⚜ⅤⅠⅠ⚜
Dulce Angelito.
◈ ━━━━━━━━ ● ━━━━━━━━ ◈
Cuando aquel pequeño infante llego a su vida, consciente y aprendiendo un poco de lo que es el mundo real, todo había sido un caos. Hay golpes que su cuerpo soporto cuyo error fue creer que los mismos simplemente se pasarían conforme pasaría el tiempo, tuvo dos intervenciones quirúrgicas, algo por el estilo, donde intentaron reconstruir ciertas estructuras que habían estado regenerándose de forma perjudicial.
En un día particular, de esos cuales solía caminar a menudo por algunas calles de Bagdad, se topo con la infantil presencia que quedo varada en medio de tanto tumulto, con miedo y llorando, buscando con desespero a quien podría considerarse su progenitor. Si no lo hubiese visto de cerca, si no se le hubiese acercado tan solo por curiosidad no sabría el origen de dicho pequeño perdido. Estuvo presente aquel día en que él apareció mecido entre los brazos de una víctima del odio colectivo, se sintió culpable cuando tuvo por la fuerza quitárselo de los mismos, de hecho aquel no puso resistencia más al contrario, estaba tan decaído que parecía detestarlo.
—¡No lo quiero ver, llevatelo lejos de mi vista!.—de manera fiel recuerda como sus manos agarraban su alborotada cabellera húmeda, su rostro cansado y el rechazo en su mirada denotaban que en absoluto lo quería.
Fue como recuperar la visión, desde aquel instante profundizo sus pensamientos, abrió realmente los ojos al observar que a quien se odia se lo hace de manera injusta. Si bien fue incapaz de salvar a Siria de la crueldad que significa convivir de forma permanente con alguien como Irán, esta vez no cometería aquel error.
Cojeando apenas llego a él, se arrodillo y lo abrazo de tal forma que el pequeño se calmo y correspondió su abrazo.
Quien es su padre jamas le mostró quien realmente es, mantuvo su rostro oculto ante la presencia infantil que consideraba una aberración de la naturaleza por poseer cierta peculiaridad que lo hacia único. Tomo de su pequeña mano emprendiendo un largo viaje, abordo él le prohibió hablar y cuando arribaron lo primero que hizo aquel cruel hombre fue caminar por la capital y dejarlo en medio de tanta gente.
No sintió pena alguna al hacerlo, no dudo siquiera un instante ni reconsideró la decisión que hace un buen tiempo había tomado y planeado el como lo llevaría a cabo para simular una simple y mera casualidad, un descuido de un padre despistado. Quizá mientras se alejaba parte suya le decía que regresara pero otra gran parte le gritaba que siguiera adelante, que no mirara atrás y que acelerara el paso. Oyó sus lamentos, la forma en que necesitaba de él para sentirse seguro, era su sangre...pero una sangre maldita, una sangre castigada por haber cometido algo que según sí mismo era lo correcto.
—Papi, eres tú?. —la infantil voz entre cortada interrogó a quien lo abraza, sus ojos llorosos infundían pena en aquella alma sensible cuyo error fue simplemente enamorarse de una persona que es ya prohibida para él.
Más enfadado no podría estar, aquella crueldad de quien conoce a perfección había sobrepasado los limites con esta acción, haber abandonado a su propio hijo a la deriva, esperando quien sabe que cosas de cuanta gente pasa por ahí para deshacerse de una carga, aquella inhumanidad era bastante cuestionable. Debatió entre dos opciones, decirle la verdad o simplemente mentirle y hacerse pasar por aquel monstruo.
Con la única y gran diferencia de que él no se parecía en nada al progenitor de su ahora hijo.
—Si, soy yo...—emocionado derramo algunas lágrimas que pudieran simular su preocupación, la inocencia de aquellos ojos doblegaban a todos sus sentimientos haciéndolo sentir vulnerable ante aquella presencia.—...te prometo que lo ocurrido, no volverá a pasar.—se seco aquellas lágrimas que se deslizaron por su mejilla al igual que con sus manos sostuvo aquel infantil y delicado rostro cuyos pulgares limpiaron la tristeza que derramaban sus ojos.
El pequeño le regalo una hermosa sonrisa, de aquellas que podrían alegrar el día a cualquiera que podría estar pasándola mal. Sus pequeños brazos rodearon su cuello y los suyos su pequeño cuerpecito, era una extraña y rara sensación la que recorrió sus ser al momento de ser abrazado, era como si de alguna manera todos los pesares y los pensamientos que lo castigan se esfumaban a la par en que algo dentro de él se creaba, mejor dicho volvía a despertar después de tantas décadas dormida.
—Te prometo pequeño que seré el mejor padre que hayas tenido...—le prometió con tal seguridad que el pequeño le regalo otra enorme sonrisa.
Retomando una postura erguida él extendió su mano que fue correspondida por la pequeña mano de su "hijo", ambos listos y dispuestos a emprender una vida, de crear una historia familiar de aquella que siempre soñó y anheló forjar con Siria.
El destino le brindaba la oportunidad de tener aquello que siempre soñó pero con la dificultad de hacerlo por si mismo, si bien se encaprichó con él para evitar a toda costa que estuviera con la persona que más amaba posiblemente estaría dispuesto a poner en su camino a quien posiblemente pasaría a ser su nuevo amor, pensar de forma tan diferente o simplemente tener la mente más abierta lejos de las restricciones que su creencia castiga sería primordial para darse cuenta de que vale por mucho arriesgarse a arder en el infierno.
Tal vez lo que influirá en que aquello se concrete será la historia de Israel y Egipto, a pesar de ser tan distintos fueron capaces de ir en contra de lo que creen y en contra de sus propios gobiernos para estar juntos hasta el instante en que terceros se impusieron la tarea de destruir su linda historia a toda costa.
Y así como fue capaz de enamorarse una vez fue capaz de hacerlo una segunda vez, abrió los ojos y vio más halla de Siria, pensó desde aquel instante, en que un cruce de miradas decían más que las palabras mismas, en él. Y pensar que paso gran parte de su vida enamorado de una persona que hasta el final fue capaz de darse cuenta de su sentir.
—Éstas listo para conocer a alguien especial pequeño?.—mantenía una enorme sonrisa alegre en su rostro de aquellas que hace mucho tiempo había dejado de formar en sus finos labios oscuros.
El pequeño asintió con la cabeza varias veces, ocultando su miedo ante una persona que claramente desconocía.
Ahí lo vio, atravesó aquella gran puerta y de manera improvista le sacó una fotografía, en aquella habitación la risa estruendosa de dos adultos se dejo oír mientras poco a poco lograba ver los colores que el invitado poseía.
Dos franjas rojas separadas por un inmaculado blanco con un símbolo en medio que por el uso del flash no puede distinguir a perfección. Una melena lacia decora aquel rostro varonil que se acerca a su padre y lo abraza, siendo aun tan inocente no es capaz de ver el amor vivo que ambos adultos expresan en sus miradas, en sus abrazos y en sus besos bastante disimulados y tímidos que hasta incluso lo hacen de manera oculta, aun sintiendo cierta vergüenza al querer expresar algo tan hermoso frente a quien posiblemente no debería siquiera ni ver. Ambos eran novatos en aquella experiencia, esperando no salir lastimados y simplemente deseando que aquella felicidad que llevaban dure por toda la eternidad.
—Mi pequeño Abdel, ven, tenemos una sorpresa para ti.—ambos adultos tomaron sus manos y lo guiaron hasta una habitación en donde procedieron a celebrar su cumpleaños.
A pesar de ser algo bastante pequeño y muy personal ambos fueron capaces de disfrutar dicho momento, han pasado ya 2 años desde que lo encontró, no ha tenido cambios muy notables...seguía siendo aquella vulnerable criatura que abandonaron en la calle a su suerte y de no ser por él la misma quien sabe donde habría parado o terminado.
—Hijo mío, es hora de que empieces a abrir tus pequeñas alas y empieces a volar, tocar el cielo...alcanzar tus sueños...—tomo unas tijeras y un par de agujeros a aquella indumentaria que lleva abrió, el extendió sus pequeñas alas sintiéndose más cómodo.
—Confía en ti mismo y veras que todo lo que te propongas se hará verdad.—añadió Libano abrazando al iraquí, ambos tomados de las manos le ofrecieron un sin fin de ropa adecuada a su condición especial.
Quien diría que la llegada de una simple criatura cambiaría todo su mundo, apenas caminaba por el camino en que lo puso el destino para remediar todo el mal que le había hecho.
¡Ah, el pequeño Abdel, el gran orgullo de sus padres! ¿Que tanta similitud le guardas a tus verdaderos padres?
¿Seras capaz de descifrarlo?
(Rojo, azul, blanco y un símbolo extraño, deja muy en claro su evidente origen)
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top