𝗖𝗮𝗽𝗶𝘁𝘂𝗹𝗼#8.
"Y si pintamos un paisaje con nuestro amor".
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Inglaterra, Londres./ 08 de abril.
𝐆𝐚𝐥𝐢𝐚 𝐑𝐨𝐨𝐬.
Esto era una situación demasiado alocada.¿Pero no sé?, Si era la manera en la que el me miraba. O era todos los sentimientos encontrados que estába sintiendo. Qué no pude negarme a su propuesta.
- ¿En verdad deseaba irme con él?.
Pues es absurdo hacerle entender a la mente algo correcto. Cuando él corazón anhelaba lo incorrecto. Y siendo sincera me daba un poco de miedo todo lo que Emiliano era capaz de causar en mí.
Con toda la emoción corro con prisa a mi recamara donde cambio mis shorts cortos por unos jeans largos un poco rasgado, me dejó mi camisa blanca de tiras. Pero ahora la acompaño con una chaqueta de cuero negra.
Bajo de nuevo las escaleras y llegó a la cocina donde Layla me regala una sonrisa deslumbrante.
—Lamento tener que dejarte sola.— Le digo con algo de tristeza.
— Galia diviértete por lo menos una noche. — Me dice con una sonrisa genuina.— Ese chico está allá fuera solo porque quiere que te arriesgues. Y que empieces de una vez a aventurarte. Ya es momento de que empieces a escribir tu historia.
Sus palabras me conmueve, una sonrisa de dibuja en mi rostro y sin dudarlo la abrazó.
— Gracias por ser mi amiga.
—No agradezcas lo que tienes. Sólo valorarlo.— Me sonríe y yo le devuelvo el gesto.
Sin dudarlo más me encamino a la sala principal para llegar a la entrada. Abro la puerta y visualizo en las escaleras de la entrada a Emiliano sentado. Tiene una camisa blanca con letras negras donde se lee la palabra Hollywood y un jean gris. Trato de cerrar la puerta lo más delicado posible para no hacer ruido.
Y con mucho cuidado me acerco a pasos lentos a su dirección. Para asustarlo.
—Ya sé que estás hay.— Dice Emiliano aún de espalda y resopló.
Se nota que soy malísima tratando de sorprender a las personas. Camino hacia las escaleritas y me siento a su lado.
—¿Sabes algo?.— Digo de repente.
Lo cuál ocasiona que su mirada se centre en mí.— La vida cada día te ofrece una aventura nueva. Ayer estaba en un hospital por unas heridas en mis muñecas. Y hoy estoy aquí contigo, mirando las estrellas desde el frente de mi casa.—Le digo animada señalando el cielo.— Es un poco insólito el como las cosas cambian tan repentinamente, como el tiempo y el trascurso del mismo pasa tan rápido. Por eso Emiliano si está es una aventura quiero vivir cada momento de la misma. Como si fuera el último.
Su mirada cambia a una expresión de felicidad. Para después sonreírme genuinamente.
—¿Entonces?, quieres aventurarte conmigo a crear un paisaje con nuestro amor.
Al escuchar sus palabras sonrió como la boba que Soy.
—Hagamos lo que siempre nos funciona.—Le digo con seguridad.
—¿Y que es éso?.— Inquiere él haciéndose el desentendido.
—Qué lo imposible sea posible.
Ambos nos miramos y fué esa mirada hipnótica en la que no había que articular palabra. Era como si por muy diferentes que fuéramos lograramos entendernos a la perfección.
El se levanta y me tiende la mano para ayudarme. Yo la recibo y me levanto con su ayuda.
—Gracias.— Le murmuro educadamente y el sólo me sonríe con ternura.
Segundos despues enlazas nuestras manos para caminar juntos a la carretera. Dónde supongo está nuestro transporte. Siento un escalofrío en todo mi cuerpo. El corazón se me acelera y trato en lo posible de no verme afectada por su cercanía.
Nos encaminamos con las manos unidas por el jardín principal de la casa. Y después de un corto trayecto llegamos a la carretera. Dónde se encuentra una moto Yamaha MT-07. Es de un color negro con rojo.
Al visualizar nuestro transporte mi mirada va directo hacia él.
—No pensé que fueras de los chicos que usan motos.— Le digo con sinceridad y el se ríe a carcajadas.
—Es que solo soy un chico malo cuando se trata de tí.— Dice guiñándome un ojo y yo volteó los míos.
El suelta su mano de la mía y se sube a la moto como todo un expertos. Y después enciende el motor. A lo que esté rugue.
—Vines chica boba.— Inquiere esté con una ceja levantada.
Yo aún dudo si montarme o no. Le tengo un poco de pánico a las motos.
El frío de la noche se cuela por mi cuerpo y la inquietud de mis decisiones se nota a kilómetros. Emiliano me mira y yo solo miro la cosa de dos ruedas que está al frente.
—¿Confías en mí?.— Me pregunta cómo si la repuesta a aquella pregunta fuera importante para él.
Nos respondo me quedo en blanco. Si confiaba en él, de hecho lo hacía mucho más de lo que confiaba en mi misma. Pero mi mente tenía la repuesta más yo no era capaz de articular una palabra.
Al ver que no respondía su expresión de decepción se hizo presente. Pero aún así se esforzó por sonreírme.
—La confianza no se da a la ligera. Se gana.— Dice el y sin evitarlo sus palabras me afectan un poco.— Por lo cual te pido que me des la oportunidad de ganarme la tuya.
Y sin dudarlo me tiende su mano. Esperando que la acepte. Lo cuál hago de inmediato. Me subo a la moto y me agarró un poco de su camina. Con mucho cuidado de no lastimarme.
Segundos después ya estamos en la carretera. Con la moto en marcha. Pero Emiliano va a toda velocidad y yo sin poder evitarlo me pegó como garrapata a su cuerpo y lo abrazo fuerte en su abdomen. Él cuál confieso que está bien definido.
Seguimos recorriendo diversas calles de Londres. Dónde las estrellas, la oscuridad, la luna y el silencio son nuestros acompañantes. Algunas parejas están en el parque y algún que otro carro en la autopista. En la cuál nos detenemos porque el semáforo está en rojo. Esperamos a que cambie y cuando llega a verde. La moto vuelve a andar en marcha.
Nos dirigimos a una curva en la cuál me aferró aún más hacia Emiliano. Y este se ríe por mi acción. A lo que le doy un golpe en el hombro. Y este se queja.
Finalmente después de tanto recorrido. El aparca la moto en frente de una casa pequeña de paredes marrones, techo de laja, y la cuál se nota que ha estado abandonada por mucho tiempo.
Bajamos de la moto. Emiliano abre la puerta de la pequeña casa e ingresa y yo lo hago después. Enciende la luz y me quedo sorprendida es una relojería antigua.
Tiene una mesa con varios papeles. Unas estanterías de vidrio llenas de polvo con algunos relojes. Sillas y muebles un poco desgastado.
—¿Qué es este lugar?.— Le pregunto un poco confundida.
—Esta era la relojería de mi padre.— Dice un poco triste.
—Porque tú padre decidió abandonar éste hermoso lugar.— Le pregunto con intriga.
Lo miro a sus ojos y en su rostro veo tristeza reflejada.
—Murió hacé dos años.— Me confiesa y mi pobre corazón se encoge.
—Lo lamento mucho.— Le digo con sinceridad.— Yo nunca conocí a mi padre. Jamás tuve recuerdos con él.
— Le reveló para animarlo un poco.
— Pero me hubiera gustado conocer al tuyo.
El fuerza una media sonrisa.
—No todo es como piensas Galia.— Me confiesa con nostalgia.
Y su comentario me dolió no lo niego.
—Nada es como pensamos Emiliano.— Le digo un poco molesta.— Pero tu me enseñaste que hay que luchar por cada pequeño instante que nos regalan. Y vivir cada día con la esperanza de que habrá un mañana.—Me has dado tu mano y me has ayudado a levantarme una y otra vez. No sé que pasado tan doloroso te atormenta pero creme que el mío no es muy lindo de contar.— Las lágrimas resbalas de mis ojos.— Pero trato cada día de sanar, de intentar las cosas mil veces aunque sientan que no den resultado. —Porque aúnque hay días en los que no tengo fuerza. No pienso rendirme hasta ser feliz.— Le suelto todo eso y siento que mis pulmones agarran aire otra vez.
Mis rostros está empapado por las lágrimas y me mira anotado se acerca hacia mí y con sus pulgares limpia mis lágrimas.
—Galia.— Dice el levantado un poco mi rostro.— Mi pasado por muy doloroso que fué es solo eso un pasado. Porque la calma de toda la tormenta que hay en mi corazón.—Eres tú.
Sus palabras despiertan el sentenar de mariposas que hay en mi estómago.
— Mi vida jamás fue perfecta como la imaginas.— Me confiesa.— De hecho hay tantas cosas que no deseo que sepas. Pero que también estoy consciente que no seré capaz de ocultarte.—Dice aquello para besar mi mano y juntos ir a un mueble un poco desgastado.
—No debes contarme nada. Sino estás listo.— Le digo con compresión.
—Quiero hacerlo.— Yo asiento y sin más el empieza a contarme su historia.
» Mi mamá estudiaba en la preparatoria de New York cuando conoció a mi padre.Emilio Reyes. Fué un amor a primera vista. El cuál años despues sus vidas fueron unidas por el matrimonio.
Creando una una familia algo numerosa.
Tengo un hermano mayor llamado Derek. Y el que le sigue es Hazlan. Yo fui el último en nacer. Pero aún así siempre fuimos inseparables apesar de nuestra diferencia de edad. Derek era cuatro años mayor qué Hazlan y esté solo era dos años mayor que yo.
Éramos la familia perfecta. Hastá que años más tarde Hazlan le diagnosticaron Cáncer en los pulmones y nuestro mundo calló a picadas. Todo se volvió trizas. Mi papá se la pasaba trabajando para poder pagar los tratamiento de mi hermano. Mi mamá igual mientras que Derek y yo visitabamos a Hazlan en el hospital todos los días durante seis meses dónde estuvo en quimioterapia, radioterapia y con tratamiento de oxígeno a alta presión. Cosa que de nada valió porque un 16 de Diciembre mi hermano falleció.— Confiesa Emiliano con tristeza y mi corazón se hace pequeño.
Mi padre se hecho la culpa de su muerte y empezó a ingerir bebidas alcohólicas al igual que comenzó a ingerir drogas como si su vida dependiera de éso. Lo cuál no hizo más que provocarle su muerte.
Y yo no tuve más opción que simular que nada me afectó cuando en realidad si lo hizo.»
Después de escuchar la triste historia de ese chico tan gentil y bondadoso que tengo al frente. Mi corazón se rompe en pedacitos. Quisiera decirle que lo siento pero no sería lo justo.
El difícil tener las palabras correctas en un momento tan complicado.
—Hicieron lo posible por salvar a tu hermano.— Le digo con tristeza.— Pero olvidaron salvarse a ustedes mismo.
—No necesitábamos ser salvado.— Me asegura.
—Todos necesitamos ser salvados. Las personas aveces necesitamos a alguien que nos sostenga la mano. Mientras luchamos la guerra.— Le digo con sinceridad.
—Alguna vez necesitaste ser salvada por alguien.— Me pregunta el con angustia.
—En muchas ocasiones pero nadie lo hizo.— Le confieso con una sonrisa triste.—Sin embargo todo cambio cuando llegaste tu y le diste un poco de sentido a mi vida.— El sonríe por lo que acabo de decir y me mira directamente a mis ojos.
—Te equivocas Galia yo no necesito ser salvado.— Me mira con profundidad.
—Porque estás tan seguro de eso. Todo necesitamos a una persona que nos salve almenos por una vez.
— Es que tú eres esa persona. Ya tu me salvaste Galia.
Algunas lágrimas se me resbalan de mis ojos y lo abrazo con cuidado de no lastimar mis recientes heridas.
Lo abrazo tan fuerte sin querer soltarlo. Y el hace lo mismo. Por ese momento me olvidó de la vida tan injusta que hemos tenido que vivir. Me olvido del mundo tan lindo y al mismo tiempo tan caótico en el que vivimos. Simplemente me olvidó de todo para valorar este momento.
Después de segundos que sentí infinito rompimos el abrazo y salimos de la relojería. Emiliano enciende su moto y yo me monto detrás abrazándolo.
Recorremos carreteras , lugares y algunos pueblos donde hay niños jugando alegremente. Cuando sin darme cuenta el estaciona su moto en un campo de girasoles. Bajamos y al instante visualizo lo inmenso que es éste lugar.
—¿Que hacemos aquí?.—Le preguntó y él me mira divertido.
—Lo Lamento pero tendrás que descubrirlo por tí misma.
Dicho ésto se encamino entré los girasoles mientras yo seguía como una estatua en mi lugar. Destetaba que Emiliano fuera tan misterioso. Pero al mismo tiempo me gustaba cada pequeña versión que tenía conmigo. Así que lo seguí.
Nos encaminamos al extenso campo de girasoles y cuando estuvimos un poco alejados de la carretera el tiro una manta un poco grande y se acostó. Yo lo mire confundida. Pero luego imite su acción.
Al acostarme en la manta aún se sentía un poco lo áspero de la tierra y de las pequeñas plantas que aplastamos. Mire al cielo y las estrellas deslumbraban sin cesar.
—Lo lindo de este paisaje. Es que nos enseña qué las personas necesitamos siempre de una luz. Porqué hasta la noche necesita de las estrellas. Y la luna para deslumbrar.—Le digo en un murmuró.
—En eso no te equivocas. Pero hay una pequeña diferencia.— Me asegura con una sonrisa .—El sol apesar de que su brillo es inmenso. Comparte parte de este con la luna sólo para hacerla brillar.— Cualquier persona te hará brillar Galia. E incluso me atrevo a decir que te observara a la distancia. Más no significa que no hará nada por apagar ésa luz.— Dice mirándome a los ojos con intensidad.— Mientras que la persona que en verdad te ama. Te hará brillar así tenga que compartir su brillo contigo.
Lo miro directamente a sus ojos marrones y la sonrisa se dibuja en mi rostro.
— Eso fué muy lindo.— Le aseguro.
—Pero que hacemos aquí.
El sonríe y no entiendo la razón.
—Eres demasiado buena arruinando los grandes momentos.— Dice esté con diversión.— Sólo acuéstate y espera.
Le hago caso y seguimos hay acostados en un silencio donde no se necesitan palabras para estar bien. Las estrellas y la luna siguen siendo nuestra fieles compañeras en esta noche de aventura.
Y de repente veo deslumbrar a un girasol. Cuando logró observarlo bien veo a una luciérnagas. Bueno no una sino miles de estás llenar el campo. La vista es hermosa, es una de las cosas más lindas que he tenido la oportunidad de ver.
Yo me levanto de la manta para ver a mi alrededor sorprendida. Y Emiliano imita mi acción.
—¿Quiero contarte un cuento?.— Me dice con una sonrisa y lo miro a sus lindos ojos para luego asentir en repuesta. A lo que el empieza a contarme la historia.
" Una vez había dos luciérnagas.
Una representaba la esperanza y la inspiración en tiempos de dificultades . Y le enseñó a toda su especie que siempre hay una chispa de esperanza incluso en las situaciones más oscuras.
La otra luciérnagas representaba la poca fé, los intententos sin resultado y las heridas si vencer. Le enseño al mundo que no hay ninguna grieta que no pueda ser sanada.
Ambas coincidieron por casualidad. Y mientras una deslumbraba. La otra se encontraba en una profunda oscuridad.
La pequeña luciérnaga siempre con la esperanza. No se rindió y creo un tipo de amor dónde ambos pudieran ser felices. Creo uno dónde no hubiera reglas como en la realidad. Si no que fuera igual de libre como lo sentía en su corazón.
Creo ése amor de locura. Uno tan único que rompió todo lo que comunmente existe. Pero que gracias a eso pudo compartir parte de su luz con la otra luciérnaga. Sólo para que ella pudiera brillar.
Porque la amaba sin cesar.
Y desde ese día ambas luciérnagas deslumbran cada noche mostrándole al mundo que el amor existe.
Porque quien te ama siempre te hará brillar. Y hoy ellas te están haciendo brillar a tí."
Mis ojos se llenaron de lágrimas. Nunca nadie me había dicho algo tan lindo. Llore de felicidad, ternura y alegría.
Lo miro con mis ojos aguados y el me mira con esa ternura tan característica de él.
—Te propongo amarnos por esta noche o le tiempo que nos plazca.— Le digo con rastro de lágrimas.
—Hasta que no haya más segundos por contar.— Dice él para luego envolverme en un abrazo.
En medio del campo abrazados supe que no había lugar que me hiciera sentir mejor que no fuera a su lado.
Unos minutos después rompemos el abrazo. Y con una sonrisa en nuestros rostros nos encaminamos a la salida de este hermoso campo de girasoles.
Llegamos a la carretera y aún sonriendo Emiliano enciende la moto. Y yo me monto también y me abrazo a él. El transcurso es tranquilo solo somos nosotros disfrutando el tiempo. Viajando en los minutos y apreciando los segundos. Me recuesto en su espalda y creo que nunca he sentido tanto tranquilidad como en esta noche.
Pasamos diversas calles, pueblos y lugares recreativos. En la autopista hay poco tránsito y vehículos. Emiliano sigue manejando con calma y después de un largo trayecto. Visualizo el jardín principal de mi casa. Lo que significa que llegamos.
El apaga la moto y al bajarnos nos miramos con esa intensidad indescriptible.
—Creo que está es la despedida.¿No?.
— Dice el con una media sonrisa.
Porque era tan difícil para mí despedirme de este chico. No sé cómo era posible pero una parte de mí siempre se hiba con este.
—Supongo que sí.— Le digo con una sonrisa de boca cerrada.
—Hasta mañana chica boba.— Dice con una sonrisa genuina.
—Hasta mañana chico engreído.— Le sonrió para luego acercarme hacia él y darle un beso en la mejilla.
Mi cara se pone como un tomate y el amplía su sonrisa aún más.
—Nunca he confiado en nadie. Pero siempre confíe en tí. Incluso cuando no tenía razones para hacerlo.—Le digo en respuesta a la pregunta que me hizo antes de irnos.
El me mira anotado y asombrado por mi revelación. Yo le sonrió y me doy la vuelta para encaminarme al jardín.
—Tu eres mi luciérnaga Galia Roos.— Dicho ésto enciende la moto y se aleja más y más por la carretera.
Niego con la cabeza ese chico sería mi más linda perdición. Con una sonrisa de boba subo las escaleritas y abro la puerta.
Me dirijo a la cocina y me sorprendo al no encuentrar a Layla por ningún lado. Cosa que me preocupa de cierto modo. Con rapidez voy a la lavandería tampoco está y la preocupación se hace presente.
Voy a la sala principal enciendo la luz y la veo en un rincón con las manos en su rostro llorando desesperadamente. Yo corro hacía ella al instante.
—Layla estoy aquí. Soy yo galia.— Le digo con su rostro en mis manos.
—Suéltame, suéltame.— Dice ella con desesperación.
Y yo sin dudarlo le quito sus manos de sus ojos para que pueda verme.
—Soy yo tú amiga,¿Estás bien?. — Ella no responde solo me abraza y yo le correspondo. Sobándole su cabello rojizo.
—Lamento mucho el susto que te hice pasar.— Dice Layla segundos después un poco más calmada.
Yo deshago el abrazo y la miro con compresión.
—Estas bien, estoy bien. Y es lo único que importa.— Le digo con una sonrisa y me siento en el piso con ella.
Ambas nos quedamos en un profundo silencio hasta que ella decide hablar.
—Me da miedo dormirme antes de las doce de la noche por...— Ella se corta y niega con la cabeza.
Yo la miro con compresión y le regaló una sonrisa triste.
—Sino te sientes preparada para contarmelo no lo hagas. Cuando queremos desahogarnos con alguien debemos hacerlo porque nos sentimos bien bajo su presencia. Y tú estás aturdida por lo que acaba de pasar.— Le confieso con sinceridad.— Pero Puedo darte mi mano mientras luchas tú batalla.
Ella me regala una sonrisa genuina.
—Eres la mejor persona del mundo.
Sus palabras me conmueven así que sin dudarlo la vuelvo a abrazar para después ambas levantarnos del piso.
Nos encaminamos al pasillo para llegar a su recamara.
Al ingresar las paredes están pintadas de violeta. Hay una cama a un lado con sabanas moradas y azules, un armario con diversos trajes y un pequeño mostrador. De un lado está una puerta dorada completamente cerrada lo que deduzco que es el baño.
Ella se recuesta y yo imitó su acción. Me coloco a un lado y le empiezo acariciar sus lindas hembras rojas.
Paso un largo tiempo en su habitación hasta que sus ojos se cierran poco a poco y finalmente queda profundamente dormida.
Me levanto de la cama y salgo de su habitación cerrando la puerta con mucho cuidado de no despertarla. Luego sigo mi camino al pasillo para subir las escaleras y llegar a mi recamara.
Dónde me quito los jeans y vuelvo a ponerme unos shorts cortos de un color amarillos.Y sin pensarlo dos veces me recuesto en la cama.
Y pienso en todo el caos de emociones que tuve que afrontar.
De un momento feliz pase a uno de tristeza y preocupación. Pero la vida era así una montaña rusa de emociones que siempre te sorprendía.
Y apesar de eso siempre somos capaces de ordenar nuestro propio caos.
Porque todos tenemos un pasado que no ha vuelto frágiles e indefensos. Y en ocasiones nos ha arrebatado la fuerza y la esperanza. Pero aún así cada uno de nosotros tiene las armas necesarias para vencerlo.
Somos guerreros que pelean por si mismo. Para algún día ser libre de nuestras propias guerra.
"Busquemos la libertad que más anhela el corazón. Y quizás algún día logremos librar la de nuestras mentes".
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Nota de la Autora: Hola mis queridos lectores. Lamento la tardanza.
Esté capitulo me encantó.
Para ustedes mis lectores que siguen esta historia tan personal. Pará mi madre que es mi fans número uno y para todas aquellas personas que luchan cada día por ganar sus batallas. Este capitulo es para ustedes.
¡Son mis luciérnagas!.
Muak los quiero 💘.
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