🌌💐LIV💐🌌

Travesía Por el Mundo.
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[I]

Planes:.

El ocaso cae glamuroso en el horizonte, aquellos tintes cálidos brindan comodidad y confort a su alma. Su mirada se clava en aquella escena mientras descansa sobre sus brazos, inclinado en la barandilla metálica del balcón que tiene una hermosa vista hacia el mar, suspirando entre sus recuerdos.

Egipto quien regresaba de un arduo viaje estiraba el cuello de su camisa mientras se quitaba la corbata y el turbante, sus sentidos se depositan en el inquietante silencio. Un enorme silencio casi sepulcral en su morada lo inquietan y mas aún cuando no ve o siente la presencia de Israel en el lugar. Como si sólo él existiese en el inhóspito lugar de la soledad absoluta.

Su miedo se remonta al simple "presagio" de uno de sus sueños en pleno viaje de regreso a su "nidito de amor".

❝Caminando vestido de blanco entre los pasajes de la verde pradera y del bello paisaje salvaje y lleno de vida de los Altos del Golan dubita entre sus recuerdos mientras se acurruca entre los brazos de Israel quien mira embelesado el ardiente ocaso. Siente su aroma arrasar su cuerpo corpulento mientras escucha el trinido de las abubillas y siente la brisa jugar con sus lacios cabellos rojizos. Escucha los latidos de su corazón al igual que siente su respiración tranquila, nubes blancas y esponjosas como el algodón aparecen intentando cubrir al astro incandescente que cae en el horizonte, nubes color naranja empiezan a teñirse de carmín a medida que su vista se clava en la abstracta bóveda celeste. Cae y el dolor es casi real, verídico. Mira asustado que en las cercanías hay desolación y un silencio que denota muerte, mientras su voz se queda dentro de él, las ganas de llamar a Israel hacen a su mente gritar en silencio su nombre, solo queda una cosa en el lugar, su argolla de matrimonio y el miedo lo invade hasta despertar con brusquedad, captando la atención de todos los viajeros del avión ❞.

Camina con cautela, el sonido de sus pisadas sobre el piso de cerámica blanca hacen resonancia en su cabeza tal cual lo hacen las gotas del lavamanos y el TIC TAC del reloj de la sala.

Aun cansado, aun teniendo el cuerpo agotado camina pasando de su habitación hasta llegar al balcón. Oh que maravilla de maravillas era sentir el murmullo del mar cerca de él, aquella música que lo hipnotizaba cual fuese canto de sirena y lo dejaba dormir cual niño pequeño después de jugar todo el día.

Ahí estaba él, tan tranquilo, tan atento a las tranquilas olas del mar que chocaban con las rocas que sobresalían del fondo del mismo cielo azul terrestre y acuoso. Se acerco con sigilo mostrando una hermosa sonrisa tierna, podía escucharlo suspirar incluso juraría que poseía una mirada llena de ternura celestial como si sus ojos desprendieran un brillo sin igual. Estaba tan tranquilo que se sentía su estado pasivo, tan ensimismado que aun no notaba su presencia amenazante.

Depósito sus manos en su cadera mientras que se apoyaba sobre su hombro dándole un cálido beso en la mejilla avisando su llegada, durante varios días había estado ausente, días en los que lo mantuvo en su mente día y noche, recordando la suavidad de su piel y los segmentos tan únicos del cuerpo ajeno, cada uno se extrañaba a su manera, recordando a perfección el sabor de sus besos, la forma en que sus manos realizaban caricias sin igual y sobre todo el aroma sin igual de sus cuerpos al fundirse entre besos y  caricias.

hayati...—habló en voz baja, cerrando los ojos, avisando su llegada y fundiendo sus labios en sus mejillas blanquecinas con amor.

Israel se sonrojo, cada día resultaba ser uno sin igual, cada día era especial teniendo a Egipto a su lado, aun estando él lejos lo tenia tallado en la memoria, tal y como si fuese la hermosa poesía que grabaría como epitafio en su lápida antes de convertirse en polvo de la tierra que lo vio nacer, entregado a un mundo que lo moldeo a su imagen y semejanza y al que ahora debe mucho y lo paga con su existencia primigenia y milenaria.

habibiun , laqad wasalt! (Mi amor ¡llegaste!).—pronunció con alegría mientras aferraba sus manos a las manos ajenas que se enredaban en su abdomen, abrazándolo por la cintura.

Ambos abrazados, sintiendose nuevamente cerca, más cerca de lo común, sus almas se tomaban de las manos y se perdían en el confín de sus emociones más puras que tenían grabados en el fondo de sus corazones entrelazados por una música que solo ellos podían producir, porque nadie, absolutamente nadie podía replicarla con tanta emoción sublime, con tanta solemnidad.

—Oh...mi Israel, no crees que deberíamos explorar más allá de lo que conocemos...—emitio de forma dubitativa mientras seguía apoyando en la hendidura del cuello y el hombro del hebreo, aspirando su aroma como si fuese el aire que necesita para vivir.

—A que te refieres?.—preguntó dudoso mientras entrecerraba sus ojos como si sucumbiera a la tentación de dormir, apegando su rostro al rostro ajeno que descansa sobre su hombro.

—Viajemos, descubramos el mundo más allá del deber de hacerlo, disfrutemos cada instante juntos mientras el mundo nos regala espectáculos únicos y sin igual.—retomó una postura erguida y le dio una ligera vuelta teniéndolo frente a frente, viendo sus hermosos charcos de miel en donde su imagen se reflejaba con gloria.

Sus ojos eran los más hermosos del mundo; aunque habían los dorados, los fucsias que decoraban el rostro verde de Arabia Saudita, los verdes de la hermosa Siria, los incandescentes de Irán o los turquesas de Turquía no tenían comparación alguna a los bellos ojos color miel de Israel que al mínimo contacto con los rayos del sol eran como estar en un espejismo de miel del cual no se puede escapar.

—Viajar...¿pero a donde?.—volvio a preguntar, estaba emocionado por la forma en que Egipto había mencionado su idea.

Egipto acarició su mejilla con suavidad, su mano se paseaba por aquella piel que tuvo el honor de probar, de sentirla sobre la suya, sentía que las energías volvían a él nuevamente, ya no sentía cansancio al estar a lado de su esposo, ya no sentía soledad al tenerlo frente suyo mirándolo curioso por su respuesta.

—Por los lugares más hermoso del mundo, aquellos que no conocemos y que tal vez seria mejor conocer...no como entidades de poder político...—tomo sus manos observando la argolla de matrimonio, observando su alianza que le recuerda que son esposos, son uno ante los ojos del Altísimo.— sino como nosotros mismos, como una pareja de recién casados que pronto cumplirán su primer año de estar juntos, juntos como un matrimonio feliz y lleno de vida.

Israel sonreía con ternura, emocionado por sus palabras, sintiendo su corazón volver a saltar de alegría, su cuerpo parecía eyectar mariposas multicolor en su estomago, proporcionándole con sus aleteos cosquillas inexplicables.

Mi amor... Primero celebremos nuestro aniversario ¿si?.—pidió, pronto celebrarían su primer año de casados y se sentía envadido de emociones que iban más allá de los que  entendía y pretendía entender.

Israel...mi vida...—no podía refutar ante aquella mirada que ponía el hebreo, aquella forma tierna en que su rostro pedía celebrar aquella fecha conmemorativa en su morada.—no puedo decirte que no...—se  resignó, sonriendo mientras lo abrazaba.

Hundiéndose en su pecho, aferrándose a sus brazos podría permanecer toda la vida entera, por una vez en su vida no tenia preocupación alguna, el estrés que con anterioridad deterioraba su salud parecía haber desaparecido más solo había tomado un descanso, esperando el momento exacto en que atacar...había bajado la guardia y ese....ese fue su peor error. Un error que traería algo bueno.

—Te amo...—murmuró Egipto mientras aspiraba el aroma de su cuello.

—Yo también te amo Egipto...—copiaba su acción, cerrando los ojos y sintiéndose en el mismo paraíso.

Ambos olvidando su pasado, ambos viviendo entre los muertos del mismo tiempo primigenio, aquellos muertos que no descansan en paz y que buscan respuesta, una que no sea una bagatela. Esperan una respuesta concreta y coherente, de lo contrario tomarían como premio de consuelo aquello que ellos más aman, aquello que más cuidan y protegen...

Su amor inconmensurable, su amor primigenio.

Su amor.










Suyo y de nadie más...de nadie más.

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