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Tiempos de Padre e Hijo.
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【ⅠⅤ】

Últimas semanas comprendidas entre Noviembre y Diciembre:.

Invierno, un clima que da la bienvenida a un mes que contempla una fiesta en especial. Las humildes casa y algunas modernas se han visto revestidas por los llamativos colores de los foquitos navideños, varios hogares han sido decorado con esa temática, la gente camina feliz en familia vistiendo gruesos abrigos, algunos guantes entre otros atuendos que suelen usarse en esta época. A diferencia de los inviernos en Turquía, estos eran un tanto más friolentos...claramente opina aquello al no saber lo que se siente estar en tierras rusas en época de invierno...

Árboles decorados con esmero y ciertos lujos, regalos bien envueltos yacen bajo el árbol y las familias se sientan frente a la chimenea a convidar y tal vez contar historias de sus vidas. Hace poco se mudaron a un poblado un poco alejado de lo que supone es la ciudad de Berlin.

Época de navidad, la recuerda tan bien como si fuese ayer, si bien en tierras griegas no las celebro debido al recelo que le tenia al griego ahora era diferente. En compañía de su padre quedo para poner la estrella en el árbol y esperar a la mañana siguiente para recibir su regalo, obviamente sabiendo que aquel mítico "Santa" solo era un invento fantástico que se le cuenta a los niños por simple capricho.

Sentado frente a la chimenea observa a su padre descansando sobre el sillón mientras acaricia a su mascota, cerrando los ojos para tal vez pensar en esta festividad. Observando atento se va perdiendo en sus recuerdos, aquellos que atesora puesto que los vivió feliz en compañía del turco sin la extraña y casi obsesiva necesidad de saber quien era su otro padre o madre.

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Diciembre, 2020.

Era una fiesta tan conocida que la oyó mediante la radio y entre la gente del pequeño pueblo aledaño a su cabaña, tomando la mano de su padre y acompañándolo hasta una pequeña tienda ambos compraron un buen árbol para adornar, algunas esferas de colores llamativos y uno que otro listón para adornar. Las luces no faltaron ni mucho menos los adornos que sirven de relleno para el árbol.

Contentó y dando leves saltos ayudaba a su padre a poner dicho árbol en una camioneta que el propietario le rento para llevarla a su hogar. Se podía oír como es que dicho auto  llevababa un muy buen tiempo en uso y que a su vez ya estaba muy viejo, regresaron a su hogar al compás de típicos villancicos americanos que cantaron en idioma turco, alegres y felices disfrutaban estar el uno con el otro. No podría olvidar la forma en que la voz de su padre solía ser armoniosa al momento de entonar musicas o sinfonías que denotan felicidad, la forma en que sus abrazos cálidos y sus delicadas caricias le transmitían aquel amor único en el mundo.

—Hijo mío...al observar las estrellas ten en cuenta que en ellas se guardan los anhelos de todos aquellos que creen en la suerte, si, puede ser algo estúpido creer en ello pero sí. —de su abrigo saco una pequeña esfera, tan pequeña que tenia el diámetro de una cachina.—crees demasiado puede hacerse verdad, no olvides que todo puede aparentar ser ordinario como esta esfera pero al mirarla de cerca vemos ciertas diferencias en su consistencia y al iluminarla...¡Kabom! Las posibilidades se tiñen de colores tan bellos que eliminan las sutilezas que hacen de la vida, vida.

Aquella esfera era un diamante en bruto, transparente que podría atribuírsele el color blanco que mediante la iluminación de la camioneta destello un haz de colores brillantes que deslumbraron al pequeño que recibía una lección a tan temprana edad y que tal vez, posiblemente el turco transmitió de una forma un tanto compleja aquello que le llevo entender gran parte de su vida.

Armaron el árbol ya dentro, llevar dicho árbol fue algo tedioso. Puso la estrella y acto seguido permanecieron un buen tiempo mirando la chimenea, sobre el regazo de su padre el mismo procedió a hablarle de un momento para otro, con tal solemnidad que logro captar su atención a costa de cualquier distracción que s ele presentase.

Gretur, la vida es semejante al fuego de la chimenea, nosotros le dimos vida mediante la tracción...constituimos su ser y lo hicimos arder y nos sustentamos de su calor, disfrutando de su sacrificio.—una breve pausa con la mirada bien clavada en las flamas, sus ojos reflejaban la misma de tal manera que resultaba hipnotizante.—al amanecer quedaran solo cenizas y pedazos de carbón que mantienen en su interior un hermoso color rojo brillante, debes saber que no vivirás para satisfacer a nadie más que a ti mismo, no dejaras que nadie se aproveche de tu generosidad ni de tu ingenuidad...llega aquel tal ansiado punto en que eres capaz de vivir más halla de los complejos de una sociedad mal agradecida.—lo abrazo de tal forma que parecía que se despedía aun estando presente y siempre lo estaría hasta el instante en que la sociedad mundial quedara destruida.—hazme la promesa de que sea lo que sea, suceda lo que suceda no dejaras que el mundo se aproveche de ti, no dejaras que impongan sus dictámenes sobre tus sueños, que abrirás las alas y volaras más allá del limite...no seras parte del montón...seras la diferencia, la esperanza de que se puede ser más de lo que uno u otra pueda decirte y designarte, tu eres el cambio...mi cambio.

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—te lo prometí...lo cumplire...—cerro los ojos al instante en que cerraba su mano y dándole un pequeño soplo soltó la misma.

Su mirada permaneció en las flamas recordando aquella lección que le dio su padre, aquella reflexión que cuando tuviera la edad suficiente recordaría como un consejo que valdría oro, de esos aquellos que marcan un antes y un después en la vida de cualquiera que las recibiese.

—Bien hijo, es hora de descansar, mañana sera otro día y es momento de despedirse de este.—enderezandose tomo al pequeño entre sus brazos recostándolo sobre su hombro, llevándolo casi como si de un costal de papas se tratase.

El pequeño con obviedad pataleaba, le resultaba divertido y más aun con las risas pequeñas que saco de su progenitor. Lo deposito con cuidado sobre su cama y lo arropó de tal manera en que solía hacerlo Turquía. Beso su frente y desde el marco de la puerta se despidió con un «Buenas noches hijo mío, descansa».

Cerros sus ojos después de que oyese como la puerta de su habitación se cerraba y la luz del pasillo se apagara, ante la tenue entrada de la luz se acurrucó más en una posición fetal para conseguir más calor, su pequeña mascota se recostó justo frente a su rostro, aquellos hermosos ojos celestes conectaron con los suyos y fue lo ultimo que vio en el día antes de ir al mundo de los sueños.

Abrazando una de sus almohadas intentando recordar los instantes de su vida que paso dormitando con su padre logra conciliar el sueño, esperando un día de estos reencontrarse con aquel a quien tanto extraña y al que tantas preguntas tiene ganas de hacerle con respecto a Grecia.

Un día emocionante dominando por los recuerdos que marcan muchas vidas, recuerdos inmortales...tan solo simples recuerdos que muestran nostalgia y que rara vez llegan a transmitir un mensaje que en ese entonces no somos capaces de descifrar...

Vaya dia...

Todo su mundo se vería influenciado con una nueva imagen, alguien a quien después de todo no se arrepentiría de llamar padre...

Su vida daría un giro inesperadamente agradable.




Soñar no cuesta nada...¿verdad?

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