Capítulo 20.
Ambos kaelus fueron presentados ante el consejo directivo de todo en lo que respecta a los seres alados. JongDae solo necesito formar parte de la esencia celestial limpia para que cualquier rastro de marca humana se desvaneciera, por otro lado, JongIn estaba sacando humo por las orejas al tener que ser escoltado por Key, quien conservaba una arrogante sonrisa de satisfacción. El hecho que Kai sufriera por desobedecer la misión le ponía de buenas y saber que él tendría que dar castigo aún más. Key pensaba que era castigo celestial por jugar con sus sentimientos utilizándolo para un simple polvo, aunque eso ya no importaba desde que se dio cuenta por sus sentimientos por Jonghyun.
Los kaelus tenían una cinta que les restringían sus muñecas, y tanto Jonghyun como Key tenían desvainadas sus espadas plateadas pegadas a las espaldas de Chen y Kai, respectivamente.
La sala era enorme. El blanco más brillante y puro capaz de imaginar. Butacas apiladas alrededor de un círculo vacío, el cual fue ocupado por los cuatro alados. Cientos de gradas y todas llenas por plumas de cuatro colores, miles de ojos en la espera del comienzo de un evento que no sucedía en siglos, ni los más antiguos recordaban el último que sucedió. Un espacio entre todas las gradas y este era ocupado por una sola silla. Alrededor de aquel círculo se presentaban merlus armados, tranquilos pero en su mirada el deseo de derramar sangre.
- Bien. ¿Comenzamos? -Todo murmullo fue callado por los pasos limpios en la losa fina. El de mayor rango había entrado a la sala. El más cercano al creador se había sentado en aquella butaca solitaria la cual solo él tenía el honor de ocupar. - ¿Qué tenemos aquí? -Preguntó el recién llegado mientras ponía una palma para descansar su mejilla mientras miraba a los ángeles frente a él.
- San Siwon, los kaelus aquí presentes, se les acusa de romper las normas dictadas por los seres alados, quebrantando el orden y ensuciando la moral de lo que respecta portar alas. Dichos kaelus no cumplieron la sentencia de muerte de dos humanos, impidiendo que sucedieran, alterando el orden de la vida. - Terminó de hablar Jonghyun, quien estuvo tan seguro mientras se presentaba ante el mayor de los ángeles
- Mm, ya veo... -Siwon repasó las palabras del merlu, mientras dejaba viajar su mirada entre los kaelus incados frente a él con la cabeza baja. - ¿Algo más por aportar?
- Por supuesto. - Éste era Key. - Cabe aclarar que mostraron actitud arrogante delante de sus superiores merlus, uno de ellos desenvainó su espada y amenazó con atacar. - Key se mostró ofendido- Además que, su superior arcángel a cargo mostró incompetencia para corregir a subordinados...
- ¡Eso es mentira!
Los miles de ojos se dedicaron en la búsqueda de la voz rompiendo el silencio en la sala hasta que se encontraron con un laelu.
- ¡Es mentira! ¡SuHo siempre se preocupó porque las misiones se ejecuten correctamente! ¡SuHo jamás ha sido un incompetente! - Yixing se encontraba parado entre el mar de alas a su alrededor.
- Calmate, Lay. No es necesario que digas nada - El arcángel kaelu calmaba al alado.
- Pero Suho, son mentiras lo que dice y yo...
- ¿Acaso he dado permiso para que hablaran en mi sala? - La voz de Siwon retumbó en las paredes blancas, resonando por todo el gran espacio. A más de un alado le recorrió una descarga eléctrica por la columna e incluso algunos cerraron los ojos por miedo.
- No, Señor. Me disculpo, Señor. - Lay bajó la mirada ocupando su lugar de nuevo.
- Entiendo la intención de defender a tu amigo, pero el orden lo es todo y detesto cuando alguien lo rompe, pero hoy estoy de muy buen humor, por lo que simplemente admiraré tu valentía para expresarte.
Siwon mostró una pequeña sonrisa hacia el Laelu que irrumpió su sala. Todos los demás guardaron silencio para que prosiguiera con el juicio. – Ahora, ¿algo más por agregar? Además de las evidentes faltas de los Kaelus aquí presentes y la dichosa incompetencia de su superior. De lo contrario –Siwon se acomodó en aquella silla, estirando arrugas inexistentes en su impecable camisa blanca, desplegando sus alas mientras se ponía de pie y se dirigía a toda la audiencia –, doy este juicio por terminado. Les agradezco el tiempo de los aquí presentes. Yo personalmente me encargaré de dar sentencia a los acusados.
Terminando de decir esto, todos los ángeles aplaudieron y fueron saliendo del acalorado espacio, entre murmullos y sonidos de pasos desesperados por abandonar dicha sala. Tanto Chen como Kai fueron escoltados nuevamente por los Merlus, quienes los dirigían por pasillos que nunca en su existencia esperaron recorrer y solamente tenían un único destino: el salón privado de San Siwon.
Grandes puertas de madera tallada y brillante les esperaban, sin contar a un par de Merlus que custodiaban a cada lado. Jonghyun no necesito presentarse, ellos sabían el por qué estaban ahí, Siwon ya les había entregado órdenes. Las dos alas de madera se abrieron dándoles paso a otro espacio, más una sala de estar que un despacho. Muebles de cuero blanco, cortinas del mismo color encima de una gran ventana que proporcionaba luz al cuarto y se multiplicaba en las paredes incoloras, pero no era enfermizo ese blanco, al contrario, les portaba cierta calidez que no supieron explicar.
- Así que decidieron quebrantar sus misiones por sí mismos... Interesante. –No escucharon entrar al dueño de aquella voz tan imponente, tan solo su elegante figura cruzar por una de las puertas a un costado. – No me sorprende en nada que algún ángel termine enamorándose de su misión, y menciono 'ángel' porque no es algo que solo les haya sucedido a estos merlus. –Señaló Siwon con una mano a dichos mencionados, quienes de nuevo se encontraban incados en la sala. Tanto los Merlus como los Laelus se miraron confusos.
-Lo lamento, Señor. No entiendo a qué se refiere. -Se aventuró JongIn al hablar.
-Jonghyun, Key, quítenles las esposas. -La orden no fue demandante, pero los Laelus no se cuestionaron y obedecieron. – Ahora, todos tomen asiento, mis pequeños. –Siwon sonrió nuevamente hacia sus cuatro invitados, desprendiendo de sus ojos acaramelados cierto brillo que no supieron identificar.
🍃
Ha pasado casi una semana y Minseok sigue reusándose a salir de su habitación. Todos los días KyungSoo va de visita y le lleva uno que otro pastelillo para que reaccione, pero el mayor solo agradece y continua con la mirada perdida en su ventana mientras abraza una almohada. KyungSoo le plática sobre las travesuras que hacen sus hijos adoptivos e intenta hacer sonreír a su amigo, pero solo logra sacar una mueca amarga envuelta en melancolía. KyungSoo se da cuenta que está oscureciendo y decide regresar con sus hijos. En todo momento, en los ojos de KyungSoo se desprende la tristeza y el anhelo, pero ese sentimiento no puede verlo Minseok, ya que su propio dolor empaña sus iris.
Durante la mañana y la tarde sus pensamientos logran divagar un poco, cuando juega con su sobrino, mientras ayuda a su hermana con las compras o en las pláticas de KyungSoo sobre sus niños, pero cuando cae la noche, los recuerdos no dejan de atormentarle y revive una y otra vez la imagen del pecho de Chen siendo impactado por la bala de aquel asaltante. Llora amargadamente deseando ser él que se encontrara sangrando por la herida y la boca.
Cuando los recuerdos logran cansarse, comienzan las preguntas: ¿Qué era realmente Chen? ¿Por qué tenía alas negras? ¿A qué se refería el otro con que no morían? Esas y tantas cosas que hacían palpitar sus sienes provocándole dolor, haciendo que cerrara los ojos y escondiera el rostro de nuevo en su almohada, aspirando el aroma que aún se encontraba impregnada ahí. Olía a tranquilidad y calidez, protección, era su cielo personal, el aroma de Chen que aún conservaba y se aseguraba de recordarle que verdaderamente existió y no fue un sueño, haciéndole caer en el mundo de Morfeo.
KyungSoo no se encuentra en un caso muy diferente al de Minseok. Todas las mañanas suplica por evitar llorar.
Se levanta temprano y les prepara el desayuno a los gemelos, quienes en unas pocas semanas comenzaran a ir a clases. Toma su maleta y se dirige al local. En el camino busca entre las multitudes aunque sea un destello de aquella piel bronceada y única, pero no la encuentra. Continua entre las calles y aquellos ojos jamás se asoman.
En frente del local, respira y se adentra diciéndose que cuando salga lo intentara de nuevo. El horno esta precalentado y en la espera de que metan en sus entrañas alguna obra maestra para su cocción. KyungSoo se dedica a hacer los postres y pasteles más dulces y deliciosos, pero desde hace una semana que no nota el sabor de la azúcar cuando se derrite en su lengua. Todo es amargo o insípido. El momento menos grato es cuando se dedica a decorar.
El glaseado no ayuda a que la mente de KyungSoo deje de funcionar y lo lleva en un tormento de plumas negras y sentimientos. En esos momentos es cuando puede escuchar a su corazón quien le grita lo que él no dice. Extraña a Kai. Lo extraña y él lo sabe. Lo sabe cuándo sale del local y espera a que llegue por detrás. Los sabe cuándo los clientes piden pastel de chocolate, pero en sus caras no muestran el sentimiento de probarlos por vez primera. Lo sabe cuándo los gemelos preguntan si volverá a jugar con ellos. Lo sabe cuándo sus lágrimas comienzan a caer y las limpia en la manga de su chemir. Lo sabe cuándo su nombre nace en un susurro y cada vez se vuelve un llamado desesperado.
Xiumin y KyungSoo saben que los aman cuando en su partida se llevaron su corazón con ellos.
🍃
Un mes fue suficiente para que ambos amigos retomaran de nuevo sus vidas, en lo que cabe lo normal. Ninguno le ha contado al otro totalmente su historia y lo agradecen, recordar es demasiado doloroso y prefieren evitarlo. KyungSoo no sabe de la existencia de Chen, así como Kai nunca se le fue mencionado a Minseok.
El local de nuevo tenía al cajero con cara de ardilla que saludaba a todos amablemente, siendo una atracción para clientes y citas que nunca paraban de llegar, pero las que antes le alagaban y rechazaba cortésmente, ahora solamente les sabe amargas y terminan con un no sin discusión. El pastelero ahora traía mejor humor, de los tres que trabajaban ahí nunca fue el más sonriente, pero los clientes agradecían su saludo y despedida con una sonrisa adornando sus labios en forma de corazón.
Los clientes salían satisfechos del lugar, niños felices y sonrientes, padres cansados y contentos. Las puertas se cerraban dando conclusión a un día más.
El mesero era ahora el que preocupaba a ambos amigos. Lo encontraban un tanto nervioso y distante, con pequeñas ojeras marcando debajo de sus ojos. Intentaron sacarle la información al más alto de los tres, pero solo respondía con que ni siquiera él sabía lo que le pasaba.
Al pasar la llave, cada quien tomo rumbo distinto a sus destinos, Minseok siendo el primero en despedirse.
Ya es rutina ponerse los audífonos y subir el volumen de la música al tope, sabe perfectamente que el ruido máximo le impide pensar antes de que caiga lo noche y tenga la seguridad de su almohada. Está a una esquina de su casa pero ya la divisa completamente y en la puerta se encuentra una persona esperando. *Es el padre de Kibum* piensa.
Oh, ¡cuán equivocado está!
Minseok cada vez está más cerca y distingue la espalda del extraño, pero no es ningún extraño y lo sabe. Su corazón se encarga de decírselo.
Sus pasos se vuelven más rápidos y la respiración se le agita, se encuentra a unos cuantos, cuando el extraño se voltea y sonríe.
Esa sonrisa gatuna que atrapó la mirada de la dulce ardilla desde un principio.
- ¡CHEN! –Grita, pero es más un alarido que voz. No se hace esperar y se lanza para colgarse de su cuello, siendo el abrazo correspondido.
- He vuelto, bollito. -El aliento de Chen choca con la piel desnuda del cuello de su Minseok. Su voz es la misma, la calidez y el aroma también. La piel erizada de Minseok confirma que es real, que siempre lo fue. – Y está vez, para siempre.
- Chen... Chen... Chen... –Minseok lo llamaba, como si tuviera miedo que se fuera de nuevo. JongDae encuentra el camino hacia la boca de MinSeok, pide un permiso que jamás se le sería negado. Sus labios son dulces y en ellos encuentra rastros de glaseado y sabor a mantequilla. ¿O era vainilla? Tal vez chocolate... JongDae no lo sabe, pero es demasiado adictivo como para dejar de probarlos.
Las lágrimas se escapan traicioneras de ambos, pero ya no son de tristeza, ahora son de felicidad y ya no son amargas, saben dulces como los postres.
Chen le encontró sentido a su existencia.
MinSeok le dio un vuelco a la suya.
Pero ahora ambos se encontraban completos.
💫
KyungSoo no tenía ganas de llegar aún. Sus pies le llevaron en dirección a aquel parque que no se atrevía a visitar desde hace tanto, pero ahora se encontraba en él. El atardecer era obvio, mientras coloreaba el cielo de naranja. Veía a los niños correr de un lado a otro mientras jugaban, adultos platicando, parejas tomadas de la mano, muchas personas pero ninguna tenía lo que buscaba.
El aire se vuelve cada vez más fresco y KyungSoo busca refugio en su camisa blanca de mangas largas. No sabe cuánto tiempo ha hecho sentado mirando a la nada, pero el cielo ahora está cubierto de estrellas y ya no hay niños jugando. Los locales en los alrededores están bajando sus cortinas y las farolas se encienden. KyungSoo al fin se mueve y separa de aquel banco. Recorre el parque, sintiendo el pasto crujir en sus suelas mientras va en dirección de un árbol, no sabe porque, pero quiere estar debajo de uno.
Al fin lo encuentra y dejando la maleta a un costado, se recuesta en el suelo. La hierba cosquillea a través de la tela de su camisa, pero solo basta con ignorarlo. Cierra los ojos y aspira completamente, llenando sus pulmones de aire limpio y tierra húmeda. La sensación de no pertenecer a la nada es reconfortante y sus párpados se niegan a abrirse de nuevo.
- ¿No tienes miedo que te hagan algo malo?
KyungSoo abre los ojos inmediatamente y se sienta por impulso. Error. Al sentarse, su frente choco con otra y ambas personas soltaron quejidos de dolor. El dolor pasa y KyungSoo al fin mira a aquel que le sacó de su ensoñación.
Abre los ojos de sorpresa.
Es un sueño. Pero este sueño es más realista que los anteriores.
KyungSoo gatea hasta quedar cerca del otro que aún se sobaba la frente, pero le mira. Eran los ojos que estaba buscando y la piel que tanto extrañaba. Esos labios carnosos que formaban una tímida sonrisa.
- ¿JongIn? –Preguntó tembloroso.
- Hola, Soo. - ¡Oh, dios mío! ¡Sí es él! Por él que lloró varias noches y soñó otras tantas. El dueño y causante de todo lo bueno y malo que pudo haberle sucedido, se encontraba ahí, justo frente a él.
- JongIn... – Soo sentía el singular cosquilleo en sus ojos, y lentamente acercó una mano a su rostro - ¡Grandísimo idiota! –Y acabo con una cachetada en la mejilla del moreno.
- ¡Joder, KyungSoo! ¡¿Por qué me golpeas?! –Se quejó JongIn mientras se frotaba la mejilla.
- ¡¿Y aún preguntas por que?! ¡¿Quién te crees para venir y alterar mi vida?! – KyungSoo se encontraba furioso.
- Soo, lo lamento tanto. En ningún momento mi intención fu- -la oración de Kai fue cortada por unos esponjosos labios con sabor a fresa y algo tibio y salado los recorría.
- No te vayas... Por favor... te necesito... –lloraba KyungSoo mientras se aferraba a la camisa de Kai, el moreno envolvió aquel frágil cuerpo que temblaba con sus brazos.
- No me iré a ningún lado. Te cuidaré siempre, mi ángel.
JongIn sabía que con KyungSoo todo se volvería diferente desde el momento que vio su foto...
Y lo confirmó cuando lo conoció.
×××××
No me odien. Recuerden que queda un capo más, pero este es el final. ¿Les gusto? Espero y si, a mí muchos caps me hicieron sentir feels y lágrimas, no quería que se acabara.
¿Que capo o parte fue su favorita? La mía, LA CITA DEL CHENMIN asvdhdssd ¡AH! Y el reencuentro del ChenMin y Kaisoo, esas partes fueron mis favoritas💛
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