Capítulo 4.
Pov Chen.
Me la pase toda la mañana viendo trabajar a mi misión. Él se encargaba del mostrador, atendía cuando alguien hacía una orden directamente y cobraba, también entregaba los pedidos que tomaba el humano llamado Kris, quien se encargaba de atender a las respectivas mesas ocupadas por clientes. Kai se encontraba con su misión que se la pasaba cocinando en la parte de atrás, si había un pedido que no se encontrara disponible en mostrador o pedían algo de la carta, él las hacía. En el local también hacían batidos, malteadas o cafés, disponían de helados y miles de maravillas azucaradas más.
Mi misión siempre mostraba una sonrisa a todo el mundo, ya sea cliente o el humano ese, no es que me moleste, simplemente creo que no debería ser tan cortés con todos.
Decidí ir a la parte de atrás para ver cómo le iba a Kai y le encontré con la mirada perdida en su misión, mientras este movía de un lado a otro en lo que decoraba un pastel.
—No le veas así, podrías desgastarlo —no pude ahogar mi risa.
—Que te jodan, Chen —respondió mordaz sin dejar de verlo. —¿No tienes a nadie quien cuidar? —Se giró para mirarme a ver y alzó una ceja.
—Mi misión est... —no terminé de hablar ya que escuché a alguien reír. Enseguida salí para ver quién era y encontré a mi misión riéndose con aquel rubio. Tenía las mejillas ligeramente rosas y con una mano intentaba ahogar su risa, el otro también se reía y le miraba fijamente. Sentía mi sangre hervir dentro de mis venas al observar la escena.
—Creo que te lo están ganando —escuché una voz detrás de mí.
—No eres para nada gracioso, Kai. —No dejaba de verlos. Kris se encontraba del mismo lado del mostrador que mi misión y le tomaba de una mano, mi misión no hacía nada por apartarla, al contrario, la sostenía apretándola ligeramente.
—No sé tú, pero yo veo lo que está pasando y posiblemente ellos se traen algo... — Oír a mi amigo me molesto, no es que su tono fuera de burla, pero tal vez tendría razón por segunda vez en el día.
¿Podría ser así? Y sí lo fuera, ¿Por qué tendría que afectarme?
Solté un gruñido.
—Kai, te juro que te arrancaré las alas —escupí lo último.
—Como tú quieras~ —le escuché entrar de nuevo a la cocina. Me desquite con él y no se tenía la culpa, pero ver a mi misión ser tan cercano con esa persona me molestaba en niveles que no creía capaz en mí.
Normalmente mis misiones no significan nada, siempre manteniéndome en la línea de mi trabajo y dejar que todo siga su curso, jamás vincularme con las misiones y los sentimientos eran innecesarios en esto, es una de las consecuencias de ser un Kaelu y he aprendido a vivir con ello, entonces, ¿por qué tendría que cambiar todo ahora?
Pero sobre todo...
¿Qué se ha creído ese humano? ¿Cree que puede acercársele a mi misión como si nada y no tener consecuencias? Me encargaré de dejarle bien claro que, desde el momento que su nombre apareció dentro de mi carpeta, él me pertenece.
°°°°
Salí del local y comencé a recorrer calles. Necesitaba buscar un lugar para tomar forma sin que los humanos me vieran.
Un callejón, perfecto.
Me interné en él, y asegurándome que nadie estuviera cerca, me materialice en carne y hueso. No es que fuéramos espíritus que se la pasan flotando de un lado a otro, translucidos e intocables, pero si éramos inmateriales. Todos los ángeles estamos hechos de luz, sin importar el color de nuestras alas que nos distingan, nuestros ser es completo de luz. Es verdad que somos inmateriales, pero solo para los objetos humanos, como paredes o techos y demás cosas, a excepción de nuestros propios materiales, los fabricados por los propios ángeles, o que creían, ¿qué andábamos desnudos? Portamos ropas y accesorios, utilizamos todo tipo de objetos que comúnmente un humano usaría para vestimenta, calzado y demás.
Todos nuestros objetos se bañan con nuestra misma esencia, por lo que los hace diferentes. Cuando tomamos forma humana, nuestras ropas se quedan con nosotros, pero si fuera simples prendas humanas, al regresar a nuestra forma original, estas caerían a nuestros pies y estaríamos desnudos. ¡JÁ! Una vez le sucedió a un Merlu y fue de lo más gracioso. Pobre Ken, no quiso salir en un mes de su cuarto.
Las alas las guardamos, ¿se imaginan que paseara con dos enormes alas negras en mi espalda? En definitiva seria mucho para la comprensión humana, aunque podría excusarme diciendo que es un simple cosplay, pero los humanos (aunque lo parezcan), no son tontos.
Sonará doloroso, pero entran en nuestras espaldas y se reacomodan con nuestros huesos, el único signo que dice que están ahí, son dos marcas verticales en forma de rasgadura cerca de los omoplatos que cuentan en donde nacen.
Listo. Cuerpo humano y alas escondidas, ya puedo ir con mi misión.
Regresé y crucé el local directamente al mostrador, mi misión me recibió con una sonrisa.
—Buenas tardes, ¿desea algo? —Cruce mi mirada con la suya y ¡listo! Jamás te atreverás a mirar a nadie más.
Nunca miren fijamente a los ojos de un ángel, podrían no escapar de ellos.
No es que utilicemos algún tipo de hipnosis sobre los humanos, pero tenemos ese aura que te dice inmediatamente que debes fijarte en nosotros, obviamente somos especiales, somos seres perfectos, ¿por qué no lo harían? Los ángeles podemos hacer sentir cosas: amor, compasión, ternura, tristeza, en fin, miles de sentimientos en los humanos a través de nuestra mirada.
Pero si le sostenemos la mirada a un humano, seamos ángeles o demonios (porque existen), es como si lo reclamáramos como nuestro. Pero solo sucede con los humanos, con los mismos ángeles o demonios, no. Las personas se arraigan mucho a sus sentimientos, son seres muy sensibles y en total contacto con sus emociones, les lleva a hacer cosas, buenas o malas, siempre tienen detrás a sus sentimientos.
Sonreí satisfecho.
—Claro. Me gustaría algo para tomar... mmmm, ¿qué te gusta más?—le pregunté. Repasaba su rostro y mi sonrisa se hizo más grande cuando note el perfecto tono rosado que comenzaba a bañas sus pómulos.
—Es-este... el s-smootie... —su nerviosismo era adorable mientras intentaba desviar su vista a otro lado.
—Quiero uno grande de fresa —nuevamente, volví a atrapar sus brillantes ojos color chocolate.
—Hyung, una rebanada de chesse cake de galleta.
Mi humano dio un respingo al oír la voz del mesero rubio.
*Arrrggg... como detesto a los entrometidos.*
— ¡Kris! Aah... claro... mmmm... toma —le entregó un pequeño plato de cerámica color perla con el pedido. Le temblaban las manos cuando lo colocó en la bandeja plateada y no pasó desapercibido por el alto.
—Hyung, ¿estás bien? — Intento tocarle el hombro, pero mi misión inconscientemente se alejó. Yo reí para mis adentros.
—Sí, estoy bien, ¿por qué lo preguntas? — Pasó su mano por sus cabellos.
—Te vez alterado y tu cara esta roja... —
— ¿Alterado? No, no, no... —Se mordió el labio inferior. —. En un momento le llevan el pedido a su mesa —se dirigió a mí.
—Gracias —le sonreí abiertamente. La cara de mi misión se tornó de un exquisito tono carmesí claro y enseguida, se fue a esconder muy agitado detrás la puerta de la cocina. El rubio vio por donde se perdió su hyung y luego me miro a ver, le sostuve la mirada, lleve las manos a mis bolsillos y alzando los hombros, le sonreí de lado, para luego ir a ocupar una de las mesas disponibles.
*Lo lamento amiguito... pero ya está ocupado*
>>*<<
Hi~ Tanto JongDae como JongIn tendrán sus versiones de narración, por eso es que ven los 'pov's'
Gracias por sus votos, me animan a continuar^^💛
-Lilium🐾
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