Capitulo Cuatro.

—¿Una casa de seguridad?

Girándose en el cómodo y lujoso asiento de cuero, Yuma miró a la persona sentada a su lado con incredulidad total incredulidad. Había pasado los dos últimos días recostado en una camilla mientras los médicos lo pinchaban, pellizcaban y tocaban por todos lados, hasta que finalmente, luego de un montón de preguntas, llegaron a la conclusión de que, aunque su cabeza no estuviese del todo bien, su cuerpo parecía estar todo lo sano que podía administrar luego de lo sucedido.

Eso era genial, había estado ansioso por salir del maldito hospital.

Ahora, sentado en un bonito y desconocido auto negro, con Noah sentado justo a su lado y Darius en el asiento de enfrente, comenzaba a pensar que quizás debería haberse pedido un taxi en vez de confiar en el matrimonio. Sabía que esos dos querían ayudarle, pero no estaba tan seguro de que sus ideas fueran las mejores.

—¿No creen que sea un poco exagerado? —interrogó, pensativo—. Quizás, si pongo un poco más de seguridad en mi casa, podría volver allí.

—Yuma —Noah llamó su atención hasta que volvió a ver su rostro serio—. Les dispararon a nuestras malditas ventanas, podrían habernos matado con la facilidad que un insecto en una caja, esas personas no están jugando.

—Sé eso, créeme, soy consciente de que van muy enserio. Pero una casa de seguridad me parece demasiado.

—Eso depende —Darius terció—. ¿Cuánto crees que vale tu vida?

Yuma hizo una mueca.

—Confía en nosotros en esto —Noah insistió con esa suavidad que parecía nata en él—. Hemos pensado en todas las posibilidades, esto es lo mejor para ti en este momento.

—Esta es la única forma de mantenerte respirando, así que solo acéptalo.

Su suspiro fue largo y exhausto—. Ni siquiera sé porque les sigo el rollo a ustedes dos —murmuró, frotándose la sien distraídamente mientras el dolor de cabeza comenzaba—. Dijeron que el dueño del lugar es un amigo suyo, ¿alguien que conozca?

—Si, aunque no creo que lo recuerdes. —cuando giró a míralo ante sus palabras, Noah hizo un gesto con su mano para espantar lo dicho: — De todas formas, tendrás mucho tiempo para conocerlo ahora, porque será tu nuevo cuidador desde hoy.

Como si el aire dentro del auto se hubiese congelado, la palabra escapó como un insulto de sus labios—. ¿Qué?

—Tu única oportunidad de supervivencia. —Darius le recordó en un canturreo, llamando su atención fuera del muy arrepentido aspecto, de su esposo.

—¿Olvidaron mencionar adrede la parte de un nuevo cuidador? —siseó.

—Escuchaste al médico, debes hacer reposo ahora, y tu antigua cuidadora no estaba calificada para ayudarte en un caso así. Matt es una mejor opción.

—¿Matt? —repitió, frunciendo el ceño mientras buscaba en su memoria—. ¿Por qué ese nombre me suena conocido?

El rostro de Noah se congeló con un rastro de sorpresa por un instante antes de que la sonrisa lambiscona regresase—. De todas formas —desvió—. Está persona se ha dedicado a la protección y cuidado de muchas figuras importantes, tiene experiencia en cuanto a situaciones extremas y formación en el cuidado de heridos, es perfecto.

—Siento que estas intentando venderme algo diferente a lo que dices —lo miró con sospecha—. Solo que aun no descubro qué exactamente.

—Eres tan intuitivo.

Rodando los ojos, se recostó nuevamente en su asiento y dejó caer el tema. Era bastante obvio que esos dos estaban en algo, pero lamentablemente para él, los locos Addams eran su mejor opción por el momento. Solo con saber que no querían dañarlo le bastaba, había vivido lo suficiente para poder zafarse o resistir cualquier otra situación.

Luego de un largo viaje, en el cual dormitó parte del camino gracias a los calmantes, el auto se encaminó por un estrecho camino antes de desembocar dentro de lo que parecía ser la cochera de una casa. A pesar de que las luces estaban encendidas, no pudo ver mucho desde su lugar, además de un par de autos, solo había paredes grises rodeándolos.

—¿Llegamos?

Como si fuese la respuesta a su pregunta, la puerta de su lado se abrió, haciéndole pegar un salto sorprendido. La luz interior del coche iluminó el rostro de la persona cuando se inclinó dentro, un rostro cincelado se enmarcó entre luz y oscuridad.

—Hey, finalmente llegan —soltó una voz baja y grave—. Comenzaba a pensar que algo malo les había sucedido.

Cabello tan rubio como un campo de trigo cayó sobre un rostro cincelado que podría haber rivalizado con cualquier modelo de revista actual. Llevaba una sonrisa digna de comercial mientras le dedicaba una suave mirada, como si estuviese viendo un animalito herido que necesitaba un toque suave. Cuando la luz finalmente cayó sobre sus ojos dispares, un rayo de reconocimiento golpeó a Yuma directo en la cabeza.

Como si fuese la reencarnación de un muñeco endemoniado, se giró a mirar a la persona sentada a su lado con fuego en sus ojos—. ¿Enserio, Noah?

Noah hizo una mueca—. Supongo que si lo recuerdas.

El pequeño sol no parecía para nada feliz ahora.

Con la cadera apoyada en la línea de gabinetes y una taza de café en su mano, Matt observó el adorable puchero que Yuma intentaba disimular mientras estaba sentado en el sofá con Noah enumerándole todas las razones por las cuales quedarse era su mejor opción. Era bastante obvio que él podía ver también porqué la casa era el lugar más seguro en su situación.

Su problema era Matt.

Y si era sincero, Matt no lo culpaba tampoco. Quizás, hasta podía admitir que él había sido un poco demasiado intenso con el chico en su primer encuentro. Declararse como el "amor de su vida", quizás no fue su mejor jugada. Pero, si vamos a los hechos, él jamás había pensado que terminaría en una situación así.

Agradecía la oportunidad de poder estar cerca del otro una vez más, pero se arrepentía de no haber tenido un mejor comportamiento en el pasado para evitarse el mal rato.

—¿Qué infiernos le hiciste al niñito de oro como para que te vea de esa forma? —Darius interrogó, pasando a su lado para revolver en su refrigerador—. Parece como si te tuviese miedo.

—No creo que sea miedo, más bien, cautela —dijo. Bebiendo un trago de su café, meditó como decirlo sin que sonase tan tonto como lo era, pero no había muchas vueltas que darle: — Quizás fui un poco demasiado intenso en nuestro primer encuentro.

—¿Uh?

—Le obsequié una porción de tarta de chocolate y frutos secos. —dijo.

Darius lo miró sobre el borde de la puerta del refrigerador—. ¿Por qué eso es malo?

—Al parecer, es extremadamente alérgico a ambas cosas —hizo una mueca, dudó un instante y al final, solo lo dijo: — Y puede que me haya declarado como "el amor de su vida", en nuestra primera conversación.

Darius se enderezó, cerró la puerta y solo lo miró con seriedad por los más largos treinta segundos antes de que una sonrisa burlona comenzase a hacerse lugar en sus labios—. ¿Estas bromeando?

Negarlo sería una enorme mentira: — Realmente lo hice.

Aunque obviamente intentó evitarlo, la risa surgió de sus labios como una cascada, burlándose completamente de él. Al menos alguien estaba gozando con su situación.

—Oh, hubiese pagado por ver la cara de Yuma cuando le dijiste eso. —el idiota soltó entre risas.

En realidad, Yuma solo lo había observado con una extraña expresión, tan plana como si Matt hubiese hecho un comentario vacío sobre el clima fuera de la ventana. No hubo un instante de verdadera sorpresa, nada que delatara que aquello lo había tomado desprevenido. Era curioso, en realidad. ¿Cómo una persona era capaz de actuar de forma tan indiferente con algo que obviamente estaba fuera de su rutina?

Esa reacción había despertado la curiosidad de Matt, haciéndole preguntarse a qué estaba realmente acostumbrado el otro para no reaccionar de ninguna forma ante su descaro.

—¿Matt? —la suave voz de Noah le hizo llevar su atención a ellos nuevamente, viendo al castaño agitando su mano hacia él—. Ven aquí un momento.

Dejando su taza dentro del fregadero, cruzó la distancia entre ellos y tomó asiento en el sofá que le fue indicado, justo frente a Yuma. Y maldición si no era una bendición poder ver esa belleza justo frente a él. Cabello tan negro como la tinta caía lacio hasta su barbilla, la piel clara hacía que sus ojos negros con arqueadas pestañas destacaran, una nariz pequeña, labios rosados y un aire indiferente y frío que hacía que las personas a su alrededor quisieran acercar su mano para medir su temperatura.

Como una escultura hecha de hielo, sublime y a la vez tan extrañamente fría.

—Yuma esta preocupado por tu profesionalismo —Noah comunicó, y era obvio que había utilizado las palabras bonitas al hablar con él—. ¿Podrías ayudarme a calmar su inquietud?

Mirando los oscuros ojos estrechados en su dirección, Matt estaba a punto de abrir la boca para decir una estupidez, pero el brusco pellizco en su pierna lo hizo callar, girando para ver la expresión de advertencia en la cara de Noah. Tenía la sensación de que, si respondía mal, la pequeña cosa finalmente perdería los estribos y lo golpearía. Y con el tamaño de Noah no es como si pudiese defenderse de su ataque, tendría que aceptar el ser golpeado por el enano.

Volteándose nuevamente hacia Yuma, intentó la sonrisa más inocente de su arsenal mientras hablaba: — Soy un profesional completamente certificado, no tienes de qué preocuparte.

—¿Profesional? —Yuma repitió, y su voz, con ese timbre tan extrañamente suave, fue como una caricia para sus oídos. Aun cuando sus ojos lo estaban mirando con cruda sospecha: — ¿Qué clase de profesional se le declara a un completo extraño en horas de servicio?

—Eso fue un pequeño desliz de lengua, prometo no volver a hacerlo.

—¿Por qué tengo la sensación de que haces muchas promesas de ese estilo? —dijo—. ¿Siquiera sabes cómo mantenerte en silencio?

Eh, según su mamá, desde que había aprendido a hablar, Matt era simplemente incapaz de mantener un pensamiento en secreto. Así que, si respondía con sinceridad, solo se hundiría más.

—Yuma —Noah llamó su atención cuando fue obvio que Matt no tenía idea de que decir a eso—. Sé que Matt es un poquito desastroso, pero como su anterior cliente, puedo decirte que es un profesional en su trabajo.

Desde la cocina, Darius tosió torpemente, pero una mirada de Noah lo tuvo girando su rostro lejos y haciendo de cuenta que estaba buscando algo en el gabinete sobre su cabeza.

Volviendo a su actitud amable, Noah siguió—. Solo inténtalo, por unos días —pidió—. Si realmente te sientes incomodo con él o no puedes adaptarte, llámame y vendré por ti en un instante.

Frunciendo el ceño, el pelinegro pareció pensarlo por un largo instante antes de finalmente tomar una actitud de rendición. Habiendo sido informado de la situación con anterioridad, Matt, como todos los presentes, sabían perfectamente que él era su mejor opción. Si alguien quería la cabeza del joven, no había una opción mejor para su protección.

Luego de lo que parecieron los más largos segundos de su vida, Yuma clavó su oscura mirada en él y amenazó: — A la primera estupidez, me largo.

Subiendo sus manos, intentó parecer inofensivo—. Seré un buen niño.

Luciendo feliz con el nuevo acuerdo, Noah suspiró con alivio como si un peso hubiese volado fuera de sus hombros. Matt lo comprendía en parte, proteger a alguien podía escucharse como una tarea fácil, pero en realidad, era una de las cosas más complejas con las que se había topado. Demasiadas variables, demasiadas opciones, las cosas podían irse al infierno demasiado rápido y las reacciones debían ser más rápidas para evitar el desastre.

Aun cuando era un desastre en su vida privada, Matt había sido entrenado para eso, sabía lo que hacía. Y teniendo en cuenta que de sus acciones dependía la integridad del pequeño sol, entonces no había forma de que fallase en esta misión.

Mirando el reloj con forma de manzana que colgaba en la pared de la cocina, Matt hizo una pequeña mueca antes de recordarles a Noah y Darius que el tiempo de marchar había llegado. Había preparado una ruta diferente para que el matrimonio se marchara, un auto con vidrios polarizados y un chofer experimentado los esperaba fuera, preparado para sacarlos de la propiedad de la forma más discreta posible. Por lo que Noah le había dicho sobre el último ataque, era obvio para él que alguien había estado vigilándolo y lo había seguido hasta el lugar donde Yuma estaba quedándose.

Matt no estaba permitiendo que eso sucediese por segunda vez.

Llegado el momento, acompañó a la pareja hasta la cochera, luciendo confundido cuando Noah le hizo un gesto con su delicada mano para que se inclinase a su altura. Una vez allí, la pequeña mierda tomó su oreja, casi arrancando su arete mientras le daba una mirada de advertencia.

—Compórtate —aunque ese rostro suave no podría infundir miedo sin importar cuanto lo intentase, Matt sabía perfectamente que hablaba completamente enserio—. No quiero tener que venir a buscar a Yuma y ponerlo en peligro solo porque no sabes mantenerte en tus pantalones. Él ya ha pasado por mucho, no necesita tenerte a ti todo sobre él, ¿soy claro?

Matt asintió obedientemente.

—Enserio, Matt. Lo que él necesita ahora es un protector, no un amante. —su expresión se tornó algo atormentada—. Se cuidadoso con él, es más frágil de lo que deja ver. Y por favor, mantenlo a salvo, su hermana es una perra obsesionada, hará hasta lo imposible por llegar a él.

—Lo sé, te prometí que lo cuidaría bien y eso haré, me comportaré como un profesional y lo mantendré a salvo.

Pareciendo complacido con la respuesta, el joven finalmente lo liberó, cosa que Matt aprovechó para frotar el punto de dolor en su oreja. Esos pequeños dedos podrían rivalizar con tenazas.

Echando una mirada más a la puerta de la casa, Noah se giró para entrar al auto detrás de Darius, pero se detuvo al último instante y lo miró: — Yuma le teme a la oscuridad —dijo—. No te lo dirá jamás, por eso te lo estoy diciendo yo. Nada de oscuridad o lugares cerrados.

Por alguna razón, Matt sintió que había más detrás de esas palabras, pero Noah no le permitió decir más cuando se giró y entró al vehículo, cerrando la puerta detrás de él. Haciéndose a un lado, observó el auto alejarse al salir de la cochera y perderse en la oscuridad de la noche. Asegurándose de que la puerta estaba correctamente sellada, se giró y entró nuevamente a la casa.

Yuma seguía recostado en el sofá ahora, su pie descansando sobre un acolchonado cojín que Noah le había dado y el control remoto en su mano, pasando los canales del televisor sin detenerse a ver nada. Cuando lo escuchó entrar, esa cabeza se giró a verlo sin mucho interés, los ojos negros recorriéndolo, examinándolo.

Luego de un tiempo, un largo y cansado suspiro abandonó sus labios—. Supongo que seremos roomies por un tiempo.

Matt sonrió de lado.

Si, él estaba esperando hacer que ese tiempo se extendiese un poco, digamos, para todo el resto de sus vidas. 

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