07.- Un encuentro "casual"
Muchas cosas habían pasado en Inglaterra desde el fin de la guerra y la desaparición del héroe Harry Potter. Todo mundo sabía dos cosas sobre Harry luego de la guerra, que no estaba muerto o Gringotts hubiera presentado su acta de defunción mágica y que no estaba en Inglaterra, ya que los hechizos de rastreo hechos por todo el país, ya hubieran dado una localización.
Cuando pasó un tiempo y Harry Potter no apareció, el mundo siguió su curso y hubo un escándalo mayúsculo meses después de la victoria: Albus Dumbledore fue diagnosticado como demente. Al parecer, el anciano mago había sido el orquestador tanto de la primera como la segunda guerra.
Todo comenzó por que llamó a una sesión de emergencia en el Wizengamot e insistía en que debía encontrarse a Harry, ya que pudo haberse vuelto oscuro. Cuando el mago se negó a dar sus razones, alguien en el Wizengamot le lanzó un hechizo aturdidor y un enojado auror (que resultó ser Kingsley) le deslizo veritaserum y luego lo reanimó.
Una vez que dijo lo de los horrocruxes, se le encadenó y se le interrogo durante horas hasta que todo el pleno tuvo la visión completa: ¡El hombre estaba demente!
Había sido amante de Grindelwald e hizo un pacto de sangre con él, fue por este pacto que nunca lo enfrentó hasta años después, cuando se logró romper el pacto. Pero una vez que lo venció, se dio cuenta de que el mundo dejó a un lado sus diferencias por combatir un enemigo común y decidió que esa era la forma de cambiar al mundo: darles un enemigo común.
Eligió al joven Tom Riddle por su afinidad con las serpientes y aunque el niño ya estaba algo podrido, no era insalvable hasta que estuvo en las garras de Dumbledore. No le dio pociones o hechizos, pero si lo manipulo para usar artes cada vez más oscuras hasta que dio con los horrocruxes y fue cuando todo se le salió de control.
La profecía era real, pero una vez que murieron los Potter, Albus de nueva cuenta pensó que podía hacer un paladín de la justicia en Harry, alguien que inspiraría a otros a sumarse al bien de la mayoría sobre la minoría. Cuando sospecho que Harry podía ser un horrocrux, decidió que Harry sería un mejor mártir que paladín.
Por eso había estado tan furioso cuando el joven sobrevivió a la segunda maldición asesina en su vida, porque no murió como esperaba para inspirar a las masas a unirse en su cruzada contra Voldemort y la magia oscura. Luego quiso que el joven donara una buena parte de fortuna para el bien mayor y Harry se negó, aduciendo que la guerra no era eterna y él necesitaría su dinero para empezar su vida.
Ahora Albus pensaba que si convencía al Wizengamot de que Harry era un Señor Oscuro en potencia, podía terminar de enloquecerlo con las pociones que le había deslizado casi al final de la guerra y empezar una tercera guerra, pero esta vez Albus sería el paladín. Ya no podía confiarle ese rol a nadie.
Está de más, decir que se le condeno a Azkaban, hasta que los Sanadores hicieron un descubrimiento sobre Albus. El ya sufría demencia desde muy joven. Ariana no era la única de los Dumbledore que había sufrido una enfermedad mental, pero mientras la de ella era por un trauma, la de Albus era de nacimiento. Conforme avanzara más su edad, más loco se pondría.
Al final, se le pusieron grilletes antimagia al poderoso mago y se le confino a una sala privada de San Mungo donde viviría hasta que falleciera.
Dada la confesión de Albus y su papel sobre otros hechos delictivos, Sirius Black finalmente pudo obtener un juicio y su nombre fue limpiado (ayudo que entre los mortífagos capturados, estaba Peter Pettigrew). El animago se registró porque ese era su único delito y fue a San Mungo para finalmente obtener el tratamiento a su exposición a los dementores durante 12 años. Tardo más de un año en ser dado de alta, pero finalmente pudo recuperar su mente y su vida.
Cuando fue a Gringotts, se enteró de que Harry había sacado incluso el dinero Black que estaba su nombre y fue así como Sirius supo que Harry si se había ido de Inglaterra. Como fuera, él no iba a desistir de encontrarlo, constantemente estaba atento a las noticias de los sangrepura y mestizos, que otros conocían como chismes.
Sirius trabajaba actualmente como inventor y había invitado a Remus a trabajar con él. Juntos hicieron una empresa a partes iguales de acciones (a la que llamaron Marauders Co.) y Remus ahora también tenía bastante capital. No al nivel de Sirius pero bastante para un mago común.
Remus aceptó este trabajo por que desconocía lo que había pasado entre Sirius y Harry. Solo pensaba que como padrino, quería recuperar a su ahijado. Además, si Harry y él se volvían pareja, quería que Sirius lo viera como un buen hombre que haría todo en sus manos para hacer feliz a su ahijado.
Nunca hablaron de aquel beso dado en el calor del alivio que significo el fin de la guerra, una que les costó a dos de sus mejores amigos y toda la infancia y adolescencia de Harry. Ambos estaban de acuerdo en que no fue algo romántico sino solo un impulso, una manera de decirse que ya todo estaba bien.
Si no fuera porque les faltaba Harry, su vida sería ideal.
Lucius Malfoy había evitado Azkaban gracias a su cambio de bando, su entrega de información y los múltiples testimonios de que ayudo a Harry a crear la maldición que finalmente acabó con Voldemort. Todo eso le ayudo a solo pagar una reparación de guerra y aunque mermo su capital, se recuperó en un par de años.
Lucius vivía siendo patrocinador de múltiples negocios, incluyendo uno de caballos voladores del nuevo esposo de Narcissa, quién era un nacido muggle inglés que prefirió estudiar en Beauxbatons. Draco se llevaba bien con él por alguna extraña razón y ahora tenía una media hermana adorable.
El rubio se llevaba bien con su ex, con su hijo e incluso con la pareja de Narcissa. Lucius había madurado y perdido toda su visión de sangrepura. Ese cambio de corazón le ayudo en los negocios y se dio cuenta de que había oportunidades de inversión en el mundo muggle. Cuando habló de esto con los Goblins, su dinero se multiplico en 10 veces lo que tenía y siguió haciéndolo mientras más invertía en el mundo muggle.
Cuando se cumplió un año de la victoria sobre Voldemort, Lucius vio un anillo de compromiso que le recordó a Harry y lo compro en un impulso. Lo llevaba consigo a todas partes, pensando que si encontraba a Harry, no iba a perder el tiempo, se hincaría ahí mismo y le declararía su amor. Ya no le importaba hacer el ridículo, solo quería encontrar a su león.
Severus Snape, por otro lado, puso su boticario y pronto se volvió una sensación. Su negocio iba viento en popa pero eso no era todo lo que hacía. Gracias a ciertas pociones "no tan legales", obtenía información de fuentes de reputación dudosa.
Sabía que Harry huyó de la manera muggle, pero recibió ayuda mágica. No había nada de Harry en ningún lado, ni siquiera en Grimmauld Place, el castillo de Dumbledore, Hogwarts, la Madriguera o Privet Drive. Nada, en ningún lugar donde hubiera estado Harry, tenía rastros de él, ni físicos, ni mágicos.
Sus informantes perdieron la pista en Calais, así que Severus supo que había llegado con bien hasta la estación del Ferry, pero de ahí, nadie sabía nada. El continente era demasiado vasto y no había garantías de que se hubiera quedado siquiera en Europa. Si había llegado a un aeropuerto internacional podía estar, literalmente, en cualquier parte del mundo.
Severus continuo su vida, pero siempre tenía un oído atento a los murmullos del bajo mundo. Un día habría una pista y Severus finalmente encontraría a Harry. Hablarían y... no sabía que haría pero trataría de convencerlo de intentar algo. Aquella noche había sido tan... placentera... que nunca pudo volver a acostarse con nadie.
Sin saberlo él, otros 3 hombres estaban en la misma situación. Luego de Harry, por más que intentaron encontrar a alguien más, su amigo no se levantó. Pero en la intimidad de sus hogares, a diario rememoraban esa noche con Harry y se complacían hasta quedar tanto saciados como frustrados.
No podían esperar a volver a repetir esa noche y si se podía, todas las noches del resto de sus vidas.
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Volviendo al tiempo actual, Harry estaba preparando las cosas para su hijo en su casa. Ya había armado su mochila, Winky dejó el uniforme colgado en su perchera y Dobby le había armado una linda caja de almuerzo, parecida a los bentos japoneses de figuritas. Su hijo últimamente adoraba a Bob Esponja y Dobby había hecho sándwiches con la forma del personaje y corto las zanahorias en forma de estrella de mar.
Al día siguiente, un emocionado Asher estaba saltando y corriendo por toda la casa, antes de que su padre lograra calmarlo lo suficiente para que atravesar el flu rumbo a su primaria. En ocasiones como esta, agradecía haberle robado esos folletos a Hermione, ya que así supo que había primarias mágicas.
Aunque amaba el mundo muggle, sabía que su hijo necesitaba aprender sobre la magia y era mejor que estuviera con sus pares para controlar sus dones. Además, el personal de la primaria le pareció muy capaz y estaban entrenados para contener explosiones de magia accidental.
Asher fue recibido por su padre en el flu horas después y apenas pudo contenerse de contarle su primer día de escuela. La cena fue un asunto alegre y el niño cayó rendido luego de bañarse y lavarse los dientes. Su padre lo arropó y le dio un beso en la frente antes de entrar al mundo de los sueños.
El pequeño soñó con 4 osos que decían que Asher era su osito. Un oso era negro con manchas blancas, otro era café, el tercero era blanco como los osos polares del zoológico y el último era de un negro profundo, más parecido al negro de los cuervos que al de los osos. Como fuera, los 4 osos discutían y entonces el osezno que era Asher en su sueño, empezó a llorar. Los 4 osos hicieron de todo para calmarlo y nada funciono hasta que llegó un quinto oso. Este oso parecía ser una mamá osa de color negro con un pañuelo verde brillante en la cabeza y empezó a perseguir a los 4 osos con un rodillo. Les dio buenos golpes en sus cabeza antes de cargar a Asher-Osezno. Le dijo que tenía miel para él y su sueño acabo con su mamá oso diciéndole que era su pequeñito especial.
Asher entonces hizo un dibujo de su sueño en el recreo y por alguna razón, no se lo mostró a papá. no sabía por qué, pero quería guardar este sueño para él, como si fuera un preciado secreto.
La vida de Asher y su pequeña familia seguía su curso mientras 4 hombres en Inglaterra, se enteraban de que Harry Potter había sido visto.
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Lucius Malfoy permaneció en Paris aproximadamente 3 días desde que avisto al hombre que pensaba era Harry y los detectives que contrato finalmente lo contactaron. Al parecer, el hombre si se llamaba Harry Potter, provenía de Australia, del estado de Victoria pero no sabían el domicilio particular. Lucius pensó que lo más probable era Melbourne o los pequeños pueblos de la periferia de esa ciudad.
Los detectives también dijeron que el pequeño tenía 5 años, había nacido el 15 de mayo de 1999 exactamente y solo se sabía que este Harry Potter era su padre. No había una esposa o esposo aparentemente. No se sabía quiénes eran los ancianos pero Lucius tenía la sospecha de que eran algún tipo de criatura como elfos domésticos. Harry no podría irse de vacaciones sin querer que su servidumbre también disfrutara.
Lucius pago bien los servicios de los detectives y les dijo que podían escribirle vía lechuza por cualquier otra información que pudieran averiguar. Les dio un amplio presupuesto y ellos se comprometieron a encontrar más información sobre este hombre.
Lucius regresó a Inglaterra, pero no sabía que uno de los detectives tenía deudas muy fuertes con un capo de la mafia mágica siciliana, y dicho capo a su vez tenía una deuda grande con un tal Severus Snape por hacerle una poción que literalmente le salvo la vida, pero era de naturaleza "dudosa". El hombre se negó a recibir dinero. Dijo que solo quería una cosa y era encontrar al héroe de guerra Harry Potter.
Todos los deudores con este capo, sabían que su deuda sería perdonada si encontraban a Harry Potter, así que este hombre le escribió al capo y dijo que tenía información sobre un Harry Potter. No podía decir si era el que buscaban, ya que el nombre Harry y el apellido Potter eran comunes en el mundo muggle y el hombre bien podía ser un simple muggle que se le parecía.
Como fuera, el capo le dijo que si resultaba ser el Harry Potter que buscaban, su deuda sería perdonada y el detective esperaba que así fuera, rezando con fuerza cada noche porque este Harry Potter, fuera el que tanto estaban buscando.
Como el Destino tiene sus formas de mover las cosas, dio la "casualidad" de que Sirius Black estaba en el Departamento de Misterios, tratando de convencer a los Inefables de que le permitieran algún artefacto de rastreo para localizar a Harry, cuando observó de reojo a Lucius Malfoy dirigiéndose al elevador y pidiendo ir a la oficina de embajadas.
Eso levantó las sospechas de Sirius y le dijo a los Inefables que lo pensaran, antes de perseguir a Lucius todo lo discreto que pudo. Finalmente, lo alcanzó cuando Lucius estaba solicitando al archivador la información sobre la embajada en Australia.
Australia... ¿Podría ser...? Lucius jamás se interesaba en la política internacional. Sus conocimientos del mundo exterior al Reino Unido se limitaban a visitar Francia donde vivía Narcissa y Draco. Así que era sospechoso y Sirius tenía sus sospechas sobre el rubio. Algo le decía que Lucius sentía algún tipo de atracción por Harry, ya que tuvieron estos intercambios por las tardes sobre maldiciones y quizás el rubio había desarrollado algún tipo de interés.
Bueno, Sirius no iba a permitir que la alimaña rubia pusiera un solo dedo (y otras partes de su cuerpo) sobre Harry. Había cosas que el apellido Black podía proporcionarle y sería más fácil convencer a un burócrata de soltar información que a los Inefables de prestarle el orbe de búsqueda mundial. Era un globo terráqueo que podía localizar a cualquier criminal pero no se usaba por que requería magia oscura para activarse. Tendría que ser un Señor Oscuro para que los Inefables permitieran su uso.
Sirius tardó apenas un par de días en averiguar qué Lucius Malfoy quería la información de la Embajada de Australia, ya que buscaba a un "mago en específico". El plan de Sirius era irse a Australia y contratar detectives que rastrearan donde pudiera estar Harry. Quizás tardarían meses, ya que Australia era bastante grande, pero Harry lo valía.
Nadie sabía, ni siquiera Remus, que Sirius había comprado un anillo de compromiso cuando se cumplió el primer año de la victoria. Sirius estaba deprimido y había ido a vagar en el mundo muggle cuando encontró esta joyería antigua y vio en el escaparate un anillo de estilo victoriano muy hermoso. Parecía que en vez de oro blanco, estaba hecho de una red que estaba cuajada en diamantes y al centro estaba una hermosa esmeralda.
Lo compró en un impulso y se juró que cuando encontrara a Harry, le pediría matrimonio y cumpliría cualquier capricho, cualquier deseo que tuviera su pequeño. Aún tenía problemas para levantar a su amigo sin rememorar la primera ocasión en que su miembro penetró al joven. Sabía que Harry había sido virgen y saber que él se llevó esa inocencia... Al principio le conflictuó pero luego pensó en que lo que más deseaba en el mundo era poder llamar esposo a Harry. No quería ser su padrino, sino su amante.
Remus observó al animago mientras empacaba y cuando este le dijo que finalmente tenía una pista sobre Harry, Remus le dijo que él se sumaba a la cruzada. Si, Sirius podía contratar detectives, pero él conocía el aroma de Harry, siendo un hombre lobo y todo eso. Que tal que solo era un muggle o mago que se le parecía. En cambio Remus podía olerlo a cierta distancia y decirle si era Harry o no. Así no espantarían al pobre hombre si resultaba no ser Harry.
Sirius pensó que eso tenía lógica y escribió al ministerio que necesitaría otro traslador internacional. Remus asintió y fue a su casa a empacar también. Mientras Sirius terminaba de empacar, incluyendo aquel anillo de compromiso, Remus hacía lo propio en su casa.
El hombre lobo había comprado esta casa esperando compartirla con Harry. Era sencilla y acogedora, incluso en un impulso de su lobo interno, había comprado cosas para un bebé y conforme pasó el tiempo, compró cosas para un niño más grande. Lo último que empaco Remus mientras estuvo en su casa, fue un anillo de compromiso que compro instado por su lobo, justo en el primer aniversario de la victoria.
Había ido a visitar la tumba de sus amigos, Lily y James, pidiéndoles perdón por haberse acostado con su hijo pero jurándoles que si Harry lo aceptaba, él le daría toda la felicidad que pudiera, que viviría para verlo feliz, adoptarían un niño o niña. Dedicaría su vida al hombre del que se enamoró en esa noche.
Cuando abandono el cementerio, se encontró frente a una pequeña joyería y vio un sencillo anillo de compromiso con una esmeralda y un diamante amarillo engarzados uno contra el otro. Era tan hermoso y representaba perfecto la pareja que quería formar. Gracias a su recién adquirido trabajo con Sirius, tenía dinero como para comprarlo y eso hizo.
Casi no gasto su dinero y prefirió invertirlo en la empresa conjunta y otros negocios redituables como la tienda de bromas de los gemelos (que luego se enteró que Harry era un socio invisible por haberles donado el premio del torneo de los magos) y el boticario de Severus Snape. Había otras inversiones muggles, una en algo llamado Apple y sorpresivamente la inversión le había dado bastantes réditos y tenía un buen capital.
Ahora por fin había una pista y Remus no pensaba dejar nada al azar, apenas tuviera una oportunidad, si este hombre era Harry, se iba a hincar y pedirle que unieran sus vidas. No habría nunca un hombre o mujer al que Remus pudiera amar. Harry se había robado su corazón y Remus no lo quería de vuelta.
Mientras esto pasaba con Sirius y Remus, y mientras Lucius ya estaba en la línea de trasladores internacionales con su equipaje reducido en su bolsillo. Severus Snape estaba empacando rápidamente mientras sus ayudantes contratados en el boticario, ponían en envió sus últimas órdenes del día, antes de darles la instrucción de que llevaran el negocio en su ausencia. Severus había dado la excusa de tener que ir por un ingrediente muy especial, muy raro y hermoso pero muy volátil y tendría que ir a recogerlo de Australia.
Sus ayudantes pensaron en algún tipo de animal salvaje/venenoso/enorme. Poco sabían que Severus Snape iba en camino a pedirle matrimonio a su joven amante que se escapó como un bandido. Si la información de dicho capo mafioso era correcta, su larga espera estaba por terminar.
Severus había sacado el anillo de compromiso de su madre de su bóveda cuando fue el primer aniversario de la victoria. Había estado pensando mucho alrededor de esa fecha y llegó a la conclusión de que ese amor que primero pensó era un simple enamoramiento, era algo mucho más profundo.
Cuando se imaginó su vida sin Harry, muriendo sin haberlo vuelto a ver, la simple imagen de eso le hizo querer vomitar. No, no podía morir sin volver a ver a Harry. Necesitaba encontrarlo y convencerlo de que podían ser más, ser buenos uno para el otro. Si, era un hombre roto y un poco posesivo, pero iba a hacer todo en sus manos para siempre ver una sonrisa en el Gryffindor. Incluso se llevaría bien con Black y el lobo si eso deseaba el hombre.
Además, por alguna razón, siempre imaginaba a Harry y él con un niño. Severus era un entusiasta de la historia y sabía que a lo largo del tiempo había habido algunos embarazos masculinos. Se desconocía las condiciones para darlo, pero que fuera siquiera posible aunque improbable, le daba a Severus la idea de que quizás podría crear una poción de embarazo que sirviera para que pudieran concebir.
Se imaginaba a este niño con su cabello pero el rostro de Harry. Que fuera diestro en pociones pero tuviera talento con el quidditch. O una nenita que fuera hábil en Defensa y tuviera un cabello negro o rojizo e indomable como el de su padre. Esos pensamientos siempre le traían una sonrisa en sus horas más oscuras.
Lo último que empaco Severus antes de partir, fue aquel anillo de su madre. Un anillo de metal negro de origen desconocido que tenía engarzada una piedra de jade en medio de muchos pequeños ópalos negros. El jade era del color exacto de los ojos de Harry.
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