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¿Un nuevo Comienzo?
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Continuación.:
Un silencio sepulcral acompañó todo el recorrido al aeropuerto, una parada rápida en el hotel en él cual se alojaba el turco fue el último acontecimiento que se dio en tierras griegas. Israel no decía palabra alguna más solo suspiraba y buscaba con la mirada algo con lo cual distraer su mente de los sucesos acontecidos.
Todo había sido tan repentino, algo que no pensó que sucedería había sucedido, vivía entre los escombros de un matrimonio que fue azotado con brutal fuerza por la barbárica tempestad que los estuvo acechando desde hace un buen tiempo. Temían perderse y dañarse, temían y por su temor había sucedido lo que fue "inevitable".
Israel dormitaba cansado sobre el hombro del turco que se mantenía despierto observando su belleza nostálgica y melancólica, apoyaba la parte lateral de su rostro sobre su esponjosa cabellera rizada, suspirando mientras recordaba el como se sentían sus labios al momento de tomarlos entre los suyos, aquella suavidad en su superficie que poseían el sabor del buen vino que habían compartido, su mirada divertida y sosegada al momento en que le robaba un beso fue muy estimulante. Recuerdos tan hermosos y efímeros que le provocaban un sonrojo que no se notaban con claridad pero que estaban presentes, aun con el alcohol dentro no le importo al hebreo descansar sobre su hombro debido a que se sentía profundamente triste.
La tristeza embargaba el alma israelí, se sentía desilusionado, lastimado y traicionado, pensaba en la idea de que no había nacido para ser amado ni para amar puesto que si supiera tal vez nadie lo hubiera dejado, nadie lo hubiese lastimado ni abandonado o traicionado. Egipto le había dado una puñalada por la espalda al traicionar su confianza cuando él no lo había hecho "nunca".
Turquía daba un pequeño beso en su cabeza antes de cerrar sus ojos esperando la pronta llegada a sus tierras, huía con Israel a su lado lejos de la presencia de Egipto, alejándolo de un posible arregló entre ambos...interponiéndose en un matrimonio que por más que se viera roto aún había la posibilidad de remendar los errores a través del perdón.
—Perdonar no se trata de olvidar...no lo olvides Israel...—susurro con ternura tomando con su mano libre una de las manos hebreas y entrelazo sus dedos con ellas.—mereces ser feliz...no sabes lo que daría por que me dieras una oportunidad...
Una pequeña sonrisa se dibuja en el rostro bicolor mientras se aferra a aquel agarre, mientras se acurruca más a su lado queriendo escapar de la horrible soledad y de la realidad que tuvo que afrontar en un día bastante emocional.
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Caminaba con notorio enfado seguido de una mirada perdida y llena de culpa, no sabia que había salido mal cuando se esmero en que lo que tenia con la libia quedara en un secreto, no sabia el como se había enterado de su infidelidad.
—¡Por que!.—vociferó lleno de culpa con notorio enfado mientras apretaba sus puños con impotencia.
No podía quitarse de la cabeza su mirada de desprecio, desilusión y dolor, el tono de su voz que se quebraba entre un mar de lágrimas que prometió jamás volver a generar, analizaba sus palabras con la mente fría retrocediendo hasta el pasado. Israel le daría la descendencia que había soñado por mucho tiempo pensando que aquella posibilidad llegaba a ser utópica, saco del bolsillo de su chaqueta aquel análisis que relataba aquel milagro. Su mirada se pasa por aquellos párrafos que revelan su futura paternidad, se sentía de lo peor al haberle mencionado que aquel niño que empezaba a crecer dentro de Israel era un error, un absurdo...algo que no valía la pena.
—Mi...mi pequeño...—murmuraba con la voz entrecortada mientras sentía como una lágrima se deslizaba sobre sus mejillas dejando una linea helada.—¿Qué fue lo que te hice Israel?.
Arrugaba aquel papel mientras se lamentaba, gruesas lágrimas empezaban a recorrer sus mejillas terminando en su mentón y cayendo sobre aquel papel arrugado, apretaba los dientes para no dejar salir sus sollozos mientras se derrumbaba bajo la tenue luz en donde con anterioridad Israel había descansado. Sentado en la fría acera elevó su mirada hacia el cielo nocturno observando a la luna quien le daba la espalda, sentía que las estrellas lo juzgaban en silencio. Cerro sus ojos apoyando su cabeza sobre el poste con la frente en alto mientras retraía sus rodillas hasta abrazarlas con sus brazos intentando no sentirse solo ni vacío...intentando pensar que lo que vivía se podía arreglar.
—Perdoname...—murmuró con debilidad.
Los recuerdos llegan a ser su cruel verdugo, su mente se pasa por los parajes más recónditos de su mente. Podía ver su sonrisa tan singular que poseía al verlo a aquellos ojos acaramelados que lo hipnotizaban, recordaba el sabor de sus besos llenos de amor y pasión, la suavidad de sus labios masculinos que parecían femeninos. La suavidad de su tersa y jovial piel blanquecina a quien arrebato de su pureza en un encuentro tan significativo era lo más extasiante. Él era un mundo totalmente distinto que tuvo el grato privilegio de conocer a profundidad. Era el amor de su vida...eso creía y ahora que sentía que lo perdía se aferraba a aquella creencia.
—Egipto?¿que te sucede?¿por que lloras?.—preguntó el griego semi arrodillado.
—Arruine mi matrimonio... —solto débilmente aun con los ojos cerrados.
—pero que dices?.—
—Israel se entero de todo...soy un idiota...—abrió sus ojos lentamente sin atreverse a ver al griego.
—A que te refie...res..—hizo una corta pausa mientras se dedicaba a verlo de cerca, achicando los ojos y tomando de la mano ajena aquel papel arrugado que empuñaba con fuerza.—¿Cómo se entero?.—preguntó.
Egipto suspiro con pesadez mientras dejaba caer pequeñas lágrimas al momento en que parpadeaba con lentitud, desvío su mirada del cielo clavándola en la griega que lo miraba con notoria atención.
—No lo se...—cerro sus ojos con fuerza apretando sus labios en señal de lamentación.
Grecia leía con detenimiento aquel papel arrugado lleno de manchas de agua que escurrían la tinta del texto impreso, su mirada denotaba sorpresa, sus labios se abrían dejando una pequeña abertura entre los mismos, desvío su mirada del papel para ver al egipcio quien estaba devastado.
—Seras...serás padre...—dijo con asombro mientras abrazaba al egipcio para felicitarlo.—Felicidades querido amigo..
Egipto se separó rápidamente del abrazo parándose del suelo y limpiándose las lágrimas con rapidez, sus ojos estaban enrojecidos por tanto llanto que se habían tomado una apariencia achicada.
—Eso no es bueno...¡no lo es!.—exclamo con la voz aun quebrada.—No puedo perderlo, no quiero perderlo...
Grecia enmarcaba una ceja en señal de intriga observando la preocupación en el rostro de su amigo.
—Disculpame...pero quiero estar solo...necesitó estar solo.—
—Egipto...—
—¡Necesito estar solo!.—
—¡No puedes huir del problema, debes afrontarlo! ¡Seras padre, que no lo entiendes!.—
Egipto quien se marchaba del lugar paro al oír aquellas palabras, su corazón se detuvo un efímero segundo mientras que sus pulmones empezaban a colapsar y el aire ingresaba de forma lenta a su organismo, sentía que el tiempo se detenía mientras escuchaba al viento murmurar cerca suyo intentando borrar las marcas que sus lágrimas habían trazado sobre sus mejillas.
Giro la mitad de su cuerpo para afrontar al griego, había dolor y culpa en su forma de mirar que preocupaba al griego, la seriedad de su rostro ponía nervioso al heleno quien forzaba mantener una postura serena.
Egipto se hecho a correr con las fuerzas que le quedaban, sentía como la brisa golpeaba su rostro intentando borrar su dolor, quería arreglar las cosas. Quería conseguir el perdón del hebreo que de seguro estaría en casa aún molesto. La noche se veía hermosa y mientras exhalaba e inhalaba reiteradas veces por el cansancio se digno a regresar a su hogar, sus mascotas lo estaban esperando y el silencio del lugar que era decorado por los maullidos incesantes de sus mascotas le daban un escalofrío que recorría todo su cuerpo. Subió las escaleras con lentitud sintiendo como su corazón se aceleraba a medida que se acercaba a su habitación. Apoyo su espalda en la puerta y empezó a caer lentamente sobre la misma, pasando sus manos por su rostro mientras se abstenía de pasarlas por la perilla.
—Buenas noches Israel...—murmuró antes de cerrar los ojos para descansar, esperando con ansias la llegada del mañana para intentar remediar su error.
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❝Tengo un secreto que confesar: llevas haciéndome cosquillas en el corazón desde que te conocí como no te lo imaginas. Es una especie de complicidad que va mas allá de una bonita amistad.❞
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Eran aproximadamente las 3 de la madrugada, el avión había aterrizado e Israel aun estaba soñoliento, no costo mucho tomar un taxi e irse directo al hogar del turco. Ya una vez en aquella elegante y amplia morada el turco le ofreció al hebreo una hermosa habitación a lado de la suya.
—Espero te guste.—susurro mientras el hebreo mostraba una mueca de asombro y su mirada que se paseaba por los rincones se hallaba maravillada por lo que veía.
Era una amplia habitación con un suelo alfombrado color naranja, muebles caoba decoraban el lugar junto con algunos de nogal, el papel tapiz de las paredes era de color carmesí con detalles romboides y elegantes de color purpura. La cama era enorme cuyas sabanas de lino eran un toque angelical para su piel.
Israel agradecía fervorosamente por la ayuda mientras dejaba su maleta dentro del armario y procedía a echarse sobre la cama para descansar e intentar olvidar lo vivido.
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❝Hay belleza en las cenizas de un corazón que ardió por lo que amaba.❞
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Turquía lo observaba atento desde del marco de la puerta, intentando adentrarse para acompañarlo pero se abstenía de hacerlo, tras una breve charla en aquel taxi se había percatado de que el ente había logrado su principal objetivo y se sentía aliviado por lo que aquello significaba. Pronto estaría con Israel sin el peso de la culpa y sin el miedo de perder a su hijo.
—Nos merecemos ser felices...merecemos ser felices...—dio leves caricias sobre la cabellera rizada de quien dormía profundamente.—Eres perfecto para mí... Eres mi sueño hecho realidad.—le dio un pequeño beso antes de marcharse con lentitud.
Turquía se encargaría de sanear aquel corazón herido que poseía Israel por el error de Egipto, tomaría entre sus manos aquellos pedazos y los uniría con los suyos de manera lenta y cuidadosa, haría que aquel amor floreciera como las rosas en primavera y evitaría a toda costa que se marchitara. Él haría que su sueño se hiciera realidad.
—Te amo Israel.—murmuro por lo bajo antes de cerrar la puerta con cuidado y marcharse a su pieza.
Desde el otro lado de la puerta puso sus manos sobre su pecho apretando con las mismas un papel que le había confiado el hebreo.
—Descuida...yo me haré cargo de ti y de tu pequeño...seremos por fin felices...—cerro sus ojos mientras esbozaba una pequeña sonrisa de gratificación.—seremos la familia que te negó Egipto...lo seremos mi amor...
Todo seria el inicio de un nuevo comienzo, su historia apenas iniciaba y quien la creaba era el turco con ayuda del ente.
Un sueño hecho realidad... Quien diría que se convertiría en una horrible pesadilla del cual comenzaría otra historia.
La infelicidad de ellos forjaría otra felicidad dejando de ser ellos pasando a ser vidas separadas pero aun unidas por un delgado lazo inquebrantable y miligroso.
Continuará...
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