Capítulo 2

Al abrir la puerta de mi casa, Mon corrió hacia mí con un entusiasmo desbordante. El pequeño dio un salto, y con reflejos precisos, lo atrapé en el aire. Una sonrisa cruzó mi rostro mientras lo abrazaba y caminaba hacia la sala. Allí, me dejé caer en el sofá, soltando un suspiro de satisfacción. Encendí la televisión, aunque no tenía intención de prestarle atención. Había asuntos mucho más importantes que resolver.

Sistema, inventario —ordené, mi tono reflejando un propósito claro.

De inmediato, la pantalla del sistema se desplegó ante mis ojos, flotando en el aire como una interfaz holográfica. Observé el inventario con atención. Contaba con 27 espacios en total, cada uno listo para almacenar cualquier tipo de objeto. Aunque la capacidad era limitada, la organización lo hacía increíblemente útil. Mis ojos se fijaron en un recuadro brillante: la caja de armas de Jujutsu Kaisen.

Sin perder tiempo, toqué el icono de la caja. Al instante, apareció una breve descripción, exactamente igual a la que el sistema había dado antes. Mi dedo se movió hacia la opción de "Abrir".

[*Timbre*]

La pantalla se iluminó mientras una serie de notificaciones se desplegaban ante mí:

[Recompensas obtenidas: Alabarda Celestial Invertida, Cadena de Mil Millas, Nube Itinerante.]

[Descripción de Alabarda Celestial Invertida]: Un arma capaz de detener cualquier técnica maldita, sin importar el usuario.

[Rango del arma]: Especial.

[Tipo]: Ofensiva.

Entonces, apareció un nuevo mensaje en la pantalla:[Adaptando Alabarda Celestial Invertida al mundo de High School DxD...]
[Adaptación completada.] Ahora la Alabarda Celestial Invertida no solo anulaba técnicas malditas, sino también cualquier magia, hechizo o habilidad de cualquier raza existente: demonios, ángeles, ángeles caídos y más.

[Descripción de Cadena de Mil Millas]: Una cadena que puede extenderse infinitamente, desafiando cualquier límite físico.

[Rango del arma]: Desconocido.

[Tipo]: Ofensiva.

[Descripción de Nube Itinerante]: Una herramienta que canaliza la fuerza física pura del usuario. Si así lo desea, el usuario puede infundirla con su propia energía, potenciándola aún más.

[Rango del arma]: Especial.

[Tipo]: Ofensiva.

Una sonrisa maliciosa se dibujó en mi rostro mientras observaba las armas recién adquiridas flotando frente a mí en la pantalla.

Uhhhhhhhhh… voy a hacer travesuras con estas bellezas —musité, entrecerrando los ojos con satisfacción. Mi mirada se centró en la Alabarda Celestial Invertida. Era, sin lugar a dudas, la más útil de las tres. Ya podía imaginarme los innumerables problemas que resolvería, o incluso provocaría, con esa arma.

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Ara, ara… parece que alguien se nos adelantó, presidenta —dijo una joven de deslumbrante belleza. Su cabello negro y largo estaba recogido en una cola de caballo que caía hasta el suelo, sujeta por una cinta naranja que añadía un toque de elegancia. Sus ojos violetas reflejaban una mezcla de intriga y diversión.

¿Habrá sido el grupo de la señorita Sitri? —preguntó un joven apuesto, de cabello rubio corto y ojos azules. Su expresión era de ligera preocupación mientras su mirada recorría el área con atención.

No lo creo —respondió una voz firme y femenina. La propietaria era una mujer de figura imponente, con un cabello carmesí que caía en cascada hasta sus muslos. Un flequillo perfectamente cortado enmarcaba su rostro, mientras un mechón rebelde se erguía delicadamente sobre su cabeza. Sus ojos verdosos brillaban con determinación mientras analizaba el entorno. —Sona no estaba al tanto de este demonio.

El grupo de jóvenes se encontraba rodeando el cadáver de un demonio renegado. Este había sido su objetivo, pero alguien más había llegado antes, completando la misión que se les había encomendado.

Es extraño… —murmuró la joven de cabello carmesí mientras inspeccionaba el cuerpo partido en dos. No había signos de lucha ni destrucción en los alrededores. —Los alrededores están intactos. Es como si el responsable lo hubiera matado con un solo movimiento, rápido y limpio.

El grupo intercambió miradas, todos compartiendo la misma incertidumbre. La precisión y eficacia del atacante eran inquietantes, casi antinaturales.

¿Quién podría ser capaz de algo así? —preguntó la joven de cabello negro, su tono ligeramente divertido pero con una pizca de inquietud.

El silencio nocturno fue la única respuesta que obtuvieron. La luna brillaba intensamente en el cielo, pero su luz no era suficiente para revelar el misterio.

Sea quien sea, debemos mantenernos atentos. Esto podría ser el inicio de algo mucho más grande —concluyó Rias, alejándose del cadáver, su mente ya ideando estrategias para lo que pudiera venir.

Mientras los demás integrantes del Club del Ocultismo conversaban, una pequeña figura permanecía en silencio, observando atentamente los alrededores. Koneko Toujou, con su cabello blanco como la nieve y sus ojos avellana, captó un leve aroma en el aire. Aunque el hedor nauseabundo del demonio asesinado aún impregnaba el ambiente, había algo más. Un rastro mucho más sutil, casi imperceptible, pero claramente humano. Frunció ligeramente el ceño, centrando su atención en aquel detalle. Aunque el olor estaba diluido, sabía que algo no encajaba.

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El sol de la mañana apenas se alzaba sobre la ciudad cuando mi rutina diaria comenzaba una vez más.

Nuevo día, nueva chamba que hacer... —murmuré con pereza, mientras colocaba el plato de comida para Mon en el suelo.

El pequeño perro comenzó a comer alegremente, moviendo su cola con entusiasmo. Yo, en cambio, no compartía su energía. Tomé mis cosas, cerré la puerta con llave y salí rumbo a la Academia Kuoh. La monotonía de mi vida actual me estaba empezando a pesar. Aunque mi reciente encuentro con el sistema había añadido algo de emoción, no podía evitar preguntarme cuándo comenzaría realmente la historia.

(Esto ya se está volviendo aburrido…) —pensé mientras avanzaba por las calles, con las manos en los bolsillos y una expresión de fastidio.


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La escuela estaba tan activa como siempre. Suspiré al entrar al aula, acomodándome en mi asiento sin ningún entusiasmo. Las primeras clases pasaron sin pena ni gloria, hasta que algo llamó mi atención: una prueba de aptitud física.

No tenía intención de participar, pero…

(No hay nada mejor que hacer. Además, un poco de calentamiento no me hará daño.) —Decidí unirme al grupo de chicos que participaban.

más para matar el tiempo que por interés real. Sin embargo, al ver los estándares que marcaban los requisitos mínimos, una sonrisa burlona se formó en mi rostro.

(¿Quién demonios diseñó esto? Hasta un adulto promedio tendría problemas.) —No obstante, para mí, esos números eran insignificantes.

[*Timbre*]

[nueva misión: consigue el primer lugar en la prueba de aptitud física, sé el mejor y demuestra tu superioridad.]

[recompensa: Quirk Escaneo.]

[descripción: este Quirk permite detectar los Dones, técnicas o poderes de cualquier persona visible, además de medir su nivel de fuerza.]

(¿Un Quirk que permite evaluar el nivel de poder de los demás? Eso suena bastante útil.) —Con una sonrisa amplia, me troné los nudillos. —Hora de romper récords.

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Las pruebas comenzaron. Saltos, velocidad, fuerza, resistencia… Una tras otra, fui dejando a mis competidores muy atrás. Cada resultado que marcaba era imposible, tanto para los demás estudiantes como para los profesores que supervisaban. Sus expresiones iban desde la incredulidad hasta el desconcierto absoluto. Los murmullos no tardaron en extenderse entre los espectadores.

—¿Viste eso? ¡Es inhumano!
—¿Cómo puede correr tan rápido?
—Ese tipo no puede ser normal…

Algunos comenzaron a susurrar palabras como monstruo o anormal. No les presté atención; estaba disfrutando demasiado aplastando a mis oponentes. En cada prueba, mis resultados eran un margen abismalmente superior al segundo lugar.

Al final, fui declarado el ganador indiscutible. Me retiré con una sonrisa triunfante, sintiéndome en la cima del mundo.

Tienen suerte de que hoy solo comí siete eggs . —Solté en voz alta, provocando más murmullos mientras me alejaba tranquilamente.

En mi camino de regreso a las aulas, pasé junto a una chica de baja estatura y cabello blanco que se destacaba entre la multitud. Aunque no me detuve, pude sentir sus ojos fijos en mí mientras la dejaba atrás.

(Su olor… Es igual al que sentí ayer en el lugar donde estaba el demonio renegado.) —pensó Koneko, fijando su mirada en mi espalda mientras otra pieza del rompecabezas caía en su lugar.

Las clases habían terminado, y con cierto alivio recogí mis cosas, listo para salir del aula. Sin embargo, justo cuando estaba a punto de cruzar la puerta, una figura apareció frente a mí.

Era una chica joven, de cabello blanco y ojos de un tono verde azulado que captaban la luz con una intensidad peculiar. Su porte tranquilo y seguro me hizo alzar una ceja; su rostro se me hacía vagamente familiar.

¿Tenko Shimura, verdad? —preguntó con un tono amable y sereno.

Asentí con la cabeza, respondiendo sin palabras.

Me presento, soy Momo Hanaki, del consejo estudiantil. Mi presidenta, Sona Sitri, me pidió que te buscara. Quiere hablar contigo. —La mención del nombre fue suficiente para encajar las piezas en mi mente.

(Así que por eso se me hacía conocida...) —pensé, recordando ahora quién era la chica—. (Así que la cuatro ojos me quiere ver... Esto podría ponerse interesante.)

Sin más palabras, la seguí por los pasillos en dirección al consejo estudiantil.

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Al llegar, Momo abrió la puerta con un movimiento tranquilo, mientras yo decidí jugar un poco. Apenas puse un pie dentro del lugar, liberé una pizca de mi presencia, suficiente para que todos los presentes sintieran una presión intensa en el ambiente.

La atmósfera cambió al instante. Aquellos demonios, incluido el miembro más destacado del grupo, la heredera del Clan Sitri, quedaron momentáneamente tensos. Aunque claramente eran seres que habían enfrentado amenazas mucho más peligrosas, el hecho de que un humano pudiera generar un aura tan intimidante era suficiente para tomarles por sorpresa.

No tardaron en recomponerse, ocultando su desconcierto con profesionalismo.

(Fue divertido mientras duró...) —pensé con una sonrisa mental, manteniendo una expresión tranquila mientras avanzaba al interior del salón.

¿Quién me llamó? —pregunté con un tono directo, metiendo las manos en mis bolsillos.

Yo. —La voz provenía de una joven de cabello negro corto, peinado en un elegante corte bob. Sus gafas resaltaban sus ojos violetas y su figura delgada.

(Está algo tabla, pero yo sí le doy.) —pensé, observándola con curiosidad. —¿Para qué me mandaste llamar? —agregué, sin molestia pero con evidente desinterés.

Es una buena pregunta. Aunque llevas poco tiempo en la Academia Kuoh, debo admitir que has destacado de manera notable. —Sona ajustó sus gafas con calma antes de hablar, su tono controlado y sereno.

¿De verdad? —respondí con un encogimiento de hombros —. Pues normalmente me la paso pensando en ser una nube.

Es interesante cómo alguien puede aprender tan rápido. He escuchado que con solo prestar un poco de atención logras entender cualquier tema. —Ella frunció ligeramente el ceño, pero continuó con la misma serenidad.

(¿Quién fue el sapo hijueputa que dijo eso? Le voy a cortar la lengua...) —pensé, conteniendo una risa burlona mientras mantenía mi mirada fija en Sona.

Además, tu "pequeña" demostración de fuerza durante las pruebas de aptitud física está en boca de todos ahora. —señalo Sona

(Maldita cuatro ojos… Esta no es tan pendeja como Rias.) —Pensé, esbozando una leve sonrisa. Esta chica claramente tenía más cerebro que la heredera del Clan Gremory.

Tus resultados son anormalmente altos. Debería ser imposible que un adolescente lograra tales marcas, incluso con entrenamiento intensivo. —Los ojos analíticos de Sona me escudriñaban de pies a cabeza.

Sabía lo que veía: una constitución musculosa, más desarrollada de lo que era típico para alguien de mi edad que hacía entrenamiento. Sin embargo, incluso eso no explicaba mis hazañas durante las pruebas.

¿Qué puedo decir? —respondí con una sonrisa burlona—. Es porque como Ocho eggs en la mañana y, de niño, siempre comía mis frutas y verduras.

Mi respuesta, claramente superficial, no despejó sus dudas, pero tampoco parecía que esperara una confesión directa.

Está bien… Pero deja de flojear en tus clases. —Su tono cambió, adoptando un matiz más severo —. Eso podría afectar tu rendimiento académico.

Con un gesto despectivo, me di la vuelta y caminé hacia la salida.

Lo tomaré en cuenta. —Solté, sin siquiera mirar atrás, dejando a Sona y los miembros del consejo estudiantil solos en la habitación.

La sala permaneció en un silencio inquietante tras mi salida. Los miembros del consejo estudiantil intercambiaron miradas, cada uno perdido en sus propios pensamientos. Fue Tsubaki Shinra quien finalmente rompió la tensión.

Tsubaki era una mujer alta y elegante, con una belleza serena y madura. Su largo cabello negro, liso como una cascada, caía hasta sus rodillas, enmarcando un rostro de rasgos refinados. Sus gafas descansaban con precisión sobre su nariz, y sus ojos marrón claro brillaban con un destello inquisitivo mientras hablaba.

¿Pudo sentirlo, verdad? —preguntó, dirigiendo su mirada hacia Sona, su voz tranquila pero cargada de curiosidad—. Además de su presencia, había algo más.

Sona, quien hasta ese momento había permanecido en silencio, asintió lentamente. Su expresión mostraba concentración, como si tratara de desentrañar un rompecabezas particularmente complicado.

Ciertamente, no es un humano ordinario. —Su tono era medido, pero había un tinte de incertidumbre que no solía mostrar—. Su presencia lo deja claro. Era demasiado fuerte para ser solo un adolescente... aunque parecía completamente ajeno a ello.

Tsubaki frunció ligeramente el ceño, sus pensamientos avanzando en una dirección distinta.

¿Podría ser una Sacred Gear? —preguntó, aunque su voz mostraba duda.

Sona se llevó una mano al mentón, reflexionando mientras sus ojos violetas se entrecerraban.

Es una posibilidad. —admitió finalmente—. Es evidente que tiene algo especial. Podría ser una Sacred Gear, o quizá algún tipo de poder oculto.

La discusión se mantuvo en un tono profesional, pero la intriga en sus voces era palpable. Las Sacred Gears no eran algo inusual entre los humanos excepcionales, pero lo que habían sentido en mí no encajaba del todo con las características típicas de esas reliquias.

Lo que ellas no sabían era que su confusión tenía una razón muy válida. Lo que percibieron no era una Sacred Gear, sino algo mucho más extraño: mi Atadura Celestial, un vínculo divino que me separaba del común de los mortales. Era algo desconocido en este mundo, un concepto completamente ajeno a su comprensión.

Desde su perspectiva, era lógico que lo confundieran con una Sacred Gear. Después de todo, esa era una de las pocas explicaciones que encajaban con el limitado conocimiento que tenían. Sin embargo, el hecho de que hubieran notado algo era una señal de lo perceptivas que eran, especialmente Sona.

En silencio, ella se recargó ligeramente en su escritorio, perdiéndose en sus pensamientos.

(Interesante... Tal vez este mundo no es tan cerrado como parece.) —reflexioné mientras caminaba lejos de la sala, consciente de que mis acciones ya estaban generando sospechas.

Mientras tanto, en el interior de la oficina, la conversación continuaba.

Sea lo que sea, debemos mantenerlo bajo observación. —dijo Sona finalmente, su tono decidido.

Tsubaki asintió en silencio, compartiendo la misma preocupación. No sabían exactamente quién o qué era yo, pero una cosa era segura: no planeaban ignorarme.

(La primera pieza ha caído en su lugar...) —pensó Sona mientras un leve destello de interés cruzaba por sus ojos violetas.



Fin del capítulo

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