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Entre el Consuelo y el Suplicio.
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[ⅥⅠ]
Continuación.:
Vuelve la mañana resplandeciente y resurgida, levantando los ánimos de aquellos a quien regala su gloriosa luz cálida. Egipto aun sigue dormitando mientras que Israel ha dejado el lecho y se marcho hace menos de una hora, justo antes de que el alba naciera del horizonte como todos los días.
Israel divagaba por el puerto, sentado sobre el muelle se quedo ahí durante la ultima hora de la madrugada y la primera de la mañana, observo atento las estrellas, sintió en su rostro el rugir de un mar enfurecido y sobre todo escucho el murmullo de las olas que calmaron a su alma de las vagas inquietudes que lo atormentaban.
—Veo que también no pudiste dormir.—comentó de la nada el turco, tomando asiento a lado del hebreo.
Israel se sorprendió y simplemente sonrió amigable, tenia entre sus manos aquella carta que alguna vez le escribió el egipcio cuando ambos estaban alejados, su vista estaba clavada en aquel manuscrito y se quedo ahí, releyendo los párrafos que alguna vez tocaron su corazón. Turquía lo observó atento, se deleitaba con su rostro puesto de perfil y tenia la curiosidad de saber que era lo que atraía su vista.
—¿Que lees?.—preguntó curioso acercándose más al hebreo de manera que su rostro estaba cerca del ajeno.
—Es una misiva que me escribió Egipto hace un tiempo...—respondio esbozando una pequeña sonrisa sin separar su mirar del escrito.
Turquía tomo de las manos ajenas aquella misiva y empezó a formar con ella una especie de avión hecho de papel y lo lanzo por el aire. Israel estaba atónito por lo que había hecho el turco, como se había atrevido a arrebatarle aquella misiva que tanto atesoraba; el papel volaba por los aires de manera espectacular entre las ondas que generaba el mar cayendo en la misma lentamente, hundiéndose en las mansas olas que prontamente se volvieron violentas.
—¿Por que hiciste eso?.—cuestiono mirándolo fijamente a los ojos que buscaban respuesta pero mostraban cierto alivio.
—Las palabras se las lleva el viento, jamas quedan inmortalizadas en un papel que prontamente se ira deteriorando o podría perderse.—tomo las manos ajenas entre las suyas, acariciando cada segmento de las mismas.—los hechos son los que verdaderamente cuentan, si hay pasión y romance las palabras escritas son superfluas.—concluyó dando un tierno beso en el dorso de las manos que aun sostenían las suyas.
Israel estaba sorprendido por aquellas palabras, emocionado por la manera en que las decía el turco, aquella seguridad en su voz le daba esperanzas sobre su matrimonio; aquellos orbes verde agua tenían un brillo en peculiar y el detalle que le dio a sus manos provocaron un leve sonrojo en sus mejillas. Turquía no podría estar más avergonzado por sus palabras, tenia un rubor que se contrastaba muy bien con su piel, temía que lo que sentía por el hebreo halla sido transmitida de manera muy obvia en sus palabras, se alegraba de que aquella misiva se haya ido puesto que ahora capturaba la atención de su amante hasta ahora platónico.
Como podría olvidar la delicadeza de aquellos labios sonrosados y suaves como delgados de los suyos, como seria capaz de olvidar su mirada cuando le robaba un beso mientras estaban ebrios. La excusa perfecta fue el vino con el cual pudo estar más cerca del hebreo.
—Vamos, caminemos un poco ¿te parece?.—tomo una posición erguida y extendió su mano para ayudar al hebreo.
Israel asintió de forma positiva con la cabeza y acepto su ayuda, tomo la mano turca que lo ayudo a reincorporarse pero en aquel instante surgió un repentino mareo que no paso desapercibido debido a que se tambaleo por unos escasos dos segundos.
—Estas bien?.—tenia una mirada de preocupación al igual que el tono de su voz, sostenía con cuidado los brazos del hebreo.
—Si...solo fue un mareo repentino...eso es todo...—menciono tranquilo volviendo en si.
—Tal vez se te bajo el azúcar ¿Ya has desayunado?.—preguntó.
—Aun no he tenido la oportunidad de hacerlo, de hecho me olvide por completo de ello.—dijo nervioso encogiéndose de hombros.
—Vamos, te invito a desayunar un rico Parfait de Yogur Griego con Manzana Fuji ¡de seguro que te encantará!. —exclamó emocionado.
—Tengo grandes ansias de probar aquello que suena delicioso!.—sonreia de manera a nerviosa pasando su mano por detrás de su cabeza.
—Te va a E N C A N T A R!!.—enfatizo la última palabra de forma alegre.
Ambos se encaminaban felices a una cafetería cerca del muelle, sus miradas se cruzaban de vez en cuando generando pequeñas risas y dibujando en sus rostros unas sonrisas rebosantes de felicidad.
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Egipto despertaba de manera perezosa, tenia una mirada que reflejaba cansancio, había pasado la noche entera en vela pensando en lo que estaba haciendo. Libia era un factor peligroso por el cual estaba dispuesto a poner en peligro su matrimonio, se sentía atraído por ella de eso no había duda.
Suspiro con pesadez mientras se servía del embase que había sacado de su refrigerador jugo de naranja. Estaba solo en el comedor, desayunando con su soledad; la mesa emite vagas vibraciones producidas por su teléfono celular que estaba en vibración, dejo su vaso a medio tomar y contestó la llamada entrante.
—sabah alkhyr ya msr! (Buenos días Egipto!).—saludo alegre la libia.
Egipto sonrió bobamente como si solo al oírla se reiniciara toda su vida, obviando el instante en que Israel apareció en su vida.
—sabah alkhyr lybya! (Buenos días Libia!).—devolvio el saludo de la misma manera.
—Egipto...revisaste el email que te envíe?.—preguntó.
—Si, por su puesto!.—respondio.—Tengo ya planeado una cita para la próxima semana ¿te parece en el restaurante de la costa este en El Cairo?.—camino por toda la sala de manera tranquila, sonriendo a medida que tomaba en sus manos una manzana que tomo de la cocina.
—Perfecto, es un lugar idóneo para nuestra cita, te veré haya la siguiente semana.—argumentó.—que tal si...hablamos de otra cosa que no sean los negocios?.—
—Por mi no hay problema. —respondio con disposición. —de que deseas hablar?.—
—Como amaneciste hoy?.—
—Bien y tu?.—
—Igual je je...—
Así seguiría una conversación que duraría horas, una en donde el egipcio se hallaba más alejado del hebreo y de su matrimonio. La confusión empezaba a tomar una forma espeluznante y engatusante, una forma femenina que le prometía la gloria. Su matrimonio se iba en picada que ni siquiera podía darse cuenta de ello. Hoy al despertarse no se dio cuenta de la ausencia de su pareja, no extrañó su voz durante la mañana ni su mirada a la hora de despertarse, no extrañaba sentir entre sus manos su formado cuerpo pálido y sumiso, ni siquiera cuando sus cuerpos se encontraron desnudos después de tanto tiempo distanciados sentía la misma euforia a la hora de hacer el amor. Ya no había aquella atracción que los unió con anterioridad, la llama de la pasión se iba apagando y con ella quedaría entre las cenizas un matrimonio que lucho por crearse y fortalecerse, un matrimonio especial donde dos religiones se unían de forma simbólica.
Sus vidas darían un giro inesperado.
Un giro para el cual no estaban preparados.
¿Podrian ser capaces de tirar tres hermosos años juntos a la basura cuando lucharon fieramente contra las lides del tiempo para estar juntos?¿Podrian superar con éxito el obstáculo que la vida y el destino les ponía en medio del camino a su felicidad?.
¿Podria el amor ser más fuerte que la tormenta que se aproximaba de forma impetuosa al pequeño terreno idílico que construyeron juntos?
❝toma mi mano y jamas me sueltes, jamas me desampares...jamas me dejes❞.
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