🗻🌷⑨③🌷🗻
¿Un nuevo Comienzo?
◆━━━━━━━━◆❃◆━━━━━━━━◆
[ⅠⅤ]
Largos días pasaron, días en los cuales el amor empezaba a disiparse y daba la bienvenida al orgullo en ambas partes. Ninguno de los dos se atrevía a hablar al otro, ni una llamada, mensaje o correo entre ambos se había cruzado...ambos preferían darse un tiempo, uno en el cual poder pensar de manera calmada y con la mente fría el futuro que le depararía a su unión, el futuro de su decadente matrimonio.
Dos semanas pasaron del incidente acontecido, dos en los cuales el dolor paso a segundo plano y las obligaciones tomaban rienda de sus vidas, en caso de Egipto el trabajo llegaba a ser la salida que tanto buscaba para dejar de pensar en Israel. Solo que no se esperaba que el mismo lo condenara al dilema por el cual todo su matrimonio acabará mal herido.
Era una tarde de un Martes en particular, hace dos días había dejado tierras griegas para volver a las suyas y retomar de forma personal acciones que necesitaran de su mera presencia; papeles en sus manos bien archivados en folders amarillos esperaban con ansias ser llevados a su presidente con el cual colabora el gobierno "democrático" establecido desde el 2013. No podía engañarse a si mismo pensando en que lo que se vivía era la muestra clara de democracia, sabia perfectamente que lo que vivía era un régimen militar...quien diría que después de tanta lucha para forjarse una república democrática acabara en una dictadura muy bien camuflada con la palabra de 'Democracia'.
El Palacio Abdeen era una maravilla frente a sus ojos, después de todo el tiempo fuera de sus labores primordiales estaba en su verdadero hogar rodeado de los lujos que alguna vez despilfarro a su gusto, un lugar hermoso. Entre los pasillos que conllevan al lugar desde donde rige el mandato de su presidente se halla con una sorpresa inesperada, más que sorpresa era una terrible visita que jamás pensó que se daría a cabo aunque lo veía venir desde que decidió romper lazos afectivos con Libia a los pocos días de iniciar una investigación exhaustiva sobre el paradero de su pareja.
—Bienvenido seas honorable Liga!.—exclamo dando una reverencia a quien estaba a lado de su presidente.
—Egipto, toma asiento por favor, tenemos un asunto importante que hablar.—el tono serio de la voz de su presidente lo puso nervioso.
La Liga poseía una sonrisa maliciosa en su rostro con un porte sereno que demostraba superioridad frente a sus ojos, se mostraba arrogante al instante de victorioso por alguna razón en especial.
—La Liga ha tenido una magnifica idea diplomática que nos conviene a todos.—manifesto con seguridad cediendo la palabra a la famosa liga.
—Agradezco su halagó. —manifesto queriendo ser humilde, algo que no le sentaba ni se presentaba en sus palabras.—Egipto tomara la mano de Libia para fortalecer los lazos diplomáticos en ambos países, ya hable con el presidente de Libia que me cedió amablemente la mano de ella para el matrimonio con usted.—se acerco amenazante al egipcio quien se aferraba a la silla y mantenía una mueca de seriedad escalofriante.—De usted depende que la diplomacia con Libia se haga aun más fuerte y colabore con un futuro mejor entre ambas partes, que se fortalezcan las alianzas a sobre manera.—concluyo solemne.
Egipto estaba en silencio, analizando las palabras que de su boca saldrían para parar aquella idea que de seguro había cautivado a su primer mandatario. Un silencio incómodo en amabas partes, aun cuando la libia no estaba presente aún sentía su presencia y aquello lo inquietaba, trago en seco y carraspeo antes de hablar.
—Lamentablemente no estoy dispuesto a desposar a Libia, lo siento...me niego rotundamente a casarme con Libia, no puedo.—manifesto con seriedad, cansado de aquella alcahuetería de parte de la Liga.
—¿Disculpa?.—la cara de su mandatario mostraba clara confusión por sus palabras al mismo instante que estupefacia por las mismas.
—Disculpe pero ya tengo una vida hecha y no pienso tirar a la basura tres años de matrimonio con Israel.—se levanto abruptamente manteniendo la frialdad en su rostro que intimidaba por su seriedad.—con su permiso me retiró. —sus pasos casi acelerados lo dirigían a la puerta sin darse cuenta de lo que había hecho.
—¡Alto ahí Egipto!.—demando su superior poniendo sus manos sobre el escritorio haciendo sonar el mismo con sus palmas.—¡Acercate inmediatamente!. —
Egipto suspiro con resignación mientras alejaba una de sus manos de la perilla y se dirigía de forma calmada y nerviosa a quien exigía nuevamente su presencia.
—¿Como que te casaste con Israel? Exijo una explicación ahora mismo.—dijo autoritario mientras se acercaba de manera amenazante.
—Asi es señor, hice mi vida con la persona que amo y no permitiré que sus intereses pongan en declive mi matrimo...—antes de terminar una bofetada selló sus labios e hizo que su rostro se girara en un marco de 40 grados.
—¡Por Allah!¿¡En que estabas pensando al contraer nupcias con alguien distinto a nuestra creencia religiosa!?¡Contesta!.—el enojo estaba presente en la mirada de su superior como también lo estaba la indignación y la ira.
Egipto permanecía callado, apretando sus puños con impotencia mientras bajaba la cabeza avergonzado y depositaba su mirada en la superficie de sus zapatos, no se arrepentía de sus palabras, sentía que se libraba de un peso pero las mismas seria las causantes de su más grande problema, uno del cual no tendría escapatoria. Sus palabras habían sido su condena.
—Con todo respeto señor es mejor que la boda se realice lo más pronto posible de lo contrario este...este bochornoso incidente acontecido se sabrá por todo el mundo, incluyendo a la sociedad que me integra.—sugirio casi con benevolencia envenenando la mente de quien recriminaba al egipcio.
—Egipto, tomaras la mano de Libia en sagrado matrimonio y se acabó, no quiero escuchar semejantes estupideces como las que soltaste hoy.—ordeno autoritario recobrando la calma y dirigiéndose a su escritorio.—marchate ya que junto con la Liga planearemos tu unión con Libia.—
Egipto levanto su cabeza y su mirada denotaba miedo y resignación al instante de mezclarse con la ira que guardaba en su interior, una mirada casi desafiante y retadora se dirigía a quien había decidido su futuro.
—No estoy dispuesto a ser su marioneta en la diplomacia, me niego!.—reprocho con mayor fuerza en su voz manteniendo la compostura y la educación sin perder los estribos.—¡Me niego a aceptar su decisión!. —
—No estas para abrogar mi decisión Egipto, tú obedeces por el bien de la nación ese es tu papel primordial en el mundo, vete antes de que me reivindique de mantener aun relaciones diplomáticas con Israel después de la barbaridad que hicieron tras las espaldas de mi gobierno. Marchate ya.—
Egipto trago su orgullo y se marchó, no seguiría rogando por una severa compasión por su situación o tal vez empatia por lo que pasaba, tomo su teléfono y decidió marcar al hebreo y después de varios intentos de comunicarse con él y que todos resultarán fallidos decidió nuevamente lanzar aquel teléfono por la ventana del palacio.
Miro la argolla de su dedo símbolo de su alianza con Israel y después de mirara aquel símbolo detenidamente decidió con celeridad quitarse el mismo. Si Israel renuncio a ser su pareja al quitarse la alianza ya llegaba la hora de hacer lo mismo, si prefería estar escondido ¡perfecto! Dejaría de buscarlo, si prefería estar a solas y renunciar a lo que alguna vez llego a ser ¡perfecto! El también haría lo mismo. Olvidaria que alguna vez estuvieron juntos pero no seria capaz de olvidar el amor que aun le tiene, aquello no podría...no seria capaz.
Sentado en el sillón frente a su escritorio saca del bolsillo de su saco aquellos papeles que le brindan un poco de alegría moribunda pero que no deja de ser aquello.
—Mi pequeño...te encontraré, aunque tenga que mover cielo, mar y tierra llegare a ti...lo prometo.—dio un pequeño beso a aquel papel antes de ponerlos sobre su pecho y apretarlo con fuerza.—te lo prometo.—suspiró.
Quien diría que cada uno empezaba a rehacer su vida, uno mucho mas antes que el otro. Israel y Egipto dejaban de ser uno solo para volver a ser lo que eran, seres en busca de aquello que los haga feliz, de aquella parte de sus esencias que vociferan a gritos la presencia faltante.
Se hacían daño...destruían lo que más amaban por su orgullo dándose un tiempo de pareja, dándose la distancia que necesitaban para pensar mejor en lo que sentía...
❝Ellos dicen que el tiempo cura todas las heridas, pero no saben que te desangras en el camino.❞
Te vas desangrando en el camino...y eso aquellos no lo saben...ellos no lo sabían pero lo sentían y se quedaron callados por su tonto orgullo.
Quien lo diría, ambos orgullosos y aun así se amaban a locura solo que se privaban de admitir que ambos habían fallado. Ambos tenían la culpa.
¡Qué locura!.
¡Vaya día!.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top