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Revelaciones, días grises de un dulce sabor amargo.
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Pasan algunas semanas desde el día en que ambos pequeños cumplieron cinco años, días que se convirtieron en semanas y semanas que sumadas dieron un mes totalmente nuevo, a inicios de un nuevo año, después de celebraciones como la navidad y la bienvenida al año nuevo una gran noticia se dio a conocer que pondría de cabeza el mundo de una persona en especial.
Enero, en un día particular como lo es un Viernes, padre e hijo se hallaban retornando a su hacienda, entre risas y tomados de las manos en aquel hogar se adentraron, más no pensaron que el día que pasaron juntos seria el último.
En la sala de aquel hogar, Texas se sorprendió al ver que descansaba en el sofá un casi totalmente renovado Egipto, con una enorme sonrisa en la cara se acerco rápidamente al pequeño y lo tomo entre sus brazos, así sin decir nada lo abrazo hasta el instante en que habló y asusto a aquel pequeño.
—Mi querido hijo, mirate como has crecido...—lo abrazo fuertemente, viendo la confusión en la mirada infantil.—So...soy tu padre Egipel!.
Aquella declaración asusto mucho al pequeño, aquella muestra de afecto repentina confundió a quien ahora permanece asustado y aferrado a una de las piernas del texano.
—Alejate, lo estas asustando.—reprocho al egipcio, retrocediendo con el pequeño tras suyo.
Del otro lado de la sala aparece la ONU, quien se acerca a Egipto para retenerlo y evitar que empeorase las cosas para aquel pequeño que aun permanece desconcertado y asustado.
—Calmate Egipto, ya pronto tendrás tiempo para entenderte con tu hijo.—comento sereno, tranquilizando un poco al egipcio.
—Como que pronto!? Estas loco si crees que dejare que "este sujeto" se acerque a MI HIJO!.—alterado arremete con sus palabras contra el egipcio quien parece querer propinarle una golpiza para educarlo.
—Tranquilizate Texas, sabias que este día tarde o temprano llegaría, no hagas las cosas difíciles y entreganos al pequeño. —directo y conciso sus palabras pusieron helado a quien las recibía.
Texas quedó anonadado, no sabia a lo que se refería más que todo negaba aquella posibilidad a toda costa y evitaba creer en la misma. Pensaba que lo que tenia en frente era un mal chiste, siquiera un simulacro creado por sus hermanos para ver su reacción ante un acontecimiento semejante al que vive ahora.
—But what the hell are you talking about !?.—Estaba asustado que su histeria era clara muestra de ello.
—Texas, él es su padre y reclamó la tenencia legal de su pequeño, please don't make things difficult and give us the little one.—solicito amable la organización ante lo que posiblemente seria una total negativa.
—Estas demente ONU si crees que te lo voy a dar así sin más, no es un objeto que puedas reclamar así por así, es mi hijo, MIO, yo cuide de él, lo crié y ahora me pides que te lo entregue como si fuese ¡¿un pedazo de tierra o un objeto!?.—estaba indignado y con justa razón, sus manos estaban hechos un par de puños que temblaban por la impotencia de solo pensar en que no podía evitar que se lo quitarán.
Querían quitarle el fruto de sus esfuerzos y esmeros, quitarle parte de su vida, el tiempo que empleo en cuidarlo y protegerlo, en quererlo y mimarlo y sobre todo amado. Se atrevían a reclamar algo que no es suyo pero que en parte lo es, le indignaba que pensaran que se trataba de un simple objeto porque de esa forma se referían al pequeño, que pensaran que de un momento para otro tenían el derecho de reclamarlo como un pedazo de tierra proveniente de un testamento.
—Atrevete a quitármelo y veras lo que te sucede, come on.—insistía, provocando con su acción la respuesta violenta del egipcio.
Ese era su objetivo, dejarlo mal ante la mirada de su pequeño que aterrado corrió hasta su habitación y se encerró en la misma.
Una pelea, un choque de palabras e insultos que terminan en golpes, destruyendo todo a su paso, dejando muebles volcados y algunos utensilios tirados en el suelo o hechos pedazos. Que más daba darse uno que otro golpe, chocaron puños contra los rostros ajenos, se tumbaron entre ellos para propinar más golpes dejando a uno más herido que el otro, dejando ojos morados, labios partidos y alguno que otro morete en sus mejillas. En sus bocas el sabor metálico de la sangre producto de sus heridas en los labios y en el interior de las mismas, la organización no fue respetada, su autoridad se vio por los suelos cuando ninguno de ellos fue capaz de obedecer sus ordenes, pronto les daría una sanción por su deplorable y bestial actuar.
Tras una ardua lucha en la que la ONU intento convencer al pequeño de salir de su habitación escucha pasos acercarse hacia su dirección, Egipto, con los pasos decididos de una patada derriba aquella puerta, observando algunas lágrimas en el rostro de su hijo quien asustado grita y pide ayuda a su supuesto padre. El pequeño estaba aterrado que sus pequeñas manos tapaban sus oídos mientras lloraba a causa del miedo, al ver a su verdadero padre entrar de aquella manera a su habitación no hizo más que empeorar las cosas. Aquel pequeño golpeo su cuerpo con sus pequeñas manos hechos puños, pataleaba para intentar escapar de sus brazos mientras sus gritos de ayuda se escuchaban como un desgarrador alarido acompañado de un mar lágrimas.
La pelea termino con el egipcio vencedor, acabo con el texano dejándolo semi inconsciente sobre el suelo de su desastrosa sala que sufrió a causa de su pelea.
La ONU realiza una llamada rápida mientras va saliendo de aquel hogar, hace un instante, a pesar de ver algo borroso, vio a la organización reprochar al egipcio quien entre sus brazos secuestraba a su pequeño, los gritos de ayuda de su hijo eran alarmantes, lo hacían sentir impotente al no poder hacer nada para evitar que su pequeño sea arrancado de sus brazos, sea alejado de su presencia. En la sala vacía, el pequeño perrito que le regalo hace algunos días a su pequeño yace ladrando repetidas veces en la puerta, acercándose de vez en cuando para lamerlo.
Apenas logra ponerse de pie, apenas soporta el dolor de su abdomen y el de su rostro, los músculos lastimados palpitan por el dolor haciéndole sentir peor, mucho peor de lo que realmente se siente. No fue capaz de cumplir la promesa que se hizo a si mismo ni a su pequeño, no fue capaz de evitar que su hijo de cariño fuese arrancado de sus brazos, que se lo llevasen en contra de su voluntad, que lo secuestraran en su propia cara y se marcharan sin siquiera solicitar ayuda para él.
—My son...i'm sorry my little star...—rompe en llanto, lamentándose no haber podido evitar que lo inevitable sucediese.
Que más daba derrumbarse en el umbral de su puerta, que más daba desgarrar su garganta con sus lamentos y sus gritos de impotencia, elevando su voz al cielo mal diciendo su suerte, mal diciendo a quien fue capaz de arrebatarle lo que más quería en este mundo. Que más daba quedarse ahí, derramando un mar de lágrimas sobre su ropa, dejando sus ojos rojos e hinchados de tanto lamento, que mas daba vivir sino había por quien hacerlo.
Si no había nadie quien lo esperara en casa, que fuese capaz de regalarle una sonrisa cada vez que estaban juntos; Que sentido tenia la vida sin aquel pequeño en la suya, que sentido había seguir adelante sin nadie que lo acompañase, que los recuerdos martiricen su alma tal cual castigaron la egipcia por sus errores, que su cuerpo sufra los golpes de la vida, que ella pega más duro que aquel hombre que reclamo algo que naturalmente es suyo pero que dejo de ser lo...que sentido tiene seguir lamentándose cuando el daño ya esta hecho, cuando ya todo ha sucedido y no fue capaz de evitarlo.
Parte de su vida se fue con aquel pequeño, sentado ahí, con la mirada perdida en el horizonte permanecería hasta que alguien llegase para socorrerlo de la depresión que lo consumía y que seria capaz de hacerle cometer alguna locura.
Sin duda alguna fue un día en que comenzó feliz y término en una triste tragedia. Un día gris que recordaria por siempre y que aquel pequeño jamas olvidaría...jamas...
Porque aquella simple acción bastaría para quien aun es pequeño guardara un rencor a su "captor", a ese quien se hace llamar su padre.
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