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