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Entre el Consuelo y el Suplicio.
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[ⅤⅠ]

❝Fuimos como dos estrellas fugaces, de aquellas que viajan por todo el mundo; nos encontramos en el trayecto y la atracción de nuestras miradas hizo que nuestros corazones desearan estar juntos. Chocamos y creamos un caos, el caos provocado por el deseo... El deseo de un amor eterno.❞

Mediados de Marzo.:

Era este día como cualquier otro, los días dejaban de ser especiales o inigualables, tomaban la forma de ser rutinarios y aburridos. Atrapados por la rutina y encerrados en sus propios problemas, manteniendo al margen de los mismos a quien juro no mentir ni engañar. Los malos pasos que daban los guiaban al sendero del cual ya no había marcha atrás, ya estaban condenados por sus mismos actos; La niebla densa frente a sus ojos nublan sus mentes, la monotonía de una vida conyugal que no sale de la rutina va matándolos poco a poco. Un veneno del cual beben desmesuradamente estando  perdidos en el desierto creado por sus tan confusas emociones difusas.

Egipto estaba en la sala, bebía lentamente de su café que aun expelía una linea de humo vertical dando a conocer que aun estaba caliente. El clima es agradable para disfrutarlo lejos de la comodidad del hogar...lastima que ahora tuviera asuntos "importantes" que tratar en su computadora portátil.

El gobierno lo obliga a tratar más con Libia, las acciones gubernamentales lo lanzan a los brazos de la misma que con ansias cae en los mismos, con un mundano y profano deseo cae entre los mismos...no puede evitarlo...por más que quisiera negarlo debía admitir que sentirse atraído por Israel ya no era suficiente para seguirse "engañando". La verdad de todo este difuso dilema de un largo periodo de gestación era que ya no se sentía atraído por el mismo, Israel ahora llegaba ocupar aquel segundo plano que nunca pensó que llegaría a ocupar en su devastado corazón.

¿Hubieran sido los antecedentes de aquella decadencia la falta de atención e interés que le generaba su pareja?¿Pudo ser el detonante de su relación la llegada de Libia a su corazón? ¿Era correcto seguir mintiéndose de aquella forma?¿Era correcto seguir engañándolo?. Todo era muy confuso y aun así con la mente en blanco y su relación cayendo en picada de forma disimulada no podía hacer nada, no cuando su pareja no disponía de las ganas de ayudarlo...no cuando ni siquiera era capaz de contarle aquello que los árabes murmuraban a sus espaldas. Su infidelidad que apenas empezaba.

Israel por su parte estaba en el balcón con la mirada pérdida en el basto mar, daba leves sorbos a su café, soplando el humo que sobresalía del liquido café de su taza con solemnidad, disfrutaba el paisaje en la compañía del espíritu errante de Aqueménida; su sola y tan grata presencia generaban en su corazón un repentino remolino de emociones fugaces... Como si se enamorara nuevamente de alguien que lo entendía, comprendía y acompañaba. Su mente transita durante el silencio de su acompañante al recuerdo más remoto creado por la embriaguez, cuando ni siquiera era dueño de su mente, cuerpo y alma.

Sonrió de manera inconsciente al pasar sus blanquecinos dedos por sus pálidos labios sonrosados como los pétalos de una rosa en primavera, un movimiento suave y lento que se desliza sobre la comisura de sus labios terminando en su mentón. Alguien más se adueñaba de su corazón, aquel beso durante la borrachera provocada por el vino en un día singular removieron sus adentros generando mariposas de diversos colores electrizantes. El fantasma del persa lo miraba inquieto y curioso por más decir  tímido, aunque fuera una entidad ya no existente ni viviente aun podía recordar lo que fue sentirse vivo. El amor que nunca profesó al que tenia en frente lo mando a errar por el mundo, buscando la forma en la cual hacer saber al hebreo que siempre fue su amor platónico. Era un fantasma...si...pero aun estaba vivo de una forma surrealista.

Israel tenia las mejillas coloradas y la mirada pérdida sobre el café que parecía intacto, observando las pequeñas ondas generadas por sus soplidos constantes. Egipto pasaba a segundo plano, dejaba de ser especial en su tan diversificado mundo en el cual parecía ser cortejado por sus más cercanos. Lo peor de todo fue que quería corresponder a aquellos sentimientos solo que, al observar su dedo anular con detenimiento, no estaba disponible para los mismos; juro amar y ser le fiel a su pareja sobre la adversidad. Solo su mente podía llegar a pecar aun cuando fuese prohibido.

Los toques y caricias dejan de generar mariposas en sus vientres, la falta de emoción en sus quehaceres los vuelven esclavos de una absurda rutina; viajes y conversaciones prologadas se volvían promesas vacías y carencia de diálogos. Vivían juntos pero estaban más separados que nunca, dándose un "espacio personal" y un "tiempo individual" en donde la única interacción que podrían tener seria durante el desayuno, almuerzo y cena. Una gran falta de interés en lo que el otro podría estar llegando a hacer o pensar creaba en medio de ellos un abismo magistral. Eran como dos enormes arboles creciendo sobre el risco rodeado de un basto cielo azul terrenal, ambos ansiando tocar el cielo, ambos inclinándose a tomar con sus manos lo que desean más en el mundo. Pecar y salir sin castigo alguno era imposible, el grado del mismo implicaría el grado del castigo para equilibrar la balanza. Un castigo de acorde a sus pecados.

Llega la noche, siendo ya la madrugada ambos se recuestan en la gran y fría cama matrimonial, un silencio incómodo los ha acompañado desde la cena, desde el instante en que sus miradas se cruzaron repentinamente y les generaron incomodidad, desde el insólito instante en que las caricias al abrazarse y el carente contacto con la mano ajena dejaron de generarles un sonrojo emocionante.

—Buenas noches Israel...—rompió el silencio el egipcio quien descansaba del otro lado de la cama, dándole la espalda al hebreo, algo que no había hecho desde que se habían casado.

—Buenas noches Egipto...—suspiro con pesadez nostálgica antes de encoger sus rodillas cerca de su abdomen.

Había un silencio incómodo entre ambos, eran aquellas palabras las más dulces que salían de sus bocas aun siendo desanimadas y emitidas de forma culposa. Seria una larga noche...una de la cual no se olvidarían nunca.














Nunca....

Continuará...

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