🌌💐LXIII💐🌌
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[ⅡⅠ]
—Turquia!!bienvenido, pasa por favor!.—rompió el incómodo silencio Israel que estaba junto al griego.
Turquía sonrió de forma ladina, chocando un poco con el cuerpo de Egipto a propósito, de alguna manera había sido convencido por el hebreo de venir a la reunión que organizaba. No se esperaba en absoluto soportar semejante tortura a lado del griego y soportar las ganas de darle una paliza al egipcio.
Había tensión, apenas el turco tomo asiento los demás empezaron a murmurar entre ellos y a intentar volver a la normalidad. Turquía simplemente mantenía la atención en dos simples cosas, su responsabilidad y el hebreo. Israel era perfecto para él según pensaba, era tierno, dulce y amable, lastima que se hubiera fijado en Egipto antes que en él.
—Hace cuanto ustedes están juntos?.—preguntó curioso Israel siendo abrazado cariñosamente por Egipto.
—Desde hace un año.—respondía alegre el griego mientras que el turco bebía lentamente el vino que le habían servido hace poco.
—Y como ha sido su vida de casados?.—preguntó Grecia también con curiosidad.
—Ha sido la más hermosa y maravillosa experiencia de nuestras vidas.—respondió Egipto dando un pequeño beso en los labios de Israel.
Turquía ardía en celos, miraba fulminante al egipcio quien sonreía victorioso, empuñaba con fuerza el cuerpo delgado de la copa y bebía con rapidez el vino de la misma. Tanto fue su enojo que rompió el delgado cuello de la copa haciéndose daño con la misma.
—Özür dilerim (les pido disculpas). —se disculpó, reincorporándose del asiento y encaminándose al baño.
Sostenía con fuerza aquella copa rota, intentando disimular su situación frente a los ojos de los demás, intentado encubrir su falta de madurez. Una vez que llego al baño tiro la copa al suelo de la misma con furia y se miro al espejo del mismo, no haría una escena, miro la mano que sostenía aquella copa observando como aquel cristal había lastimado su piel, tomo del botiquín que existía allí algunas vendas y gazas y empezó a desinfectar aquella zona lastimada, tendría que formular una buena excusa con la cual zafarse de semejante incidente.
Se miro en el espejo, acomodo algunos cabellos que se salían de su peinado y respiro profundamente para luego suspirar con pesadez, la noche aparentaba ser larga e insoportable con las personas que lo rodeaban. Dibujo una falsa sonrisa en su rostro y salio como si nada hubiese pasado en aquella habitación de baño.
—Disculpen la demora, tuve un pequeño incidente con la copa.—se excusó pasando su mano vendada por detrás de su cabeza con nerviosismo.
—Qué incidente tuviste?.—preguntó el griego curioso, observando atento sus movimientos y gestos.
—Nada importante.—respondió de manera cortante, volviendo a tomar asiento a lado del griego.
—Mientras tu tuviste aquel incidente, convencí a Egipto e Israel de mostrarnos las fotografías que sacaron durante su travesía!. —habló emocionado Grecia recibiendo una mirada incrédula y severamente molesta del turco.
—Ja ja ja estas bromeando ¿verdad?.—bufo incrédulo Turquía mandando una mirada fulminante al griego.
—No es broma, observa.—señalo el griego el álbum de fotos que Egipto había traído hace menos de un minuto.
Ahí estaban las dichosas fotografías, en todas ellas Israel se veía feliz con Egipto, se veía radiante y lleno de vida. No podía creer que una persona podía llegar a ser tan feliz con otra persona que no fuera él, se sentía decepcionado de si mismo por haber deseado en sus adentros la disolución de aquel matrimonio que hacia tan feliz al hebreo. Tantas guerras, tanto sufrimiento que alguna vez abordaron y destruyeron por un instante a Israel se borraban con aquellas fotografías el dolor y el sufrimiento. No había tristeza más solo felicidad en su sonrisa.
Una vez más su corazón volvió a romperse viendo casi lejano la posibilidad de ser feliz con Israel, tenia que conformarse con Grecia quien hacia méritos para revivir el amor que alguna vez los llego a unir.
—Felicidades!.—felicitó con una sonrisa rota, evitando a toda costa sonar triste o decepcionado.
Ambos esposos agradecieron, era momento de olvidarse de él y dar vuelta a la página, escribir nuevamente su historia con Grecia, empezar de cero para volver a lo que eran antes. Una hermosa pareja feliz como lo eran Israel y Egipto.
El vino calma las tensiones, ambas parejas empiezan a desenvolverse como personas obviando las rivalidades y demás, la charla abunda entre ellos al igual que las risas.
Muy cerca de ellos, oculto en una esquina donde no llega la luz observa atento aquel que alguna vez hostigo al hebreo, observaba atento la situación sin poder creer que su aliado tuviese una paciencia extrema para soportar, compartir el aire y el espacio con Egipto, se sentía decepcionado pero sabia que no podía esperar más de alguien tan débil como lo era Turquía.
Camino silencioso como si fuese un alma y se adentro en la habitación que compartían los esposos, observando todo en a su alrededor, observando aquella fotografía en donde ambos personajes daban a conocer su matrimonio, una sensación de repulsión recorrió su ser, le parecía aberrante aquella fotografía pero le daba una idea en particular para conseguir una voluble pero fuerte aliada y con ella un gran aliado casi estratégico. Pronto acabaría con aquella aberración que sus sacros ojos observaban con repulsión.
—astamtae baynama yumkinuk aldaan (Disfruta mientras puedas corderito).—murmuro para si mismo bajo la penumbra de la luz de la luna que entraba por la ventana sosteniendo aquel pequeño portafoto con la fotografía de ambos esposo.
Sus dedos daban ligeras vueltas sobre el vidrio que cubría la fotografía, acariciando en específico el lugar donde yacía Israel sonriendo, sus rojizos dedos deseaban tocar aquella piel con oscuras intenciones, saborear el pecado de sus labios al mismo instante en quebrantar su alma hasta el punto de dejarlo muerto en vida. Darle el lugar que merece...
—Shh...descuida...me encargare de que lo tuyo acabe pronto.—volvió a murmurar dejando aquel portafotos en su sitio y escapando del lugar.
La amenaza se veía y percibía tan cercana que ninguno de los dos la veía venir...
No estaban preparados para la tempestad que los aguardaba desde el instante en que unieron sus vidas a escondidas de sus gobernantes.
Las llamas del infierno personal apenas brillan y emiten un calor calcinante. El infierno apenas se gesta.
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