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¡Seamos Familia!
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(Mes de Julio).

—¿Cómo es eso de que Egipto se dirige acá? ¡Explicame el porque no interveniste para que no sucediera!.—vociferaba con enfado en el despacho de su hogar al ente del otro lado de la llamada.—¡¿Cómo que es asunto mío!? ¡Nuestro acuerdo terminó aquí, adiós!.—colgó con rapidez.

Masajeaba sus sienes con notoria preocupación, la repentina noticia de la llegada del egipcio a sus tierras ponían en serio peligro sus tan preciados planes con Israel, lo más seguro de tan repentina visita era acusarlo de ocultar al hebreo de su presencia.  No había más remedio que encarar a quien no toleraba en lo más mínimo.

Salio de su despacho y se dirigió a su habitación donde decidió vestirse de etiqueta para la reunión personal con Egipto, tomo de la mesita de noche un juego de llaves y acto seguido se adentro a la habitación que cedió al hebreo, como se había hecho casi un habito el hebreo siempre solía ir al jardín de la parte de atrás de su casa a jugar con su hijo, después de todo pronto él tendría uno suyo. Tomo la maleta con la cual el hebreo había llegado y empaco las vestiduras que yacían en el armario, solo lo más importante como ser abrigos y demás.

Salio apresurado que algunas hebras de su lacia cabellera salían del agarre de su peinado tapando parte de su rostro, ya habría tiempo para arreglar aquel detalle siendo lo más importante ahora resguardar a Israel de la amenazadora presencia de Egipto.

Israel, acompañame por favor. —sugirio mientras tomaba de la mano al hebreo y sostenía en su antebrazo a su pequeña prole.

—¿A donde vamos?.—pregunto mientras su vista se paseaba por una carretera que le traía un sórdido recuerdo.—¿Iremos a Isparta?.—

—Si, estaré ausente un par de semanas pero descuida regresare pronto, muestras podrás disfrutar a fondo de los campos de lavanda que en esta época del año ya han florecido!.—manifesto con una sonrisa en el rostro tomando la mano ajena y dándole un pequeño beso.—cuida bien de mi hijo por favor Israel.—solicito sin despegar la atención del camino.

—Te prometo que no le sucederá nada, gracias por todo Turquía.—agradecio obviando lo sucedido hace escasos minutos.

Dos horas de viaje en las cuales aquel pequeño niño se había quedado dormido, dos horas en las cuales habían convivido un poco más de lo habitual, se acercaban y se alejaban debido a la distancia que generaba el hebreo, ¿como olvidar lo vivido cuando fue la mejor experiencia de su vida? ¿Como dejar de amar a quien debe los mejores años de su mundana existencia?. Lo amaba a pesar de lo sucedido...las cosas serian diferentes si solo Egipto se hubiese dignado a decirle la verdad antes de que se hubiese enterado por un anónimo.

¿Cuanta gente se habría reído de su ingenuidad?¿cuanta hablaba a sus espaldas con respecto a la infidelidad de Egipto?¿Desde cuando comenzó aquella terrible pesadilla de la cual aun no despierta?.

Adentrándose a la cabaña que hace un mes diviso en compañía de Turquía se sentó en el sillón que estaba frente a la chimenea donde el oscuro carbón esperaba ser encendido para desprender el calor que llevaba dentro. Estaba cansado y a la vez preocupado, dubitaba con lo que su razón decía y lo que su corazón pregonaba, quería dejar de ponerse duró frente a Egipto...quería contestarle una llamada o mensaje, quería oír su voz nuevamente pero el orgullo se lo impide, no podía dar su brazo a torcer no cuando el resulto la "víctima" en aquel escenario que se levanto a sus espaldas.

Observo desde la ventana como el turco se marchaba con rapidez, el silencio de la cabaña lo ponía nervioso recordándole los hechos de su pasado aunque después de todo no estaba solo, estaba con aqueménida quien se paseaba entre los campos de lavanda, era como si aun estuviera vivo. Salio de la cabaña acercándose al espectro del persa, le venían recuerdos hermosos pero de todos aquellos sobresalía uno en particular.

Cierra sus ojos lentamente sintiendo el aroma armonioso de la lavanda rodear su presencia a medida que extiende sus manos sobre las flores acariciandolas con la yema de sus blanquecinos dedos. Que triste era recordar la muerte de alguien bueno como lo era el persa.

A su lado mientras se aferra al recuerdo lo observa aquel niño enigmático, sus enormes ojos llenos de dulzura e inocencia lo miran estupefacto, como si buscara en aquel rostro bicolor la respuesta frente a la acción que realizaba, ladeó su cabeza donde sus rizos blanquecinos tricolores se mueven al compás de la brisa de verano...otro día gris se pintaba en el cielo pero era derrotado por el hermoso reflejo del mar que daba la bienvenida a un sol totalmente renovado. Tomo con su pequeña mano la grande que yacía extendida sobre la superficie de los campos violeta captando la atención de quien trascendía al mundo de los recuerdos.

Israel lo observo con detenimiento siendo analizado por los orbes verde agua claros de aquel pequeño angelito que tomaba su mano y esbozaba una pequeña y tierna sonrisa que provocaron un sonrojo en su rostro, quería apretar de forma melosa aquellos mofletes que poseía el infante pero en vez de aquello decidió tomarlo entre sus brazos y llevarlo a conocer los rincones del lugar, tal cual lo había hecho el turco con su presencia.

papi...—bostezo el pequeño sobre su cuello antes de cerrar sus ojos y  dormitar sobre su hombro aferrando sus pequeñas manos sobre su suéter gris.

Esas palabras lo hicieron estremecerse, hicieron que su mundo tal cual lo conocía se reformara y convirtiera en uno mucho mejor donde el pasado llegaba a ser el pasado y el futuro era una maravillosa experiencia llena de altos y bajos que le permitían elegir su propio destino.

Acaricio con suavidad la espalda de aquel infante sonriendo mientras regresaba a la cabaña, esperaba con ansias la llegada de su prole después de mucho seria feliz. Una felicidad que nacería de una historia de amor concluida de la peor forma.

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—Te dije desde que llegamos que no se nada al respecto sobre el paradero de Israel, y si lo supiera jamas te lo diría.—menciono cansado y demandante siendo retado por la mirada egipcia.

—Tenemos asuntos importantes que tratar, dime de una vez por todas donde lo ocultaste!.—habló demandante, cansado de lidiar con la actitud infantil del turco.

—¿Con que cara lo vienes a buscar después de lo que le hiciste? Con que derecho vienes a exigirme información cuando tu exigencia no tiene valor alguno...dame motivos para no terminar esta absurda pataleta tuya.—se cruzó de brazos manteniendo una postura serena y una mueca seria.

Turquia, volveré a preguntarte por ultima vez y si no me respondes con la verdad tomare de forma personal este problema. ¿Donde tienes escondido a Israel?. —reitero mandando una mirada fulminante y aterradora al turco quien ni se inmutaba.

Israel no esta en mis tierras, si no quieres agravar la situación tensa de nuestros gobiernos por tus absurdas acusaciones te exijo que te vayas en este preciso instante, no quiero malgastar mi tiempo valioso en tus inseguridades. —manifesto antes de marcharse con una sonrisa fanfarrona plasmada en el rostro.

Egipto se quedo absorto, con las palabras en la boca y con la preocupación a flor de piel, estaba en contrarreloj... Estaba aterrado, no saber el paradero de su pareja era entre muchas una sensación atroz que recorría cada centímetro de su ser, su corta melena rojiza era peinada por sus oscuros dedos delgados en clara señal de frustración. Formo un puño con su mano derecha y la estrelló sobre la mesa llamando la atención de los comensales del lugar, una extraña conexión lo encadenaba en tierras turcos, por alguna extraña razón no creía en las palabras tan seguras que salían de la boca del turco...presentía que le mentía pero ¿como podría estar seguro de que lo que piensa es verídico y que la así llamada "información" que dio el turco era falsa?.

Había tenido un gran cambio físico en tan poco tiempo, las lágrimas no tenían lugar ya en su vida y el dolor pasaba a ser su mejor maestro para llegar a madurar y percibir que su realidad había sido un error desde su concepción.

—Debimos empezar de nuevo...debimos escribir nuestra historia siendo lo que somos y no lo que fuimos...—suspiro con pesadez antes de dar el último sorbo a su copa de vino blanco.

Mientras su mente va perdiéndose en la razón es llamado nuevamente a la realidad por un repentino mensaje, vaya sorpresa que Libia le escribiera después de lo sucedido.

Un mensaje corto y conciso...una solicitud que más que ello era un pedido por parte de la fémina.

¿Podemos vernos?.

Después de todo tal vez era mejor rehacer su vida tal cual tal vez lo estuviera haciendo Israel... Tal vez llego la hora de ser feliz con alguien más...











Era momento de voltear la página y escribir otra historia de amor en la cual todo resultara bien. Vagas expectativas que se creaba...vaya sorpresa se llevaría...

Escribir una historia siendo esta un intento vago de escapar de sus problemas.

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