🌌💐LXX💐🌌
Periodo del 2018.
Rumbos distintos.
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[Ⅰ]
[Meses de Enero y Marzo].
(Mes de Enero).
Era un día especial para Israel, marcaba mucha historia tras el numero 27. Estaba en una tierra muy distinta a la suya e inclusive en la que reside desde hace menos de tres años, sentado y en silencio observa como se lleva a cabo una ceremonia que conmemora el día más oscuro de su vida, ahí cuando el nazi aun vivía.
Polonia estaba en el podio, vestía un suéter de lana que de lejos aparentaba haber sido tejido a mano de color café, una camisa blanca y un pantalón negro con zapatos de suela dura del mismo color, estaba nervioso, se le podía ver en el rostro. No era fácil para él recordar las atrocidades y vejamenes que había sufrido, en si, la víctima de la fuera aria de Nazi fue el polaco.
Mentiría si dijera que el fue la verdadera víctima en una historia con múltiples versiones.
Su vista se pasea por distracción, observando las cicatrices que poseen sus muñecas, observando como los demás invitados al Foro estaban atentos a las palabras del polaco, ahí estaban algunos de los cuales observaron en primera fila el antisemitismo, la discriminación y el genocidio con impotencia, con severa empatia, sintiendo aquel mismo dolor o intentando entenderlo. Aveces el verdadero monstruo no es quien realiza los hechos más horrorosos sino aquello que lo impulsa a hacerlo.
Nazi había sido víctima de una errada ideología, una que lo llevo a ser visto como un monstruo cuando realmente era un alma pura corrompida por el odio, rencor y venganza.
Fue en si difícil presenciar en diapositivas aquellas crueldades que su gente había sufrido, Polonia estaba asustado, se le notaba incómodo que aferro sus manos al podio, su mirada transmitía horror. República Checa subió al escenario para ayudarlo con Eslovaquia.
Todos los presentes se quedaron en silencio, si bien no era nuevo lo que sus ojos veían, si resulto ser nuevo ver aquella actitud del polaco, aquel retroceso que lo llevo al pavor puro fue lo más inquietante. Una víctima del miedo.
Aunque el hubiese querido dirigirse al podio a ayudarlo se quedo petrificado en su sitio, con la mirada fija en aquellas imágenes y un nudo en la garganta, no era nuevo pero lo sentía, aquella memoria de su gente lo prevalecía en la suya, aquel dolor, aquel sufrimiento, aquel calvario que sufrieron en carne propia niños, los seres más puros de la tierra. Aquel suplicio por ser "inferiores".
Cuando termino la proyección de las diapositivas y el argumento de Polonia frente al hecho histórico sucedido aquel 27 de enero de 1945, cuando la mayoría de su gente fue liberada de aquel infierno por los soviéticos. Auschwitz era el infierno que le toco vivir al polaco, algo que la mayoría sabe a perfección.
Cuando salieron a la interperie de Theresienstadt se llevaron la mayor sorpresa, si bien el cielo tenia una apariencia sombría y las nubes parecían estar cargadas de tristeza, los presentes no podían borrar aquellas pequeñas sonrisas francas de esperanza por un mundo mejor de su rostro, un lugar que alguna vez fue el lugar donde se excluía a su gente, un gueto manchado de sangre y lágrimas.
Ahí estaban todos aquellos que compadecían o si bien fueron testigos de la gran barbarie jamás antes vista al prójimo, todos esbozando una frágil pero hermosa sonrisa esperanzadora, aun cuando la mayoría llevan trajes oscuros y el cielo es un escenario deprimente, se dibujan por el brillo de sus ojos un arco iris de paz y armonía, una sinfonía que alegra sus corazones; 98 músicos rusos tocaban "Yellow Stars", no podrían sentirse más conmovidos y conectados con la historia de aquellos que perecieron en aquella tierra. Israel tenia en sus manos un pequeño brote de su flor nacional, una anemone coronaria de un hermoso rojo brillante y de un inquietante centro oscuro, se inclino y tomo con sus manos un puñado de aquella tierra adolorida, haciendo un pequeño hueco en donde depositó con cuidado dicha flor. Todos lo observaron inquietos, algunos curiosos y otros conmovidos. Polonia tomo su mano, no pudo evitar exaltarse ante aquel tacto que le recordaba a Egipto...¡Oh cuanto lo extrañaba y le hacia falta...!.
—czy mogę?(puedo?).—pidió el polaco, sus iris del color de la castaña emitían un brillo especial, uno inquietante.
—wadh!.—respondió emitiendo una amigable sonrisa.
Todos simplemente observaban curiosos y otros simplemente se perdían en sus pensamientos, tal vez algunos en sus recuerdos y en las formas en las cuales redimirse de sus errores, más que uno derramo una lágrima de resignación, tal vez de empatia o simplemente por lo conmovidos que se sentían, en realidad cada mente tenia sentimientos confusos difíciles de mencionar. Difíciles de resolver, eran enigmáticos.
Mientras aquello sucedía del otro lado del mundo por así decirlo, había alguien que lo extrañaba, alguien que pensaba en él día y noche, extrañandolo a mil, teniendo el corazón "vacío" y viviendo de su recuerdo. Bueno, a decir verdad las distracciones ayudaban al egipcio a permanecer aislado de la preocupación.
Israel jamás le había mencionado el motivo de su viaje ni siquiera le había dado a conocer aquella actividad que necesitaba su presencia y que no se podía postergar. Era algo tan importante del cual estaba excluido.
Estaba en "casa", los pasillos emitían un eco cada vez que caminaba o salia a divagar para distraerse, el oleaje salvaje del mar lo ponía nostálgico, un cielo gris que le recuerda sus errores es un martirio, lo ponen estresado y por demás decir triste y apenado, sus mascotas o hijos como prefiria llamarlos descansaban sobre su lecho, aquel cómodo lugar que alberga secretos sucios.
—¿Por que te extraño tanto?.—se preguntaba, era algo tan inquietante aquella sensación de vacío que recorría su ser a medida que pensaba en el hebreo.
Si bien pudo haber pasado milenios terrenales apartado de Israel, ahora se le era imposible vivir sin él, se le había hecho hábito tenerlo a su lado, escucharlo, mimarlo, darle amor y sobre todo decirle " te amo" cuantas veces su corazón se lo gritara.
Mientras que se dirigía a la cocina a prepararse una sopa instantánea ya que las ganas de cocinar se le eran nulas con aquel sentimiento nostálgico rondando por su cabeza, fue el sonido corto y efímero de su teléfono celular, aquel sonido de una notificación la que llamo su atención al mínimo instante en que se predisponía a preparar lo mencionado.
Lo tomo en sus manos y lo reviso, su cara de asombro hablaba por si sola, era algo que totalmente no se lo esperaba, algo que no pensó que sucedería. Hace varios años que las invitaciones habían dejado de llegarle hasta ahora.
Con incredulidad marco un numero de su lista de contactos, una integrante de La Liga que tal vez lo sacaría de las dudas sin hacerle una broma pesada. Estaba cansado de que lo llamasen "traidor" cuando hizo aquello que creyó correcto.
—marhabaan libiaan hal 'ant hunak (¿Hola?¿Libia, estas ahí?).—preguntó recibiendo una respuesta positiva de la mujer al otro lado de la llamada.
—Recibi un mensaje de la Liga, invitándome a su cumpleaños ¿acaso eso es cierto o es una broma pesada?. —volvio a preguntar.
Del otro lado de la llamada, Libia emitía una pequeña risa, se le hacia gracioso aquella postura incrédula que tomaba Egipto, también en parte estaba algo nerviosa, era la persona en toda la Liga a la cual había agarrado un potente cariño. Algo que se desviaba del camino de la amistad, obviando el hecho de que el egipcio ya no estaba a su alcance, obviando que ya tenia una alianza sentimental con alguien más.
—No tienes porque preocuparte, no es una broma, hable con la Liga y en si me dijo: Sin rencores.—respondió con simpleza, escuchando una pequeña celebración de parte del egipcio.
Por su parte Egipto estaba feliz, por un momento olvidaba la nostalgia, había sido nuevamente incluido en la Liga aunque prácticamente nunca se lo había sacado de la misma, desde hace ocho años él había sido admitido en mas reuniones, solamente que todas aquellas invitaciones nunca llegaban debido a una falla en el sistema.
—Entonces...¿no es una broma?.—
—Por supuesto que no!, nos vemos en la fiesta!! Adiós!!. —
—Adios!.—
Colgó y seguido salto de emoción, no podía creerlo. Sin duda alguna seria este cumpleaños el mejor de todos, se le había olvidado el como eran los anteriores pero pronto lo sabría.
El timbre suena sacándolo de su festejo.
—¿Qué haces aquí?.—preguntó molesto, por demás decir fastidiado.
—Puedo pasar?, gracias.—pidio con sarcasmo, entrando sin el permiso de su anfitrión.
Continuará...
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