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Una amarga Infancia.
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«⑤»

Pasaron varios meses desde aquella primera visita que resultó ser la última de su hermano, aquella vez fue la ultima en que vio a Damasco más los siguientes que se convirtieron en semanas y luego en meses no lo volvió a ver.

Acabo cumpliendo ya los cuatro años y ya iba por el quinto y estaba a casi nada de cumplirse. Sentado en una banca de aquel amplio patio del lugar que se obligo a si mismo llamar hogar permaneció quedo, decepcionado de aquellas personas que le prometieron mucho y decepcionaron del mismo modo, provocaron una herida en su pequeño corazón que no seria capaz de curar, al menos el tiempo se encargaría de ello solo que no seria capaz de remediar aquel dolor que aqueja su alma, más allá de aquellos limites es incapaz de pasar.

Cuando se supone que los niños de su edad deberían desbordar alegría, él desbordaba tristeza y una profunda decepción seguida de una pequeña pizca de odio que poco a poco envenena su alma. Pensaba que su madre no lo quería y por ello fue capaz de, al igual que su padre, entregarlo a un hombre extraño para que lo cuidase por toda su vida; si tan solo supiese que, en otra región del mundo, la persona que más lo ha amado sufre por su ausencia y su salud se va deteriorando.

—Tu eres la única compañía que tengo en este sitio...—entre sus manos acarició aquel pequeño conejo de pelaje blanco que le regalo el ruso.—al menos quien te metió en mi vida me aprecia a su manera...—añadio antes de suspirar.

Nuevamente en invierno, privado de salir y adentrarse en las entrañas de aquel bosque que existe frente a sus ojos por los peligros que guarda dentro, desobedece aquellas ordenes y reglas por la curiosidad y porque aquella criatura se adentro a la misma.

En su búsqueda sigue sus huellas, poco a poco adentrándose en aquel bosque y así perdiendo noción alguna desde que punto ha decidido partir ni el sendero que tomo para guiarse. La tormenta borra sus rastros y los rastros de aquella pequeña criatura que da por perdida. Unos sonidos ha escuchado, como ramas rompiéndose y cortezas siendo rasgadas. Caminando y adentrándose aun más mientras se abraza a si mismo para entrar un poco en calor divisa huellas, huellas de un animal mucho más grande y pequeños rastros de ¿sangre?¿pintura roja? Duda, su miedo al ver aquellas manchas sobre la nieve provocan que su corazón se acelere por el miedo mientras va siguiendo aquellas manchas que se hacen más y más grandes que simples puntos o lineas.

Por otra parte, Moscú ha llegado recién a casa, después de haber ido a firmar algunos papeles y luego asistir a algunas reuniones por fin llegó. Adentrándose en su hogar se percata de lo sola y vacía que se halla, no siente aquella infantil presencia que lo acompaña desde hace un año y con las buenas noticias que trae y el pequeño obsequio que tiene dentro de su abrigo espera un poco devolverle la alegría a aquel niño.

—Sirian?.—llama y aquel llamado no es atendido cosa que llega a sacarlo de contexto.

Si siempre al escucharlo corría a su llamado ¿por que no lo hacia ahora?, después de pensar un poco supuso que se hallaba en el patio de su hogar, justo en la zona posterior cercana al bosque. Digamos que haberlo llevado a la cabaña resulto ser una terrible idea. Al dirigirse al lugar un extraño presentimiento se le presenta en forma de preocupación, puesto que al pasar del arco pudo divisar que el lugar también estaba solitario, apenas la brisa puede ser  oída, adentrándose un poco más nota un pequeño cesto de zanahorias donde algunas están a medio comer.

—Maldicion! ¡Sirian!¡Sirian!.—preocupado corre hasta la estancia de su despacho, esta tan nervioso que apenas sus manos sostienen aquella escopeta de caza y logra cargarla.

Los cartuchos que saco del primer cajón de su escritorio salen rodando por el suelo debido al temblor de sus manos que apenas logran cargar tres o cuatro cartuchos en la escopeta, sin la oportunidad de cambiarse decide ir en su búsqueda. Suponía y aquella suposición no estaba más alejada de la verdad. El pequeño se adentro al bosque siguiendo a su maldita mascota que se adentro al bosque, maldecía por lo bajo haberle comprado aquella mascota que lo metió en peligro, maldecía haber llevado al pequeño a vivir en la cabaña que desde hace años dejo para irse a vivir con su madre hasta los tres años.

Con la frente en alto miro a través del bosque, suspiro al sentir nuevamente entre sus manos frías el cuerpo de una escopeta de caza, si aquella criatura se halla rondando por ahí no dudaría en dispararle si se atreviese a hacerle algo al pequeño infante.

—Resiste Sirian, ya voy por ti.—decidido a no tener compasión alguna se adentro a las entrañas de aquel bosque, deseando en su mente que aquella criatura siga aún con vida y sana.

El frío es cruel, azota su pequeño cuerpo que va siguiendo aquellas lineas rojas conllevando a una escena un tanto traumatizante para aquel pequeño que huye despavorido del lugar, el cuerpo de un mamífero medio carcomido y con las entrañas expuestas fue demasiado para el, ver aquella mirada perdida mientras alguna vez suplico por la misma lo puso asustado y aterrado.

Asustado y más que todo aterrado corrió despavorido, sus pisadas poco a poco se hundían en la nieve mientras divisaba que algunas huellas rojas estaban justo en frente suyo, un enrome animal paralizo sus sentidos y su cuerpo. Sus mirada aterrada se clavo en aquella imponente presencia que gruñía y le daba la espalda, observando la densidad de la nieve tomo una arriesgada decisión.

Sentándose sobre la  nieve y ejerciendo presión decidió echarse sobre la misma y cubrirse con aquel manto blanco hasta que aquel enorme animal hasta ahora desconocido se fuese, tomando una honda respiración antes de cubrirse el rostro se oculto y no era para más, aquel animal poco a poco se iba dando cuenta de su presencia, moviendo la nariz y mostrando su feroz rostro con el mismo manchado de sangre camina a su dirección.

Tiembla y solo reza que aquel animal se vaya, que aquel monstruo pasara de largo y fuese incapaz de encontrarlo y clavar sus enormes dientes en su pequeño cuerpo.

Un par de disparos captan la atención de aquel enorme animal que pasa por encima suyo, milagrosamente sin lograr pisarle.

Si tan solo no lo hubiese seguido hubiera por fin cumplido su mayor anhelo... Si tan solo no lo hubiera seguido...no estaría pasando por esta situación.

Continuará...

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