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Caminos Cruzados.
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Cinco años después...
El Cairo-Egipto, 13:45pm:.
Ha crecido tanto que aparenta ser una mujer ya hecha y derecha, una dama, pero aun una niña frente a los ojos de su padre quien la crió sólo y en compañía de sus hermanos.
Haberse sentido rechazada por aquella figura que siempre quiso abrazar, llamar padre y ver fue doloroso. No le guarda rencor, no lo hace...a pesar de haberla tratado hace cinco años atrás de la manera en que la trato a ella y a su hermano, a pesar de aquel traumante episodio no le guarda rencor alguno, con el pasar de los tiempos supuso que algo le pasaba y no estaba más alejada de la cruenta realidad.
A pesar de todo ello ahora estaba encaminada al matrimonio, en tradiciones más occidentales, en honor a la religión que decidió seguir a pesar de tener ahora raíces diferentes tomar otra religión que la que es y ha sido pactada para ella fue algo novedoso para Egipto. Católica y se casaría al cumplir la edad de los 18 años y desde ahora él buscaba la forma de emparejar a su hermosa flor de loto con alguien que valga la pena, alguien de renombre que sea capaz de reconocerla y que así no pase toda su existencia en el anonimato.
—Egisra, ya es momento de que pienses en tu futuro y dejes de huir de tu destino, debe haber alguien que te guste de esta amplia lista.—estaba desesperado ante la terquedad de su amada niña, una gran lista sus manos sostenían con todo dato y fotografía de los mismos.
Hijos de sus grandes aliados estaban ahí y alguno que otro socio comercial, era un amplio listado con personajes poco o nada le importaban a la joven muchacha tricolor, aquella insistencia la agobiaba y a su padre le frustraba el hecho de que lleva ya un par de años atrás insistiendo y que tarde o temprano debería escoger a uno de los tantos "pretendientes" que escogió el para ella.
Hablo tanto el miedo de que ella se fijase en alguien semejante el griego que fue impulsado a planear o plantear una boda arreglada, aunque ese miedo nunca se disiparía ya que aquello se hizo verdad.
Gretur, el hijo de Grecia, era el interés amoroso de su pequeña, desde aquellos días en que por simples casualidades de la vida aquel muchacho quedo prendido de su inocencia esperando el momento para declararle su amor cuando ella tuviese la edad para similar y entender que significa amar y ser amado. A pesar de haber crecido en hogares fracturados, por no decir rotos, ellos crecieron rectos, hechas personas de bien pero desarrollando personalidades que eran la mezcla de las principales características sociales de su padre.
—Ya te dije papá, no estoy interesada en ninguno.—fastidiada respondió ante la insistencia de su padre que no parecía cansarse con aquel tema.
—Debe haber si o si alguien, por favor hija tienes hasta el siguiente año por lo mucho para pensar en uno de estos tantos buenos candidatos.—señalo a cada uno de los personajes de aquella amplia lista con desespero y frustración. —al menos considera un poco a Riad el saudí o a Amán el jordano.
—Esta bien papá, los voy a considerar pero por favor cambiemos de tema...—tomo aquella lista de las manos de su padre y comenzó a enrollarla como si fuese un papiro.
—Que tanta insistencia para que me case, acaso sospechara algo...—pensó.
—Mirate, mi hermosa flor de loto...—con calidez y cariño sus manos se posaron el el rostro ruborizado de su pequeño retoño que estaba a punto de florecer y mostrar su esplendor.—Eres tan hermosa como es tu padre, sacaste aquellos rasgos que tanto me gustaron de él, aquella ingenuidad, aquella gentileza pero sacaste mi carácter, aquel duro carácter que solo yo soy capaz de mostrar, aquella terquedad que llevo a tu hermano a seguir su rumbo lejos de casa...—lo sensible que sonaban sus palabras enternecieron el corazón de su hija provocando que la misma se emocionase y derramase una que otra lágrima.
—Ya papá... —aquellas lágrimas que salieron de sus hermosos ojos naranja cobre fueron limpiadas por los pulgares de su progenitor.—Te prometo que pensare mucho en esta lista y en los posibles candidatos que escogiste, tratare de que en algún momento que llegue a conocerlos tratarlos bien y no así como sucedió con Abu Dabi...
—Eso espero mi pequeña.—besó su frente con cariño antes de soltar su rostro y limpiarse las pocas lágrimas traicioneras que rodaron por sus mejillas.
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Estambul-Turquia, 15:10pm:.
Sentado bajo la sombra de aquel vetusto árbol del cual variados recuerdos le trae ha pensado en su vida y en las decisiones que ha de tomar de ahora en adelante.
Huyo de su padre y de su pareja guardando secretos que por lo mucho guardan algo mucho peor que lo que transmitieron, aun así sólo se digna a pensar en su idilio egipcio-israelí y en el como seria capaz de contarle y decirle lo que sentía, declararle su amor seria la tarea más difícil de su vida justo después de pensar en aquella propuesta que su padre el turco le propuso para dejar de estar en el anonimato.
—Como te digo lo mucho que me gustas Egisra, justo desde el preciso día en que chocamos miradas cuando aun eras una niña...todo sonaría raro...todo se vería enfermo...—se cuestionaba a si mismo por su primitivo sentir, haber consolidado aquella afección, aquel apego a quien aun era una niña lo dejo un tanto trastornado debatiendo la pureza de su sentir.
Suspiro afligido mientras abrazaba sus piernas y pensaba en versos que escribiría en un papel y mandaría por correo a la persona que tanto amaba, el único inconveniente seria que llegase a sus manos y no así a las manos de su sobre protector padre, vaya que le intimidaba en demasía el egipcio con aquella mirada que parece matarlo con tan solo mirarlo de pies a cabeza.
Sabe que difícilmente aquel hombre lo aceptara como novio de su hija y aun menos como yerno, dejo en varias ocasiones de forma tan disimulada que prefería a quien sea para ella que a él, posiblemente el perfil de su padre no ayuda mucho con respecto a quien es él.
—No soy mi padre, soy otra persona...lo bueno de aquellos dos ¿por que es incapaz de ver más halla de su perjuicio?.—opino cansado de tanto pensar en él, de tanto silenciar se a si mismo con respecto a aquellas miradas y opiniones despectivas.
—Estas bien?.—una voz familiar llamo su atención con aquella pregunta curiosa, era él, al menos eso era un alivio.
—Si, ¿Por que lo preguntas?.—interrogo a su acompañante que tomo asiento justo a centímetros suyo.
—Te veo preocupado, confundido...extrañado, sin duda algo ronda por esa cabeza.—con su dedo índice señalo su cabeza haciendo al contrario avergonzarse y ruborizarse.
—Ya basta Isra.—rio burlón mientras apartaba aquella mano que con anterioridad había señalado su cabeza y removido su cabellera con diversión.
La sonrisa de aquel hombre le recordaba tanto a la de su idilio amoroso, era tan cálida y gentil como suelen ser sus palabras, como si con ellas intentase compensar ciertos aspectos de su vida pasada, ciertos errores...ciertas acciones.
—A ti es a quien nunca he podido engañar, me conoces mucho mejor que mi propio padre ¿por que?.—sus ojos se clavaron en los ajenos buscando una respuesta sincera, ha pasado tanto tiempo viviendo con el que ha sabido diferenciar cuando es que miente y cuando es que dice la verdad.
—¿Por qué qué Gretur?.—confundido volvió a preguntar.
—Porque mi padre y no otra persona, porque tus buenos tratos hacia mi después de todo lo que te ha hecho...se que hay más que las simples riñas o peleas, solo porque.—aquella mirada suya doblego a aquella contraria que hace varios años había olvidado que se sentía ser querido, que alguien más se preocupara por él, recordó su pasado...recordó a Egipto.
—Hice una...una promesa a tu padre, yo no lo dejaría ni el lo haría... —penso un instante en sus palabras, palabras que condenarían o serian un llamado de auxilio, no podía...no debía.—nos amamos, amar significa estar en las buenas y las malas, amar es estar ahí para la otra persona y que la misma lo este para ti, así como yo y tu padre...
Una leve sonrisa forzada se formo en sus labios aun cuando muy en el fondo solo quería mostrar una linea recta para dar a entender que lo que dice es mentira, no es feliz, lo que vive no es amor...no lo es.
—Yo...yo estoy enamorado y en ese periodo tan largo que he cultivado en mi corazón. —se señalo el pecho.—aquel sentimiento tan enigmático he sentido en parte lo que dices, solo que para mi amar no significa ponerle la mano encima a la otra persona, maldecir al otro, insultarse ni mucho menos ser fríos, no puedes negarlo...los he visto así gran parte de su convivencia como pareja...—diviso en aquella mirada la conmoción que sus palabras produjeron en su ser, la forma en que parece evadirlo era tan sutil que de no ser porque es muy observador nunca lo hubiese notado.—¿Por qué no lo dejas?¿Por qué persistes en ser tan infeliz en compañía de alguien que no amas?
—Di mi palabra y la he de cumplir, muchacho, en tu vida no primeras cosas que difícilmente seras capaz de cumplir. —ligeras palmaditas le dio en la espalda antes de retoñar una postura erguida dándole la espalda.—Cuando amas te sientes especial, incluso sientes un extraño cosquilleo en tu abdomen que te dice a gritos que aquella persona por la que sientes interés es especial...sientes ser libre y feliz, no crees necesitar más que solo su compañía, sueñas con él...sueñas un futuro ideal en su compañía... —suspiro pesadamente mientras el más joven se le acercaba de forma cautelosa para ver los gestos de su rostro.—A pasos lentos puedes consolidar una buena relación, conocerse hará que ambos aprecien las cualidades del otro y se apoyen para arreglar sus defectos, solo no te apresures...todo llegara a su debido tiempo...
Aquel muchacho se maravillo por sus palabras, sonaban tan sabias a su percepción que parecía ser una lección de vida de alguien tan lleno de experiencia como él. Sonrió conmovido y lo abrazo, dándole aquella muestra de cariño que siempre suele alegrarle los días, que cambia sus días grises en días coloridos, cambiar su tristeza por alegría, devolverle las esperanzas de que hay alguien más esperando por el ahí afuera que simplemente estar atado a alguien que lo hace sentir infeliz y mediocre.
—Es momento de regresar a la ciudad, ya habrá tiempo para que me cuentes de la o él afortunado de tu amor.
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Moscú-Rusia, 15:45pm:.
Salio a tempranas horas de la mañana, tras haberse despedido en forma de discusión de su tutor quedo pensativo en sus planes para hoy. No lo pensó mucho, haría aquello que siempre hace cuando esta aburrido.
Cazar.
Como no tenia un arma propia tomo "prestada" aquella que yace adornando la superficie de la chimenea, tomo uno de sus gruesos abrigos y salio sin más titubeos al bosque para distraerse.
Los campos se veían cubiertos de aquel álgido manto blanco además de arboles resecos y el soplido del viento que besa sus mejillas dejándolas un poco coloradas. Se abrazaba a si mismo para entrar un poco más en calor conforme sus pasos lo guiaban a adentrarse más en aquel bosque, no cambio de hogar, creció en aquella cabaña desde que recuerda hasta el instante en que después de ausentarse regreso a lo que supuso era su origen.
En su mente ha pesado mucho el hecho de haber rechazado sus raíces, su verdadero origen, su verdadera esencia. Cada noche tormentosa las pesadillas vuelven encarnizadas en la persona que más detesta y teme, su padre. Cada madrugada despierta con el corazón en la boca mediante escenas turbias que su mente ha planteado conjuntamente con los severos traumas que supone su tortuosa infancia, como odiaba a aquel hombre por no haber sido la persona que tanto esperaba, como compadecía a su madre, sentía lastima por ella y un profundo sentimiento de frustración al no hallar forma alguna hasta ahora de sacarla de aquel infierno.
—Vaya día... Ni un solo ciervo.—se quejo entre dientes, empuñando con fuerza el mango de aquel mosquete estando al pendiente de cualquier sonido.
Siguió caminando y conforme lo hacia parecía caminar sobre un sendero que conducía a su memoria primigenia, por un leve instante se desconectó de la realidad, camino entre pasajes de sus recuerdos mas remotos. La vez en que abrazo a su madre...sentía ahora recordar el aroma de ella, sentir su cálido abrazo rodear todo su cuerpo...sentía todo y a la vez nada...todo era casi irrelevante mientras observa a su padre detrás de todo.
Oía sus gritos, sus insultos, su constante indiferencia... Sus golpes, todo lo malo de él aunque claramente no recuerda los episodios buenos que aquel hombre ejerció sobre él. Aquella vez que jugó y rezo por el en el patio de su hogar, aquella vez en que entre sus manos sostuvo su cuerpo y le enseñó a caminar más enderezado que la vez en que Moscú lo hizo. Lo quiso hasta el instante que de un momento para otro aquel querer se convirtió en decepción y luego en indiferencia y rechazo.
—Ahg, seas mil veces maldito.—maldijo por lo bajo, sus manos apretaban aun más el mango de aquel mosquete y su mirada buscaba con desesperación un blanco con el cual desquitarse.
Al pasar exactamente media hora desde su partida decidió regresar a su hogar, topándose con la mirada preocupada y molesta de su tutor.
—¡¿qué haces con eso!?.—arrebato de las manos ajenas aquel mosquete que al parecer tenia un significado un tanto especial.
—Salí a distraerme, estoy aburrido de estar todo el maldito día encerrado en esta casa, viendo lo mismo cada día ¿acaso no puedo ir a la capital a vivir siquiera uno o dos días?.—respondió, opinó y sugirió a aquella imagen imponente de su tutor, algo que al contrario provoco un relajo del ceño fruncido que llevaba.
—Escucha Sirian, hicimos un acuerdo y parte de ese acuerdo es que estés aquí ¿acaso no vez que al exponente en la capital provocaras que te reporten de inmediato y de paso me sancionen a mí? ¿Acaso no quieres que tu madre sea al fin libre y feliz?.—sus palabras le hicieron pensar en aquel acuerdo, más que acuerdo era una promesa. Bajo la mirada y sintiéndose culpable y avergonzado calló mientras oía el clásico sermón.
—No lo volveré hacer, te prometo que me enderezare y seré mejor persona para cumplir mi cometido, cumpliré la promesa que le hice a mi madre.—con total determinación aquellas palabras salieron de sus temblorosos labios, observó atento a su tutor y creyó y afirmaría que vio una sonrisa en aquel rostro inexpresivo de aquel hombre que lo cuida, juraría que su repentino abrazo transmitía más que conformidad y tranquilidad, era una calidez tan extrañamente familiar.
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Berlin-Alemania, 14:25pm:.
En un conglomerado de personas el estaba al mando, la voz de aquellos inconformes que ven con malos y preocupados ojos la consolidación de un nuevo nazismo emergente, tienen miedo y con justa razón. Todo aquel odio de ya hace bastantes años atrás recaería sobre los hombros de lo que ahora es la única nación con gran población judía. No callaría, no cuando siente que es su deber pegar el grito en el cielo si es necesario para evitar un nuevo holocausto.
—¡No podemos permitir que hechos del pasado se vuelvan a repetir, no lo permitiremos!.—exclamo a lo alto siendo ovacionado y seguido por un gran numero de simpatizantes, todos ellos judíos residentes en tierras alemanas.
¿Por que inmiscuirse en el sistema o asuntos de otro país?¿por que entrometerse si no le concierne en absoluto?.
Su tono varonil e impostada hacían a todos los presentes sentirse identificados con su propósito, muchos de ellos tenían miedo a las represalias ya que en su mayoría eran todos jóvenes y alguno que otro adulto, alguna que otra provincia o estado estaba ahí acompañándolo, incluso Texas estaba ahí para apoyarlo.
Hace dos semanas que hacen lo mismo, es como una rutina, parte del medio día y la tarde yacen frente a la plaza de la gran Berlin con pancartas y altavoces para hacer sentir sus presencias inconformes y preocupadas, gritan, alegan y convencen a muchos de que permitir algo así es inaudito, al llegar el atardecer toman sus cosas, recogen todo el desastre que hicieron durante su protesta y se marchan para volver a hacer lo mismo al día siguiente. Al ser una protesta pacifica las autoridades no les han tomado por anarquistas ni mucho menos por terroristas por infundir información "falsa" y someter a los posibles afectados a la histeria.
Ellos no buscaban eso, tan solo querían prevenir que otra atrocidad semejante se vuelva a repetir.
Al llegar la tarde después de haber escuchado a buena parte de sus compañeros de lucha decir lo que pensaban sobre el tema con megáfono en mano decidió tomarse un respiro en compañía de su más grata compañía, el texano.
—Cada día me sorprende más tu solidez, la forma en que no dudas ni titubeas ni un segundo en decir lo que piensas es asombroso.—halagó el tricolor mayor al tricolor más joven, le dio un fuerte abrazo fraternal y una que otra palmadita en el hombro.
—Halle el valor en base a la experiencia que me toco vivir contigo papá...—sonrió amenamente ante el cumplido de su progenitor dejando bien en claro que parte de su seguridad deriva en el miedo de sentirse vulnerable cuan niño alguna vez fue.
—Son...debes olvidar el pasado, dejar de pensar en ello, siempre es bueno dejarse ver "expuesto y vulnerable" ante los ojos de quienes más te aman...solo así seras capaz de superar aquella barrera tras la que te refugias...—aconsejo a su gran orgullo, el mucho sonrió nuevamente de forma franca, su mirada denotaba estar agradecida...aquel brillo en sus ojos no mentían en absoluto.
—Gracias por tu consejo papá. —lo abrazó con todas sus fuerzas, sentía aquella misma emoción recorrer su ser de cuando ambos se encontraron pro primera vez después de tantos años de haber estado separados.
—Vayamos a una pista de patinaje, así podrás despejar tu mente de esta clase de asunto, al menos unas cuantas horas ¿te parece?.—sugirió divertido a su joven acompañante quien ha asentido levemente con la cabeza de forma positiva y convencida.
—Suena una buena idea, espero aun recordar como es que se patina.—comentó algo nervioso, ha pasado un buen tiempo desde que camino sobre dos ruedas en cada pie que ya olvido la experiencia y sensación de estar sobre dos ruedas en cada pie.
Tras una breve caminata por la gran ciudad llegaron hasta un establecimiento en el cual, al adentrarse, observaron el clásico patinaje en hielo y en el como las personas se divertían mientras hacían alguna que otra pirueta o simplemente divagaban en compañía de alguien más entre charlas y una que otra risa.
Texas procedió a alquilar algunos patines, al momento de colocárselos diviso en su hijo el miedo, había ya permanecido dos minutos observando aquellos patines intentando recordar como es que se usan y como debe patinar para no lastimarse.
—Don't worry son, te enseñare a patinar tal cual te enseñe a dar tus primeros pasos.—aseveró seguro y transmitiendo aquella seguridad a su joven muchacho quien suspiraba nervioso y un tanto tranquilo.
Egipel procedió a colocarse aquellos patines y con ayuda de su padre siendo su soporte y apoyo se encamino hasta la pista helada.
—Come on son! don't be afraid, I will help you.—alentó al joven tricolor a soltar la baranda y tomar su mano.
Era un pequeño viaje hacia el pasado, se vio cuan niño en aquella época de invierno en New York donde también temía arriesgarse a intentarlo y fallar en frente de tanta gente, aunque la presión es aun mayor cuan adulto, sentía aquella misma sensación cuando escuchó a su padre decirle aquellas palabras. Su corazón palpitaba a mil por hora mientras creía oír dichas palpitaciones, sus manos y piernas temblaban ni que decir de su rostro, no ocultaba lo aterrorizado y nervioso que se hallaba.
Texas tomo una acción que el contrario recordaría como una linda experiencia, se acerco con tal naturalidad sobre dos ruedas y tomo y jalo del brazo del contrario haciendo que el mismo salga de su trance, lo hizo apoyarse sobre su cuerpo y guió sus pasos mediante instrucciones sencillas para luego poco a poco dejarlo desenvolverse, dejarlo crecer...dejarlo experimentar.
Aun con miedo aquel muchacho se mantenía a duras penas erguido, temblaba con las piernas cruzadas e intentaba patinar, gracias a las instrucciones de su padre y al aliento que el mismo le dio tomo valor y decidió arriesgarse. Suspiros y cerro los ojos un instante antes de tonar una postura más erguida y proceder a patinar que no era más que caminar sobre dos ruedas.
Se le oía tan alegre, tan emocionado que no paro hasta dar exactamente 10 vueltas a toda la pista a gran velocidad mientras que él tan solo lo seguía con lentitud y tranquilidad. Ver a su pequeño sonreír después de haber estado preocupado y un tanto triste hace poco era por mucho una de las mejores escenas que guardaría en su memoria. Mientras caminaba tranquilo observándolo al compás que la canción Sunflower que sonaba en su teléfono móvil y la oía con auriculares el muchacho tomo de su mano y lo llevo a casi rastras a recorrer con su energía frenética todo el lugar, entre risas que manos conectaron por ser este un momento especial en la vida de su progenie.
Dieron ligeras vueltas dibujando sobre la pista círculos continuos hasta que quedaron mareados y tuvieron que parar a su divertido acontecer para así no perder el equilibrio y provocarse alguna herida o lesión.
—Gracias por todo papá.—nuevamente lo volvió a abrazar, aquella forma en que sus brazos se envolvieron en el cuerpo de su progenitor sintió ser el ser más dichoso y feliz de toda la faz de la tierra al tener un padre que es capaz de comprenderlo y entenderlo a la perfección.
Obviando el hecho de que cuya apariencia y sangre poco o nada tienen que ver en absoluto con aquella imagen paternal que tiene en frente suyo, a pesar de ello sigue creyendo en ello, él es su único padre y nadie más.
Un vinculo paternal que se va haciendo más y más fuerte conforme los intentos de Egipto por acercarsele no dan los resultados esperados y más al contrario impulsas al joven a aferrarse aun más al texano. Vaya problema.
Al menos él es feliz, eso es lo que más importa para un padre. Que el hijo se a feliz a pesar de ser a costa de su propia felicidad, un sacrificio magistral. Algún día se le ha de recompensar.
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Para ese entonces aquellos jóvenes ya tenian una considerable edad...
Egipel y Egisra tenían 17 años, ambos viviendo de manera diferente sus vidas, separados nuevamente por sus propias decisiones saben que lo que más importa es el uno y el otro. Uno protegería al otro a costa de su voluntad, de hecho Egipel ha desarrollado aquel complejo de hermano mayor por lo que ver a su querida hermana "menor" con alguien que no considera digno se ganaría un cruel enemigo.
En cuanto a Gretur, el tiene 23 años. Ha madurado y a la vez sigue siendo un niño ante los ojos de sus padres, ha sido y es el interés amoroso de la persona que tanto ama, la ama en silencio con miedo a decirle su sentir sin saber que la misma es capaz de corresponder a sus sentimientos siempre y cuando el se le declarara. Guarda tantos secretos, pero el que es mucho peor de los que guarda tarde o temprano saldrá y no será capaz de ocultarlo, hablara más su conciencia que la propia sangre.
Serán aquellos jóvenes pieza clave de sus propias vidas y de las vidas de quienes los rodean, harán un gran cambio...le darán un giro tremendo a la historia que con anterioridad se ha tejido. Harán que cada quien este con quien se merecen, eso es un hecho.
Sus caminos se cruzaran y por ello todas las vidas a su alrededor cambiaran el final de sus historias, les darán un nuevo comienzo.
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