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Conozcamos el Mundo mi Amor.
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NUEVA ZELANDA y POLINESIA FRANCESA

(Mes de Noviembre).

Una semana sin comparación alguna, descansando cómodamente en una habitación de hotel que pagaron y a decir verdad resultó el viaje junto con el hospedaje el más caro de todos.

Solo era cuestión de días y semanas en conclusión para que dejaran aquello que por el momento les brindaban la sensación de libertad y ser dueños de sus propias vidas, decisiones y de su propio destino, el momento de volver a la rutina los acechaba y estaba tan cercano a consumirlos pero no sin antes dejarles maravillosos recuerdos que albergaran en sus mentes durante aquellos meses en donde fueron felices como nunca antes lo habían sido.

Nueva Zelanda era un paisaje de ensueño, verdes colinas sacadas de lo inimaginable habían por doquier, rebaños enteros de bolas de algodón con patas cubrían parte de aquellas praderas, el aire era el más puro del mundo en sí, un cielo totalmente azul decoraba sus cabezas y estelas de nubes blancas también lo hacían.

Recuerdos le viene a la cabeza a alguien en particular quien sostiene en sus manos una guía de turismo con el cual distraerse y planear el día en el cual pudiesen conocer bello lugar en el cual el destino los había llevado a conocer hasta el momento.

—En que piensas mi amor?.—preguntó Egipto poniendo sus manos sobre los hombros del hebreo sacándolo de sus pensamientos.

Podrías darme un numero del uno al diez?.—sugirió Israel, mirándolo fijamente a los ojos de la forma tan única en que lo hacia.

hummmm...elijo...número seis.—respondió con una sonrisa en su rostro, abrazándolo por el cuello y dando un pequeño beso en su mejilla izquierda.

Israel tomo un marcador rojo de la pequeña mesa que tenia a un costado del sillón y escribió el número sobre la página donde existía un plan de turismo por los rincones de la tierra que conocían por primera vez.

—Planeas que Iniciemos nuestro turismo el 6 de noviembre?.—lo miro curioso, teniendo la respuesta que buscaba siendo la más obvia con la sonrisa de Israel que era de extremo a extremo.

—Preparemos lo necesario desde este instante.—sugirió el hebreo, cerrando aquella revista y dejándola sobre la mesita que tenia a un costado.

—Cambiare el royo de la cámara para capturar lo que veremos dentro de dos días, me siento tan emocionado.—mencionó alegre Egipto retomando una postura erguida y encaminándose al cajón donde se encontraba su cámara.

—Yo también estoy súper emocionado Egipto!.—dijo del mismo modo Israel.

El día esperado había llegado y la emoción junto con la adrenalina recorriendo sus cuerpos apenas se hacían notar...

El primer sitio que conocieron fue el  Tongariro Alpine Crossing una maravilla visual a decir verdad, se sintieron intimidados frente a la gran Monte del Destino, la cual desafiaba su estado físico.  Bajo su sombra iniciaron un recorrido, una caminata durante 7 u 8 horas, atravesaron zonas desoladas, cráteres de volcanes, lagos sulfurosos, fumarolas volcánicas e incluso acabaron cruzando la ruta de  bosques de pluviselva. Iniciaron con temor la escalada a la cima, por más fatigados que pudiesen haberse sentido al instante en que estaban cerca de la cima no se doblegaron por el cansancio y llegaron a la cima, observando con asombro los paisajes que se proyectaban ante sus ojos más allá del horizonte. Una fotografía de ensueño tendrían plasmados en sus memorias más allá de la experiencia adquirida.

Algo inexplicable pero incomparable sucedió en las cuevas en Waitomo, navegando en un pequeño barco observaron donde sus tranquilas aguas reflejaban un cielo estrellado sobre sus cabezas, en las entrañas de la misma tierra que les dio el origen observaron la maravilla de la naturaleza, sobre sus cabezas aquellos puntos luminiscentes eran nada más y nada menos que glowworms cuto cuerpo al sentir hambre emitía con mayor fuerza luz de su cuerpo, se sintieron anonadados al ver aquella maravilla natural. Una fotografía que inmortalizaría dichosa maravilla sobrenatural.

Lo mas extremo que ambos habían hecho juntos fue remar durante tres días enteros en una canoa en el Whanganui Journey, un enorme río donde disfrutaron de la naturaleza apabullante y virgen que rodeaba aquel parque nacional a ambos lados del río, durante dos días descansaron en aquella canoa acurrucados y dormitaron bajo un cielo totalmente estrellado y hermosamente brillante, abrazados y obteniendo calor del cuerpo ajeno fue además del paisaje la escena más hermosa que sintieron y los prepararon para que al tercer día la adrenalina se apoderara de sus cuerpos  para sobrevivir y evitar que que la canoa se voltease en los rápidos. Una experiencia inolvidable como tantas otras ya vividas.

Contaba la historia detrás del Milford Sound que aquella cadena de montañas habían sido esculpidas por los glaciares de la Era de Hielo hace millones de años, verdes laderas rodeaban los acantilados del lugar, quietos en el camino observaron aquellas montañas de un hermoso azul cobalto precioso, el frío los rodeaba con su gélida presencia. En aquel fiordo maravillado por las infinitas cascadas que caen desde un millar de sitios hasta llegar al mar, estaban en pleno contacto con la naturaleza. Fue emocionante ver el cielo despejado y azul ponerse gris y con nubarrones que dejaron caer sobre sus presencias gotas gélidas que los hicieron estremecerse de frío al sentir su fría presencia en sus rostros. Tal vez hubiese sido mejor rezar a aquellos dioses maoris para que las lluvia los respete tal cual había mencionado el guía pero de igual manera aquel hombre dudaba que los hubiese podido escuchar. Un maravilloso lugar a decir verdad.

En la última semana de su estadía antes de poder siquiera comprar los pasajes para su ultimo destino pasaron por el parque Nacional Abel Tasman, un lugar hermoso, una playa de doradas arenas y aguas cristalinas, caminos costeros repletos y/o rodeados por un verdoso bosque. En el turismo en kayak sobre las cristalinas aguas divisaron a varias focas, aquellos enormes ojos junto con su mirada tierna las hacían ver tiernas e inocentes, aquellos animalitos estaban recostados sobre rocas tomando el sol cosa que avivó una idea en Egipto. Después de la travesía y olvidándose de lo peligroso que puede ser solearse por demasía y sin protección ambos tomaron el sol siendo después de estar un buen tiempo en las cristalinas aguas chapoteando Israel el afectado. Se podía notar que el color de su pálida piel se volvía naranja, apenas podía caminar debido a la insolación sufrida nuevamente. Durante la noche en un tienda que montaron en la orilla del lugar donde habían estado toda la tarde Egipto cuidaba el cuerpo de Israel que se quejaba del dolor al momento en que le ponía una crema humectante en las zonas afectadas.
Pese a ello le dio un abrazo que entre quejidos y leves risas risueñas correspondió Israel.

—Perdoname por haberte lastimado...—suplicó Egipto en un susurro, sintiendo la tranquila respiración de Israel sobre su cuello al mismo instante en que suspiraba sobre el cuello ajeno.

—No hay nada que perdonar...es más ya ni duele...—dijo semi apenado, sonriendo y suspirando enamorado sobre el cuello de Egipto y dando uno que otro beso en aquella región.

Una noche de suspiros, besos y caricias. Una noche pasional.

(Mes de Diciembre).

Durante 14 días estaba planeada su estadía, tras una casi larga recuperación de su piel por fin salían de aquel resort. Una hermosa isla Paradisiaca donde pasarían el ultimo mes antes de volver a su hogar, un mar turquesa los rodeaba, sus playas de arenas blancas los hipnotizaban, hermosas palmeras verdes y con cocos maduros decoraban las playas. A decir verdad resultó ser algo magnífico que disfrutaron, las lluvias no duraban mucho, vaya mes que habían escogido para ir a aquella isla siendo en diciembre temporada de lluvias.

Durante aquella tarde que se dibujaba en el cielo frente al horizonte el crepúsculo descansaban ambos en unas hamacas, bebiendo tranquilamente al son del murmullo de las olas del mar sus piñas coladas. Israel tomaba el sol tranquilamente siendo por su propia voluntad obtener un color más adecuado fuera del natural de su piel. Jugaron en las turquesas aguas cristalinas del mar con alegría desbordante, sus risas se podían escuchar pese al imponente rugir del corazón del mar manifiesto en los oleajes que mandaba a la orilla. Una vez que salieron decidieron llevar su juego sobre las arenas, ambos corrían por la orilla entre risas y carcajadas. Egipto cargaba sobre su espalda a Israel quien solo reía evitando risas estruendosas que pudieran perjudicar a su pareja que le seguía la corriente y entre tanta risa un leve tropiezo haría que ambos estén tendidos en las blancas arenas riendo a carcajadas como si no hubiese pasado nada.

En pleno medio día, después de haber descansado plácidamente después de aquel "alboroto" que habían generado para si mismo miraban el horizonte y que mejor idea que sacarse una fotografía para inmortalizar sus sonrisas y diversión para el recuerdo. Ambos sonrieron y posaron siendo Egipto quien sacase la selfi para el recuerdo de ambos.

Sonrie mi amor!.—dijo alegre Egipto tomando en su mano libre la cámara dispuesto a sacar la selfi.

Israel simplemente sonrió y su sonrisa fue la mas alegre de todas aquellas que su rostro había deslumbrado. Por primera vez ambos estaban sin nada sobre el torso,mostrando sus trabajados cuerpos a la vista de todos y por primera vez Israel no sentía vergüenza de aquellas marcas en su cuerpo, aquellas cicatrices longitudinales que poseía y las marcas de quemaduras que abordaban sus dorsales, ya nada de eso importaba, solo él y Egipto importaban y no el que dirán de las personas. El último día de aquella noche  donde solo fueron ellos dos y nadie más Israel se las ingenio para hacer una linterna de papel para soltar al cielo. En la playa, sobre las mansas aguas del mar posicionó sus manos sosteniendo la linterna y le dio un ligero empuje donde se elevo majestuosamente al cielo, una pequeña luz se alzaba de la tierra al firmamento aquella noche con un simple deseo.

Cubrete cariño que puedes resfriarte...—comentó Egipto acercandose con una manta blanca a Israel.

Gracias.—respondió Israel dando un pequeño beso en las manos de Egipto.

Ambos miraban como aquel objeto subía al firmamento para intentar asemejarse a una estrella. El fin de su travesía concluía ahí, con un simple deseo.

El deseo de estar juntos para siempre.

Fin del 2016 _______________________________________
•Tongariro Alpine Crossing

•Las cuevas iluminadas por miles de glowworms en Waitomo.

•Whanganui Journey.

Milford Sound.

Parque Nacional Abel Tasman.

Polinesia Francesa.

•Isla Bora Bora.

Fotografías:.

Que les ha parecido los viajes?

¿Cual fue su lugar favorito de todos y de este viaje?.

Para mi fueron todos y de este los lugares más fascinantes para mi fueron las cuevas de Waitomo y la Isla Bora Bora.

Bye.

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