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Una amarga Infancia.
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«④»
Despertó lleno de energía, la compañía durmiente de su hermano fue capaz de infundirle aquella imagen materna que tanto extraña, aquella calidez de su cuerpo mezclados con los suaves latidos de su corazón que como una celestial sinfonía lo hizo viajar al maravilloso mundo de los sueños casi lúcidos.
Se levanto y con sus aún pequeñas manos ejerció cierta presión sobre el pecho de su hermano, pretendiendo que con su actuar él se despertara.
—Dami, Dami, despierta!.—susurraba cerca a su oído, exigiendo que el contrario sea capaz de despertar de su letargo.
Damasco abrió los ojos, aun soñoliento agudizo su vista para poder ver mejor a quien le exigía despertase, con la vista un tanto borrosa procedió a tomar una posición semi erguida para poder frotarse los ojos con suavidad y poder visualizarlo mejor.
—alnajm alsaghir ... ma alamr?(pequeña estrella...¿que sucede?).—en su rostro resplandecía una pequeña y tierna sonrisa conforme removía divertido los cabellos verdes de su pequeño hermano menor.
Hablar en su idioma dejo un tanto desconcertado a aquel pequeño, si bien su madre le enseño algunas palabras era un tanto pequeño para aprenderlas y memorizarlas, jugar era aquel pasatiempo que siempre disfruto con su madre que por lo cual, cada vez que se hablaban siempre lo hicieron en español.
Damasco se saco de onda al ver que aquel pequeño mostraba una cara de confusión ante sus palabras, ¿acaso su madre fue incapaz de enseñarle su idioma y pretendió inculcarle otra cultura?¿acaso se avergonzaba de si misma para correr por ese rumbo?.
Había sacado conclusiones demasiado apresuradas, cuestionando aquella falta de interculturalización que cometió su madre. Pero no estaba para pensar en ello, no después de que su madre ha caído en una profunda depresión y es incapaz siquiera de intentar salir de aquel enorme, profundo y oscuro agujero en el que cayó.
—Disculpa pequeña estrella, ¿que necesita mi pequeño ?.—pregunto un tanto meloso, sus pulgares tomaron entre sus yemas aquellas mejillas suaves y las apretaron con decoro, esto provoco una pequeña molestia en el pequeño.
El niño tomo aquellas manos entre las suyas e intento alejarlas de sus mejillas, ejerció toda aquella fuerza que su pequeño cuerpo podía brindarle sin lograr su cometido, solo saco una que otra risa sobria de su acompañante que se divertía con sus expresiones un tanto molestas. Aparentar estar molesto simplemente era tierno para la percepción ajena, tan solo admirar aquella inocencia que es capaz de endulzar todas su molestas muecas, tan envidiable e imposible de no amarlo.
—Disculpame pequeño...—acaricio sus mejillas intentando compensar su infantil actuar.—tan solo desearía ver la cara de nuestra madre al tan solo verte así...creciendo como un gran roble.—depositó sus manos sobre sus hombros imaginando lo orgullosa y alegre que se sentiría al verlo así, tan grande para su edad.
—¿crees que Mami se alegrará al verme así de grande?.—se señalo a si mismo y con una mirada llena de inocencia e ingenuidad preguntó.
—Claro que sí! Verte así seria la mayor alegría de su vida, de seguro le encantaría tenerte devuelta en sus brazos...—manifesto nostálgico cosa que capturo la atención del niño y sembró la esperanza de algún día volver a estar en su dulce refugio, entre los brazos de su amada madre.
—Y cuando Mami se librara de su trabajo? Ya quiero volver a verla y abrazarla...y_y besarla y_y decirle lo mucho que la quiero.—dijo alegre, con una enorme sonrisa en los labios mientras sus ojos brillaban como centellas al anochecer.
Al verlo se sintió un tanto extrañado y a la vez emocionado, conmovido por aquella inocencia que era incapaz de destruir con su verdad. Agradecía muy en el fondo que el ruso le hubiese mentido, tal vez prometido que algún día lo llevaría con su madre una vez que se "desocupara del trabajo". Pero intuía que aquella mentira, aquella blanca mentira traería consigo un gran problema a futuro si nadie era capaz de decirle la verdad.
—Acercate Sirian, tengo algo muuy importante que decirte.—el pequeño se le acerco curioso mientras él haría aquello que pronto seria la causa que conllevaría a crear aquel problema.—Cuando llegue la fecha de tu cumpleaños, prometo que te llevare con nuestra madre.
—Enserio!?
—Si! Te prometo, por el meñique, que te llevare con nuestra madre cuando llegue ese día tan especial. Es una promesa, ¿un pacto de caballeros?.—si con anterioridad extendió su mano y su meñique que sello aquella infantil promesa, ahora extendía su mano esperando que el pequeño fuese capaz de corresponderle.
—Es una promesa!.—añadio alegre aquel infante que tenia una enorme sonrisa pegada en el rostro que nadie podría ser capaz de quitarsela, al menos eso pensaban.
—Ahora dame un abrazo pequeña estrella.—el pequeño accedió a aquel pedido, lo abrazo con tanta fuerza que no quería separarse de aquella personita que no borraba su tierna sonrisa de su rostro en ningún momento.
—dobroye utro, zavtrak gotov.(buenos días, el desayuno ya esta listo.).—se oyó del otro lado de la puerta al ruso, unos cuantos sutiles toques a la puerta llamaron antes de proceder a usar su gruesa voz.
—Enseguida iremos Moscú, danos unos minutos.—solicito amable, solicitud que fue muy bien aceptada por su anfitrión.—Muy bien Sirian, es hora de ir a desayunar pero antes hay que darnos un baño.—comentó mientras procedía a hacerle cosquillas, sacando más risas de aquel infante que alegraba su vida.
Ambos muchachos se levantaron de la cama, el más pequeño de los dos retomaba el aire y se calmaba un poco después de haber reído a carcajadas un par de minutos. Tomando la mano de su hermano y sonriendole de manera tierna ambos se adentraron a la habitación de baño.
Ambos tomaron una ducha por separado, obviamente. Damasco tenia una basta experiencia con niños que fue como recordar aquella etapa de su vida en la que paso cuidando de sus hermanos. Solo que esta vez era diferente, era especial.
Sin duda alguna fue uno de los mejores recuerdos que aquel pequeño guardaría en su memoria antes de sucumbir a la oscuridad. Prometer falsos es algo que ningún niño perdonaría con facilidad, seria muy fácil si fuese un juguete, cualquier objeto pero no una persona. Haberle prometido llevarlo con su madre seria aquel detonante que lo convertiría en aquello que ella nunca deseo para él.
Se convertiría poco a poco en una terrible copia de su padre, una copia idéntica de Irán.
Todo por una promesa que quien se la prometió fue incapaz de cumplir.
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