Capítulo 8
No es tan simple como parece. -Rias rompió el silencio, enderezándose en su silla. Sus ojos escarlata se clavaron en los míos, con la intención de recuperar algo del control que sentía perder.
La tensión en la sala era palpable. Issei me miraba con una mezcla de confusión e incomodidad; claramente mis palabras lo habían puesto a pensar. Koneko, aunque seguía mordisqueando uno de los dulces que le di, estaba claramente atenta. Akeno, como siempre, observaba desde el rincón con esa sonrisa maliciosa, disfrutando del espectáculo.
Entonces hazlo simple. -repliqué, inclinándome un poco hacia adelante, asegurándome de que mi voz cortara como una navaja-. Si lo sabes todo, explícalo. Porque, de donde yo vengo, proteger tu territorio no es un favor, es tu responsabilidad.
El ceño de Rias se frunció ligeramente. No le gustaba que le hablaran así, y menos en su propio club.
Los ángeles caídos no deberían estar aquí. Eso es cierto. -admitió, con un tono más controlado-. Pero no siempre es fácil mantener todo bajo control. Algunos actúan por su cuenta, y no podemos actuar de menera precipitada ya que podríamos causar conflictos mayores.
¿Y eso incluye dejarlos entrar a tu territorio para que maten a quien quieran? -repliqué, mi tono más frío ahora. Mi mirada no dejó de analizarla, buscando cualquier grieta en su fachada-. Entraron sin permiso, rompieron tus reglas, y planeaban asesinar a un humano. ¿Eso no merece un castigo?
Rias no contestó de inmediato. Respiró hondo, pero el leve temblor en su voz la delató.
No lo sabía hasta que fue demasiado tarde.
¿De verdad? -ladeé la cabeza con escepticismo, señalando a Issei-. Porque según lo que vi, tu gente sabía perfectamente que él estaba en peligro. ¿Me vas a decir que Koneko no te lo informó?
Rias abrió la boca, pero ninguna palabra salió. Issei me miró, confuso pero cada vez más consciente de que había cosas que no le estaban diciendo.
¿Y tú cómo sabes tanto? -preguntó Rias, tratando de desviar la atención hacia mí.
Eso no es asunto tuyo. -respondí con una sonrisa que no alcanzó mis ojos-. El cómo sé tanto es mi problema, no el tuyo.
Rias apretó los labios, pero no insistió. Fue Issei quien, con la voz temblorosa, rompió el silencio.
¿Eso es verdad, Rias? ¿Sabías que esa chica quería matarme?
El silencio fue la respuesta más clara. Rias dudó lo suficiente como para que Issei entendiera antes de que ella dijera algo.
No es que quisiera que pasara algo malo... -empezó Rias, pero su tono carecía de fuerza.
Entonces, ¿qué? ¿Esperabas a que muriera para hacer algo? -la voz de Issei estaba cargada de incredulidad y, por primera vez, de algo de enojo-. ¡Si no fuera por Tenko, estaría muerto!
Rias pareció encogerse ligeramente, sin saber cómo recuperar el control.
Entonces, ¿vas a ser honesta con él o seguimos jugando a las princesas y los caballeros? -intervine, cruzándome de brazos mientras señalaba a Issei.
Rias suspiró profundamente. Sabía que no podía seguir esquivando el tema.
Está bien. -finalmente dijo, dirigiéndose a Issei con una mirada seria-. Sabía lo que podía pasar. Sabía que esa chica no era quien decía ser.
Issei se quedó sin palabras por un momento, procesando lo que acababa de escuchar.
¿Y no hiciste nada? -susurró finalmente, como si la incredulidad lo asfixiara.
Lo siento. -admitió Rias, su tono bajo y cargado de culpa-. Pero todo salió bien, ¿no? Ahora estás aquí, con nosotros.
¡No gracias a ti! -Issei levantó la voz, claramente afectado-. ¡Si no fuera por Tenko, estaría muerto! Quiero saber qué carajos está pasando. ¡Ahora mismo!
La sala quedó sumida en un incómodo silencio, interrumpido solo por el crujido de un dulce que Koneko mordió. Akeno, por su parte, mantenía su sonrisa habitual, como si nada de esto la afectara.
Yo, por mi parte, no podía evitar sonreír levemente. La tensión, la incomodidad, el caos... Era un espectáculo fascinante. Me crucé de brazos y me recosté en mi asiento, esperando ver cómo Rias intentaría salir de esta.
Issei... -Rias tomó aire mientras trataba de recuperar su compostura, acomodándose en su asiento como si intentara proyectar control-. Todos aquí somos demonios.
Mientras hablaba, las alas de los presentes emergieron de sus espaldas. Eran negras, membranosas, similares a las de un murciélago. Issei se quedó boquiabierto, incapaz de procesar lo que estaba viendo.
Tú, Issei, posees una Sacred Gear, un arma que puede ser tan poderosa que incluso los ángeles caídos y los demonios la temen. -continuó, su tono suave pero cargado de seriedad.
Me mantuve en silencio, permitiendo que ella explicara el concepto del mundo sobrenatural. Issei parecía escuchar con atención, pero era obvio que apenas entendía una fracción de lo que le estaban diciendo.
Finalmente, después de absorber toda la información que pudo, soltó la pregunta que más lo atormentaba:
¿Pero por qué? ¿Por qué no hiciste nada?
Porque quería reencarnarte como demonio. -respondí antes de que Rias pudiera abrir la boca, con un tono tan frío como directo-. Te iba a dejar morir para aprovechar ese poder tuyo y hacerlo parte de su nobleza.
Las palabras cayeron como una roca pesada en la sala. Rias se mordió el labio inferior, claramente molesta de que hubiera tomado la iniciativa de responder. Sin embargo, no podía negarlo. Había dado en el clavo, y todos lo sabían.
Issei me miró confundido, pero al mismo tiempo parecía estar conectando las piezas en su mente. Lo que dije tenía demasiado sentido como para ignorarlo.
Sí... -admitió finalmente Rias, su tono apenas un susurro. Parecía derrotada, sus ojos reflejaban la tensión de ser acorralada-. Pero tengo mis motivos. Solo escucha, ¿de acuerdo?
Issei, con su corazón de pollo como siempre, accedió a escucharla.
Yo soy un demonio de alto rango. -comenzó Rias, enderezándose un poco-. Soy de sangre pura, de la familia Gremory. Como tal, a los demonios de mi linaje nos obligan a casarnos con otros demonios de sangre pura para preservar nuestra estirpe.
Hizo una pausa, dándole tiempo a Issei para asimilar sus palabras. La expresión de él no mostraba comprensión total, pero estaba claro que estaba tratando de seguirle el hilo.
Estoy comprometida con un hombre llamado Raiser Phoenix. -continuó, con un leve temblor en su voz-. Es un ser despreciable que ve a las mujeres como trofeos. No quiero casarme con él, Issei.
La vulnerabilidad en su tono parecía auténtica. Yo sabía que Raiser era un bastardo, pero también entendía que las acciones de Rias no eran precisamente las mejores.
La única manera de evitar ese matrimonio es a través de un Rating Game. -explicó, haciendo una pausa para observar su reacción-. Es un juego entre nobles demonios donde nuestras habilidades y estrategias deciden el resultado.
Rias suspiró, mostrando algo de cansancio, pero siguió hablando.
Como puedes ver, mi grupo está formado por Akeno, Kiba, Koneko... Todos son fuertes, pero Raiser tiene muchos más miembros en su nobleza. -dijo con amargura-. Estaba segura de que con tu poder, podríamos tener una oportunidad de ganar.
El peso de sus palabras quedó flotando en el aire. Era la primera vez que Rias hablaba tan abiertamente de sus motivaciones y su plan. Observé su rostro; sabía que esta no era una confesión fácil para ella, pero también entendía que había manejado la situación de la peor manera posible.
(Simplemente podrías haberlo hecho como en la historia original.) -Pensé para mí mismo, reprimiendo una sonrisa irónica.
Si solo hubiera hablado con Issei desde el principio, explicándole el valor de su poder y prometiéndole cosas como que podría ser un demonio de alto rango con su propia sirvienta, él habría aceptado por voluntad propia. Sin necesidad de orquestar su muerte ni manipular la situación.
Pero no. Lo había arruinado todo.
Issei estaba procesando lo que acababa de escuchar. Su mirada pasaba de mí a Rias, buscando una respuesta que ninguno de los dos parecía dispuesto a darle. Finalmente, se cruzó de brazos, con una mezcla de frustración y confusión en su expresión.
¿Entonces todo esto fue solo porque querías usarme para tu beneficio? -El silencio de Rias fue la única respuesta que necesitaba.
Escucha... sé que debe ser difícil para ti que te obliguen a casarte... -comenzó Issei, su voz aún temblorosa por la confusión-. Pero... ¿por qué no simplemente me llamaste y me explicaste eso de la Sacred Gear? ¿Por qué no pedirme directamente que me uniera a ti? -Había genuina incomprensión en sus palabras. Para él, no parecía algo tan complicado.
Rias suspiró con resignación, su postura reflejando la derrota.
Quería asegurarme de tenerte, ¿okey? -admitió, con una sinceridad inusual-. Necesitaba estar segura de que formarías parte de mi equipo. Es mi única salida para evitar ese matrimonio. Sé que no hice las cosas de la mejor manera... Realmente lo siento.
La sinceridad en su tono era evidente. Tal vez no lo decía todo, pero sí lo suficiente como para dejar claro que entendía sus errores.
(Bueno, al menos reconoce que la cagó y lo acepta... Eso ya es algo.) -Pensé mientras cruzaba los brazos, evaluando si debía seguir presionándola o simplemente dejar que las cosas tomaran su curso.
Issei, por otro lado, estaba demasiado confundido como para responder de inmediato. Sus pensamientos parecían girar en espiral, buscando algo a lo que aferrarse.
Esto es demasiado para mí... Necesito tiempo para pensar. ¿Okey? -dijo finalmente mientras se levantaba, con la mirada perdida.
Sin esperar una respuesta, salió del lugar. Su mente estaba hecha un caos, y sabía que necesitaba tiempo y espacio para reorganizar todo lo que había aprendido ese día.
Me levanté también, viendo que ya no tenía mucho más que hacer allí.
Mientras me marchaba, capté de reojo la expresión de Sona, quien había estado observando desde las sombras. Sus ojos reflejaban una mezcla de análisis y admiración.
(Interesante. Supo cómo usar toda la información que tenía, decir las palabras adecuadas en el momento justo...) -pensó Sona, sorprendida por la habilidad que había demostrado. La precisión con la que había manejado la situación era digna de admirar, y en su mente ya comenzaba a maquinar formas de acercarse a mí.
Sona no era como Rias. Sabía jugar mejor sus cartas y estaba decidida a intentar convencerme de unirme a su nobleza.
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Horas más tarde, Issei estaba sentado en un parque cercano, sumido en sus pensamientos. Las luces del atardecer bañaban el lugar con un resplandor cálido, pero él apenas parecía notarlo. Yo, por mi parte, me encontraba sentado tranquilamente a su lado, observando el horizonte.
¿Qué harás? -le pregunté finalmente, rompiendo el silencio.
Issei tardó en responder, como si la pregunta lo hubiera tomado por sorpresa.
No lo sé... Este día ha sido intenso. Es demasiado para procesar en tan poco tiempo. -respondió mientras dejaba escapar un largo suspiro, relajándose un poco en su lugar.
Lo sé. No te estreses por esto. Que no te afecte emocionalmente. -Le di un par de palmadas en la espalda, buscando animarlo un poco-. Alguien sabio dijo una vez: El pasado es historia, el mañana un misterio, pero el hoy es un obsequio.
Issei me miró de reojo, sorprendido por mis palabras. Lentamente, una pequeña sonrisa se formó en sus labios.
Sí... Creo que entiendo la frase. -murmuró mientras la tensión en sus hombros comenzaba a desvanecerse-. Gracias, Tenko. Aunque nos conocemos hace solo unos días, eres un buen amigo.
(Si supiera que lo estoy usando para despertar mi Mangekyō Sharingan...) -pensé con un toque de humor interno. Claro, era una broma. Ni siquiera tenía sangre Uchiha, pero la ironía me hizo sonreír.
Issei se relajó aún más, agradecido por mi presencia. Por mi parte, sabía que los días venideros serían igual de caóticos, pero al menos por ahora, las cosas parecían estar calmándose... aunque fuera solo por un momento.
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Cuando la noche cayó, Issei y yo caminábamos tranquilamente por la calle. El castaño ya se veía mucho mejor, otra vez era el mismo pendejo pervertido y agradable de siempre. Tal vez esa era la ventaja de ser un protagonista medio retrasado: olvidar las desgracias más rápido que un spoiler en Twitter.
Cuando derrepente el ambiente adquirío unos tonos morados y el cielo parecía estar distorsiónado.
¿No mames, otra vez? —dije al ver cómo, por tercera vez, el cielo se pintaba de tonos morados y el aire parecía sacado de un filtro barato de TikTok.
Tener una Sacred Gear es como andar con un letrero que dice “pateame” —dijo Issei con una sonrisa cansada.
Me reí. El tenía razón. Aunque su situación era un imán de problemas, al menos su humor estaba intacto. Y ahí estaba, el clásico Issei, siendo el, ya que nadie podía hacer que Issei... Bueno, dejara de ser Issei.
No puedo creer que realmente sigas vivo. Raynare y Dohnaseek son unos inútiles. —La voz femenina, cargada de fastidio, nos sacó del momento.
Cuando levanté la mirada, ahí estaba ella: alta, voluptuosa, con ojos marrones y un cabello largo azul marino que le cubría el ojo derecho. Su atuendo gritaba "estilo questionable": una gabardina marrón con un cuello tan ancho que parecía haber perdido la pelea con una tijera, minifalda a juego, tacones y un escote que desafiaba las leyes de la física. Ah, y por supuesto, el collar de oro para completar el look de “villana sexy genérica”.
Issei parpadeó un par de veces antes de hablar.
¿Ángel caído, verdad? —preguntó con una cara que gritaba "ya déjame vivir, wey".
Definitivamente es uno —respondí mientras me tronaba los nudillos. Sabía que la chamba me buscaba a mí, no al revés.
La mujer alzó una ceja, claramente subestimándonos. Pero, honestamente, no me preocupaba. Si algo me quedaba claro de este mundo es que los ángeles caídos siempre hacían la entrada más dramática posible y luego, inevitablemente, acababan llevándose una buena madriza.
¿Por qué no mejor me dicen su nombre para que no tenga que escribir en mi diario “Hice pedazos a la señora random #4 con escote dramático”? —dije con una sonrisa burlona, listo para la acción.
Issei, mientras tanto, ya estaba concentrado… aunque sus ojos seguían clavados en ciertos detalles... Sus pechos obviamente.
(Este pendejo nunca cambiará...) —pensé mientras me preparaba para otra noche de caos.
Fin del capítulo
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