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El despertar de la Paternidad.
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Un nuevo año comienza, tal vez siendo el mejor de todos lo que vendrán adelante.

No pudo siquiera volver a pensar en la sola idea de mudarse para que el egipcio jamás volviese a incomodarlo, de hecho no seria necesario ya que su padre se encargo de ello.

Tan solo basto llamarlo y contarle lo sucedido para que pusiera una orden de restricción y alejamiento al egipcio mientras las investigaciones caían en un punto casi muerto. No hubo grandes avances significativos, todo daba a conocer que había muerto y la obstinación de Egipto hacia que la investigación siga vigente teniendo ya como resultado aquello que el egipcio niega a toda costa.

Tenia en su pecho a su pequeño en una mochila ergonómica, caminando y dando un paseo por los parajes que componen su hacienda. Ver más halla de los limites que tiene la misma, cabalgar en caballo por los límites mientras se posan un instante bajo la copa de un imponente árbol verde. Sus hombros empezaban a dolerle debido al peso que cargan delante, aquel pequeño por lo goloso que resultaba había aumentado de peso en tan escaso tiempo. Era tan tierno y rellenito que con tan solo ver su enorme sonrisa entre sus regordetas mejillas lo derretían por demasiada ternura.

Pero una preocupación circulaba por su cabeza... Tal vez aquella que había obviado por mucho tiempo. ¿Ese niño al que tanto ama podría algún día quererlo del mismo modo en que él lo hace? ¿Podria recordar todo aquello que hizo por él cuando llego a su vida? ¿En el futuro seria capaz de recordarlo desde sus inicios?.

Sosteniéndolo entre sus manos lo saca de aquella mochila y lo hace caminar, claramente aun sosteniéndolo para evitar que se caiga y se hiciera daño.

Lo veía dar paso casi decididos, su risa infantil le hizo formar una sonrisa franca en los labios mientras su mirada serena se clava en la pequeña presencia que tiene entre sus manos. Encorvado como ha pasado un par de horas mientras aquel pequeño intentaba caminar ha sentido los estragos de estar en aquella postura, enderezarse hacia que los huesos de sus columna tronaran y que la parte lumbar empezara a generar dolencias momentáneas pero molestas.

Valía la pena tener que sufrir aquello, debía que porque solo así con ayuda, aquel pequeño empezaría a guardar en su memoria los pasos que debía dar para hacerlo solo y sin ayuda. Sin que gatee sobre el suelo, sin que dure menos de cinco segundo de pie. Que pueda caminar más tiempo y cuando se le antoje hacerlo.

Cuando la dolencia matutina se presenta lo vuelve a poner en aquella mochila, siguiendo su camino por el sendero de aquel minúsculo bosque existente entre sus tierras. Es tranquilizante pasar por ahí, oír el dulce trinar de la aves en vez que los bocinazos impacientes de la hora pico en la ciudad, sentir aquel puro aire en vez que el cargado de la ciudad. Ver enormes arboles que no son opacados por la presencia gris de edificios de hasta doce pisos e incluso estadios y centros comerciales.

Viendo el reloj de su muñeca derecha se percata de que el tiempo que hacia en aquel lugar se había cumplido, corrió con el pequeño hasta su hogar, cabalgando por su puesto llego hasta el mismo. Subió las escaleras con rapidez tomando de la habitación de su pequeño el bolso en donde había alistado sus pañales, su biberón, su talco y su mantita. De la pequeña cómoda que venia con la cuna saco el chupete y lo puso con cuidado en la boca de su niño. Del llavero cercano a la puerta tomo las llaves de su auto y acto seguido se fue a su habitación donde tomo su billetera y su teléfono móvil para luego salir de su habitación y hogar, dirigiéndose con la prisa del mundo a su automóvil y ponerlo en marcha.

Su prisa se debió a que haría y llevaría a su niño a su primer control médico, aun sin saber en que año había nacido, sin saber cuantos meses o siquiera días tuvo cuando llego hasta sus manos y se le dio la tarea de cuidarlo como a su propia vida.

En la sala de espera de aquel refinado hospital privado permanecía sentado, jugaba con los dedos de sus manos mientras su "hijo" dormitaba con tranquilidad sobre su pecho. Estaba nervioso, nunca pensó en su vida tomar asistencia en un hospital privado y 'humano'. A pesar de compartir ciertos aspectos con su gente había cosas que lo hacían distinto a ellos. Tan simples como los rasgos de su piel, el tiempo de su vida, el color que adorna todo su ser ni que decir de lo complejo que es su organismo.

Aun así esperaba con total ansiedad que su turno llegara, había madres con varios pequeños, una dama entre ellas estaba en la "dulce espera", era evidente por el tamaño de su vientre que lo dejo intrigado, más ninguna de ellas le presto atención, tan solo ensimismadas en ellas mismas hicieron tiempo para que la consulta sea menos tediosa de esperar. Era muy obvia que alguna de ellas estaban apresuradas y más otras simplemente lo hacían por obligación. Sentado y en silencio saco al pequeño de su mochila, lo sentó sobre su regazo mientras esperaba.

El pequeño había despertado y ahora jugaba con los dedos de sus manos que sostenían su pequeño y vulnerable cuerpecito.

Él médico lo llamo amablemente, había llegado su turno y carraspenado un poco, siempre en silencio y casi tímido ante las miradas de las féminas se adentro al consultorio.

Un control que parecía ser de rutina, le midió la temperatura, lo peso en su balanza y seguido empezó a medirlo. Con el estetoscopio reviso los pulsos de su diminutos corazón y la forma en que respiraba. Todo andaba de maravilla con la salud de su pequeño, tenia una talla y peso exactos para su edad, no tenia problemas respiratorios ni cardiacos, no estaba siquiera enfermo o algo por el estilo. Se sentía aliviado al saber que su hijo estaba bien después de los cuidados brindados.

Con una sonrisa alegre decorando su rostro salio de aquel consultorio y del hospital, dirigiéndose a su auto para luego dar un pequeño paseo por algún lugar tranquilo y sobre todo lindo.

Tal vez un parque de diversiones o una caminata por la playa serian ideas espectaculares. Después de todo quería tener un tiempo de padre e hijo.




Continuara...

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