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Revelaciones, días grises de un dulce sabor amargo.
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En otra parte del mundo, justo en un día especial en que la otra parte de esta vida celebra sus años de existencia ella lo haría de la misma manera. Que bella llego a ser aun siendo tan pequeña, tierna y tímida fue la personalidad que genero en el transcurso de los años en los cuales empezó a razonar y diferenciar entre el bien y el mal.

En su primigenia memoria guardo las escenas que vivió hace bastante poco, deseaba que su bien amigo estuviera presente aunque su tutor y su padre pensaran que tan solo aquel amigo vivía en su imaginación.

Que poseía brillantes orbes turquesa y una piel extremadamente blanca desconcertaron a sus protectores, que siempre vistiera de manera discreta, ya sea con atuendos oscuros como disfraces de tiempos antiguos dieron a conocer que su imaginación era muy interesante, pensaron que a quien describía no era más que solo un producto de su imaginación, un amigo imaginario era común en aquella edad.

Hoy, su padre conjuntamente con sus hermanos egipcios y Brasil la  agasajaban, un pequeña pero cálida celebración entre la familia de sangre. Todos sus hermanos la mimaban, sintiéndose alegres al verla con los colores de su padre, se parecía tanto a él que los aspectos hebreos no llegaban a ser importantes. Se deslumbraron por la mezcla entre los genes de dos naciones completamente diferentes, crearon una pequeña entidad con identidad propia porque no nació totalmente blanca. Nació con una identidad mezclada, desarrollo su propia identidad sin dejar que se la impusieran cuando creciera como lo hicieron con ellos, un aspecto que los dejo a más de uno estupefacto.

En en idioma árabe le cantaron el feliz cumpleaños, aquella pequeña supo desde que empezó a razonar que quien posee tres franjas de color rojo, blanco y negro con una águila dorad en medio es su padre, el poderoso Egipto y que su otro padre era Israel. Supo que quien la cuida no es su padre, Brasil se lo aclaro antes de que ella pudiese confundirse con él.

Pero, decir aquella verdad dejaba una gran duda ¿Si quien le mostraron era su otro padre, porque no estaba con ella? Por más que ambos quisiesen decirle la verdad, decirle que había desaparecido después de habérselo dado por muerto era demasiado, era muy seguro que aquella pequeña pensaría que él nunca la quiso cuando aquello es erróneo. Simplemente le dijeron que estaba muy ocupado pero que le mandaba un gran saludo y la felicitaba.

Un vídeo le mostraron en donde su otro padre la felicitaba y se excusaba por no haber asistido, más quien habla no es nada más ni nada menos que su hermano que suple a su padre por designios de su gobierno y del gobierno mundial.

—Mi pequeña flor del desierto ¿en que piensas?.—le preguntó, tomándola entre sus brazos la pequeña se acurrucó en su pecho.

—Por que mami tiene tanto trabajo?.—Su mirada estaba perdida en la de sus progenitor, transmitiendo su pena al mencionado.

—Mami tiene que trabajar, su jefe lo obliga tan solo debe cumplir, pero pronto él estará con nosotros, te prometo...—con su mano derecha tomó una de las manos de su pequeña.—que en tu próximo cumpleaños él ha de venir.

—Me lo prometes...

—Te lo prometo mi pequeño lucero del alba...

El la abrazo y la dejó en el suelo, vio como nuevamente la alegría se presentaba en ella mientras corría hasta sus hermanos que la llenaron de regalos costosos.

Se quedo pensativo mientras la observaba, viendo como es que parte de su felicidad la iba recobrando, que retomaba el tiempo perdido. Melancólico lamentaba que el israelí se hubiese perdido la primera infancia de sus pequeños al igual que él lo hizo, hechos importantes que jamas podrá volver a vivirlos porque no puede regresar en el tiempo.

Que no daría por volver a verlos dar sus primeros pasos, escuchar sus primeras palabras, verlos sonreír tan solo con las encías, darles su primer baño, verlos crecer conforme pasa el tiempo...pasar un tiempo de calidad con ellos, cumplir su rol de padre a lado de quien más ama en este mundo y que aun cree que es su destinado.

Aquel que el destino preparo para pertenecer a su vida, aquel que la vida le dio la oportunidad de conocer y de volverlo a encontrar después de tantos milenios. Lamentaba haber errado, haberse sentido confundido cuando estaba más que seguro que su corazón le pertenecía al israelí, lamentaba haberle dicho aquellas atrocidades que en verdad sintio muy dentro de su corazón, tan solo quería vivir su mayor sueño, hacerlo realidad, ser feliz con Israel... El amor de su vida, el único al que fue capaz de entregarse y quien se entrego a el en cuerpo y alma.

—Si tan solo vieras como es que han crecido...de seguro te sorprenderías...—comento nostálgico, imaginándose que a su lado él podría estar escuchándolo.—no dudo de lo que feliz que estarías ahora...lo que daría para volver siquiera a ver tu sonrisa una vez más...

Que la maldad de quien hizo esto ha de pagarla con creces, que quienes son participes de este crimen jamás hallen la paz, que el mundo sepa de sus identidades para juzgarlos con severidad... Que sean castigados por su crimen, que paguen por ello, tan solo eso es lo que pedía muy en el fondo de su corazón, encontrarlos para hacer justicia con sus propias manos, matarlos por haberle puesto siquiera un dedo al amor de su vida, torturarlos del mismo modo en que lo hicieron con él... Acabar con ellos para que nunca jamás volviesen a hacer daño a cualquiera de la sociedad mundial.

Para la pequeña, el mejor regalo seria volver una vez más ver a su madre, saber que él la quiere como ella lo hace, verlo nuevamente después de tantos años, en vez que solo verlo en una pantalla verlo delante suyo, abrazarlo y decirle lo mucho que lo quería. Su mejor regalo para este cumpleaños número cinco era tener una hermanito y tener devuelta y a su lado a su madre.

Aquello lo pidió como un deseo, al soplar las velas aquel deseo tendría que ser respondido por quien los recibe, más tan solo por el momento disfrutaba de su pequeña fiesta.

[Cinco horas mas tarde, 18:15pm]

En el patio del hogar del brasileño ella se halla jugando con algunos de sus obsequios, Brasil deja de vigilarla para atender una llamada mientras ocurre esto alguien llega a visitarla.

Hola pequeña... —murmura la entidad que permanece oculta tras la corteza de un frondoso árbol.

La pequeña sonríe alegre de volver a verlos, después de todo era uno de sus mejores amigos.

—Alguien más esta contigo?.—siguio susurrando, una pequeña interrogación que la pequeña respondió con una negación.

La entidad salio de la sombra del árbol, con las manos detrás de su espalda se encamino hacia ella. Por la mente de aquel enfermo circulan varias cosas pero hoy, su acción como en las anteriores no seria malévola, tan solo quería pasar un tiempo de cálidas con aquella criatura ingenua que le recuerda aquello que perdió.

—Se de muy buena fuente que hoy es tu cumpleaños ¿verdad?.—el tono divertido de sus palabras provoca una sonrisa en su infantil acompañante que sonríe dándole una respuesta positiva.— Y mira...—de detrás de su espalda saco un pequeño regalo que movió de un lado para otro frente a la mirada de la infante.—Este pequeño presente es para ti, espero te guste pequeña Egisra~.—canturreo.

La pequeña tomo entre sus manos aquel presente con deseo, abriendo con prisa la envoltura percatándose de que era una especia de muñeco hecho de trapo o algo parecido, similar a los osos de felpa solo que en vez de pelaje solo era tela pero de terciopelo. La pequeña abrazo aquel muñeco, entre sus brazos aquel objeto era el motivo de su gran felicidad.

Que llegue a ser poco menos agraciado que sus anteriores regalos no era motivo aparente para despreciarlo ni mucho menos rechazarlo, lo quería más que aquellos costoso regalos con los cuales jugaba. Aquella entidad de brillantes orbes turquesa saco una cámara fotográfica de su pequeño bolso y empezó a fijarla en la mira del lente.

Sonrie mi pequeña Egisra!.—solicito con cariño a la infante quien acato su solicitud con timidez.

El brillo del flash la inmortalizo en una fotografía instantánea, que tierna y tímida se hallaba, sin duda alguna esa criatura podría parecerse a su estúpido padre pero también poseía rasgos de su otro padre que le encantaban. Se acerco y le dio un pequeño beso en la frente y acto seguido acaricio su rostro un breve instante antes de marcharse del lugar no sin antes dejar otra copia de aquella instantánea en aquel lugar.

Brasil se acerco a ella, puesto que verla con aquel extraño regalo entre sus manos le llamo baste mucho la atención.

—Y eso?.—cuestiono divertido a la pequeña que abrazaba aquel pequeño peluche.

—Me lo dio mi amigo, ¿te gusta?.—lo extendió frente a la mirada de su tutor quien empezaba a asustarse ante aquella declaración.

Un tanto extrañado su mirada se clavo en un pequeño papel que brillaba en el verde césped recién podado. Una fotografía de la pequeña que lo dejo helado, más que todo asustado porque significaba que alguien más estuvo con ella.

—Quien te saco esta fotografía?. —cuestiono preocupado, era muy obvio aquel sentimiento puesto que esto empezaba a tornarse turbio.

—Mi amigo, vino de aquel árbol. —señalo aquel árbol frondoso en donde con anterioridad estaba la entidad.—me dio este juguete.—abrazo aquel muñeco con todas sus fuerzas.—y me saco una fotografía y se marchó.

Brasil quedo helado, al parecer aquella pequeña no tenia un amigo imaginario más era totalmente real, eso era aterrador y turbio.

—Vamos cariño, esta oscureciendo. —tomo a la pequeña entre sus brazos y se adentro a su hogar con el temor rondando por su cabeza.

Sin duda alguna era un caso preocupante lidiar con alguien que fue capaz de burlar la seguridad de su hogar y de adentrarse al mismo sin ser visto por las múltiples cámaras.

Tan solo una fotografía que le ponía los pelos de punta, una fotografía inocente.

Egisra.

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