I:La Bestia De Kalius
Era un martirio, mientras Zwar avanzaba con un ritmo lento y reptante su cuerpo realizaba movimientos bruscos que en reacción me forzaban a estremecerme haciendo que padezca un intenso dolor por múltiples heridas por todo mi cuerpo. Me encontraba cubierto por una armadura de minerales tan negros como el carbón, o al menos ese debería ser el color de las piezas que aún conservaba. Esta coraza oscura se encontraba destrozada, era un milagro que en su mayoría siguiera adherida a mi cuerpo. De la protección destartalada sobresalían múltiples heridas que sangraban sin remordimiento alguno ensuciando el mineral oscuro hasta teñirlo de rojo.
El dolor me inundaba de una forma que no podía describir, pero incluso en este desagradable estado me rehusaba a morir. Sentía como mi vista se iba desvaneciendo de a poco junto a las gotas de sangre que escapaban de mi cuerpo para caer sobre flores silvestres sobre las que Zwar caminaba, estaba tan débil que no podía mantenerme erguido, estaba a punto de caer al suelo en cualquier momento.
Mis fuerzas escaseaban y a cada momento me abandonaban aún más, mis ojos que apenas podían concebir lo que tenía enfrente permanecían fijos en las figuras más visibles que me rodeaban, aquellos puros lirios blancos que mi sangre amenazaba con mancillar, aunque no eran lo único bello que me rodeaba ya que de alguna forma encontré el camino hasta un pastizal donde numerosas flores silvestres crecían en abundancia dando la apariencia de un oasis aislado en la tierra. Su belleza brindaba alguna especie de confort como si morir sobre las flores fuera la idea que más paz pudiera brindarme en esos momentos finales, era más de lo que jamás merecería.
Zwar también se encontraba con varias heridas a lo largo de todo su cuerpo, se movía con una pata chueca y no dudaba que de igual forma si se desmayara lo seguiría en poco tiempo. Por inercia se adentraba en lo profundo del pastizal perdiendo cada vez más fuerzas y sangre, incluso las flores que estaban debajo mío ahora eran imposibles de distinguir para mis ojos, no lograba concebir su color ni forma lo que no era ninguna buena señal. Pese a ser de día sentí como el frío me invadía penetrando en mi carne abierta como si me instara a cerrar los ojos y quedar dormido. Múltiples recuerdos y delirios empezaron a adueñarse de mi cabeza haciendo que me fuera imposible distinguir que era real y que provenía de mi mente.
Lo inevitable termino por ocurrir, colapse sobre mi propio peso cayendo desde la montura de Zwar hacia el duro suelo arruinando muchas flores con mi sangre sin mencionar que esquirlas de la armadura rota se incrustaron con mayor profundidad en mi piel ahogando mis sentidos en nada más que dolor.
-Zwar... ayúdame...- apenas pude suplicar con una voz quebradiza mientras mi mano se alzaba para tomar al monstruoso sabueso como punto de soporte. Tan pronto como mi mano se aferró a una parte sobresaliente de su armadura él tampoco pudo resistir el peso extra y termino por sucumbir al suelo -no puedo pedirte más... gracias por todo amigo, pronto seremos libres así que cierra tus ojos sin miedo, no te dejaré-
En estos momentos de desesperación era la única alternativa que llegaba a mi cabeza, mis brazos envolvieron con firmeza el robusto cuello del perro negro acomodándolo en mi pecho para que tuviera algo de consuelo mientras perdía la conciencia. Pronto seguiría su ejemplo, no tenía duda de que no aguantaría mucho más pero solo una cosa pasaba por mi mente en estos momentos.
-Serith... perdóname-
Una vez me libere de mi mayor arrepentimiento observe el pastizal borroso con una mirada inexpresiva que se mostraba en blanco para ocultar la agonizante espera de lo que estaba por venir, el fin de todo. Me preparaba para recibir con los brazos abiertos a la muerte cuando escuché una voz borrosa que se perdía en mis oídos, no podía entender lo que me decía y casi que la confundía con el murmullo del viento. Pero se trataba de una persona, lo sabía porque mientras se me cerraban los ojos pude ver como una silueta femenina se acercaba con cautela, solo pude distinguir las vestimentas típicas de una monja como lo sería su vestido de una pieza y el velo que ocultaba sus cabellos, mientras se acercaba más difusa veía su forma por lo que cuando la tuve en frente solo pude distinguir su piel clara y unos largos cabellos rubios, luego de eso no aguante más y termine por desmayarme.
Fue como si me hubiera caído en un abismo gigantes que amenazaba con devorarme hasta dejar de existir dentro de sus fauces, caía sin fin en la profunda oscuridad hasta que logre reaccionar. Me desperté levemente exaltado antes de sentarme en el borde la cama con movimientos suaves, al momento de dormir no usaba nada más que mis pantalones por lo que pude ver mis cicatrices ya cerradas que servían como recordatorio de viejas heridas.
-Cuando la muerte nos acecha todos nos mostramos vulnerables, sin embargo... ¿cómo pude ser tan patético en esa ocasión? - no pude evitarlo, una inmensa pena se apoderaba de mi al recordar el lamentable estado que tenía en aquel sueño que emulaba recuerdos de antaño -Si mi vida vuelve a correr peligro espero al menos marcharme con una muerte más digna-
Estaba divagando demasiado en mis pensamientos, no podía desperdiciar toda la mañana en este pequeño y asfixiante dormitorio, lo mejor sería vestirme de una vez. No tarde mucho tiempo en encontrar mis botas bajo la cama y luego ponerme encima la túnica sagrada que siempre llevo a todos lados, estaba cuidadosamente doblada sobre una mesita junto a la cama. Luego de colocar la prenda sobre mis brazos contemplé por un segundo las cicatrices que se cernían sobre mi torso, destacaban mucho en mi piel pálida, aunque eso era bueno ya que en conjunto a mi fornida musculatura daba un aspecto más feroz e imponente a mi apariencia calmada. Eran las remembranzas de una vida antigua que ya dejé atrás y por eso cerré la cremallera con un amargo sabor de boca volviendo a ser simplemente un Sacerdote más mientras el ropaje ocultaba todo rastro del guerrero que alguna vez fui.
No me gustaba llamar la atención y por eso como era costumbre volví a ponerme la capucha sobre la cabeza ocultando la mayoría de mis rasgos faciales con una prominente sombra. Antes dije que mientras vestía esta ropa no quedaba ningún vestigio de guerrero en mí, eso era una mentira a medias. Cuando la gente me mira nunca imagina el feroz guerrero que se esconde en mi interior, sin embargo, estos siempre ignoran la obvia señal de que no me despego de Hellshine por ninguna circunstancia, siempre la llevo recargada sobre mi hombro ante cualquier peligro que pudiera superar mis sentidos de precaución.
Cuando estuve alistado salí sin más demora del claustrofóbico cuarto donde pasé la noche. Tras un largo viaje había logrado adentrarme en el reino de Karis, me encontraba en la aldea de Kalius, no era muy lujosa pero tampoco era un lugar pobre, lograba sustentarse por sí sola y los habitantes tenían una comunidad muy unida y caritativa. Esa buena disposición me hizo más fácil pedir asilo en la iglesia local para pasar la noche tras un largo viaje, los sacerdotes locales se mostraron muy gustosos de recibir a un hermano de fe, aunque no perteneciera a su misma sede, era muy extraño, aunque no imposible que algunas Iglesias fueran más desconfiadas y me prohíban alojo en sus conventos. La apariencia de Zwar no ayudaba a ganar confianza del credo y por eso lo común era dejarlo libre por los alrededores en lo que me adentro a explorar por mi cuenta, todo era más fácil así.
Me disponía a abandonar el sagrado recinto que me dio hospedaje hasta que una figura femenina me cortó el paso, era una mujer vestida de monja con el cabello oscuro y ojos marrones, parecía estar saliendo de los veinte y era realmente atractiva a estándares generales, sin embargo ignore eso último ya que desde hace mucho no veía a las mujeres de forma banal -¿se le ofrece algo?-
-Hermano Caxulius el Obispo Abner me pidió informarle que el desayuno está listo, espera que pueda acompañarnos-
-Hm... claro, desde hace mucho que no tengo una comida decente-
Con una vida nómada en constante viaje de un sitio a otro era casi imposible permitirse tener una buena comida. En realidad, no tengo hambre, nunca sufro ese problema, pero pensé que sería de mala educación rechazar la invitación de los anfitriones que tanto hicieron por mí. La hermana me miró con una ceja alzada y una mirada llena de intriga que parecía leer mis pensamientos de indiferencia ante la oferta de comida, si quería cuestionar mi reacción fingida se calló para limitarse a mostrarme el camino a seguir. En no más de un par de minutos terminamos llegando a un gran comedor que tenía capacidad suficiente para albergar a todos los devotos del señor creador. Me formé en una fila para recibir mi ración de comida, un vaso de leche fresca con una hogaza de pan que traía huevo revuelto encima y algo de queso artesanal, todo se veía muy apetitoso y no podía quitarle la vista de encima mientras me sentaba en una mesa solitaria, perdí el rastro de la monja que me había guiado, aunque no le di importancia al estar más enfocado en arrancar un bocado de queso y llevarlo a mi boca, para poder comer a gusto apoyé mi lanza contra la mesa.
Tan pronto como empecé a masticar el alimento de textura blanda mis papilas gustativas estallaron con regocijo -nada supera los alimentos sencillos- dije para mí mismo mientras pasaba a mordisquear el pan con huevo, otra vez mi paladar lloro de alegría ante el majestuoso sabor, estaba muy mal acostumbrado a comer solo frutos y carne sin condimentar de lo que pudiera cazar en el bosque.
-Es rico aunque ¿sabe cómo estaría mejor?-
No estoy seguro en qué momento ocurrió pero una persona se había sentado a mi lado, su presencia había pasado inadvertida hasta que empezó a hablarme, no respondí nada a su pregunta aunque debió tomar mi silencio como una invitación a continuar conversando.
-¡Deberían de mandar el pan por un rato más al horno, con el huevo y el queso encima para que todo se una! ¡¡Y si agregamos jamón sería lo más delicioso del mundo!!-
Expreso con un gran anhelo en su voz y una mirada llena de inocencia en sus ojos grisáceos, características muy propias de un infante. Justamente eso era lo que tenía en frente, un pequeño de alrededor de cinco años con la piel pálida y un cabello oscuro que vestía prendas simples de campesino, nada muy elaborado a decir verdad pantalones marrones y una camisa blanca donde el rasgo más llamativo era una cruz de plata colgando a modo de collar. No lo había notado acercándose antes por que al ser tan diminuto y carecer de hostilidad su presencia pasaba desapercibida, el niño se encontraba mascando su comida, su hogaza de pan con huevo ahora también disponía de queso ya que se había encargado de partirlo en pedazos grandes que hundió en el huevo. No se veía satisfecho con su intento de maravilla culinaria ya que el queso mantenía su consistencia rígida y no se mezclaba con el resto de ingredientes como deseaba.
-Se acerca bastante...- dijo de forma desilusionada mientras dejaba de nueva cuenta la comida en su plato. Su rostro aparte de ser muy lindo y adorable por su edad recibía cierto efecto adicional gracias a un bigote de leche obtenido al ya casi terminar de beberla toda. Al percatarse de que lo estaba observando fijamente este me devolvió una de esas grandes sonrisas que solo los niños de inocencia pura pueden dar -me llamo Aarón Feels ¿viene de muy lejos señor? ¡Esa lanza suya es muy grande! ¿Es un guerrero? ¿A cuántos monstruos derrotó? ¡¿Has matado algún demonio con ella?!-
-Soy un maestro de la lanza, se pelear para defenderme, pero no me gusta considerarme un guerrero, me desagrada la violencia innecesaria. He tenido que eliminar a monstruos en la medida de lo indispensable, aunque nunca a ningún demonio- Respondí de forma tranquila mientras mi mirada serena se encontraba con la intensa del niño.
-¡Wow! Señor es... aburrido- todo el fervor en su mirada desapareció junto a aquella exclamación mientras apoyaba su cabeza contra la palma de su mano -¿Que es entonces?-
-Un sabio que anhela entender los pilares que rigen este mundo-
-Mi Pa dice que todo en el mundo es obra del Dios de las estrellas-
-De cierto modo tiene razón, todo es obra de la deidad que nos dio vida aunque mi objetivo es comprender el poder de ese ser-
-Habla como uno de los tipos que fuman plantas y mi Pa siempre regaña. Oooh ¡Es un loco!- sus ojos se iluminaron con reconocimiento mientras me señalaba con euforia.
-No soy un loco ni un adicto- gruñí con fastidio ante aquellas comparaciones tan indignantes. Apunte con mi dedo índice en dirección al niño y antes de que pudiera imaginar lo que estaba por hacer dispare una pequeña llama hacia su desayuno -Para que sea más fácil para ti, soy un hechicero-
-¡¡Desayuno!!- grito despavorido ante la imagen de su comida consumida por las brasas. Sin embargo, la llama se extinguió al instante revelando el pan con una apariencia más crocante y ahora el queso se encontraba derretido y mezclado con el huevo. Sus fosas nasales de inmediato se expandieron ante el aroma de comida caliente -¡¡Woow huele bien!!-
-No puedo hacer mucho para conseguir jamón, pero espero que disfrutes de eso- era satisfactorio ver la inmensa emoción que se plasmaba en el niño, me complacía hacerlo feliz a la vez que una agradable sensación inundaba mi pecho. Para disimular una pequeña sonrisa que brotaba en mis labios decidí llevar un bocado de queso a mi boca.
-¡¡Se ve muy rico!!-
Aarón se veía muy ansioso, se le hacía agua en la boca mientras contemplaba el platillo humeante renacido de forma gloriosa. Tan impaciente como se esperaría de un niño no pudo resistirse por mucho y dio un gran mordisco al pan en sus manos, tan pronto como lo hizo un aullido de dolor se escapó de sus labios.
-¡Caliente! ¡¡Me quemé!!- se quejó mientras soltaba la comida y empezaba agitar los brazos de forma desenfrenada acompañando sus movimientos con su lengua roja y hinchada hacia afuera expulsando vapor de su boca.
Presenciar toda esa escena me hizo cuestionar seriamente la inteligencia del mocoso, aunque mejor decidí ignorarlo. Seguramente era por su edad y con el paso del tiempo se volvería más brillante dejando a un lado esa estupidez, no creía que ningún ser astuto se le ocurriese entrar en contacto con algo recién sacado del fuego -deberías ser más cuidadoso, pensar más en las cosas antes de actuar- no perdí el tiempo en regañarlo sabiamente con esperanzas de que esto sirviera como una lección para su futuro.
-Usted es muy listo señor...-
-Aarón no deberías molestar al hermano Caxulius. Él ha realizado un exhaustivo viaje desde muy lejos, está agotado y no tiene energías para tratar con niños-
-Yo... lo siento Papá, solo quería conocer más del señor-
El giro de acontecimientos que se mostró frente a mis ojos era uno que no vi venir. El padre del niño no era un campesino o un miembro cualquiera del credo, se trataba del Obispo Abner, un hombre que se encontraba llegando a los treinta, de cabellos oscuros peinados hacia atrás con mucha diligencia como si fuera pecado tener uno solo de sus pelos desordenado, sus ojos brillaban con un intenso color semejante a la plata. En general era bastante parecido a su hijo, pero en una versión mayor mucho más severa que irradiaba autoritarismo junto a grandes exigencias de cada pómulo de su tersa piel. Vestía elegantes ropajes típicos de un sacerdote, aunque en su caso estos estaban acompañados por una bufanda y un colgante de oro que remarcaba su estatus superior en la iglesia.
Ante la llegada de su progenitor fue como si Aarón se hubiera apagado, bajo la cabeza con ojos tristes sintiéndose culpable por actuar de forma tan infantil... aunque era tan solo un niño. En todo momento su mirada evito hacer contacto visual con la figura de su padre como si no soportara toda la exigencia que sus severos ojos depositaban sobre sus hombros. Aún sin conocerlo de nada fui capaz de entender que el niño se sentía abrumado por su padre tan imponente y perfeccionista. Una punzada de coraje recorrió mi pecho siendo el impulso motivador que necesitaba para intervenir.
-No se preocupe Padre Abner, me agradan los niños. En serio que disfruto la compañía de Aarón, es un niño muy especial- expresé con una voz de la que se escapaba mucha más melancolía de la que pretendía, de forma involuntaria mi vulnerabilidad salió a flote evocando dolorosas memorias de antaño. Por un lado, me sentí lamentable ante el dolor que seguramente se encontraría impreso en mis ojos, aunque por otro el mismo sirvió para ablandar a Abner.
La intensidad en los ojos del Obispo disminuyó dando lugar a algo de empatía, aunque claramente no le interesaba entrar en detalles de su historia -Comprendo en ese caso Aarón- conservo su aire sereno antes de contemplar a su hijo -te encargo que sirvas de guía para nuestro invitado, no está familiarizado con nuestro pueblo-
-¡Si Papá!-
El pequeño accedió a la tarea de forma inmediata, su padre satisfecho ante su respuesta, pero carente de interés por el resto de la situación se marchó como si tuviera cosas más importantes de las que ocuparse en el monasterio. Una vez más me quede a solas con el pequeño y a diferencia del adulto este en su inocencia era incapaz de leer los sentimientos en mis ojos, ignoro el ambiente pesado distrayéndose con terminar su desayuno devorando el pan con huevo y queso. Apoye su idea por lo que me centré en tomar todo mi vaso de leche antes de pasar a llevar bocados de queso a mi boca, deje el pan con huevo para lo último. Era un hábito que había desarrollado siempre dejando lo mejor para el final, así esperaba con ansias para degustar lo que más quería y no perdía su deleite al dejarme llevar por impulsos.
Cuando tuvimos el instinto masculino más salvaje y básico de todos saciados, el consumir alimentos de forma prioritaria, se instauró un incómodo silencio entre ambos. No sabía cómo empezar la conversación con el niño, permanecía simplemente mirando mi plato ahora vacío ya que no era muy bueno tomando la iniciativa, sin embargo, una vez más, él se comportó como un niño y sin las mismas limitaciones que teníamos los adultos siempre precavidos retomo la conversación con una sonrisa inocente.
-Señor Caxul ¿Sabe mucha magia?-
-Evidentemente, por algo soy un hechicero de grandes poderes Aarón. Es más la magia me está diciendo que esa no es la pregunta que quieres hacerme ¿no es cierto?- era una mentira blanca, mi magia no tenía esa especialidad aunque sin duda detectaba lo cautivado que estaba el con mi respuesta -¿qué te parece si tú me llevas a la biblioteca y yo respondo todas las preguntas que tengas para mí?-
-¿Así de fácil? La bibleca aburre, pero está bien-
Aarón aceptó el acuerdo y lo admito, su infantil pronunciación de "biblioteca" me robó una sonrisa de ternura que no pude esconder a tiempo. Eso ya no tenía importancia, con el acuerdo verbal sellado nos levantamos de nuestro asiento para abandonar el gran comedor donde varios sacerdotes y monjas aún desayunaban, pronto nos encontramos saliendo de la iglesia hacia las calles del pueblo.
El día era soleado, cálido y con una brisa reconfortante. Mientras avanzaba por las calles de tierra veía a varios campesinos yendo y viniendo de un lado para otro, niños de la edad de Aarón que corrían de un lado para otro jugando entre carcajadas. En general todo lo que veía tenía un aire pacífico y agradable como solo una aldea campesina podía generar, los habitantes no tenían un aspecto muy lujoso pero tampoco uno desdichado tal y como se esperaba de un pueblo que se enfocaba en satisfacer sus necesidades.
-Le gusta Kalius ¿no? Lo mira mucho-
-Es un lugar agradable y de gente amable-
-Oooh ¿las rimas también son magia?-
-La magia que poseen es volver inútiles en artistas que conmueven-
-Pero acabas de rimar... otra vez-
-Aarón tenías preguntas, antes de que lleguemos dilas-
-¡Pero sin rimas! Ma marean-
Él se quejó con una mueca y yo respondí con otra de disgusto, no era algo que hiciera a propósito. En la siguiente casa rústica giramos hacia la derecha rumbo al centro de la aldea.
-Haz tus preguntas Aarón antes de que descubra dónde está la biblioteca y se cancele el trato-
-¿Conoces todas las magias del mundo?-
-No todas, pero es uno de mis objetivos-
-¡¿Entonces podrías enseñarme magia divina?! ¡¡tengo muchos problemas para dominarla!!- me suplico con grandes ansias en su voz como si la idea de esa posibilidad lo desesperara.
-Yo... ese precisamente es mi talón de Aquiles, lo siento- me disculpe sintiéndome honestamente culpable de no poder ayudar a su predicamento.
-¿Que? Pero Papá dijo que para ser sacerdote usas esa magia- cuestiono genuinamente sorprendido mientras no terminaba de procesar la información.
-Siguiente pregunta Aarón, no te estanques con lo que no puedes entender- le advertí para cambiar el tema mientras desviaba la mirada a otro lado.
-Esta bieeeen, dijiste que sabes luchar ¿me enseñarías?-
-Magia Divina, saber luchar, tus preguntas son muy específicas ¿qué es lo que quieres conseguir en realidad?- fue mi turno de cuestionarlo, algo era muy sospechoso en sus preguntas.
-Yo... quiero ser fuerte, mi mamá y mucha gente murió por La Bestia. Quiero cuidar de las personas y salvarlos, papá y los sacerdotes de aquí no pueden hacer mucho porque son débiles... ¡¡yo quiero unirme a la escuela de sacerdotes y luego convertirme en un Caballero Santo!!- exclamó con una férrea y vigorosa voluntad que ardía con la misma pasión que el sol -¡¡Quiero ser el más fuerte y no dejar que sigan lastimando personas!! ¡¡los caballeros santos son los primeros que actúan en la iglesia para salvar gente!! ¡¡seré uno de ellos para salvarlos a todos!!-
-Niño tu sí que eres infantil y ambicioso... no hay magia que pueda volverte el hombre más fuerte de este mundo- negué con la cabeza manteniendo mi semblante impoluto -si realmente quieres cumplir tu meta solo hay un camino a seguir, el de tu voluntad. Por más difícil que sea o que tu padre o cualquier otra persona se oponga a lo que quieres conseguir no debes rendirte y mantente firme en tu meta-
-¿Eso es lo que necesito para ser un guerrero?- cuestiono de forma bastante escéptica mientras sus ojos se abrían de par en par.
-Lo único que necesitas para ser un guerrero es ser valiente, tener el valor para enfrentar aquello que se te ponga en frente, no retroceder ante el miedo. Si quieres ser capaz de proteger a otros solo necesitas de tu voluntad, es el arma que jamás te abandonará y con la cual lograras cumplir todas tus metas- termine mi discurso mientras miraba fijamente a los ojos plateados de Aarón, algo en ellos me decía que a futuro su brillo no haría más que aumentar y eso me hizo sonreír demostrándole mi fe en el -Si quieres ser un caballero santo deberías empezar a manejar una espada, ese será un buen punto de partida para ti-
-Señor Caxul gracias... nadie me escucha cuando cuento mi sueño- se veía tan conmovido que parecía estar al borde del llanto en cualquier momento, o así fue hasta que algo robo su atención en la distancia -¡¡allí es la biblioteca del pueblo, es esa de dos pisos!!-
Decidí ignorar la libertad de abreviar mi nombre, se lo permitiría solo por ser un niño -creo que entonces nuestro acuerdo terminó ¿aprendiste algo de todo esto?-
-¡¡Para ser un caballero santo tengo que ser fuerte!! ¡Tengo que vencer al miedo y todo monstruo malo!- empezó a exclamar con pasión y viveza ante aquellas palabras que ahora se arraigaban en su subconsciente. Su mirada se desvió hacia el suelo y entonces con un movimiento impulsivo levanto un palo como si lo estuviera empuñando -¡y debo dominar la espada, así se empieza!-
-Me gusta ese espíritu, ya te veo siendo el próximo General Santo niño- le dediqué una sonrisa sincera mientras me alejaba unos pasos hacia el gran edificio del pueblo, sin contar la iglesia era el más prominente de todos -solo nunca dejes de entrenar-
-¡¡Nunca!!-
Y tras aquel grito lleno de determinación el niño empezó a alejarse por un camino distinto al que vinimos, el conocía mejor esta aldea así que no debería perderse. Mientras me encaminaba a la biblioteca no pude evitar rememorar un detalle de la conversación "La Bestia", lo pase con total normalidad y de hecho no debería ser algo de lo que dotar con importancia. Todas las aldeas, de todos los reinos tenían sus propias leyendas y mitos sobre criaturas que devoraban personas, algunos más ciertos que otros, pero lo que era innegable es que en todos lados hay monstruos ansiosos por devorar humanos que siempre causan estragos a las aldeas más desprotegidas. Si se asesina a la bestia lo más seguro es que eventualmente otra la reemplace, era un ciclo que no se podía acabar, solo se podía preparar.
-Se las han empeñado bien hasta ahora ¿qué caso tendría interferir con la bestia?- me reprendí a mí mismo descartando la idea de involucrarme, no debería de meterme en problemas que no me conciernen, no ganaba nada de ellos.
¿Como se podía describir el interior de la biblioteca? Sencillo, eficiente, prolijo eran términos que quedarían bien. El lugar era silencioso y para nada concurrido, solo una anciana se mostraba escondida detrás de su escritorio y a juzgar por su expresión casi se muere de un infarto al ver que alguien realmente entró a la biblioteca. Ella debía ser la encargada de mantener el lugar limpio, aunque seguro que su trabajo era sencillo, nadie en el pueblo parecía tener deseos por leer o cualquier otra costumbre intelectual.
-Vaya, vaya hace mucho que no viene un joven apuesto a visitar a esta anciana ¿se le ofrece algo?- la voz de la mujer era algo desvergonzada y bastante atrevida como solo podía serlo la de alguien que había vivido lo suficiente como para no importarle nada en absoluto.
-Grimorios y libros mágicos- solicité la dirección mientras recorría el lugar con la mirada.
-Hasta el fondo por la izquierda- respondió con una sonrisa que resaltaba su adorable rostro arrugado.
-Muchas gracias- agradecí de forma respetuosa por la ayuda antes de decidir investigar la sección indicada, para poder investigar más a gusto recargué a Hellshine contra un muro.
En cuestión de una inspección rápida conseguí apartar los primeros libros que leería. El primero se titulaba "El Poder De Las Llamas" y como intuía su título se trataba de una introducción a magia ígnea. Los hechizos que contenía eran los más básicos "Bola De Fuego", "Pulso De Llamas" entre muchos otros que no valían la pena mencionar. Pase al siguiente libro titulado como "Los Estados Del Agua" que tenía como contenido a "Hidro gota", "Congelar". Los otros grimorios "Magia de Alto Voltaje", "Fuerza Vendaval" y "Raíces Terrenales" eran iguales teniendo apenas los hechizos primarios de cada afinidad elemental.
-Que decepción apenas son la introducción a cada elemento... vamos Kalius, dame algo más interesante ¿si?-
Me levanté de mi asiento para acomodar todos los libros que ya había leído de vuelta en la estantería de libros mágicos, entonces recogí una nueva tanda aleatoria de libros y volví a ocupar mi asiento frente a un delgado escritorio pegado contra la pared.
-Confió en que me darán algo bueno y no serán solo un pueblo de plebeyos incultos-
Cerré los ojos al abrir el primer libro y como si fuera una irónica respuesta del universo cuando los abrí me encontré con una imagen bastante explícita de un hechizo que decía "Como convertir excremento fresco en pan". En definitiva, borre eso de mi memoria al cerrar el libro y contemplar su título "Agricultura Para Plebeyos", mi curiosidad morbosa me obligó a revisar el contenido de los otros capítulos, gracias a Dios tras una mirada más detallada resultó que el hechizo se trataba de usar el excremento como fuente de nutrientes inmediata para los cultivos. El resto de hechizos tenían usos similares, como revitalizar plantas moribundas o acelerar su desarrollo para una mayor producción agrícola.
El resto de libros en la estantería no arrojaron una luz mayor sobre mis conocimientos de magia, era todo muy básico o sencillamente de usos inútiles para mí. Repase cada maldito ejemplar de inicio a fin en la sección de magia, mi cerebro se desconectó del tiempo leyendo por mera inercia durante quien sabe cuánto. Estaba por rendirme, mis ojos ya estaban cansados y no tenían ganas de revisar el último libro que llevaba en las manos, sin embargo, no podía dejar una tarea inconclusa y el aspecto desgastado y antiguo de este libro en particular capturaba mi interés, por eso lo dejaba para el último. Al leer descubrí que se trataba de una recopilación de templos y monumentos antiguos, dejando de lado aquellos que eran sitios de adoración o históricos hubo uno que me intrigó. "El Cementerio De Dragones" según la información en el libro era un templo donde albergaban los restos de cientos de dragones, se decía que en sus entrañas se escondía un gran poder que sería otorgado solo a aquellos dignos de él.
-Justo de esto hablaba, suena como el lugar perfecto para obtener una magia poderosa- estaba satisfecho, aunque tuve que dar vuelta toda la biblioteca había conseguido encontrar algo bueno -entonces Cementerio De Dragones ¿Dónde te encuentro?- una ojeada hasta el final del capítulo me dio la respuesta -Necrópolis Desciago en su zona Norte. Eso es mucho viaje, tengo que atravesar todo Karis, las Colonias de Idna y el desierto, serán como mínimo cinco meses, Zwar va a matarme por hacerlo caminar tanto-
Con el objetivo de mi investigación cumplido decidí enmendar todo el desastre que hice en la biblioteca acomodando los últimos libros que saqué de vuelta en su lugar antes de recuperar mi lanza. Estaba listo para marcharme cuando al pasar por uno de los amplios ventanales en la biblioteca note algo que antes pase totalmente desapercibido ¿en qué momento empezó el atardecer? Tan sumido como lo estaba en la lectura ni siquiera note cuando la luz comenzó a escasear. Ya debería volver con Zwar para marcharnos hacia el nuevo destino que fije. Camino a la salida me percate de que la bibliotecaria se había marchado, eso me pareció extraño y planto una semilla de incertidumbre en mi conciencia que sin más ignore para abandonar el recinto de libros.
Sin embargo, la sensación de que algo andaba mal no me abandono y solo se acrecentó al notar que un grupo de personas se reunía en la salida del pueblo rumbo al bosque, al acercarme pude distinguir a la bibliotecaria y la monja que vi en la mañana hablando en ese grupo que también estaba conformado por el resto de mujeres en la villa. Eso ya fue suficiente para que me interesara irrumpir en la multitud, la mujer anciana fue la primera en notar mi presencia.
-¿Al fin terminaste de leer? No quería interrumpir ya que te veías muy concentrado-
-Muy amable de su parte ¿ocurre alguna clase de convención femenina?- pregunte con curiosidad y algo de sarcasmo, todas las presentes mi miraron de inmediato con un pronunciado ceño fruncido.
-Aarón desapareció, estamos esperando a los hombres guiados por Abner que fueron a buscarlo- la bibliotecaria me dijo de forma tajante igual que el resto molesta por mi falta de apatía.
-La última vez que lo vieron estaba jugando con una rama en los campos frente al bosque, tememos que se lo llevara algún animal salvaje- la hermana hablo mientras su mirada inquieta permanecía agachada, estaba tan preocupada que empezó a rezar por la desesperación -Por favor dios, debes regresarnos a Aarón. Aún tiene mucho que hacer aquí, tiene una larga vida por delante-
-Ese mocoso se perdió-
Me detuve a divagar sobre lo ocurrido, Aarón se perdió en el bosque, era una desgracia sin duda, pero así es la vida. Hay momentos buenos y malos que son inevitables, es normal que las personas se pierdan en el bosque, que sean devorados por monstruos, e incluso si no lo fuera podría sucumbir a una enfermedad por su débil sistema inmunológico, no se puede evitar la desgracia del destino. Ya no hay nada que hacer, ese niño se perdió y lo más seguro es que no vuelva como mucho otros alrededor del mundo, la fatalidad humana es una estadística que siempre ha estado vigente y no se puede modificar a la ligera ¿por qué hacerse esperanzas? Solo se darían falsas ilusiones.
"...Lo único que necesitas para ser un guerrero es ser valiente, tener el valor para enfrentar aquello que se te ponga en frente, no retroceder ante el miedo..."
"...Si quieres ser un caballero santo deberías empezar a manejar una espada, ese será un buen punto de partida para ti...".
Por alguna razón mis propias palabras resonaron en mi cabeza con intensidad como si intentaran que comprendiera algo. Me quedé inmóvil hasta que descifré lo que mi conciencia trataba de decirme, no se trataba de si el destino de Aarón era sobrevivir o morir, se trataba de que él estaba en peligro por mi culpa. Ese mocoso se tomó tan enserio mis palabras hasta el punto de adentrarse en el bosque a entrenar. No podía hacer nada para alterar el destino y sus decisiones absolutas, pero sin duda, no podía permitirme cargar con la responsabilidad de la muerte de Aarón, no dejaría que mi descuido lo llevara a ser asesinado.
Me aferré con más fuerza a mi lanza y empecé a caminar hacia la salida del pueblo -no se queden ahí simplemente lamentándose, preparen los primeros auxilios por si hay heridos-
-¡Espere! ¿Qué hace? ¡Es un extranjero, no tiene por qué ponerse en riesgo por Aarón!- la Hermana de la iglesia intento detenerme con su mano pero esta nunca llegó a tocarme, a escasos centímetros de mi hombro empezó a temblar de forma desenfrenada quedando paralizada sin ningún tipo de reacción, el poder mágico que emanaba de mi cuerpo la dejó perturbada.
-Yo también lo pensaba, pero ese niño merece tener la oportunidad de cumplir su sueño. No voy a dejarlo morir por esforzarse en sus metas-
Antes de que cualquiera de las otras mujeres pudiera intentar detenerme ya me encontraba corriendo hacia las entrañas más profundas del bosque. Buscar al niño a tientas sería igual que una causa perdida, podría encontrar a Zwar y que el intente buscar su rastro, aunque como no tenía ninguna pertenencia suya esa ya no era una opción. Por suerte tenía algo mucho más útil y practico, una habilidad de radar sensorial. Al concentrarme toda la percepción que tenía sobre mi entorno se amplió, pude percibir incluso las hormigas que se movían bajo la tierra, todo ser vivo o presencia de mana en los alrededores se volvía perceptible para mis sentidos.
Había un gran cúmulo de presencias débiles hacia el Este, sin duda eran los buscadores. Me enfoqué en hallar una presencia aún más débil que encajase con Aarón, tras sondear con diligencia todo el lugar lo logré, estaba en el Oeste, aunque no solo. Fue sorprendente descubrir que Zwar se encontraba con él, aunque algo no terminaba de cerrar en todo esto, a cada segundo se alejaban más como si estuvieran escapando, pero no había nada con ellos.... ¿o acaso Zwar estaba persiguiendo a Aarón? Como fuera tenía que darse prisa antes de que ocurriera algo terrible.
Conjure el hechizo de Sombra Dispersa para saltar grandes distancias al instante hasta que llegue al lugar donde deseaba. Los árboles tenían un tamaño gigantesco y todo tenía una espesura que estorbaba a la vista, la poca luz no ayudaba en mucho. No los veía por ningún lado ¿acaso confundí a último momento la dirección en que salte? Antes de que pudiera volver a enfocarme para percibir las presencias a mi alrededor escuché un aullido familiar, Zwar venia corriendo en mi dirección mientras para mi sorpresa traía a Aarón atrapado con sus colmillos alrededor de su camisa, el niño parecía estar a punto de sufrir un infarto en cualquier momento ante el terror.
-Zwar ¿pero por qué lo has traído tan lejos?- no pude evitar cuestionar con el ceño frunció ya que una vez más sentía ese mal presentimiento en la boca del estómago. No ayudaba distinguir el alivio que brotó en la mirada del sabueso tras notar que llegue, fue como si se sintiera más relajado y tranquilo conmigo cerca lo que irremediablemente lo hizo bajar la guardia.
Eso fue un grave error, centenares de viles vainas emergieron del suelo tan filosas y tajantes como espadas que tenían el único objetivo de bloquear su paso. Los malvados apéndices de la tierra entonces se contrajeron con intenciones de atravesar sin ningún tipo de misericordia al par que escapaba. Gracias a su resistente armadura Zwar podría sobrevivir, pero Aarón era otra historia, antes de que ocurrieran lo peor me apresure a conjurar un ataque de llamas con el que logre incinerar a las raíces. Ahora que tenían vía libre Zwar se puso a la carrera para llegar a mi lado.
-¡Señor Caxul!- Aarón me llamo con una voz eufórica que denotaba su emoción -¡¡Que bueno verlo!! ¡¡quise matar a la bestia, pero no pude!! ¡¡ella quiso matarme y este perrito genial me salvó!!-
-Ya veo, Zwar muy bien hecho- felicite al gigantesco sabueso mientras inspeccionaba los alrededores con la mirada. Finalmente entendí que aquel mal presentimiento que me agobiaba se debía al sentir una presencia que no podía rastrear con mi habilidad -quédense atrás mío, voy a protegerlos-
El silencio que se apoderó del bosque era inaudito no se escuchaba nada como si todo lo que lo habitaba se hubiera muerto de un momento a otro. Mi radar lograba percibir como bajo tierra algunas raíces se movían influenciadas por magia, aunque no podía encontrar al responsable de conjurarla. No había otra opción, solo mis ojos podrían hallar a este enemigo así que me esforcé por buscarlo en los alrededores, pero no podía distinguir nada entre los colosales árboles que cercaban el perímetro. Mi radar se disparó cuando varias raíces emergieron del suelo tan puntiagudas y afiladas como flechas, con un revés de Hellshine las destruí cortando todas las protuberancias a la mitad. Mas apéndices vegetales surgieron de la tierra, pero tan pronto como estaban en mi rango las cortaba de un tajo y luego las incineraba con un hechizo ígneo.
-Eres un mago muy fuerte- una profunda voz se hizo notar desde algún lugar de la espesura, aunque no se lograba distinguir de que dirección provenía -atravesaste muy rápido mi bosque, de seguro serás muy nutritivo. Si te entregas a mi dejare ir al niño, por el momento, mi hambre es muy voraz-
-Y tu inteligencia muy precoz, los magos son quienes tienen habilidades mágicas innatas mientras que los Hechiceros somos quienes la han estudiado para ser capaces de utilizarla. No somos lo mismo- explique la diferencia más técnica mientras conjuraba una poderosa llamarada desde mi lanza, al dispararlo calcine varias vainas hasta sus raíces llevándome también un par de árboles.
-¡¡No dañes mis dominios!!-
La voz ahora se escuchaba enfurecida, las vainas que salían del suelo aumentaron su intensidad con colera. intente destruirlas a todas, pero no lo logre, eran muchas y eventualmente me superaron. Cuando me di cuenta mis piernas fueron sujetadas por las vainas que tan pronto como se enredaron en ellas desplegaron varias púas que se enterraron en mi piel. Un grito de dolor se me escapo, de inmediato trate de liberarme con Hellshine pero antes de que el filo de la lanza me librara más raíces salieron del suelo atrapando mis brazos, igual que con las otras ataduras espinas brotaron penetrando mi piel. Para mi pesar aun ni siquiera llegaba la peor parte ya que sentí como desde las púas alguna sustancia se inyectaba en mis extremidades, comencé a sentirme débil como si las fuerzas me abandonaran y algo bloqueara mi flujo de mana.
-Así debes capturar a tus victimas ¿no?-
-Yo prefiero decir presas-
Teniéndome crucificado a su merced la criatura debió sentirse demasiado confiada para mostrar su horrenda apariencia casi humana, pero de rasgos monstruosos. Media un metro y ochenta centímetros de altura que se alargaba hasta los dos metros veinte si contamos sus exuberantes astas, era una criatura con mucho pelaje robusto que cubría gran parte de su cuerpo, aunque había zonas como sus hombros o muslos que carecían de este. Sus brazos eran desproporcionados, aunque los rasgos más intimidantes eran que sus costillas y cráneo sobresalían por encima de la piel, también tenía garras filosas en sus dedos y un par de ojos que brillaban en la oscuridad. Se trataba de un Wendigo, criaturas inteligentes y caníbales que poseen una fuerte conexión a la naturaleza, era una de las bestias más peligrosas en el mundo.
-No entiendo ¿por qué usas magia natural si eres gigante?-
-Por qué mi magia es poderosa-
Su respuesta fue tajante mientras acortaba la distancia de forma intimidante, el acerco sus garras a mi herida empapándose de sangre antes de llevarlas a su boca y degustar su sabor. Mi habilidad de radar se activó de forma involuntaria permitiéndome ver sus estadísticas.
Nombre: Wendigo
Nivel:24
Fuerza:7.400
Resistencia:6.000
Velocidad:6.200
Mana:6.200
Poder Magico:9.000
Total:34.800
-Tus estadísticas son desproporcionadas para tu nivel ¿cómo es posible?-
-Los Wendigos nos nutrimos de la naturaleza, el mana del bosque fluye hacia nosotros y nos hace más fuertes. Aunque es ridículo quejarse, los hombres tienen sus propias formas de romper el equilibrio natural, sus armas también potencian sus habilidades-
Las enredaderas que atrapaban mi brazo entonces empezaron a adentrar sus raíces bajo mi piel, era tan asqueroso como doloroso sentir como mi carne cedía a esas cosas, mi agarre sobre Hellshine se quebró y el Wendigo aprovecho la oportunidad para robarla.
-Sin esto tú también eres más débil- expresó de forma burda mientras arrojaba lejos el arma, ante la morfología de sus brazos sería imposible blandir cualquier tipo de arma.
Nombre: Caxulius Darkor
Nivel:20
Fuerza:3.360
Resistencia:1.860
Velocidad:1.860
Mana:2.860
Poder Magico:4.360
Total:24.300
-Tu sangre es tan poderosa como para hacerme subir varios niveles. Pero es tan curiosa, tiene una esencia tan oscura arraigada- un silencio reflexivo se produjo en la bestia mientras me veía con feroces ojos como si me destripara entraña a entraña -¿por qué no me muestras lo que eres en realidad?-
Era una petición que no podía conceder, el solo hecho de pensar en eso me hizo querer liberarme de mis ataduras, pero mi fuerza menguante no podía romper las vainas y mi magia no respondía para quemarlas.
-Es inútil, no podrás liberarte, ningún humano podría inmunizar mi veneno-
Se jacto con orgullo mientras preparaba sus garras, podía distinguir en sus ojos las intenciones de arrancarme el corazón. Se preparó para atravesar mi pecho, pero antes de conseguirlo una figura se interpuso atrapando su brazo entre formidables colmillos. El Wendigo permaneció indiferente viendo con disgusto a la bestia que una vez más estropeaba su festín.
-Empiezas a resultar muy molesta bestia-
-¡Vamos señor lobo! ¡mate a la bestia!- Aarón intentaba animar con una infantil esperanza ciega que no escuchaba razones.
-No sean impacientes, ustedes serán los siguientes- los colmillos de Zwar atravesaron su piel haciéndolo sangrar, pero se mantuvo distante al dolor, cansado de la intervención lo atrapó del cuello alzándolo en el aire -puedes ser más grande, pero todos los lobos están por debajo de mi-
Sin ningún tipo de misericordia el colosal Wendigo arrojó al gran sabueso contra unos árboles, un quejido de dolor salió de su hocico y el árbol casi se quiebra ante la fuerza del impacto. De forma adolorida y con las patas temblando volvió a ponerse de pie, sus afilados ojos eran la evidencia de que su espíritu no mermaba y volvió a arrojarse sobre el monstruo con sus colmillos intentando despedazarlo una vez más.
-Ya me tienes harto-
Cansado de las constantes intervenciones el feroz monstruo se dispuso a exterminar el problema de raíz. Cuando el sabueso estaba sobre sobre el lo abofeteó con su largo brazo izquierdo dejándolo aturdido.
-No vuelvas a levantarte-
Sus garras derechas, aquellas que se cubrían de sangre por la herida que causó Zwar, empezaron a iluminarse con un fulgor esmeralda. Mientras el sabueso seguía desconcertado por el golpe atacó con sus garras, imbuidas en magia atravesaron la armadura y carne hasta romper las costillas. La sangre brotó como de una fuente mientras Zwar aullaba de dolor y se derrumbaba sobre el suelo sin fuerzas.
-Aún vive, que molesto-
Sus garras una vez más resplandecieron con el brillo de la muerte, esta vez el siguiente movimiento acabaría con el sabueso gigante atravesando su cráneo. Entonces algo muy débil lo golpeó en su pierna, al bajar la mirada se encontró con un tembloroso niño que sostenía una rama caída en sus manos. Su agarre era débil y sus ojos parecían estar al borde del llanto por el miedo pero por más que sus piernas no dejaran de temblar exigiéndole correr el permaneció ahí parado.
-¡¡No lastimes al señor Caxul y al Lobo grande!!-
-Tu serás el postre dulce- con su control sobre la naturaleza hizo brotar más vainas del piso que en cuestión de segundos amordazaron a Aarón impidiéndole realizar cualquier tipo de movimiento -aunque hubiera sido inútil debiste intentar escapar-
Wendigo miro satisfecho a sus enemigos sometidos, Aarón solo podía llorar envuelto en un capullo de raíces y Zwar que tenía uno de los pulmones perforado no podía moverse. Su gran festín estaba servido, pero antes de saciar su voraz apetito algo cambió en el aire, se volvió más pesado y denso como si algo oscuro se manifestara en él.
-A ese niño... y a Zwar... ¡¡No te atrevas a ponerles un dedo encima de nuevo!!- ya no podía seguir observando sin hacer algo, no podía permitir que siguiera haciéndoles daño. No importa si queda expuesta su verdadera naturaleza, solo importaba salvarlos -tienes razón ningún humano podría superar tu veneno... ¡Así que mírame ahora!-
Mi poder no aumento, pero fui capaz de acceder a él en su plenitud cuando abandoné mi fase humana. Mis ojos se rasgaron de forma salvaje mientras mis dedos se convertían en garras y dos cuernos emergían de mi cabeza retrayendo la capucha que llevaba. Mi rostro de aspecto feroz se centró en mirar al Wendigo con una mirada que evocaba al infierno sin lugar a dudas. Detrás del gran monstruo pude ver como Aarón se estremeció en su prisión, el pánico y el horror se volvió palpable en su mirada, debía estar gritando de forma sorda ante la mordaza vegetal que tenía, el me temía sin lugar a dudas.
Nombre: Caxulius Darkor
Nivel:40
Fuerza:6.720
Resistencia:3.720
Velocidad:3.720
Mana:5.720
Poder Magico:8.720
Total:48.600
-Nunca llegué a probar carne demoníaca así que dime ¿Que tan distinto eres de los humanos? fingías muy bien ser uno- me interrogó de forma audaz mientras empezaba a acercarse de nueva cuenta.
-Te sorprendería saber que tan parecidas son todas las razas en realidad, solo dejan que el orgullo los separe. Aunque la diferencia fundamental es sencilla, magia infernal- ahora que mi morfología cambió sentía como mis fuerzas retornaban, mi mana volvía a estabilizarse cuando el veneno dejó de surtir efecto. Apreté los puños con rabia y la magia que regreso a su flujo normal estalló en reacción, un torbellino de llamas negras surgió consumiendo todo alrededor.
-Magnifico-
El Wendigo exclamó maravillado ante el fulgor oscuro de las brasas, entonces salí del torbellino y tomándolo por sorpresa lo golpeé con todas mis fuerzas logrando alejarlo. Entonces de la forma más rápida que pude me arrodillé frente a Aarón para liberarlo, mis garras se prendieron en llamas negras y con un desliz todas las ataduras cedieron. Lejos de gratitud o alivio el niño seguía temiendo de mi forma y casi saltó para escapar de mi alcance cuando un grotesco rugido nos hizo cambiar el foco de atención.
-Bastardo salido de las huestes infernales ¡¡no liberes mi comida!!-
Otro gutural rugido que casi rompe nuestros tímpanos se hizo presente mientras más vainas crecían del suelo. En una reacción casi por instinto me puse delante de Aarón para protegerlo. Me sentía incómodo, atrapado por la sagrada túnica que llevaba como si mi verdadera forma la rechazara, aunque sabía por qué tenía esa asfixiante y opresora sensación. Con un movimiento rápido baje la cremallera de la túnica antes de tirarla al suelo, recién entonces mis alas y cola de flecha pudieron desplegarse con libertad, eran rasgos propios de todo demonio.
-Aarón no te muevas de aquí, me asegurare de mantenerte a salvo- le prometí con sinceridad mientras lo veía de reojo, el seguía mudo del terror ante la visión de mis alas extendiéndose con majestuosidad.
Me sentiría más tranquilo recuperando a Hellshine pero una inspección rápida hizo que la ubicara detrás del monstruo, debería manejar esto solo con mis manos. Las heridas que dejaron las púas y raíces en mi carne empezaron a sanar gracias a mi curación acelerada de demonio, era tranquilizador de cierta forma. Agité mis alas para obtener impulso y así poder alzar el vuelo, desde las alturas adquirí una mayor capacidad para maniobrar, eso me permitió evadir las feroces plantas que crecían para atacarme.
Esquive cada uno de los azotes y estocadas de las plantas antes de rodearme en un manto de llamas incandescentes, descendí sobre el Wendigo como un meteorito estrellando mi puño contra su cráneo, seguido una explosión de brazas surgió haciéndolo retroceder con brusquedad.
-Bien, bien, aún puedo dañarlo sin Hellshine- las vainas afiladas que antes había esquivado de pronto se doblaron intentando atacarme por la espalda, pero con un batido de mis alas un pulso de llamas oscuras las incinero -estas llamas son semejantes a la del infierno, no hay vida que no puedan quemar-
Explique con una soberbia que no podía evitar por mis orígenes, en esta forma primordial era inevitable que todas las características propias de un demonio se intensificarán. Esa abundante confianza que afloró en esta forma me cegó por un momento y en esa distracción apenas noté cuando el veloz animal llegó a colocarse sobre mí. Su rostro presentaba aun quemaduras al rojo vivo como recuerdo de mi puñetazo y se veía muy dispuesto a cobrar venganza cuando sus garras esmeraldas descendieron con un movimiento exageradamente rápido.
Ese fue un recordatorio de que esta monstruosidad superaba la mayoría de mis estadísticas, ese ataque podría haberme asesinado si no hubiera utilizado mi Sombra Dispersa para alejarme de su alcance, entonces conjure mi fulgor del pecado y siete pentagramas lo rodearon, llamaradas en forma de poderosos láseres entonces salieron disparados al Wendigo a tan corta distancia que no habría tiempo de esquivar. Cada una de las llamaradas infernales golpearon y quemaron al Wendigo hasta dejarlo en un estado maltrecho, su cuerpo estaba más carbonizado que intacto y uno de los láseres llegó hasta el punto de arrebatarle un brazo, otro quemó su ojo dejándolo parcialmente ciego y quebraron una de sus astas.
-Bastardo del infierno- expreso su odio mientras conjuraba un hechizo de sustitución vegetal, las vainas y raíces del suelo se unieron a su cuerpo hasta encarnarse en un brazo vegetal, varias partes de su cuerpo maltrecho fueron sustituidas por tejido vegetal hasta dejarlo en un estado óptimo, aunque su cornamenta y ojo no se pudieron replicar.
Furioso el monstruo empezó a olfatear el aire en busca de mi rastro, al hallarlo abrió sus garras vegetales y arrojó su brazo que se estiró como si fuera de goma, intento atravesarme el estómago, pero antes lo corte con mi lanza. Mientras estaba distraído con el Fulgor del Pecado aproveché a recuperar Hellshine, mi fuerza y velocidad volvieron a aumentar en tres mil puntos y mi poder mágico en cuatro.
-Solo para que conste en un principio iba a devolver a Aarón a su casa y dejarte en paz si te comportabas. Pero ahora ni hablar, nadie que lastime a mi Zwar recibirá misericordia-
-Luego de matarte robare tus ojos-
La crueldad era inherente en su voz mientras su brazo vegetal volvía a crecer. A mis pies brotaron varias vainas con púas que intentaron atravesarme como flechas, pero logré irme volando antes de que me dieran. Llegué hasta el Wendigo y lo atravesé con mi lanza, pretendía atravesar su torso, pero él se cubrió con el brazo vegetal atorando a Hellshine entre sus raíces que pronto se arraigaron dejándola atascada.
-Para ser una bestia inteligente no lo demuestras ¿recuerdas el fuego del infierno?- pase las brasas de mis manos a Hellshine incendiándola con un estallido de llamas, el brazo vegetal que la atrapaba se volvió cenizas y el Wendigo retrocedió por la onda expansiva.
-Demonio o no sigues siendo mortal- sus garras se iluminaron de un color esmeralda antes de arriesgarse a un ataque directo.
Y ese atrevido movimiento lo condenó, mis alas tan poderosas como afiladas se movieron al igual que espadas rebanando la extremidad que le quedaba, como movimiento fulminante blandí a Hellshine y atravesé su cráneo en lo que sin duda fue una muerte inmediata, el colosal cuerpo se derrumbó sobre el césped dejándome como el indiscutible ganador. Saque la lanza del cadáver antes de levantarme con tranquilidad, mi respiración profunda pronto se volvió el único ruido en el bosque hasta que unos pasos temblorosos se hicieron presentes a mi espalda.
Cuando me volteé ahí estaba Aarón acercándose de forma temerosa mientras traía mi túnica en sus brazos. Extendí una de mis manos para recuperar la prenda, pero el entonces dio un paso atrás horrorizado, no necesite pensarlo mucho antes de descubrir por qué, mire fijamente mis garras recordando cual era mi apariencia actual. Cerré mis ojos para relajarme y en el proceso mis rasgos demoníacos volvieron a ocultarse dejándome con un aspecto completamente humano de nuevo.
-No te preocupes Aarón, soy yo- clave mi Hellshine en el suelo antes de volver a ponerme la túnica.
-Señor... ¿Perro grande está muerto?- el niño desvió el tema de inmediato mirando la rígida apariencia del gran sabueso.
-No, solo se desmaya y se duerme como muerto. Necesita un descanso y estará bien... todos lo necesitamos- extendí una mano de forma amigable al niño -volvamos a Kalius ¿qué te parece?- se guardó sus palabras pero aun así tomó mi mano con incertidumbre.
Al regresar a la aldea todos nos recibieron con gran entusiasmo, estaban aliviados de recuperar a su niño desaparecido, las celebraciones no duraron mucho antes de que llegara la hora de acostarse. Mientras todos estaban profundamente dormidos me levanté con todas las intenciones de marcharme, ahora que alguien conocía mi secreto era solo cuestión de tiempo para que me persiguieran, debía irme al siguiente pueblo cuanto antes mejor. Solo llevaba mi ropa puesta y mi lanza recargada sobre mi hombro, cuando salí del monasterio me encontré el rostro que menos esperaba de todos.
-Sabía que te ibas a la hora de dormir-
-Aaron a tu padre no le gustaría verte despierto a esta hora- no dude en regañarlo ya que es malo que un niño de su edad se quede despierto hasta tarde.
-A él tampoco le gustaría verte en ese bosque- respondió de forma indiferente mientras me sonreía, me dejó completamente en jaque mate.
-¿Ahora me extorsionas?- cuestione mientras devolvía la mirada serena y carente de emociones al azabache.
-¿Exto que?-
Su mirada realmente se tornó de confusión mientras ladeaba la cabeza, a veces olvidaba que tan solo tiene cinco años. Aunque sabía que debería estar alerta ante la peligrosa información que tenía ese niño, no podía hacerlo.
-¿Quieres algo?- deduje sin mucha complicación, el solo asintió con una sonrisa inocente en respuesta.
-Señor Caxul sea un demonio bueno ¡¡no quiero que la iglesia lo mate!! ¡¡tienes que ver como soy el más grande Caballero Santo!!- suplicó de forma determinada mientras apretaba los puños de forma temerosa -usted me salvó, es bueno ¡¡no le contaré a nadie, pero no dejen que lo maten!!-
-Ya olvidé la última que alguien se preocupó por mi- no pude evitar mencionar con algo de nostalgia mientras despeinaba al niño con mi mano libre -hombre o demonio, luchador o sabio la muerte siempre me acecha Aarón, no puedo prometerte nada-
-¡Entonces aguanta! ¡me volveré un caballero y yo seré el que te salve! ¡lo prometo!- su voz seguía siendo firme y determinada lo que sinceramente me conmovía ante su convicción de cuidarme.
-Todavía debes crecer niño, no seas impaciente- libere sus cabellos antes de reanudar mi rumbo hacia la salida, creí que todo habría llegado hasta ahí pese a que aún sentía esos vivaces ojos plateados sobre mi espalda.
-¡¡Señor Caxul!! ¡¡Cuídese!!-
Escuche el apasionado grito del niño despidiéndose a la distancia, una sonrisa se dibujó en mis labios por inercia. Era curioso pero el único otro humano que lo había tratado con tanto cariño fue ella... curioso ya que también era una monja, era como si el universo se esforzará por conectarlo a la iglesia pese a que eran antónimos naturales.
-Te hubiera encantado un niño así-
La melancolía me aplasto de forma dolorosa, mis ojos se humedecieron, pero no permití a las lágrimas salir, ya no era tiempo de seguir llorando por el pasado si no de vivir el presente. Mientras me adentraba en la espesura del bosque unos pesados y toscos pasos empezaron a seguirme, no sentía miedo de ellos ya que eran muy familiares e inconfundibles.
-¿Descansaste bien grandote?- mire de reojo a Zwar quien empezó a caminar a mi lado con un paso lento.
Mire la herida debajo de su armadura, estaba sanando ya que como Sabueso Del Infierno también contaba como un demonio y tenía una curación más rápida. Todavía había carne expuesta y sin duda no estaba en condiciones para correr o ser montado, pero estaba fuera de peligro y ese era el mayor alivio de todos.
Mientras salíamos de los límites de Kalius me dediqué a acariciar el lomo de Zwar para aliviar su dolor -nuestra siguiente parada es la capital de Karis, Kairus. Iremos a un cementerio de dragones, quien sabe quizás encontremos algún hueso que puedas roer-
El Sabueso demonio pese a su herida gruño ante mi burla, estar lastimado no reducía en nada su mal humor.
-Encontraremos algún Herrero para restaurar tu armadura, no te preocupes-
Fin Capítulo 1
9800
Muy bien, empecemos con lo más importante que les debo desde el cap 0, la apariencia del prota que me guardaba con recelo.
Siempre que la veo tengo emociones variadas, por un lado siento que esta bien y por otro que le hace falta mas, pero creo que sirve como representación del prota.
Por el resto no tengo muchas cosas que mostrar, excepto la imagen que yo tenía de referencia para el Wendigo al que no enfrentamos hoy.
Realmente empezamos a tener vistazos al pasado de Caxulius y ahora sabemos que en realidad no es humano, creo que todos podían esperarse ese giro de acontecimientos.
Si alguien se pregunta por qué al inicio Zwar y Caxulius están muriéndose si se supone que tienen un factor curativo, la respuesta es tan simple como que hay algo que lo neutraliza haciendo heridas que lo ignora, y a sabiendas de que ellos son demonios creo que no hace falta decir de que hablamos.
En cuando por qué no se podía rastrear al Wendigo es por que su energia estaba unida y entrelazada al bosque por lo que sería imposible distinguirla.
No tengo mucho que explicar ya que el capítulo habla por si mismo, realmente no se me ocurre más que decir.
¿Que hay de ustedes? ¿Opiniones? ¿Algún comentario que quieran dar? ¿Algo que les gustaría ver a futuro? ¿Alguna teoría o cualquier cosa? Estaré encantado de leerlos y responder si me es posible.
Me despido hasta la próxima y espero que estén disfrutando de esto.
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