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°•○Una gran boda○•°
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[Parte I]

30 de Julio del 2015;Chicago, Illinois, Estados Unidos; Iglesia Luterana Ebenezer[13:45 pm].

El día más hermoso de sus vidas nacía frente a sus ojos, en una mañana tranquila de gloriosa armonía, de tranquilidad espectral y de alegría sin igual.

Con la mirada fija en el espejo del armario de su habitación da los últimos toques de arreglo a su traje negro y elegante, comprado desde una tienda comercial muy elegante del centro de la ciudad. Los invitados llegaban a la iglesia mientras él y su pareja esperan con ansias el reencuentro después de varios días de estar separados y simplemente comunicados por videollamadas. Ambos ansiaban sentir las caricias del otro, escuchar su sonrisa sin igual, sentir sus abrazos llenos de seguridad, mirar cada instante embelesado los ojos ajenos que son una hermosa ventana que da a conocer una hermosa alma celestial.

Se puso la misma colonia que uso cuando ambos habían iniciado un viaje a Venecia, se miraba por ultima vez solo en el espejo que refleja su pasado, los hechos que lo marcaron para toda la eternidad, abotonaba los botones de su saco negro y de las mangas, ponía con cuidado la corbata de moño color rojo que combina con su traje oscuro.

Los nervios carcomen su alma a cada instante en que el reloj inicia su tik tak, peina con cuidado su cabello rizado donde pondrá su kipá, algo que no debe faltar en algún acontecimiento importante de su vida. Camina lentamente hasta la pequeña mesita de noches donde coge un pequeño pedazo de papel que procede a doblar en cuatro.

Paso la noche entera escribiendo sus votos matrimoniales, aquellos pensamientos que salieron del fondo de su corazón como muestra de su amor. Cada palabra escrita en una hermosa letra en cursiva en su idioma natal, en el idioma hebreo arameo.

Pone con una sonrisa pequeña aquel papel en el bolsillo interno de su saco, abre con cuidado el primer cajón de la mesita de noche y saca una cajita pequeña color Borgoña en cuyo interior esta su alianza con Egipto. Le hecha un ultimo vistazo en su soledad, en su soltería a aquellas sortijas de oro que el escogió con mucho cuidado. Emite una pequeña risa parecido a un simple soplo del viento como si bufara.

—Éstas listo Israel?.—pregunta América quien lo ha estado observando desde hace un buen tiempo.

Dudas recorren su mente recordando el día de ayer, recordando a cada instante aquellas palabras que salieron de la boca del turco cuando lo visito en su habitación justo en la madrugada del día de hoy.

"Solo espero que hagas lo correcto al retomar algo que nunca sera lo mismo. Espero no te arrepientas."

Estaba seguro de hacerlo?¿Podria confiar y entregar ciegamente su alama a la contraria por la confianza que siente al pensar que lo que hace es correcto?.

Retomar algo que no es lo mismo, todo ha cambiado al igual que ellos y vivir cegados por sus convicciones solo hacen que el caos espere el momento preciso para emancillar su felicidad hasta dejarla hecha cenizas de las cuales nada resurgirá. Nada.

—Estoy listo.—responde queriendo estar seguro más el nerviosismo en su voz pone preocupado al americano.

—Estas seguro porque no te oigo convencido. Si no estas seguro yo te ayudare a hablar amenamemte con Egipto para cancelar la boda.—comentó acercándose dejando la puerta tras suyo semi abierta.

—No. Estoy muy seguro que lo que quiero es casarme con Egipto.—dijo convincente y seguro, era su más grande anhelo y se haría realidad siempre y cuando dejara de pensar en lo que el turco le dijo.

Let's go then!.—dijo animado, tomo su mano y jalo de ella para llegar con rapidez a la limusina que los estaban esperando desde hace 10 minutos.

••••

Da los últimos toques a su traje limpiándolo con suavidad planchando con sus manos las leves arrugas del traje que según el existían pero que no existían como tal. Toma con cuidado sus lacias y rojizas hebras en sus manos amarrando las mismas en una cola baja que lo haga ver elegante. Quería que la ceremonia se llevase al cien por cien en la religión hebrea por que en la suya, a la cual a él lo obligaron a creer, no aceptaba como tal su unión. Ciertos aspectos del pasado pasan por su mente recordando cada instante en que humilló y esclavizo al hebreo, la vez que lo dejo irse para ser libre como el halcón.

Tomo un hondo respiro antes de acomodarse la corbata de moño que estaba un poco desalineada. Era el mejor día de su vida pero aun así hay ciertos miedos que toman formas de dudas en su cabeza que hacen que este día sea bastante enigmático.

Por primera vez siendo ambos tan distintos e iguales a la vez unirían sus existencias bajo una religión totalmente diferente a la suya y a la de su futuro esposo. Habría muchas inconformidades y cuestiones por su decisión de contraer nupcias con alguien en cuyo pasado no fue mas que un simple pueblo esclavo.

Sostiene entre sus manos un pedazo de papel donde escribió sus votos matrimoniales, aunque era la primera vez que lo haría se sentía como algo que ya había hecho hace mucho tiempo, cada palabra muestra su más sentido amor por Israel. Cada párrafo demuestra que nunca pensó en  olvidarlo, era en sí, la recopilación mas grande y corta de todas las bellas palabras que le dijo durante su etapa de enamorados, novios y finalmente ahora a pocos minutos de ser más que novios  lo hacían sentír pavoroso. Nervioso.

Se pone con cuidado un poco de colonia, aquella que nunca falta en él y sale de la habitación de hotel en compañía de Grecia. El griego es su testigo en aquella unión que se llevara acabo y a la cual asistirá sintiendo remordimiento, nostalgia y culpa. Ver al turco tan cerca pero a la vez lejos hacen que sea una hermosa tortura que soportar.

Se detuvo en seco en la salida que también es la entrada del hotel pensando en varias cosas. Teniendo un presentimiento de peligro, de inseguridad.

—Sucede algo?.—preguntó intrigado ante tal acción de su buen amigo.

Egipto simplemente movió la cabeza en señal de negación sonriendo con nerviosismo; dudas que abarcaron su mente lo hicieron detenerse pensando en solo una cosa.

¿Estaba haciendo lo correcto o cometía un grave error?.

Entro a la limusina seguido de Grecia la cual partió rápidamente para llegar a  tiempo ya que él siendo uno de los novios debía estar mucho mas antes que los invitados.

•••••

[14:00 pm]

Ambas limusinas quedan aparcadas en la entrada de la iglesia, ambos salen en compañía de sus testigos observando con miedo el lugar, sintiendo un ligero cosquilleo en el estómago y una corriente eléctrica recorrer sus cuerpos. Tenían mucho nerviosismo a flor de piel que se perdió al momento en que sus miradas se cruzaron como la primera vez teniendo como simulación de la ribera del Nilo la entrada a la iglesia.

Ambos se abrazaron con fuerza, sus corazones latían a por mil sin reposo alguno, tantos días en que no sentían el calor del cuerpo ajeno hacían de la ocasión una muy especial.

Israel...—acaricio su mejilla con delicadeza sintiendo el calor del rubor generado por el nerviosismo que emana su cuerpo al igual que el suyo.

—Tengo miedo...—dijo por lo bajo, tenia dudas, dudas de que lo que estaban a punto de hacer se convierta en una horrible pesadilla.—miedo de que sea solo un sueño...

Sonrió con gentileza tomando sus blanquecinas manos, sus miradas yacen conectadas y no pretenden desconectarse.

—Es nuestro sueño Israel...y se hará realidad. —besó sus manos para luego seguido tomar con sus manos la cabeza ajena y besar su frente.

Ante aquel acto el israelí quedo más ruborizado que nunca, se le notaba más que nunca aquel color rojo violeta parecido al fucsia o a un rosa chicle decorar toda la linea invisible que existe entre sus pómulos.

La marcha nupcial suena armoniosa en el interior de la iglesia cuyas puertas abiertas de par en par dejan ver la alfombra por la cual ambos pasarían. Las diversas miradas de sus invitados los intimidan, hay felicidad en sus rostros y más en los de sus hijos. Tanto América como Grecia pasaron antes de que iniciara la marcha nupcial al ritmo de los teclados del piano eclesiástico.

Ambos toman un hondo respiro y exhalan pretendiendo borrar el nerviosismo de sus cuerpos.

Egipto tomo su mano y la entrelazo con la suya, sus miradas se cruzan una vez más y por ultima vez porque dejarían el miedo y el nerviosismo ahí afuera para dar la bienvenida a la alegría y la paz que tendrían de ahora en adelante.

Caminan con lentitud mientras suena aquella música armoniosa, reciben una ovación de pie de parte de los presentes, una boda llena de mucha gente, varias amistades cercanas a Israel abundaban en el lugar, varios pares de ojos que se clavan en su actuación hacen en él resurgir el nerviosismo.

Tiembla a medida que sus pasos se acercan hasta donde un ser mortal los uniría como esposos.

La música termina al momento en que llegan hasta donde estaría el padre, se inclinan un poco como reverencia y se enderezan sintiendo un silencio sepulcral en el lugar antes de que aquel hombre abriese la boca para hablar.

Aquel hombre leía algunos pasajes de la biblia que relataban como era el matrimonio y como este era de algún modo entre tres, ellos y Dios, ante el cual juraban amor y fidelidad el uno con el otro, se sentían conmovidos que incluso una lágrima traicionera que empezaba a cristalizar sus ojos resbalaba por sus mejillas.

El momento que habían esperado se les presentaba cual si fuera aquellas preguntas, preguntas de rutina...

—¿Han venido aquí a contraer matrimonio por su libre y plena voluntad y sin que nada ni nadie los presione?.—

—Si.

—Si.

¿Están dispuestos a ser fieles el uno a el otro en el matrimonio, durante toda su vida?.—

—Si.

—Si.

Antes de que dijera algo más Egipto lo interrumpió de forma respetuosa pues quería dar a conocer sus pensamientos con respecto a su unión.

—Padre...puedo decir unas palabras antes de que prosiga por favor. —pidió con respeto observando atento como aquel hombre que los uniría asentía en señal de afirmación con solemnidad.

Egipto miro a su derecha captando la atención de Israel que también copiaba su acción. Tomo sus manos y las  sostuvo en un tierno agarre que  no pretendía soltar las manos ajenas en ningún momento.

Israel.—mencionó con ternura mientras sacaba del bolsillo de su saco aquel papel en donde plasmo sus más grandes sentimientos ante tal ocasión.

La tomó un momento con una de sus manos libres y le dio un último vistazo ya que por más que hubiese plasmado sus sentimientos en párrafos de letra cursiva no era necesario por que aquellos pensamientos escritos estaban grabados en su cabeza.

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"Aun recuerdo la vez que nos conocimos por primera vez;
la vez en que decidimos ser libres;
La vez en que decidimos apartarnos para ser felices.

Israel, a tu lado he conocido la felicidad y las ganas de comerme a este mundo; Me enamore de tu bondad y alegría sin igual. Desde el primer día que te vi supe que eras mi destino manifiesto. Hoy, hoy ¡estoy feliz de casarme contigo! Porque se que a tu lado todo funciona mejor.

Estrella mía. Hoy prometo cuidarte hasta que no me quede aliento y llenar nuestras vidas de emoción y felicidad por que ¡te amo!."

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Yo te amo Israel...—su mirada yace glorificada por sus lágrimas eminentes, todos sus sentimientos estaban a flor de piel más que todo el amor que lo llevo hasta estas instancias.

Israel sonríe lleno de felicidad desbordante que apenas logra controlar, pero las lágrimas que salen de sus ojos ante semejante  manifestación dejan en visto su alegría.

En aquello pese a que siente un leve nudo en la garganta procede a tomar las manos de Egipto que aún las suyas permanecían en el agarre que protagonizó el egipcio las lleva a su pecho en cuyo centro se encuentra su corazón el cual late por el cada vez más.

—E_Egipto...—el tartamudeo es evidente en su voz pero aun así no dejaría que aquel pequeño inconveniente malogre su gran día.

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"Hoy, en este día tan especial recuerdo todo lo maravilloso que hiciste por mi. En este día en que estoy a punto de convertirme en tu esposo quiero decirte aquellos aspectos que me enamoraron de ti:

Tu sonrisa sin igual, la manera positiva en como concibes al mundo, tus hermosos ojos, tus fuertes abrazos que me brindan seguridad sin igual. A tu lado soy mas fuerte y aquella fortaleza que me brindas es tu amor.

Me entrego a ti Egipto en este día, para compartir mi vida contigo. Para crear recuerdos de los cuales reviviremos cada día siendo este el mejor día de mi vida."
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—Yo también te amo Egipto...—mencionó con ternura al momento en que su corazón salia disparado de su lecho y las lágrimas decoraban sus mejillas volviéndolas mas rojizas y dándole un aspecto angelical.

Todos estaban conmovidos ante semejantes palabras que demostraban amor puro entre ambos personajes que contraerían nupcias.


—Estimados presentes, estamos aquí reunidos para consagrar la unión entre dos personas que se aman más allá de la palabra; si alguien de aquí tuviera una razón por la cual estas dos almas no pudieran unirse que hable ahora o que calle para siempre.—

Un silencio sepulcral es la respuesta que ambos novios esperaban, no había objeción alguna ante su futura unión. A excepción de una persona que vino sin invitación a presenciar semejante aberración. Aquella entidad que no se había manifestado hace un buen tiempo provocando pavor al hebreo estaba presente en aquel día especial. No pensaba decir palabra alguna, ya de por si era un milagro que este ahí sin que nadie pudiese reconocerlo.

—Siendo así.—tomó con su mano las manos que permanecían aun agarradas de la pareja y prosiguió. —Ustedes prometen amarse en la salud y en la enfermedad; en la riqueza y la pobreza; en la prosperidad y la adversidad hasta que la muerte los separe?.—

Aceptamos.—respondieron al unísono.

Frente a ello aquel hombre soltó su agarre porque venia su unión, la parte de su alianza ante los ojos del señor.

Israel saco de su saco dos sortijas de oro que simbolizaban sus alianzas matrimoniales. En el agarre paso una de ellas al egipcio quien pronto aun con la sorpresa seguiría la misma acción que realizaba el hebreo.

—Yo Israel te tomo como esposo en la salud y en la enfermedad; en la prosperidad y adversidad hasta que la muerte nos separe.—puso aquella alianza en el dedo anular de la mano izquierda de Egipto.

Lo mismo realizaba Egipto, sintiendo la emoción de su corazón acelerarse sin reposo alguno.

—Ante los ojos y la gracia de nuestro señor os declaro casados, vuestras vidas son una sola de ahora en adelante.—

Ambos se miraron llenos de felicidad al mismo tiempo en que miraban sus alianzas, al fin eran mas que novios. Al fin eran esposos y sus vidas estaban unidas atravez de las alianzas y mientras aquellas sortijas permanezcan en su poder seguirían casados y seguirían siendo uno.

Los presentes se levantan emocionados al verlos compartir un beso lleno de amor y ternura. Los labios finos de Egipto rozaban los labios delgados y semi carnosos de Israel concluyendo en un beso que pronto volverían a repetir aumentando la intensidad.

Los presentes festejan su felicidad y unión; varios lanzan confeti blanco en la salida mientras ambos esposos salen en dirección a la limusina que los llevara a la recepción donde se llevara a cabo la fiesta de su unión.

Una fiesta sin igual para póstuma mente llevar a la consumación de su matrimonio. El día mas feliz de sus vidas había llegado llenando sus almas de felicidad y alegría sin igual.

Continuara...

























Maratón 1/3

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