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¡Seamos Familia!
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[Ⅴ]
(Mes de Octubre).
❝Lo escogí a usted porque me di cuenta de que valia la pena, valía los riesgos...valía la vida.❞
-Pablo Neruda
Habían salido de paseo, ambos juntos. Tomados de las manos caminaban en un sendero rodeado de grandes arboles cuya corteza de roble oscuro y frondosa copa verde daban al ambiente un aspecto naturalmente mágico.
Desvío su mirada del sendero y justo en aquel preciso momento conecto con la de Turquía, nuevamente sintió como su corazón se empecinaba a querer escapar de su pecho para jamás volver, sus mejillas empezaban a calentarse a medida que sus ojos se negaban a apartar su concentración de los ajenos que poseían un brillo muy peculiar. De frente y permaneciendo aun tomados de la mano de forma amigable intentan deshacer la magia que se dio entre ambos, uno por no querer ser tan obvio y otro por estar atado a su pasado.
Sus dedos se entrelazan uniéndolos más aún, miradas que denotan complicidad al igual que su silencio en medio del sendero cerca del corazón de aquel pequeño bosque y de sus mismas esencias primigenias. Volver a amar, volver a empezar estando a lado de quien perjura en silencio un amor tan incondicional como real.
❝Somos de quien nos encuentra en pedazos y nos ama hasta dejarnos completos, de quien no nos cambia pero nos mejora.❞
—Israel...yo...—el nerviosismo habla por si solo en su voz y en su rostro.—yo...te amo...
Israel tenia una cara de asombro por sus palabras que era imposible no sentir miedo por la variedad de posibles respuestas negativas que le podría brindar. Turquía bajo su mirada manteniéndola fija en sus manos que sostenían las de Israel que aun callado copio su acción.
—Yo...yo no sabría que decirte...—comento nervioso cabizbajo cerrando con fuerza sus ojos, evitando hacer contacto con los ajenos.
—Israel...—levanto su mirada, inhaló y exhaló con profundidad antes de proseguir.—Yo te amo como no te lo puedes llegar a imaginar, desde el día en que llegue a tener tu amistad algo dentro de mi empezó a cambiar, algo nació...—deshizo el agarre y tomo entre sus manos el rostro bicolor que aun lo privaba de su mirar.—tu hicieste florecer aquel campo desolado de mi corazón, tu amistad curó mis heridas más profundas...y...y yo intento curar las tuyas...solo dame la oportunidad de amarte.—
Israel lo miro con detenimiento analizando su mirada que decía que sus palabras eran verdaderas, su seguridad no era mentira. Se sentía amado, se sentía la persona más bendecida al poder encontrar a alguien a quien su alma había buscando con ansiedad "equivocándose" en el camino con alguien a quien pretendió amar.
❝El amor es solo una palabra, hasta que alguien llega para darle sentido.❞
-Pablo Coelho.
—Permiteme amarte como te lo mereces Israel...—
Israel depósito sus manos en el rostro de Turquía que se exaltó por su repentino actuar, su mirada divagaba en los segmentos de su cálida, tersa y rojiza piel, se perdía en su mirada, en aquel hermoso valle turquesa que poseía en sus pupilas que brillaban cual esmeralda expuesta al sol. Ambos sosteniendo el rostro ajeno, ambos perdiéndose en los parajes de sus más puros sentimientos. Israel no olvidaría aquellas palabras...no lo haría y menos aun cuando lo vio en su habitación aquella noche frágil donde vio el instinto paternal que deseaba que existiera en Egipto.
Alejado de la realidad actual creía que el egipcio se había olvidado de él, que aquel hombre a quien había amado jamas lo había amado...al menos no del modo en que él lo amaba.
—Enseñame a amarme...enseñame a amarte.—comento en un suspiro cerrando sus ojos lentamente mientras sus labios se acercaban a colisionar con los del turco.
Turquía se quedo pasmado en su sitio, esperando con ansias la llegada de los labios hebreos a los suyos, esperando con vehemencia el dulce roce de su piel con la suya al crear algo mágico nacido de sus corazones al momento de darse una oportunidad para amarse y ser amados.
Israel entrelazaba sus dedos por encima del cuello de Turquía quien depositaba sus manos sobre la cintura de su amante. Cada uno disfrutando del momento en un instante de satisfacción y éxtasis. El murmullo de las hojas de los arboles al momento de cruzarse con el viento es una melodía que se convierte en música al escuchar el trinar de algunas aves y el palpitar de sus corazones que intentaban hacer encajar algunos pedazos suyos en los huecos ajenos sin tener la oportunidad siquiera de quitar los pedazos que alguna vez complementaron de excelente manera un corazón que amó demasiado.
—Eres mi sueño hecho realidad Israel...eres mi realidad..—murmuro cerca al oído hebreo quien se hundía en su pecho, descansando su rostro después de semejante momento de ataraxia.
—Y tu el mio...Egipto...—lo ultimo lo soltó de forma inconsciente en un delirio por el momento, divagando en el recuerdo. Un murmuro casi inaudible que se mezcló con las melodías del bosque antes de poder siquiera llegar al turco como alerta.
Israel aun vivía en el pasado, aferrándose al recuerdo más hermoso de su vida. Recordar las circunstancias en que conoció a Egipto le provoca un pequeño cosquilleo, su corazón se estremece al recordar su mirada de dolor al momento de dejarlo libre aun cuando no lo deseaba y cuando su superior le exigía su muerte antes que dejarlo libre. Las pulsaciones se hacen más rápidas al recordar como su cuerpo fue consumido y reclamado por las manos y el deseo de Egipto, sus labios se sellan y tiemblan con ligereza extrañando sentir el roce de los delgados labios egipcios que lo enloquecen y lo someten a la lujuria. Sus ojos se cierran intentando recordar a perfección la penetrante y coqueta mirada del descendiente de los dioses antiguos de tierras faraónicas del cual ha venido, recordar el como el simple cruce de sus miradas formaba un abismo entre el espacio y tiempo entre sus vidas para volver a un bucle del cual no hay salida, llevándolos al inicio del cual todo empezó. No podía olvidarlo...no quería hacerlo, no cuando espera hijos suyos.
Turquía por su parte extrañaba sentirse amado y correspondido, sentía que nuevamente se le daba la oportunidad de amar a alguien que realmente merecía la pena. Erraba nuevamente al creer que alguien que estuvo intentando recordar a un viejo amor seria capaz de amarlo del mismo modo que amó y ama a Egipto. ¿Cómo podría luchar contra una fuerza que realmente no entiende pero que pretende hacerlo?¿cómo podría ir en contra del destino?.
Hubo alguien que lo amo como nunca nadie podría hacerlo, lo quiso más que a su propia vida y estabilidad emocional. Buscó su perdón a toda costa resistiendo su constante rechazo, el más evidente que jamás se había visto, viviendo junto a su frialdad...viviendo de las miserias de un extinto amor y en la abundancia de un rencor mezclado con un odio que no tenia el más mínimo sentido de existir.
Después de todo tendría la oportunidad de realizar un sueño, un sueño con otra persona.
Un sueño hecho realidad.
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