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El desconocido, una puerta a la verdad.
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【ⅠⅩ】
Mes de Mayo, 21:02pm.
Tendidos sobre el pasto permanecieron con la mirada fija en el cielo, la iluminaria del patio fue apagada para ver las estrellas pese a la clara contaminación luminaria que presenta el cielo que les imposibilita verlas. Cada uno traza una que otra linea imaginaria que da forma a algo que solo ellos saben de que trata.
Remembranzas de un pasado que parece no querer quedarse ahí, revivió el momento en que él y el turco hicieron lo mismo pero en un pequeño parque del lugar por donde vivía ese entonces. Cerro sus ojos y depositando sus manos sobre su pecho quiso recordar aquel instante en que entre variados comentarios se miraron de reojo y se sonrieron mientras su manos formaban ante sus ojos un símbolo de amor, tan siquiera un pequeño corazón.
Volvió en si escuchando el tarareo casi inaudible de aquel pequeño que permanece de la misma forma, con los ojos cerrados y las manos sobre su pecho, dejándose llevar por sus recuerdos, tal vez por sus sueños o anhelos mas profundos, guiándose por una emoción agradable para conseguir aquel clímax entre lo real y lo surrealista.
Fue en aquel momento exacto en que un leve murmullo llamo al pequeño hasta aquel sitio encontrándose cara a cara con su amigo imaginario. Vestía de aquella misma forma en que lo conoció solo que esta vez aquel extraño "sombrero" que llevaba sobre su cabeza no existía. Tenia una larga cabellera sedosa a simple vista, observo el paisaje a su alrededor, semejante a los escenarios más fantásticos que él solía contarle, algunas hebras sueltas cubren de manera espectacular su rostro cuya piel es roja y posee rasgos idénticos al de su padre. Permanecía sereno y mostraba una amable sonrisa en los labios, extendió su mano esperando la suya que con total confianza deposito siendo guiado por parajes que formulo su mente aquellas veces, presencio todo aquello que el le contó más de manera distorsionada y precariamente iluminada se oían gritos demandantes y alaridos desgarradores, quiso ir pero él se lo negó. Lo tomo de los hombros y lo miro de manera fría y preocupada, subió su mirada y la devolvió a la suya y fue empujado antes de que pudiera preguntarle el porque de su actuar extraño.
Exaltado despertó de su pequeño viaje, permaneciendo con la duda se levanto de su sitio y emprendiendo una acelerada marcha empezó a exigir la presencia inmaterial de la entidad que suponía era su amigo.
—¡Ottoman, Otto, dime que fue eso, porque no me dejaste ir!¡Otto!.—exigia a gritos que preocuparon a su tutor legal y progenitor.
¿Quien era ese tal "Ottoman"? Se preguntaba a si mismo un tanto preocupado, paso por su cabeza que podría tratarse de su amigo imaginario pero ¿que le hizo para dejarlo así tan extrañado? No hallaba respuesta coherente más se limito a intentar calmarlo.
—Gretur ¿que te sucede? ¿Por que estas en ese estado?.—preocupado porque las exigencias y gritos se hacen más prolongados y persistentes pretende a través de sus básicas preguntas llegar al origen de este problema.
El pequeño se limita a mirarlo un instante y luego sigue exigiendo que aquella presencia sea capaz de volver a manifestarse. Grecia ya esta más preocupado que hace un momento por lo cual decide ponerse aun más firme y más exigente con el pequeño para llegar así al origen de este severo problema.
—¡Que te sucede hijo, porque actúas de este modo!.—una de las palabras de su comentario perturbó al pequeño quien ceso sus gritos centrándose más en el porque de llamarlo " hijo" si no son nada.
—¿Porque me dijiste hijo? ¡Quien te dio el derecho de llamarme así!.—reprocho enfadado a su tutor que según el había pasado aquel limite de creerse que es su padre cuando solo tiene uno y se llama Turquía.
—Es una forma de decir, se que no eres mi hijo pero te considero como uno, por favor dime que fue eso.—mas calmado y con aquellas ganas de decirle que es su padre prefirió seguir mintiendole, las señales del tiempo no eran muy claras por lo que no consideraba este un momento apropiado para soltar semejante bomba.
—¡No es de tu incumbencia!.—le respondió cortante intentando recobrar lo que anteriormente estaba haciendo.
—¡Todo lo que tiene que ver contigo lo es!.—queria decirle que lo quería del mismo modo que el turco, inclusive más, que era su padre, aquella parte que el turco le negó conocer, tantas cosas retenidas en aquellas palabras que suenan completas y a la vez yacen incompletas.
Resignado y sabiendo que aquel tipo no dejaría de interrogarlo prefirió decirle de una buena vez lo que le sucedía, aunque lo tome como algo sin importancia le importaba un comino. Era mejor que lo viera como un rarito y así decidiría regresar lo con su padre.
—Es Otto, siente que me oculta algo importante, me empujo al vacío justo cuando pretendía entrar a un lugar muy curioso.—sabia que sus palabras sonaban raras al ver los gestos de extrañeza que su tutor gestuaba.
—Quien es Otto?.
—Es mi amigo imaginario, vivió en Anatolia según recuerdo, tiene un par de hermosos ojos verde turquesa que se asemejan a los de mi padre.
Detalles en sus palabras dejaron atónito y asustado al griego, si alguien tuviese los rasgos del turco es porque el mismo origino a Turquía, vaya que se le erizo la piel al pensar que Otomano penaba por la tierra e hizo contacto con su pequeño. Temía por su integridad y más por la de su pequeño.
Seria capaz de matarlo mientras dormía como compensación por todo el daño que le hizo a su hijo? ¿Podria tratarse de el o alguien que se asemeje al turco debido a la tan existente variedad de estados y países? ¿Podria ser alguien del pasado como Romano? ¡¿Aquemenida?!
Lo ultimo sonó absurdo ya que según recuerda a penas el tenia los ojos dorados y no así verdes turquesa. Se inclino por lo que le resultaba más obvio y coherente, tenia la certeza de que podría tratarse del difunto Imperio Otomano.
Se preguntaba si también esto sucedía con otros countrys que tuvieran descendencia.
—Vayamos a descansar, la noche planea ser larga y eterna...—suspiro mientras a ligeros y bien camuflados empujones dirigía a la presencia infantil a su hogar.
Apenas era el comienzo de lo planeado, una pauta que daría rienda a una relación de padre e hijo que él le privó de gozar y que el destino se convencería de no fortalecer a la larga.
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