El villano del cuento de hadas

—Déjame crearte tu propio cuento de hadas. Eso es por lo que me quedaré esta vez en tu vida. Si tú me dejas. Quiero darte tu propia novela, y seguir escribiendo acerca de este amor. Uno donde tú eres la protagonista y yo soy...

—¿El príncipe?— Dije con tono irónico.

—Más bien el villano.— Susurró él en mi oído, de una forma tan sexy. Que no pude resistirme. Sabía que tenía razón, pero era demasiado orgullosa para aceptar que aún lo quería.

No se supone que fueran las palabras más románticas del mundo. Pero algo había en aquel momento que no podía resistirme a él. Tal vez en esta ocasión me había enamorado del chico malo. Del villano de la historia.

Hasen me tenia agarrada de la cintura, mientras yo trataba de liberarme de él.

Estuve forcejeando unos instantes. De pronto me sentí con ganas de jugar con él, de invitarlo a que me besará. Era un desafío. Puse mis labios tan cerca de los suyos, tanto que ambos respiramos el aroma del otro.

—Maldición. Tengo tantas ganas de besarte.— Fue lo que dijo.

Yo sonreí. Me sentía triunfadora. Había ganado. Solo un beso era lo que necesitaba para dejarme llevar.

Llegó ese beso que habíamos postergado durante tanto tiempo. Sus labios tibios sobre los míos. Esa extraña corriente recorriendo mi cuerpo. Y unas estúpidas mariposas atolondradas que revoloteaban en mi interior.  No importaba cuánto tiempo había pasado, ese sentimiento era genuino y seguía ahí.

Un beso que ahora sabía mucho mejor que aquel que nos dimos cuando empezábamos a dejar de ser niños.

Era un beso lleno de calor, de emoción y a la vez lleno de desesperación. Había quedado postergado por tanto que ahora no importaba nada más. Solo su sabor y nuestros labios que encajaban a la perfección.

Ya no tenía caso que negara nada. Quizás debía de dejarme llevar. Sin pensarlo, solo sentir. Claro que después tendría que pagar las consecuencias, pero eso ahora no importaba.

—Te amo tanto que quiero que me sigas diciendo más cosas estúpidas.— Le dije casi en un susurro mientras aún me quedaba su sabor en la boca.

—Estúpidas pero suenan bien, suenan románticas. Y esa la única forma de decirte que te amo. Y aún más estúpido sería callarlas de nuevo, no decirlas en voz alta para ti, para que las escuches y  que sepas que Te amo.

—Hasen estaba a punto de regresarnos a la realidad. Pero no quería. Me arrepentí y solo lo besé de nuevo.

—¿Qué?

—No lo sé. Solo me gusta decir tu nombre y saber que realmente estás aquí.—Mentí un poco. Ya que iba a hablarle de Luca. Pero no quería romper el mágico momento.

Hasen suspiró.

—Bueno yo sí tengo algo que decir Aruma.

—Ya que te dije que no te besaría sin ser tu novio. Creo que...

Hasen no terminó la frase, aunque sabía hacia dónde irá todo esto.

—¿Acaso me estas proponiendo ser tu novia?

Hasen rió. Como amaba esa sonrisa.

—No Aruma, estoy afirmando que ya eres mi novia.

Reí, y no pude negarlo. Sabía lo que me había hecho, con ese beso lo había aceptado, y la verdad estaba cansada de resistirme, de ir contra la corriente. Estaba cansada de acatar las reglas y ser una niña bien portada. Por una vez quería tomar una decisión basada en mis sentimientos, sin que la razón se interpusiera.

Eso no nos había salvado hace años y no creo que fuera diferente esta vez. Como había dicho, luego me preocuparía de los posibles daños colaterales de las locuras. Y sobre todo cuando son locuras de amor.

—No sabía que el villano terminaba con la protagonista.— Protesté, mientras me mordía los labios.

—Bueno puede haber dos posibilidades. Una o yo no soy el villano de tu cuento de hadas o dos... En este cuento, el villano se queda con la protagonista.

—Bueno, creo que eso lo descubriremos.— Le contesté. Y luego lo volví a besar. 

Al fin ese beso que había quedado en suspenso durante años, era una realidad. No quería que se fuera de mi vida. Aún necesitaba descifrar lo que me hacía sentir, pero al menos sabía que ese amor no desaparecería y que quizás merecemos la oportunidad de reanudar la historia.

—Aruma. Estoy abriendo de nuevo mi corazón. He tragado mi orgullo, mi rencor para darte solo amor.

Así que aunque sea mentira. Dilo, por favor.

Dijo casi como un susurro en mi oído.

No supe que decir. Me quedé congelada. Era muy pronto para decirle esas dos palabras. Aún me aterraba decirlas. Decirlas en voz alta de manera directa y sin tapujos, para que luego me dejará sola con lo que sentía. Y es que últimamente me parecía que cada paso que daba era como darlas en arenas movedizas. No sabía en qué momento la vida iba a cambiar. 

—Tan solo di algo.

—Yo nunca he dejado de amarte Hasen.

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