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El precio de una Vida.
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[ⅠⅤ]
Damasco; Siria, Mayo 26/20, 14:30 pm.:
Era una semana especial para Siria, al fin después de todo había ocurrido una bendición, aun con su cuerpo totalmente lastimado y lleno de marcas y estragos ocasionados por artefactos que le ocasionaron sufrimiento hace varios años atrás y con las cicatrices de los mismos había generado vida en su ser, un niño, el primogénito de su relación con Irán había llegado al mundo poseyendo en su mayoría un aspecto similar al suyo en el tiempo de su independencia.
Era como verse en el espejo del pasado, era tan semejante a ella cuando había tomado su independencia de la tutela de Francia. Tres franjas; la primera era verde, uno esperanzador como el color de sus orbes y las estrellas de su rostro; la segunda era blanca, blanca como las nubes y la leche; la tercera era oscura, negra como lo es la noche llevando en parte de su diminuto cuerpo un símbolo, siendo específicos en la espalda estaba el símbolo representativo de Irán.
—Mi pequeño milagro.—daba un par de besos en los mofletes de su pequeño quien sonreía al verla y estiraba sus manos para alcanzarla.—Eres mi milagro y nada ni nadie podrá alejarte de mí... No lo permitiré.
Meciéndolo entre sus delgados brazos cantaba unos arrullos hermosos a su criatura, era hermoso verla de aquel modo, en aquella faceta en que nadie se la imaginaba. Siendo madre aun con sus defectos.
Cuan peligrosa y necesaria era su presencia para aquel niño, era cierto que los desvaríos habían cesado hace un buen periodo de tiempo pero en los últimos meses se habían hecho más rutinarios; pasando de meses a semanas, de semanas a días y de días a horas en específico. Ella amaba con todo su ser a su pequeño, era la estrella mas fulgurante de su oscuridad, aquella que iluminaba sus caminos alejandola de los brazos de Hezbola.
¿Cómo una madre se convierte en un peligro para su propio hijo?. La respuesta a esa interrogante estaba incriptada en sus acciones, aquellas mismas que habían sumido a un estado en el caos y lo habían obligado a mentir a medio mundo. Fue participe de algo hórrido y lo que tendría por recompensa la haría recapacitar sobre sus decisiones.
Después de todo lo ocurrido esperaba mantenerse al margen de no ser por su estropeada participación en algo que realmente no merecía la pena intentar.
Tres sutiles toques suaves llaman a la puerta de su casa, asustada porque no esperaba visita alguna se queda en silencio mientras intenta hacer dormir a su pequeño entre sus brazos.
—Siria, abre la puerta por favor. —escucho decir del otro lado de la puerta, con el pequeño entre sus brazos solo rezaba a Allah que no sea algo malo.—Siria, soy la ONU y he venido a tratar un asunto serio contigo.
El tono demandante de la organización la ponían aun más nerviosa y tensa, sumida en el miedo y el pavor de que lo que viniera a tratar con ella fuera de aquello por lo cual teme, sufría de su martirio al recordar su error. Todo lo que más quería era que no se tratara de aquello sucedido hace cuatro meses atrás.
Subió rápidamente las escaleras con el corazón acelerado y la respiración agitada, estaba nerviosa por demás decir pavorosa por la repentina e inesperada visita de la organización a su hogar, dejando con cuidado a su pequeño en la cuna y dándole un pequeño beso en su pequeña cabeza se marcha cerrando la puerta con seguro.
Quien hubiese imaginado, mejor dicho, como se hubiese imaginado ella que con su ultima acción se había despedido de su pequeño.
Abrió la puerta intentando aparentar estar tranquila observando que quien acompañaba a la ONU era nada más y nada menos que la Liga Árabe, el asunto que venian a tratar que por sus caras era muy obvia su seriedad.
—Pasen por favor.—se hizo a un lado cediendo el paso a sus visitas a su hogar.
Entre un pequeño silencio mientras sirve el té siente la tensión, el miedo hace a su ser temblar y se nota en sus manos que han servido el té sobre la mesa en vez de servirlo en la taza.
—Te sucede algo Siria?, te noto muy nerviosa.—comentaba la organización mientras bebía con elegancia el té.
—Disculpe mi torpeza...no es nada, solo...solo cosas, cosas sin relevancia.—tartamudeo un instante observando de reojo como la Liga no había tocado siquiera la taza.
La Liga permanecía en silencio, sus manos entrelazadas la una con la otra no se habían movido en absoluto, la seriedad de su rostro la aterraba y la ponía aun más nerviosa cuando miro su mirada amenazadora y fría, como si solo con observar aquellos ojos le estuviera amenazando de muerte si soltaba algo que no debía.
De hecho los planes se habían concretado con su ayuda, poniendo de anzuelo a quien más el mundo había observado el odio a Israel. Palestina era el peón de su juego de ajedrez, todos lo eran a excepción de la Liga que hacia la función de rey y el Ente de la reina. En un tablero globalizado entre recuadros de blanco y negro intercalados, un movimiento maestro bastaría para derribar a buena parte de los peones del bando contrario. Siria era uno de esos peones, lo fácil que resultaba manipularla la habían llevado a ese punto en el tablero. Pero no solo ella estaba ahí, muchos estaban involucrados siendo Egipto el rey caído del tablero contrario e Israel la reina vulnerable a la cual se debería destruir.
Todo, todo en lo absoluto con respecto a la especulación, la vaguedad de un criterio investigativo y la creencia en la firmeza de la palabra que resulta ser verdadera como falsa habían llevado a un jaque mate, todo era casi relativo como el tiempo mismo. Todo era parte de un estructurado y complejo plan, después de todo aquella mentira dicha les facilitaría hacer de las suyas con el "muerto".
Lo tenia grabado en su mente, recordaba el terror de su mirada y la sumisión al momento de desfallecer y caerse al vacío donde las mansas aguas de un enfadado océano degustaban del sacrificio llevándolo al fondo de sus entrañas oscuras. Un ápice de esperanza florecía en su moribunda mirada, lo recuerda al igual que el aroma a pólvora impregnada en sus dedos y la álgides de la brisa congelando su cuerpo. Todo era hermoso para una tragedia siniestra.
—Siria, quiero que seas honesta con nosotros y procures darnos una información para cerrar el caso.—argumento dejando la taza vacia sobre la mesa.—Te reuniste con Israel durante la cuarta semana del mes de enero?.
Siria trago en seco, su silencio denotaba culpa al igual que su mirada pero debía de armarse de valor para no dejar que la verdad saliera a la luz.
—Es cierto, me reuní con Israel en un día particular de aquella semana. Como antes había mencionado no se que paso después de nuestra reunión. —respondio segura, su cuerpo temblaba de miedo, el mismo miedo que la obligo a hacer algo que jamas pensó hacer.
El miedo era otro tipo de oscuridad, una oscuridad que había consumido a muchos de sus hermanos y hermanas.
—Me podrías decir en que lugar se citaron para charlar?.
—Fue en proximidades de la ciudadela de Damasco, en uno de sus restaurantes.
Su mentira había sido pauta para la desconfianza, la falsedad de sus palabras eran tan evidentes que las organizaciones lamentaban su actuar. Había alguien más involucrado y ese alguien era con seguridad Irán ¿o tal vez se equivocaban?.
—Los informes denotan que aquel día, en un periodo de tiempo siendo exactas por la noche no estaban en donde mencionas ¿Por que éstas mintiéndome?.
Siria estaba atrapada en sus propias mentiras y verdades, el miedo la consumía y cansada de callar y liberarse de una vez por todas se predisponía a decir la verdad hasta que, de un momento para otro la Liga empezó a hablar.
—Siria, has estado tomado tus pastillas?.
Esas palabras, aquella forma de callarla habían captado la atención de la organización, una atención que la había condenado.
—¿Qué pastillas?.
—Siria tiene un severo transtorno de personalidad, es necesario que se tome aquellas pastillas. De seguro es por la falta de las mismas que te ha mentido.
La Liga sabia a perfección que lo que había dicho era una condena para su súbdita pero debía de hacerlo, aquel sacrificio era necesario para que no le creyera nada en absoluto de lo que decía. Sus mentiras habían sido tomadas como verdades.
Siria era manipulada pero no sufría de algo semejante, sus ataques de locura siempre terminaban lastimando a alguien, en especial a personas y ejércitos revolucionarios.
El llanto de una criatura hace a los presentes inquietarse, la atención de la organización toma un nivel mucho mas elevado tomando la situación como una inapropiada para un pequeño. ¿Cómo seria capaz de dejar a un niño en cuidados de alguien impredecible como lo era la fémina? No seria negligente ni piadoso con sus acciones.
En particular todo ya estaba arreglado con la Liga, las investigaciones habían quedado estancadas en una interrogante, habían situaciones que no cuadraban con las atestiguaciones de los sospechosos de dichosa muerte, muchos sospechosos y la mayoría aparentaba ser inocentes, víctimas de una mentira y el odio vivían en un mar de desesperación. Muchos sufrían, ahora le tocaba a ella.
Varios soldados que habían escoltado a la Liga se adentraban al hogar, irrumpiendo en el mismo eran guiados por la mano de su superior para resguardar al pequeño que lloraba. Siria corría tras ellos, poniéndose en medio de la escalera y aferrándose a las barandas de la misma intentaba evitar lo inevitable.
Apartada sin mucho esfuerzo y retenida por la Liga escucho casi con temor y mucha impotencia como la puerta de su habitación era derribada, el llanto de su pequeño era aun más cercana de lo que con anterioridad había escuchado. Golpeando los brazos de la Liga observaba como los soldados cedían a la organización a su pequeño.
Lágrimas de dolor y frustración se hacían presentes recorriendo sus mejillas mientras que sus labios gritaban piedad y compasión, era algo cruel ver como una madre era separada de su pequeño, como varios hombres, irrumpiendo en su hogar "secuestraban" a la luz de sus ojos, el remedio a sus males, la cura par sus "enfermedades".
—la takhudh hdha !! min fadlik!! 'uetania aleawdat 'iilaa baladay alsaghir , fahu yahtaj hataa li !! wahi fi hajat ly! (No te lo lleves!! POR FAVOR!! DEVUELVEME A MI PEQUEÑO, NECESITA AUN DE MÍ!! ¡ME NECESITA!).—suplico entre un mar de lágrimas y gritos desgarradores, su lamento de madre era muy perceptible. Estaba presente en su mirada.
La Liga, viendo su obstinación de resignarse a perder a su pequeño tomo una acción drástica, aunque fuera algo reprochable no le quedaba de otra, no tenia algo con que tranquilizarla, ya no sabia que hacer.
Un duro golpe propinado por el mango de una pistola dejo inconsciente a la fémina tricolor quien caía en los brazos de su superior.
Era triste verla, llena de dolor y sufrimiento, con un rostro decorado hórrida y hermosamente con sus lágrimas; grabando como un último recuerdo aquel instante, la forma en que se habían llevado a su pequeño, sus llantos que eran acallados con sus arrullos. Su pequeño, aquel tierno y pequeño pedazo de cielo había sido arrebatado de sus manos dejándola en el mismo abismo del miedo.
Desmayada sobre la alfombra del suelo de su sala, tendida como si solo durmiera por el cansancio, deseando despertar y creer que todo resultó ser una pesadilla. Deseando con fervor morir del mismo modo en que lo había hecho Israel.
Víctima.
Miedo.
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