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Entre el Consuelo y el Suplicio.
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[Ⅴ]
Después de mucho tiempo, después de tanto ajetreo por fin se daba un respiro, estaba en las tierras griegas, después de todo volvería a ver al egipcio después de meses sin comunicarse. Hablar con el turco le había resultado reconfortante, olvidando aquel inconveniente que había surgido entre ambos...digamosle un "accidente".
Tenia en sus manos un pequeño equipaje, una maleta con ruedas con la cual salia del aeropuerto esperando la llegada de un taxi aunque el turco se había anticipado a buscarlo, estaba justo en la entrada del aeropuerto esperándolo con ansias, había mencionado que el accidente lo pasaría de largo, era eso...un accidente.
—Te ayudo con tu maleta Israel.—ofrecio su ayuda de forma amigable mientras el hebreo sonreía y asentia levemente con la cabeza
Ambos en silencio, ambos pensando en sus propias vidas y en el rumbo que tomaban. Turquía pensaba seriamente en su promesa, en aquel voto de silencio que dio como palabra de honor al ente, lo conocía...sabia quien era verdaderamente a diferencia de la apariencia que tomaba, lo sabia y estaba privado de decirle a alguien. Pensaba en el griego, le daba pena pero su corazón endurecido por el rencor le decía que se merecía lo que había sufrido, de no ser por su pequeño no cruzarían palabra alguna, se odiaban y se amaban al mismo tiempo, una relación que jamas funcionaria...no de aquel modo.
Israel tenia la mente en otras cosas, no pensaba en Egipto...su atención se centraba en el persa, en el ancestral persa. No sabia el porque desde hace mucho tiempo se había dado la oportunidad de volverlo a ver, no sabia por que causa o motivo el aqueménida había trascendido del campo celestial a la tierra misma que lo vio nacer y morir. Su mirada decaída donde el fuego de sus orbes toman la calidez del infierno lo observan atento y se percata de ello a través del espejo retrovisor, esta junto al conductor y su corazón se desenfrena. Fue entre muchos el más compasivo de aquellos que lo poseyeron, cuando una mayoría lo tomaron como esclavo él lo tomo como sirviente, lo trato mejor que cualquier otro, le dio una libertad de culto que muchos le negaron, aun con las cadenas de la opresión podía sentirse libre, la amistad de aquel Imperio era sana...era especial...era única. Pensar en su vida le daba cierto toque de contradicción ¿como se había enamorado de aquel que tanto daño le hizo en el pasado? Era un amor especial y sonreía por ello mientras bajaba su mirada y se centraba en su alianza, aquel sentimiento fue más fuerte que el rencor que podía guardarle.
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21 de Febrero.
Era un día excepcional dentro de muchos habían realizado un viaje a las costas de Tel Aviv, cerca al norte de la misma había un pequeño viñedo. Ambos se habían adentrado al mismo y la maravilla de aquel lugar generaron grandes expectativas a sus ojos; las uvas se veían apetitosas y que mejor que convertirlas en vino. Después de aquella idea se dio la de compartir una botella de vino con uno de sus tantos amigos. El turco servía una tras otra y tras otra copa de vino y entre la charla y las risas y la falta de cordura ambos empezaban a quedarse dormidos, en aquella cabaña con una hermosa vista al mar. Estaba tan desconcertado por mas decir ebrio al igual que el turco que dejo que se le acercara y depositara sus labios sobre los suyos, solo emitía risas sintiendo la presencia del turco muy cerca suyo; sus besos eran delicados y suaves, como si lo hubiese deseado desde hace mucho.
—Que te sucede..¿eh?.—le dio un ligero empujón mientras hablaba entre pequeñas y soñolientas risas, lo tomaba como un chiste.
—Disculpa...me tropecé y caí justo en tus labios. —se excusó del mismo modo en que hablaba el hebreo.
Ambos emitieron risas estruendosas, uno dormitaria sobre el sillon frente a la fogata y el otro sobre la alfombra de color caramelo.
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Se podía sentir la primavera, eran los inicios de marzo y las flores en los cestos que existían en puestos de venta frente a la costa lo daban a conocer a todo el mundo, pregonando la llegada de la hermosa y maravillosa primavera.
—Detengase por favor.—pidió de forma premeditada y salio del automóvil en dirección a un puesto de flores.
El turco copio su acción pidiendo al conductor que esperase un momento, observo como el hebreo compraba un pequeño ramillete de flores blancas, entre ellas rosas y orquídeas. Tenia una sonrisa deslumbrante a medida que regresaba al automóvil, manejaba con cuidado aquel ramillete y entraba nuevamente al auto, acto seguido ambos estaban encaminados al hogar que compartía Israel con Egipto.
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2 horas mas tarde.
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—Muchas gracias por acompañarme Turquía!.—agradecio mientras tomaba de la mano del turco su maleta.
—No tienes por que Israel, es un gusto poder ayudarte después de todo!.—sonreia casi con timidez mientras sentía el fugaz contacto con la mano ajena.—Hoşçakal İsrail!.—
—Adios Turquía!.—
El turco se marchaba dejándolo solo frente a la puerta de su hogar, estaba algo nervioso, daba profundas inhalaciones y exhalaciones, sentía que al ver al egipcio del otro lado de la puerta saltaría a besarlo como nunca antes lo había hecho, su cuerpo lo necesitaba, el lo necesitaba.
Toco el timbre y la ansiedad lo estaba carcomiendo, podía adentrarse a su hogar de no ser porque quería darle la sorpresa de su llegada a su pareja que de seguro lo había extrañado de la misma forma en la que lo extraño durante su estadía en sus tierras.
La puerta se abría con lentitud y dejaba ver a su hermosa pareja con la expresión de sorpresa en su rostro, su corazón se aceleraba de forma que pronto saldría de su pecho y se daría a la fuga. Emitía una gran sonrisa en su rostro, una de felicidad. Tal cual antes había presentido se abalanzo sobre el egipcio quien lo abrazaba con fuerza y daba ligeras vueltas, el ramo de flores que traía estaba tras la nuca del egipcio.
— eazizati ashtaqat lak kathira! (Cariño, te extrañe mucho).—mencionaba alegre cerca al oído del egipcio que descansaba su rostro sobre su cuello.
—'ant la taerif kam halamt li'ana hdha alyawm habi! (No sabes cuanto soñe porque llegara este día mi amor!). —exclamó alegre dando reiterados besos en el rostro hebreo que solo emitía risas tímidas.
Ambos unieron sus labios en un tierno beso mientras aun abrazados se adentraban a su hogar donde tal vez sucumbirían a la tentación de unir sus cuerpos en el acto carnal que ambos habían estado necesitando con urgencia para volverse a reconectar como pareja después de mucho tiempo estando separados.
Por otra parte el turco estaba celoso, furioso por lo que sus ojos habían presenciado, el cinismo del egipcio iba por mucho más allá de la decencia. Actuaba con normalidad, pero entre aquella rabia que se contenía de forma sobrenatural en su ser suspiro aliviado debido a que alguien facilitaría que su sueño se hiciese realidad. Pronto estaría allí para Israel.
Un amor que seria puesto a prueba...¿seria capaz de superar aquella prueba o tal vez fracasaría en el intento? Todo era incierto....
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