Capítulo II

No recuerdo cuando comenzó, pero de pronto comencé a odiar la vida. 

Se que si mi padre estuviera presente y me escuchara decir algo así, se que me regañaría y me daría uno de esos sermones que tanto extraño. 

Pero él ya no esta presenta. La muerte me lo ha arrebatado.  

Recuerdo cuando comenzó, yo siempre odie la muerte.

Se que si Albafica estuviera presente y me escuchara decir algo así, se que me sonreiría con cariño y amor, como extraño esa sonrisa.

Pero él ya no esta presente. La vida me lo ha arrebatado. 

No quiero vivir. No quiero morir. Solo deseo dejar de existir. 

Pero..... Hay personas que me hacen desear estar muerto.

Y hay personas que me atan a la vida. 

-¿Y que hacemos?-murmuro El Cid nervioso con un leve tinte rosa en sus mejillas. Defteros le miro extrañado mientras una sonrisa de lado se dibujo en su rostro. Yo solté una carcajada burlesca causando que El Cid me mirara molesto. Los tres nos encontrábamos en el club, que más que club era como un cabaré donde había; música, bebidas, funciones artísticas del tipo sexual o humorista, y personas encargadas de prestar cierto "servicio" 

-¡Amigo! ¡Ten paciencia! ¡Disfruta de tus últimos momentos de virginidad!-le dije causando que El Cid se removiera incomodo en su asiento. Los tres nos encontrábamos en una mesa un poco al final. Pues no nos encontrábamos muy interesados en ver la función que se presentaba. 

-Hace unos minutos eras el más interesado en querer que perdamos nuestra virginidad. Y ahora quieres que nos mantengamos virgen hasta los cuarenta años-dijo Defteros con su sonrisa fanfarrona. Yo abrí los ojos sorprendido. 

-¡Defteros! ¡Tan impaciente estás por perder tu virginidad!-dije entendiendo el doble sentido en las palabras de mi amigo. Defteros desvió la mirada con un tinte rosa en sus mejillas dándome la razón. Mire a mi alrededor y solté una carcajada llena de burla. Como no tendrían impaciencia. A nuestro alrededor un montón de mujeres u hombres con ropa reveladora caminaban por aquí y por allá. De seguro cuando mis amigos vieron aquellas escenas cierto "amiguito"  se les despertó. Mi carcajada murió en el momento en que vi a mi "adorado" esposo poniéndome los cuernos con un hombre de buena apariencia.

Aquel hombre parecía haber nacido en una cuna de oro, pues podía notar que su ropa era de marca. Además por algo se encontraba aquí. Este lugar era de muy buena calidad, significaba que solo las personas con buena economía podía entrar aquí. Osea; políticos, empresarios, abogados, doctores, etc.              

Yo había heredado una buena cantidad de dinero aunque muy raras veces llegaba a ocuparla. La mirada de Verónica se cruzó con la mía, mi esposo me sonrió con burla, yo solo le ignore. Y dirigí mi mirada a mis amigos quienes se habían quedado en silencio. Seguramente también habían visto a mi "adorado" esposo poniéndome los cuernos. 

-¡Si tanta impaciencia tienen! ¡Deberían ir a buscar una presa!-les dije en modo de broma-yo me quedare aquí, bebiendo un poco de cerveza. Después les acompaño-mire la bebida con fingido amor. Recordé que a Albafica no le gustaba verme beber. Decía que el alcohol hacía daño.

-no estoy tan impaciente-murmuró Defteros mientras tomaba un sorbo de cerveza. El Cid asintió. Nos quedamos unas horas hablando sobre temas sin importancia. Haciendo bromas. Rechazando a quienes se nos acercaba por si deseábamos aquel "servicio". Hasta que después yo les insistí a buscar una "presa" nuevamente. Ellos aceptaron. Y se fueron en busca de la presa. Me quede solo algunos minutos hasta que un chico de cabellos platinados se me acercó de forma coqueta. Se sentó sin mi permiso a mi lado, yo sonreí de lado. 

Hace mucho tiempo que no tenía diversión. Desde que Albafica se fue. 

-¿Estas solo?-me preguntó en un tono seductor mientras se acercaba a mi rostro. Yo estaba por decirle algo como "¿Ves que este acompañado?" pero no lo hice. Pues en ese momento el recuerdo de Albafica apareció frente a mí.

-Lo siento..... pero no puedo-fue lo último que me había dicho Albafica antes de irse para siempre. Mi sonrisa desapareció causando confusión en ese hermoso rostro. Hermoso, pero no tanto como el rostro de Albafica. 

-Estoy acompañado. Largo-quise sonar educado pero lamentablemente la educación no es lo mío. El muchacho se fue indignado. 

"El alcohol hace daño" decía Albafica, tiene razón pero...... El alcohol puede darte unos segundos de olvido. Pasaron unos minutos, no se cuanto, suponía que treinta minutos. Me había tomado cuatro vasos de cerveza. No me sentía ebrio pues tenía buena resistencia al alcohol. Escuche unos murmullos, mi mirada se dirigió a aquellos murmullos. Habían personas reunidas, llegue a escuchar sobre cierto hombre que se había desmayado. Al principio no le tome importancia pero el pensamiento de que tal vez el hombre desmayado fuera Defteros o El Cid cruzó por mi mente. Y apresurado me acerque al lugar, empuje a algunas personas con el propósito de ver quien era el hombre desmayado pues la pequeña multitud de persona me lo impedía. 

Grande fue mi sorpresa al ver que el hombre desmayado era Defteros, pero eso no fue lo único que me sorprendió. Había un hombre agachado quien sostenía la cabeza de Defteros para que esta no se golpeara con el suelo. No podía creerlo. Aquella persona había fallecido años atrás. El Cid había aparecido, situándose a mi lado. Él se mostró tan sorprendido como yo. Y fue él quien susurro el nombre de aquella personas:

-Aspros-                          

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