Capítulo 10

Las clases pasaron sin mayor novedad. Como siempre, se trató de lo mismo de todos los días: prestar atención por un rato, escuchar lo que el profesor decía, y luego, inevitablemente, dejar que su voz se desvaneciera en el fondo de mi mente mientras me desconectaba de la realidad.

En ese momento, me encontraba junto al imbécil de Issei, sentado en el césped sin hacer nada. Lo curioso era que esto era sorprendentemente inusual. Pensé que, con su naturaleza de siempre, estaría con sus dos amigos planeando alguna de sus clásicas ideas pervertidas.

¿Has pensado en lo que ha pasado últimamente? -pregunté, dejando escapar un suspiro de pereza. Issei parecía estar mejor, pero aún le faltaba algo para estar completamente tranquilo.

Sí... Creo que voy a hablar con Rias. Quiero saber más sobre esto que tengo. Creo que es una Sacred Gear, y... quiero saber más sobre eso -dijo Issei, apretando el puño con fuerza, acompañado de una leve sonrisa determinada.

Como quieras -respondí con indiferencia, encogiéndome de hombros. Aunque yo sabía bastante sobre las Sacred Gear, sería demasiado sospechoso si me adentrara demasiado en el tema.

Además, no podía seguir usando la excusa de "el demonio que me lo dijo". Solté otro suspiro, esta vez más cansado, mientras cerraba los ojos y me perdía en mis pensamientos, preguntándome qué haría a continuación.

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(¿Cómo putas terminé aquí?) —me pregunté mentalmente mientras observaba a Sona, sentada frente a mí, como si fuera un simple rompecabezas que tenía que resolver.

Estaba tranquilo, con los brazos cruzados, mirando todo con una mezcla de pereza y desinterés. Ya intuía por dónde iba a ir esta conversación, y, sinceramente, no estaba ni remotamente interesado en lo que pudiera ofrecerme. No iba a abandonar mi humanidad para convertirme en demonio. Mi lealtad estaba con Cristo Rey, y nada en este mundo, ni siquiera una oferta de nobleza demoníaca, iba a cambiar eso.

¿Vas a decirme por qué me mandaste a llamar o simplemente nos quedaremos viendo? —pregunté, enderezándome un poco, mirando fijamente sus ojos.

Sona soltó un suspiro, como si fuera un pesado peso que había estado aguantando, y entrelazó sus dedos con calma, como si no hubiera nada de urgencia en todo esto.

Qué impaciente eres, Tenko —respondió con un tono suave, pero con ese matiz que sabía que dejaba claro que sus palabras eran calculada —. Supongo que ya lo sabes, al igual que el grupo de Rias... Nosotros también somos demonios. Soy de la familia Sitri.

La miré por un instante, casi burlándome internamente de la situación.

Ah, qué buen detalle, pero no te pregunté —dije con una sonrisa irónica, mis palabras saliendo con un tono ligeramente provocador. Hoy había amanecido con ganas de hacer que la gente se incomodara un poco.

Sona no reaccionó a mi provocación. Seguía manteniendo su postura tranquila, como si nada pudiera alterarla. Continuó como si nada hubiera pasado.

¿Conoces el juego de ajedrez? —preguntó, y yo no pude evitar asentir. ¿Quién no conocía ese maldito juego?—. Bien, verás, para reencarnar a un humano en demonio se usan algo llamados piezas malignas —dijo, mientras sacaba una pieza de peón, con una delicadeza casi... teatral, y la puso sobre su escritorio.

La observé con atención. Tomé la pieza entre mis dedos, sintiendo su peso, y empecé a analizarla. A simple vista, parecía una pieza común y corriente, pero sabía que no lo era. Algo en la textura, en la forma, me decía que esto no era un simple juego. Era una herramienta para convertir a un humano en demonio. La pieza de un peón, pero con una finalidad mucho más siniestra.

Las piezas son las mismas que en el ajedrez —continuó Sona, su tono aún tranquilo y preciso—. Cada pieza da una habilidad diferente. Las torres, por ejemplo, otorgan una mayor fuerza física, los caballeros, mayor velocidad...

Iba a seguir con su monólogo sobre las piezas, pero la interrumpí, sin paciencia para tanto rodeo.

¡Suficiente! Resúmela en 20 palabras o menos, Sona. Estás dándole demasiadas vueltas. No me llamaste solo para explicarme el método de reencarnación demoníaca ni para hablarme de las habilidades de esas piezas. Sabes que no me interesa —dije, mientras dejaba la pieza de peón con calma sobre el escritorio, desinteresado.

Sona guardó silencio por unos segundos. Yo podía ver cómo se tomaba un momento para recalcular sus palabras, como una jugadora experimentada de ajedrez que pensaba en su siguiente jugada. Finalmente, habló.

Como en el ajedrez, hay un rey y una reina. Y yo... podría decirse que soy él rey, la de más alto rango —dijo, ajustando sus gafas con un gesto calculado.

La miré sin inmutarme, mi rostro impasible. La verdad, su rango y su familia me importaban un carajo.

Tenko... ¿Qué te parece unirte a mi nobleza? Tienes gran potencial, un potencial que pocos tienen. Pero siendo humano, ese potencial podría verse limitado —dijo, sus palabras cuidadosamente seleccionadas, como si estuviera probando una estrategia antes de lanzarla.

Mis ojos se entrecerraron ligeramente, sintiendo una chispa de incomodidad. No me gustaba que subestimaran a los humanos, especialmente si se atrevían a insinuar que éramos débiles.

¿Estás diciendo que solo por ser humano tengo límites? —pregunté, mi tono se endureció, y una pequeña ola de furia contenida comenzó a ascender dentro de mí. Si intentaba menospreciar a los humanos, tendría que darle una lección que nunca olvidaría.

Sona, que evidentemente había notado el cambio en mi actitud, se dio cuenta de que tenía que ser mucho más cuidadosa. Bajó un poco la mirada, ajustando sus gafas una vez más, y, con un suspiro, se preparó para dar un giro a sus palabras, sabiendo que cualquier error podría ser fatal.

No, lo que quiero decir es que como humano no podrías explotar todo tu potencial de una manera rápida, te tomaría más tiempo —dijo Sona, tratando de explicarse mejor. Yo solo le hice una seña para que continuara, ya que no veía razón para interrumpirla aún.

Le daría la oportunidad de hablar. No había dicho ninguna estupidez sobre la raza humana, así que la escucharía, aunque eso no cambiaría mi decisión de no abandonar mi humanidad.

Como demonio, tendrás mayor poder y mejores sentidos —continuó Sona, comenzando a explicar los beneficios de ser un demonio—. Aunque, al ser un reencarnado, serías solo mi sirviente al principio. Sin embargo, con tu potencial, podrás ascender de rango rápidamente. Al subir de rango, obtendrás más poder y más beneficios. Un ejemplo de esos beneficios es que podrías tener a tus propios sirvientes, y con el tiempo, si te esfuerzas, podrías llegar a ser un demonio de clase alta —Sona sonrió ligeramente, una pequeña mueca de satisfacción en su rostro, mientras yo simplemente la escuchaba con atención.

Supongamos que acepto... ¿qué pieza sería yo? ¿Qué ganaría si aceptara renunciar a mi humanidad a cambio de ser solo un sirviente? —pregunté, esta vez adoptando un tono más serio, dejando atrás mi lado bromista.

Eso de ser un sirviente será solo al principio —respondió Sona, rápidamente aclarando—. Como te dije, podrás ascender de rango, y además, ¿la idea de tener más poder no te parece atractiva? Como demonio, podrás obtener muchas cosas: mujeres, dinero, poder... Lo que muchas personas desean. ¿No lo quieres acaso? —preguntó, levantando una ceja con cierta confusión, segura de que su propuesta era tentadora—. Además, serías el primer hombre en mi grupo, como puedes ver... —Sona señaló a toda su nobleza, que consistía principalmente en mujeres—. Son todas chicas.

Solté una risa y negué con la cabeza. Lo admito, Sona estaba ofreciendo una buena propuesta, y cualquier otro probablemente la habría aceptado, pero yo no.

¿Qué es lo que más quiere la gente? —pregunté de repente. Cuando Sona iba a responder, continué—: Poder, dinero, lujos... Jajaja, ¿para qué? Si al final todos vamos a morir y no nos vamos a llevar nada —en un parpadeo, me encontré detrás de Tsubaki y Sona, con mis manos descansando sobre sus hombros—. A ver, muchachas, ¿qué define al ser humano? Su esencia, su alma, su humanidad, la voluntad, la pureza, el amor, las amistades... Eso es lo valioso.

Volví a desaparecer en un parpadeo y ya estaba nuevamente sentado en el asiento frente a Sona, dejando mis palabras flotar en el aire.

Escucha, Sona, aprecio tu oferta, pero nunca dejaré mi humanidad de lado. Nací humano, y moriré siendo un humano —dije, regresando a mi actitud despreocupada de siempre.

Sona no dijo nada. Mis palabras la habían hecho pensar un poco. Se dio cuenta de que mi manera de ver las cosas no era como ella había previsto. No pensó que me importaría más mi humanidad que las cosas que podría ganar al convertirme en demonio.

Soltó un suspiro, entendiendo mi punto de vista, pero no iba a rendirse tan fácil.

¿Qué tal esto? Juguemos una partida de ajedrez. Si me ganas, te dejaré en paz sobre esto de unirte a mi séquito. Pero si pierdes, te unirás a mí —dijo Sona, con una leve sonrisa de confianza. Parecía segura de que ganaría si aceptaba.

Pffff, ¿y cómo esperas que acepte esa apuesta? —pregunté, alzando una ceja con una sonrisa divertida por su confianza.que ganaría si aceptaba.

¿Qué? ¿Tienes miedo de perder? ¿No tienes agallas? —preguntó Sona en un tono desafiante, con una sonrisa llena de seguridad.

Mi mirada se ensombreció. Aunque Sona había dicho "no tienes agallas", lo que yo escuché fue "no tienes huevos", y eso sí que no lo iba a permitir.

Sácate el pinche tablero y las piezas, vamos a jugar —dije, levantando la mirada, completamente decidido.

Sona sonrió mientras le ordenaba a Tsubaki traer el juego. En un rato, ya estábamos listos. Sona, confiada en que ganaría fácilmente, ya que nadie le había ganado antes, mientras que yo... bueno...

(Sistema, ¿crees que podrías darme una mano en esto?) —le pregunté mentalmente al sistema. Sabía jugar ajedrez, pero solo lo básico. Estaba claro que no podría ganarle a Sona solo con eso.

[Claro, si el jugador necesita ayuda con este juego, con gusto el sistema le ayudará a ganar.]

[¿Desea que el sistema le diga todo lo que tiene que hacer o que solo le dé consejos durante el juego?]
[Opción 1: Sí/No]
[Opción 2: Sí/No]

Lo pensé por un momento. Sí, usar al sistema sería trampa, pero ¿quién, aparte de yo, sabría que estaba usando un sistema para ganar? Así que, con una leve sonrisa, seleccioné la opción 1. Iba a ir por lo seguro, ya que no quería convertirme en un demonio.

Bien, Tenko, ¿cuál eliges, negras o blancas? —preguntó Sona, dándome la opción de elegir si quería empezar yo primero o ella.

[Jugador, elija las negras, deje que la señorita Sitri comience.]

Me encogí de hombros.

Negras —respondí con simpleza. Si el sistema me hacía perder, lo insultaría durante las próximas semanas.

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Todas las miembros del séquito Sitri no podían creer lo que estaba pasando. Especialmente Tsubaki, que observaba la partida con los ojos abiertos como platos. Sona, una de las demonios más inteligentes, estaba acorralada, al borde de perder contra mí en ajedrez.

Sona, por su parte, estaba nerviosa, pensando cuidadosamente qué hacer, cómo darle la vuelta a este partido. Jamás había imaginado que Tenko pudiera ser tan hábil en ajedrez. Se había confiado demasiado, ya que ella había tenido la oportunidad de hacer el primer movimiento, lo que le daba un 10% más de probabilidad de ganarme. Sin embargo, aquí estaba, al borde de perder si no hacía algo, alguna jugada que le permitiera ganar.

Yo, en cambio, estaba tranquilo, disfrutando de la situación. Movía mis cejas de manera burlona y provocativa, con la esperanza de hacerla enojar aún más.

La tensión en el aire era palpable, y cada movimiento que hacía era una pequeña chispa que avivaba el fuego de la competencia.

Sona hizo su última jugada. Según el sistema, era bastante buena, una jugada que podría haber sido crucial en cualquier otra situación. Pero, lamentablemente para ella, el sistema ya había descifrado cómo contrarrestarla. Era cuestión de tiempo antes de que la victoria fuera mía.

Y con esto, jaque mate —dije, sonriendo mientras movía la pieza que sellaba su derrota, el rey de Sona caía ante mí, quien no podía creer lo que acababa de pasar. Estaba completamente incrédula por haber perdido.

Bueno, yo gané. Fue un buen juego, jajajaja, qué risa. Así es esto, alguien tiene que ganar y alguien tiene que perder —comenté, con una sonrisa confiada mientras me ponía de pie. La sensación de victoria era dulce, pero no quería que fuera demasiado obvia. No me gustaba sobajar a mis oponentes, pero si no era ahora, ¿cuándo?

Sin decir una palabra más, comencé a caminar hacia la salida. Deje a Sona en estado de shock, procesando el hecho de que acababa de perder. Su mente estaba demasiado ocupada tratando de entender cómo había llegado a ese punto.

Tsubaki, por otro lado, observó a Sona, luego miró la puerta por donde salí. Sabía lo que esto significaba. Sabía que la derrota de Sona en este juego de ajedrez no era solo una derrota de estrategia, sino que también representaba algo mucho más profundo. Una señal de que, a pesar de ser una demonio poderosa e inteligente, había perdido, no solo el juego, si no también algo más importante, la promesa que Sona había hecho tiempo atrás.

Fin del capítulo

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