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La calidez de un sentimiento desconocido.
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(④)

Fue recibida con todo el respeto que ella se merecía, con todo el aprecio, aun siendo por simple educación, que necesitaba.

Un apretón de manos en el aeropuerto, un cordial abrazo seguido de un educado beso en la mejilla bastaron para sentirse apreciada. Hace mucho quien duerme a su lado y se marcha sin saludarla o preguntarle como estaba no lo hacía, la marginaba y la dejo de lado cuando su hijo dejo de estar a su lado. Aun siendo por simple educación basto para sentirse querida, apreciada, estimada...

El ruso fue muy amable, algo inquietante e intimidante como lo era su padre con un no se que en la mirada que no logra descifrar. Para el contrario, su acompañante es como una extraña tormenta; su tristeza parece una tarde lluviosa, una de tormentas en donde sus errores y sus limitaciones son las causas por las cuales aun sigue bajo la tormenta y no es capaz de refugiarse...

Es curioso ver aquel brillante verde de sus orbes, un verde parecido a las praderas de Amsterdam en primavera, un verde parecido a la piel ácida de los limones más maduros que hubiese visto. Lo más curioso fue ver un rostro masculino bastante fino, uno que le hizo dudar con respecto a la sexualidad del acompañante de su acompañante.

Segmentos mas delicados y bien definidos sus ojos jamas habían visto, incluso superaba a los de una mujer...exageraba por el miedo que sentía...estremecerse al tan solo verlo de reojo lo ponía nervioso y enfadado. Rasgos finos, delicados semejantes al de una hermosa fémina con la diferencia de que ciertos rasgos masculinos se imponen evitando que pase por mujer; prominentes y gruesas cejas decoran su rostro haciéndolo lucir más masculino, labios delgados y pálidos le dan un toque exótico confabulados con sus medianos ojos penetrantes de orbes esmeralda.

Para Damasco, su anfitrión era un tipo inquietante...bastante distante, frío y serio, con una personalidad hasta ahora desconocida, en si era un perfecto desconocido. No cruzo más que un simple saludo antes de subirse a la vagoneta en que eran transportados hasta su hogar, tenia miedo de lo imponente e intimidante que resultaba su presencia frente a sus ojos, la primera impresión que tuvo fue una de terror que supo ocultar con nerviosismo casual.

La mirada de ambos extranjeros se maravillan de forma disimulada ante el paisaje de la gran capital, la ciudad de Moscú, era una maravilla con atractivo desde hace décadas atrás, tal vez una o dos centurias. Pasaron de la gran ciudad a un bosque del lugar, un pequeño sendero que termina dando lugar al espacio salvaje del mismo, fue una dura travesía por los alrededores hasta llegar a una rustica y elegante cabaña en el corazón del bosque. Jamás por sus mentes hubiese pasado que aquel hombre de renombre y porte que los recibió fuese un ermitaño, juzgando solo por la apariencia de su forma de vida vacacional.

Era un clima agradable, el verano en sus tierras compensaba sus crudos inviernos. Adentrándose en aquella morada tan agradable fueron invitados a sentirse como si estuviesen en su propio hogar, claramente obviando que ahora solo serian tres y no más de una docena.

Siria estaba impaciente, más que todo porque hasta el momento no había visto a la luz de sus ojos.

—Acompañenme, los guiare a sus habitaciones.—comentó amable, tomando las maletas de sus invitados en un acto de cordialidad.

—Disculpa...—tomo de su mano haciendo que su travesía tuviese una breve parada.—podrias decirme en donde esta abnay alsaghir , abnay ...—solto casi suplicante, impaciente decidió tomar en sus manos la situación. Las ansias que tenia para ver nuevamente a su pequeño la obligaron a preguntar.

Él la miro detenidamente, viendo las ansias que parecían incontrolables en su mirada que empieza a empañarse debido a las lágrimas que empezaban a emanar de sus bellos ojos. Sonrió cálidamente como nunca antes lo había hecho, no con aquella naturalidad tan...tan extraña.

—Esperame aquí, enseguida vuelvo.—aseveró antes de que ella lo soltara y se encaminara hasta su habitación para traer al motivo por el cual ellos estaban ahí.

Siria se quedo estática observando el camino que había tomado, viéndolo irse y desaparecer en la intersección del pasillo que conducía a la sala principal y sus habitaciones. Damasco se acerco a ella, deposito con cuidado sus manos sobre los tensos hombros de su madre haciendo que la misma se exalte.

—Tranquilizate madre...pronto lo tendremos a nuestro lado.—la consoló con sus palabras, sacando una bella sonrisa de seguridad en los labios de su adorada madre.

Pasaron algunos minutos, escasos par de minutos hasta que volvieron a ver al joven ruso con lo más preciado que tenia en la vida, su pequeño, al fin después d e tanto tiempo lo volvía a ver.

Se acerco corriendo hacia su anfitrión, entre un mar de lágrimas alegres tomo entre sus brazos con cuidado a su pequeño, abrazándolo con fuerza y decoro, procurando en el acto no hacerle daño. Se sentía emocionada, su mano derecha acariciaba con vehemencia el rostro de su pequeño, dándole múltiples besos en los mofletes que tanto extraño, derramando algunas lágrimas sobre su delicada piel mientras era observada por su hijo y su anfitrión.

Que más daba crear una escena emotiva cuando lo que más deseaba en su vida, en su existencia mundana era reencontrarse con su pequeño nuevamente. Tenerlo nuevamente en su regazo, ver nuevamente su rostro angelical aun cuando lo que hace mayor parte del tiempo es solo dormitar.

Fue conmovedor para ambos espectadores verla de aquel modo, con la maternidad a flor de piel, viéndose más alegre y con más vida de la cual contaba antes de llegar a tierras rusas.  Era como un sueño hecho realidad, todo lo que había deseado y soñado se cumplía de manera espectacular, como si Allah hubiese escuchado sus constantes suplicas y se hubiese apiadado de su situación, su benevolencia era magistral y le estaría eternamente agradecida por haber escuchado sus súplicas.

Sin duda alguna pronto haría que su vida se complementase con la pequeña que fue capaz de crear, estaría presente y no ausente como su progenitor o progenitora lo estuvo con ella. No estaba sola a pesar de sentirse así, tenia algo por el cual seguir viviendo y luchando, una compañía que estaría a su lado y sacaría la cara por ella, la defendería de quien sea...inclusive del hombre que se dice ser su padre cuando en los momentos más especiales de su infancia, éste estuvo ausente.

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