Capítulo 9
Tu, Raynare nos habló de ti. Donasshek no ha vuelto desde que lo enviamos por el humano con la Sacred Gear. Aunque, bueno... tampoco es como que nos importe -dijo con un tono despectivo la mujer alada, su rostro cubierto por una mueca de fastidio. En sus manos, una lanza de luz comenzó a formarse, brillando con una intensidad cegadora-. Por cierto, me llamo Kalawarner. Ahora mueran.
Observé con desinterés cómo arrojaba la lanza de luz con una fuerza que, para cualquier humano común, sería mortal. Pero para mí...
(¿Otra vez con estas tonterías? ¿De verdad no tienen otra técnica además de las lanzas de luz?) —pensé con aburrimiento por la falta de creatividad de estos Angeles caídos.
Sin inmutarme, levanté mi mano derecha con calma y atrapé la lanza en pleno vuelo. El impacto resonó con fuerza, pero mi agarre no cedió. Con un simple apretón, la lanza estalló en pedazos, cuyos fragmentos cayeron al suelo sin gracia.
Kalawarner quedó petrificada. Sus ojos abiertos de par en par reflejaban la incredulidad que la invadía.
(¿Qué... detuvo mi lanza de luz y la destruyó... así de fácil?) —pensó, su mente intentando procesar lo que acababa de ocurrir.
(¡Tenko es increíble! ¡Quiero ser como él!) —pensó Issei, que observaba todo con asombro y una chispa de admiración creciendo en su interior.
Solté un suspiro y me crucé de brazos. -Escucha, brazo de 25, hoy es viernes y quiero salir temprano. Así que hagamos esto rápido, ¿te parece? —dije, con una sonrisa ladeada que dejaba entrever mi falta de paciencia.
En un parpadeo, ya estaba frente a Kalawarner. Sujeté su cuello con una sola mano, levantándola del suelo como si no pesara nada. Ella forcejeaba, pero su fuerza era insignificante comparada con la mía.
Escucha bien, muñeca rota. Te daré una oportunidad de largarte de aquí con tu vida intacta. Pero si vuelvo a ver tu cara... —apreté un poco más, sintiendo cómo luchaba por respirar—. Bueno, digamos que te haré mi perra.
La solté de golpe, como quien arroja algo sin valor. Kalawarner cayó al suelo, jadeando mientras intentaba recuperar el aliento. Me quedé ahí, esperando a ver su próximo movimiento.
(¿Su orgullo la hará volver a pelear? Sería típico. Estos ángeles caídos parecen incapaces de aceptar una derrota contra un humano...) —pensé, divertido ante la posibilidad.
Kalawarner se levantó con dificultad, su rostro teñido de furia. Sus manos temblaban, indecisa entre atacar o retroceder. Pero cuando mis ojos se clavaron en los suyos, con una sonrisa que parecía prometerle algo peor que la muerte, dio un paso atrás instintivamente.
Tch. Esto no se quedará así. Nos volveremos a ver, humano —dijo con desprecio antes de desplegar sus alas negras y desaparecer en el cielo nocturno.
Issei, aún pasmado, me miró con una mezcla de miedo y admiración.
(¡No puede ser! ¡Tenko es realmente fuerte y genial! ¡Definitivamente quiero ser como él!) —pensó, con una chispa de determinación encendiéndose en su corazón.
Me giré hacia Issei con calma. —Escucha, Issei. No voy a estar aquí para salvarte siempre. Si quieres sobrevivir, vas a tener que hacerte fuerte por tu cuenta —dije con firmeza antes de comenzar a caminar.
Issei se quedó en silencio un momento, pero luego asintió con seriedad. Mis palabras lo habían golpeado más fuerte que cualquier lanza de luz. Apresuró el paso para alcanzarme.
Oye, Tenko... ¿cómo eres tan fuerte? —preguntó de repente, con curiosidad genuina en su voz.
Me detuve, dándome la vuelta para mirarlo.
¿De verdad quieres saberlo? —pregunté con una sonrisa traviesa.
¡Sí! —respondió con entusiasmo.
Bien. Escucha, brazo de 35. Si quieres que tu brazo sea de 45 como los míos, te recomiendo comer 8 eggs en la mañana. —Sonreí, dando un par de pasos hacia atrás mientras caminaba en reversa.
¿Eh? —Issei se quedó paralizado, completamente confundido por mi respuesta.
No pude evitar soltar una carcajada, pero luego algo cruzó por mi mente. Recordé que, al igual que con los rituales de los hechiceros, explicar mi atadura celestial ante otros mejoraría su efectividad. Si le explicaba a Issei el secreto de mi fuerza, no solo lo motivaría, sino que también podría aumentar mi propio poder. Era un win-win.
Mañana te contaré una de las razones por las cuales soy tan fuerte —le dije con simpleza, dejando caer esa promesa como si fuera un comentario casual.
Issei asintió con entusiasmo, visiblemente emocionado ante la idea. Yo, por mi parte, sonreí para mis adentros.
(Esto será interesante...)
Y con eso, continuamos caminando, dejando atrás el lugar donde habíamos enfrentado a Kalawarner. Las cosas apenas comenzaban.
Issei asintió, aunque seguía procesando todo lo que había pasado. Mientras caminábamos, algo llamó su atención: en mi mano derecha, giraba un collar de oro. Sus ojos se fijaron en el objeto, y un pensamiento cruzó su mente.
Tenko... ¿ese no es el collar de la ángel caído? -preguntó, alzando una ceja.
Sonreí con diversión, girando el collar en mi dedo índice como si fuera un juguete.
Sí, lo es. Es mi pago por las horas extra -dije con tono despreocupado.
¿Se lo... robaste? -preguntó Issei, una gota de sudor bajándole por la sien al estilo anime.
¡Claro que no! ¿Cómo crees? -respondí con una sonrisa inocente, encogiéndome de hombros-. Lo llamo "compensación" por todas las molestias que me han causado últimamente. Además, dudo que note que le hace falta.
Issei soltó una risa nerviosa, pero no pudo evitar pensar que tenía sentido. Después de todo, ya me había salvado tres veces en menos de una semana. Si alguien merecía un bono por el esfuerzo, era yo.
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Cuando la mañana llegó, el sol iluminaba las calles mientras caminábamos hacia la academia Kuoh. La rutina habitual del día apenas estaba comenzando, pero la mente de Issei estaba completamente enfocada en una sola cosa.
¿Y bien? ¿Ya me dirás cómo eres tan fuerte? -preguntó ansioso. Había pasado toda la noche pensando en ello, apenas pudiendo dormir por la emoción.
Me detuve un momento, girándome hacia él con una sonrisa burlona. -Bien, presta atención, brazo de fideo -dije mientras aclaraba mi garganta para darle más dramatismo-. Tengo algo llamado "atadura celestial."
¿Atadura celestial? -repitió Issei, su curiosidad disparada al oír un término tan peculiar. Por el nombre, suponía que tenía algo que ver con el cielo o los dioses.
Sí, escucha bien. Una atadura celestial son restricciones naturales que ocurren en individuos específicos al nacer -expliqué con calma, asegurándome de mantener su atención-. Te quitan algo a cambio de darte otra cosa. Es una especie de "compensación divina."
Issei asintió lentamente, tratando de asimilarlo.
O sea, perdiste algo, pero obtuviste otra cosa como... ¿recompensa divina? -preguntó, con el rostro lleno de curiosidad.
Exacto. En mi caso, a cambio de no poder usar ningún tipo de energía, mi compensación fue una destreza física mayor y sentidos mejorados -dije con una sonrisa, disfrutando la expresión de asombro que comenzó a formarse en su cara.
¿Energía? ¿Como chakra, ki o esas cosas que alguna vez escuché en algún anime? -preguntó Issei, sus ojos brillando de interés.
Sí, algo así. Todo ser vivo posee cierta energía: los demonios, los ángeles caídos, los magos... todos tienen la capacidad de manipularla. Pero yo, por mi atadura celestial, perdí la posibilidad de aprender o usar cualquier tipo de magia. A cambio, obtuve una fuerza física sobrehumana y sentidos tan agudos que a veces asustan -expliqué con simpleza, viendo cómo Issei finalmente conectaba las piezas en su mente.
Entonces... se podría decir que estás bendecido con una fuerza sobrehumana por el mismo cielo -dijo Issei, claramente impactado por la revelación.
Sonreí, cruzándome de brazos.
Sí, wey. Estoy "bendecido por el cielo" -dije con un tono sarcástico, aunque Issei, en su emoción, no pareció notarlo.
¡Wow, eso es increíble! -respondió, completamente ajeno a mi sarcasmo.
Sacudí la cabeza, sin saber si reírme o sentir lástima por su ingenuidad. Pero algo era seguro: ahora tenía su atención completa, y no pensaba desperdiciar la oportunidad de mantenerlo motivado.
Con un gesto, le indiqué que siguiéramos caminando. El día apenas estaba comenzando, y aunque parecía tranquilo, tenía el presentimiento de que la paz no duraría mucho.
[*Timbre*]
[Has revelado tu atadura celestial. Recibirás una mejora en tus habilidades por defecto al revelar una información tan importante.]
Una sonrisa se dibujó en mi rostro al leer la notificación del sistema. Mi plan había funcionado a la perfección.
Seguimos caminando tranquilamente cuando escuchamos un ruido. Al voltear, vimos que alguien se había caído. Issei, siendo el tarado que era, soltó una risita pervertida al notar que la posición de la chica dejaba muy poco a la imaginación.
Rodé los ojos, claramente molesto, y no perdí el tiempo en darle un buen sape en la cabeza, uno que resonó con fuerza.
-¡Auch! -protestó, sobándose la cabeza.
Ignorándolo, avancé hacia la chica para ayudarla. Me agaché, recogí el velo que estaba a punto de volar por el viento, y luego la ayudé a ponerse de pie.
¿Estás bien? -pregunté con un tono de pereza mientras le devolvía el velo.
La chica levantó la mirada y, por un momento, me quedé en silencio. Era hermosa. Su largo cabello rubio caía como una cascada hasta su espalda, y sus ojos verdes brillaban con una calidez inusual. Vestía un traje de monja de color verde azulado oscuro con detalles en azul claro, y un velo blanco con bordes que combinaban. Una cruz plateada colgaba delicadamente de su cuello, y su semblante reflejaba una pureza poco común.
Sí, muchas gracias -respondió con una leve sonrisa, recibiendo el velo.
Deberías tener más cuidado... Y no pareces de por aquí -comenté mientras daba un par de pasos hacia atrás, dándole espacio-. Por cierto, me llamo Tenko Shimura.
Un gusto, Tenko. Mi nombre es Asia Argento -respondió, sonriendo un poco avergonzada-. De hecho, estoy un poco perdida. ¿Crees que podrías ayudarme a llegar a la iglesia?
Claro, no hay problema. ¡Issei, deja de actuar como un baboso! -chasqueé los dedos frente a su rostro para traerlo de vuelta a la realidad-. Tenemos que ayudar a esta joven cita.
¡Ah, sí! No se preocupe, nosotros la ayudaremos -dijo Issei con una sonrisa amigable, pero yo sabía lo que realmente pasaba por su cabeza.
Rodeé los ojos mientras comenzábamos a caminar.
-No le hagas caso. Es un pobre tipo que nunca ha tenido afecto femenino. Vamos. -Asia caminaba a mi lado, agradecida por nuestra ayuda.
-Muchas gracias. Me alegra haberme encontrado con dos chicos tan amables. Desde que llegué a Japón, realmente necesitaba un guía.
No te preocupes, te ayudaremos en lo que necesites -dijo Issei mientras yo caminaba sin mucho interés.
Mientras avanzábamos, escuchamos a un niño llorar. Nos detuvimos para mirar, y vimos que tenía un raspón en la rodilla.
Oh, esperen un momento, por favor -dijo Asia, adelantándose.
Se arrodilló frente al niño, extendió las manos cerca de la herida, pero sin llegar a tocarla. Un leve brillo verde emanó de sus palmas, y en cuestión de segundos, la herida del niño desapareció por completo.
Listo, tu raspón desapareció -dijo Asia con una sonrisa tierna, sacando un poco la lengua de forma juguetona.
Issei y yo la observamos. Para mí, no era sorprendente; ya había visto cosas mucho más impresionantes. Pero para Issei, fue algo digno de admiración.
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Seguimos caminando, y Asia parecía algo pesativa.
¿Les asustó lo que hice? -preguntó con timidez.
Obviamente no -respondí con desinterés. Después de todo, este mundo estaba lleno de cosas aún más raras.
Lo que él dijo -añadió Issei, con un tono más sincero-. Es un poder impresionante.
El Señor me concedió esta habilidad -respondió Asia con humildad, una pequeña sonrisa iluminando su rostro.
Issei la miró pensativo antes de decir algo que me hizo detenerme en seco.
Oh, entonces tú también fuiste bendecida con un poder. Eres parecida a él. -Señaló hacia mí.
¿A qué te refieres, Issei? -Asia ladeó la cabeza con curiosidad.
¡Pues a Tenko! Él fue bendecido por el cielo con fuerza sobrehumana y sentidos mejorados -dijo Issei con una sonrisa, como si hubiera dicho algo completamente normal.
Lo miré fijamente, mi rostro en completa neutralidad mientras pensaba: ¿Este idiota acaba de revelar mi atadura celestial?
¡Oh! ¿De verdad fuiste bendecido por el cielo? -preguntó Asia, sorprendida y visiblemente emocionada por el descubrimiento.
Sí... fui "bendecido por el cielo" -respondí, haciendo comillas en el aire.
Asia parecía encantada con la idea. -¡Eso es increíble! Oh, miren, esa es la iglesia. -Señaló un edificio a lo lejos.
Sí, esa es la única iglesia de la ciudad -respondió Issei casualmente.
Asia nos sonrió con gratitud.
-Muchas gracias por acompañarme. Me gustaría hacer algo por ustedes. ¿Qué les parece si entran a la iglesia conmigo?
Nos detuvimos, y antes de que Issei pudiera responder, me adelanté. -Nos gustaría, pero tenemos que ir a nuestra academia. Tenemos clases.
-Oh, entiendo. Bueno, tal vez puedan visitarme en la iglesia algún día. Me encantaría verlos de nuevo.
Seguro que sí, nos volveremos a ver -dijo Issei con una sonrisa antes de seguirme.
Asia nos despidió con un gesto amable, sonriendo con calidez. Observé de reojo mientras caminábamos lejos. Era una chica demasiado buena para este mundo... y probablemente para su propio bien.
Fin del capítulo
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