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Una amarga Infancia.
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«③»
El ultimo mes del crudo invierno llego de manera sorpresiva, siendo ya horas de la tarde permaneció con aquel pequeño jugando, algunos juegos de mesa que fueron regalos de familiares hizo de este día un tan diferente a los rutinarios desde que llego. Por lo menos alegro un poco su día y dibujo en aquel infantil rostro emociones como la sorpresa, la alegría y los pequeños berrinches.
Una tarde agradable al son de una música clásica mientras bebían un chocolate caliente para entrar en un calor reconfortante. Aquel pequeño poco a poco retomaba aquel lugar en su corazón que desde que era tan pequeño y frágil logro crear. Tan solo el timbre era capaz de arruinar la armonía de su hogar y de destruir el ambiente tan grato que vivió hace un instante.
Tomo la perilla entre sus manos, un ligero giro y sorpresa, una visita que no esperaba. Frente suyo nada más y nada menos que Damasco, aquel extraño joven de rasgos un tanto delicados que alguna vez provocaron duda en su ser estaba ahi, temblando de frío ya que, los abrigos que llevaba puesto no eran lo suficiente como para contrarrestar el frío de ahí afuera.
—Ho_hola Mos_Moscú...pu_puedo pasar?.—tartamudeando apenas logro articular aquellas palabras, una enorme presión en su pecho seguido del temblor de su cuerpo consiguieron la respuesta positiva de su anfitrión.
Él le cedió el paso y el accedió casi d reforma veloz al interior de aquel acogedor y un tanto lujoso hogar. Era de ensueño, distinto a aquella cabaña que conoció hace ya un par de años atrás quizá, no lleva la cuenta de los años que paso sin pisar aquellas tierras heladas.
—Sientate frente a la chimenea, ponte cómodo que traeré algo para que entres en calor.—acto seguido se fue a la cocina dejando al pequeño frente a su medio hermano.
Damasco se quedo observándolo de manera fija y un tanto extrañada, aquel pequeño hacia lo propio. Una guerra de miradas se ha librado en aquella gran sala, ninguno de ellos se doblegaría ante el otro, ninguno daría su brazo a torcer ni pensarían en cerrar los párpados hasta que el contrario lo hiciese antes, sorpresivamente gano el pequeño mientras él esbozo una pequeña sonrisa enternecido por su inocencia.
Ahí el motivo por el cual su madre era feliz, tan solo un pequeño inocente cuyo padre es un terrible monstruo. ¿Como dos monstruos fueron capaces de engendrar a un pequeño angelito?.
No podía idolatrar a su madre sabiendo lo que hizo, no podría santificarla ni mucho menos idealizarla como un ejemplo para su pequeño hermano, aquellos errores que cometió y siguió cometiendo los pago caro pero quien la llevó a esas instancias vive de lo más tranquilo a costa de su dolor. ¿Acaso no había justicia para los inocentes?.
Regresando en si se deshizo de su ligero abrigo y tomo al pequeño entre sus brazos, aquel pequeño por lo curioso que era tiro de la cola de su turbante dejando al descubierto su corta melena lacia. Jugo un poco con su cabello mientras él le hacia cosquillas y repartía unos cuantos besos en su suaves mejillas. Saco una que otra risa al pequeño que reposaba en su regazo. Tan solo un leve suspiro salio de los labios rusos al ver a aquel pequeño estar más alegre que nunca en compañía del sirio.
Bebieron un par de tazas de chocolate caliente con algunas galletas para luego entablar una charla amena entre ambos adultos, compartiendo alguna que otra idea y debatiendo entre propuestas que uno aceptaba y el otro negaba así y viceversa.
Pasaron en ello algunas horas más, llego la noche y el frío se hizo sentir más aun que en la tarde, la agradable música que sonaba en la radio acabó dando lugar a otra un tanto más alegre, mientras tanto aquel pequeño caía rendido del sueño en los brazos de su joven hermano que lo hizo sentir mejor.
—Creo que ya deberíamos descansar.—opino el sirio viendo que el ruso asentía ante su comentario de manera positiva.
—Opino lo mismo, acompañame, te llevare a tu habitación.—se levanto de la comodidad de su sillón y lo guió hasta la habitación que no tardó mucho en preparar para su inesperada visita.
Ya en la puerta de la misma el sirio volvió a tomar la palabra.
—Moscú, ¿podria hoy dormir en compañía de mi hermano? De seguro que estos días fueron difíciles para él estando sólo en un lugar en el que le cuesta acostumbrarse...
Él lo pensó un instante de manera profunda, viendo que aquel pequeño llevaba despierto quien sabe desde cuando y suplicando con su mirad accedió a aquel pedido, no tenia de otra y que mas daba, con tal son familia ¿acaso podría suceder algo peor estando en compañía de su hermano?.
Ambos adultos se despidieron desde el otro lado de la puerta antes de cerrarla e irse a descansar para estar con más energía mañana.
En aquella habitación Damasco se acercó al pequeño, quien desde hace un buen momento había pedido que se le acercará.
—¿podrias arroparme como mamá lo hace? Y...y...¿podrias contarme un cuento?.—pidió de la manera más dulce y tierna que su inocencia podría brindar a los sentidos ajenos que se derritieron de tanta ternura.
—Esta bien pequeño... —susurro de manera tierna mientras procedía a arroparlo del mismo modo en que alguna vez vio a su madre hacerlo, un pequeño beso sobre su frente mientras procedió a recostarse a su lado.
Suspiro antes de proseguir y crear un cuento un tanto decente para el pequeño, esforzarse seria una tarea un tanto complicada ya que en su vida oyó cuentos para dormir, posiblemente tal vez lo hizo por es incapaz de recordar aquella era de su vida que se ve reflejada en aquel infante que descansa su pequeña cabeza sobre su pecho.
—Hace muchos años, tantos como la existencia misma relatan, hubo dos seres tan poderosos que luchaban entre sí. Tanto así era su poder que los cielos retumbaban y la tierra temblaba temerosa de su poder, aquellos dos seres eran tan...pero tan hermosos que entre si mismos se envidiaban hasta que un día uno de ellos quiso ponerle fin a esta rivalidad.—tomo una ligera pausa antes de proseguir, su cerebro maniobraba para crear una historia con la cual poder llevar al pequeño al mundo de los sueños.—Un día se dice que recorrió todo el desierto en busca de una bruja, una que fuese capaz de darle aquello de lo que los mortales hablaban. Creía que la "no envidia" era algo que se podía obtener como objeto, que se podía beber o incluso comer pero, al llegar hasta dichoso lugar se fue con las manos vacías...
Cuando volteo a ver al pequeño observo que se había quedado dormido, suspiro aliviado ya que sentía que su historia no llevaba a ningún rumbo y se había ya trabado en algo que de por si ya ni sentido poseía.
—tusbih ealaa khayr akhya...(buenas noches hermano...).—beso su frente antes de cerrar sus ojos y partir al mundo de los sueños.
A aquel fantástico mundo donde los anhelos se hacen verdad, donde todo aquello que siempre deseamos es capaz de hacerse realidad.
Al menos fue un buen día para aquel pequeño....
Uno de aquellos que seria incapaz de disfrutar a futuro y que solo quedarían en su recuerdo anhelando una nueva infancia.
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